Jokin Bildarratz se esfuerza en que su discurso suene siempre positivo. Optimista. Integrador. Diríase que transversal. No en vano, ésta podría ser la legislatura en la que por fin se cubra un vacío legal que convierte a Euskadi en la única comunidad autónoma sin una base jurídica estable para sus ayuntamientos. Como presidente de Eudel, el alcalde de Tolosa contagia entusiasmo al hacer bandera de una causa que afecta al ciudadano de a pie más de lo que sugieren los farragosos términos en que suele desarrollarse el debate público sobre ella.
- El acuerdo alcanzado esta semana en el seno de Eudel, ¿significa que por fin habrá Ley Municipal después de treinta años?
- Es muy buen presagio. Las bases para la futura ley las han puesto unos alcaldes que tienen, además, el respaldo de su propio partido. No es un documento aséptico o neutro que pueda dejar indiferente a nadie. Los ayuntamientos estamos demostrando que somos capaces de hacer un país posible. Que en un momento de tensión política estamos poniendo las bases de una de las leyes más importantes de esta legislatura.
- ¿Confían en que el Gobierno de Patxi López respete la línea marcada por los alcaldes?
- Ya hemos hablado con el Gobierno antes de aprobar este documento. Además, tanto los alcaldes del PNV como los del PSE somos una gran mayoría y tenemos detrás a nuestros partidos.
- Los precedentes no invitan al optimismo.
- Hay que hacer un trabajo previo con el Gobierno y las diputaciones. Una de las grandes tareas que nos espera es definir un listado concreto de competencias propias de los ayuntamientos. Debería seguirse la voluntad que ha demostrado Eudel de que sea en positivo y con un gran acuerdo de todas las instituciones implicadas.
- El pacto evita abordar el modelo de financiación municipal. ¿No corre el riesgo la norma de quedarse coja si parte de un acuerdo de mínimos?
- No, no. No es un acuerdo de mínimos ni de máximos, es un acuerdo de la página 1 a la 75.
- Ya, pero el PSE ha admitido que le gustaría haber ido «más lejos» y establecer una mínima participación de los ayuntamientos en el reparto de la tarta.
- A mí también me habrían gustado en otras cosas. Pero es un acuerdo. Son las bases que entendemos que hacen posible el país. Es una ley que quiere ser institucional y de país.
- ¿Tienen garantías esta vez dentro del PNV de que las diputaciones no volverán a poner palos en las ruedas como en 2008?
- No voy a hablar en nombre de las diputaciones. Entonces entendieron que se traspasaban las competencias propias de los territorios históricos. La comisión arbitral emitió un dictamen y hemos partido de ahí. El PNV ha hecho sus aportaciones y ha dicho públicamente que habla en nombre de todo el partido, incluidos alcaldes y diputados generales. Este texto recoge la sensibilidad de todas las instituciones y eso es lo que lo pone en valor. Queremos ser facilitadores para que el Gobierno pueda llevar adelante un texto articulado.
- La polémica sobre la necesidad de modificar o no la Ley de Territorios Históricos, ¿demuestra que existen heridas que aún no han cicatrizado o poca cintura?
- Es innegable que hay diferentes modelos de país y cada partido tiene el suyo. A partir de ahí, si hay que hacer modificaciones en la LTH, es un debate técnico. Ahora lo que preocupa a los alcaldes es tener claro cuáles son nuestras competencias y cómo van a ser financiadas y a los ciudadanos tener buenos servicios. El resto de debates sólo sirven para ahondar en la diferencia. Lo importante es hacer posible este país tan complejo. No es baladí que Euskadi sea la única comunidad autónoma que no tiene Ley Municipal. Es porque es un país complejo. Si somos capaces todos de entenderlo y dotar a los ayuntamientos de una base jurídica respetando el modelo de país de cada uno, estaremos haciendo un buen ejercicio.
- ¿Puede haber cambios en el porcentaje que se destina a los ayuntamientos en la futura Ley de Aportaciones? ¿Y lo van a poder repartir los propios consistorios?
- Puede suponer cambios, sí. Más que quién reparte, lo principal es decidir qué va a hacer cada uno. Y después, cómo nos vamos a repartir los fondos, que son limitados. Si los ayuntamientos asumimos algunas competencias que ahora no tenemos, las impropias, evidentemente necesitaremos una financiación.
- Otro 'melón' que no han abierto es el distinto reparto de fondos por territorios, del que se quejaba Odón Elorza, al recibir San Sebastián un 23% menos por habitante y año que Bilbao. ¿Eso tiene solución?
- Elorza ha hecho aportaciones muy interesantes, recogidas en las bases. Respetando la legalidad vigente, queremos posibilitar que haya un hecho diferenciador de capitales y ciudades. Pero representamos a 251 ayuntamientos que tienen intereses diferentes, también a Bilbao, también a Tolosa, que puede sentir un hecho diferencial sobre Donosti, porque es capital de una comarca de 28 municipios. ¿Tengo por eso que tener un hecho diferencial sobre algunos otros? Pues quizás también. Será el Consejo Vasco de Finanzas, en el que participaremos, el que defina los repartos y, de una manera argumentada, los territorios históricos podrán diferenciarse. Si nos ha costado treinta años enfocar la Ley Municipal ha sido por esto. Estamos consiguiendo que ningún partido lleve su máxima de modelo de país a ningún espacio.
Sentimientos de agravio
- ¿No es poco edificante ver a los alcaldes enzarzados en polémicas propias de hinchas de fútbol, como la de la capital de Euskadi?
- Son apasionados, demuestran cuánto siente cada uno su ciudad.
- ¿Existen los agravios territoriales?
- Existen los sentimientos de agravio. Es normal y bueno que cada alcalde defienda al máximo su ciudad. ¿Cómo no voy a intentar yo, por ejemplo, que Tolosa tenga un metro cada diez minutos? Euskadi es como una gran ciudad europea.
- ¿Es Vitoria la capital de Euskadi?
- Eso se lo dejo a los alcaldes. (Risas)
- No se moja... ¿No le preocupa que el asunto identitario se traslade a las ciudades?
- Es un debate viejo. A esta polémica hay que darle la importancia que tiene, la de una anécdota que puede ser hasta graciosa. El siglo XXI no es de las ciudades, es de las redes. Euskadi es una gran ciudad y hay que aprovechar las sinergias. Damos mucha importancia a la intermunicipalidad, porque los recursos son limitados y el reto es hacer más con menos. La ciudadanía nos exige que seamos cada vez más eficientes.
- ¿Considera adecuado que el Gobierno vasco invierta 55 millones de euros en San Mamés o entiende las quejas de Odón Elorza?
- Si han logrado un acuerdo que implica a diferentes instituciones es por algo. Confío plenamente en las instituciones y si han logrado ese acuerdo es porque va a ser beneficioso para Bilbao.
Bildarratz, escrupuloso a la hora de diferenciar su labor como presidente de la asociación de municipios vascos de su militancia en el PNV, recalca que, a partir de este punto, sus respuestas son como miembro de la formación jeltzale. La misma razón que le hizo ausentarse de la rueda de prensa de Urkullu sobre la Ley Municipal antes de que el acuerdo estuviese encarrilado.
- ¿Sería posible jurídicamente disolver los ayuntamientos de ANV?
- No es bueno utilizar atajos en democracia. Lo deseable es que todos los ciudadanos se vean representados en la composición de los ayuntamientos. Y no se puede obviar que la izquierda abertzale ha hecho una reflexión importante que no puede caer en saco roto. Percibo que los Gobiernos de Madrid y Vitoria lo están teniendo en cuenta. Lo sucedido el jueves en el Parlamento entre PSE y PP puede ser reflejo de esa actitud de los socialistas. Lo que pasa es que ETA está ahí y con intención de matar.
- ¿Ve a la izquierda abertzale en las municipales del año que viene o podría ser más a largo plazo?
- No parece fácil que se puedan presentar porque el PSOE, aun teniendo voluntad, es difícil que pueda desandar el camino que ha recorrido de la mano del PP. Sí hay una debilidad manifiesta en el mundo de ETA y es innegable que hay cosas que se están moviendo. Pero hay que ser muy prudentes.
- ¿No considera imprescindible que esos movimientos se concreten en un desmarque claro de ETA?
- Para mí lo de la condena es un eufemismo, se ha convertido en un tótem. Que digan que condenan no vale ni más ni menos, porque los estatutos de ANV ya condenaban la violencia. Es más una actitud ante la vida. Ese mundo está en efervescencia, pero es ETA la que tiene que asumir el protagonismo y anunciar que deja las armas.
- ¿Podría entonces la hipotética legalización de la izquierda abertzale resquebrajar el pacto PSE-PP o cree que sus reproches son una mera escenificación electoral?
- Hay que relativizar esta cuestión porque estoy absolutamente convencido de que allí donde sumen se juntarán para desalojar al PNV. Aunque digan lo contrario. También lo dijeron antes de las autonómicas. No tengo ninguna duda y si no, al tiempo. Podemos volver a hablar de esto el 30 de mayo del año que viene.
- ¿Tiene algún recorrido la propuesta de nuevo marco del PNV o es una mera baza electoral para no descuidar al electorado más soberanista?
- Parece que cuando el PNV hace algo es siempre para ganar votos. La ciudadanía premia a aquel que se esfuerza en hacer posible este país. Se trata de recoger las sensibilidades de todos y lograr que se vean identificadas. Desde los que tienen sentimientos de mayor independentismo hasta los más españolistas, todos son vascos y miembros de este país y tienen que sentirse cómodos en él.
- ¿No es chocante que el proyecto soberanista se identifique con la salida de la crisis cuando Ibarretxe lleva años horadando esa vía?
- Siempre se intenta descalificar las propuestas que hacemos. Queremos que todos los ciudadanos con sus diferentes sentimientos se sientan cómodos y reconocidos en ese nuevo marco, que también puede redundar en una mejor gestión. ¿Dónde prefiere un ciudadano que se solventen sus problemas, en su administración más cercana, no?
- Unos malos resultados del PNV en mayo de 2011, ¿pondrían en riesgo el liderazgo de Iñigo Urkullu?
- El liderazgo lo da la ciudadanía, pero está claro que hay muy buen clima en el partido.
- Y usted, ¿sigue en las quinielas de candidatos a la Lehendakari-tza?
- Mi única preocupación ahora es el 30% de la legislatura que me queda por delante.