EL 1 de febrero de 2005 es un día para la historia: defendí en España, en euskera y castellano, que el Pueblo Vasco existe y que tiene Derecho a Decidir libre y democráticamente su propio futuro. Aquel 1 de febrero, hoy hace 5 años, fue un día maravilloso pero endiabladamente complicado, uno de los más complicados y emocionantes de mi vida política.
Allí en Madrid, en las Cortes españolas el PSOE y el PP -Rodríguez Zapatero y Rajoy en el único acuerdo que lograron en toda la legislatura, eso sí, para "dar un portazo" a la Sociedad Vasca- trataron de humillarme, pero no lo lograron. Lograron lo contrario, que ese mismo día a la noche y al día siguiente la gente de mi país, de diferente ideología y posición económica y social, me trasladara con cariño que se habían sentido orgullosos de ser vascos y vascas.
Nunca como aquel día he sentido tener a mi Pueblo tan cerca. Aquella sensación, aquella emoción, la guardaré conmigo para siempre, me acompañará en el resto de mis días. Comprendí muy bien cómo un Pueblo se reconoce en sus dirigentes, cuando éstos hacen suyo aquello por lo que él lucha y los rechaza cuando no hacen suyos sus deseos, sus anhelos. Es así de simple y así de definitivo se refleja en elecciones... y euskobarómetros.
Hoy hace 5 años perdimos una oportunidad... para avanzar en lugar de retroceder, para aplicar el diálogo en lugar del portazo en la resolución del conflicto político vasco, para alumbrar en el siglo XXI un acuerdo de relación amable entre España y Euskadi, para además de soñar, resolver el problema de la violencia y construir la Paz.
Lo expresaba con la claridad que acostumbra Miguel Herrero de Miñón con motivo de una conferencia pronunciada recientemente en la Fundación Sabino Arana, cuando al ser preguntado por el Estatuto Político Vasco decía que se podía estar a favor o en contra pero que el Estado español había cometido un enorme error estratégico al no aceptarlo para su negociación en el Congreso el 1 de febrero de 2005.
Pero claro, había "otras urgencias", "otros miedos" más terrenales en España... la disputa electoral descarnada por hacerse con el "título" de genuino defensor del "nuevo patriotismo constitucional" - en el debate fue el socialista Pérez Rubalcaba quien defendió con mayor ardor la "españolidad total"- entre el PP, el "original", y el PSOE, el "aspirante". La "venganza" con quien encarnaba -el lehendakari- el "desafío al Estado", y sobre todo la estrategia para ocupar juntos, PSOE+PP, las instituciones vascas valiéndose de la Ley de Partidos -en lo que Mayor Oreja definió, con tino, en el 2001 como "perfeccionar la alternativa"- desplazando así al una y otra vez insistente ganador de las elecciones, el PNV, y al "loco independentista", "secesionista", "sectario" e "irredento" del lehendakari Ibarretxe.
Han pasado 5 años, se ha "perfeccionado la alternativa" y tenemos, por fin, un gobierno del Partido Socialista+PP, eso sí, valiéndose de la "beneficiosa" Ley de Partidos, desplazando al PNV y a su candidato, ganadores, con el mejor resultado desde la escisión, de las elecciones vascas del año 2009, y sin ningún tipo de edulcorante, más allá de las "mentiras pre-electorales" del Sr. López -"no seré lehendakari si no gano las elecciones", "no seré lehendakari con los votos del PP"- formado de espaldas a la mayoría política y social del país que sigue siendo, mal que les pese a algunos, nacionalista vasca. Han pasado 5 años y vivimos ahora la moda de la "normalidad" del "gobierno del cambio". Pero la mediáticamente predicada normalidad no es más que "un estuche vacío", porque sí, es verdad que han pasado 5 años, pero los problemas siguen siendo los mismos que teníamos entonces, bueno los mismos no, agravados porque han pasado 5 años sin ser resueltos. Y nuestra responsabilidad o irresponsabilidad, la de todos, también más grande.
Hablábamos allí, en el Nuevo Estatuto Político Vasco, de una nueva cultura política que reconociera las identidades vasca y española y de aprender a convivir entre ellas, enriqueciéndose y respetándose mutuamente. Hoy vemos cómo, so pretexto de normalidad, se esta desmontando una de ellas, la vasca, en un proceso que pretende su asimilación por la cultura -"más amplia"- española.
Hablábamos allí, de un nuevo modelo económico-social, de desarrollo humano sostenible y del fondo competencial necesario para llevarlo a cabo -la utilización inteligente del autogobierno económico en este país ha permitido que llegáramos de los últimos a la actual crisis, y que si no hacemos tonterías vayamos a salir con los primeros de ella- en un mundo con una economía abierta, despiadadamente competitiva, y sin olvidarnos de las personas, de "economía con cara y ojos", de progreso con cara y ojos.
Hablábamos allí, en el Nuevo Estatuto Político Vasco, de decidir, decidir para avanzar. De dar la palabra al Pueblo para profundizar en la democracia económica, en la democracia política. Decidir no para aislarnos o enfrentarnos a España ni a nadie. Decidir para crecer, para sumar... decidir para vivir.
Cinco años no son nada para un pueblo vital, despierto, y son muchos, demasiados, para las sociedades afectadas por el sopor de la falsa modernidad, por la somnolencia de que sean los demás quienes piensen por ti, hagan por ti, quienes construyan por ti, innoven por ti... quienes decidan por ti. Con el Nuevo Estatuto Político Vasco tratábamos de reaccionar ante la corriente de individualismo atroz que invade al mundo y que los caducos estados-nación tratan de aprovechar en beneficio propio. Perseguir sólo el objetivo de nuestro bienestar individual nos hace perder de vista los objetivos colectivos, los que nos muestran como una familia, como un Pueblo ante el mundo.
Cinco años después, es evidente que en Euskadi se esta desarrollando un ensayo serio de "dormidera social", la "normalidad del PSE+PP" -"microclima vasco", en España "se llevan a matar"- que amenaza con trasladarse en el 2011 a diputaciones y ayuntamientos vascos. Esto tiene su parte positiva, si necesitábamos un estado de emergencia para espabilarnos, para movilizar lo mejor que llevamos dentro, ya lo tenemos aquí. Aprovechémoslo, canalicémoslo, si no... si no puede hacérsenos de noche.
Cinco años después, yo sigo amando, creyendo, confiando en mi Pueblo. Es por ello que quiero terminar este artículo con las mismas palabras con las que finalicé mi discurso en el Congreso español aquel 1 de febrero de 2005, defendiendo en nombre de la mayoría absoluta de la sociedad vasca el Nuevo Estatuto Político Vasco. Lo hago con la firme convicción de que aquellas palabras y aquella iniciativa política -afortunadamente depositada y patrimonio del Parlamento Vasco- siguen vigentes, llenas de vida, formando parte no de la "historia a esconder" de España y de Euskadi, sino de los instrumentos políticos y jurídicos más modernos e innovadores con los que construir, en el siglo XXI, nuestro futuro entre todos.
"Estoy orgulloso del Pueblo Vasco, de nuestra historia milenaria, de nuestra lengua, una de las lenguas más antiguas de Europa. Pero estoy aún más orgulloso de nuestros hombres y mujeres, de todos los vascos y vascas que hoy vivimos y trabajamos en Euskadi, hayamos nacido donde hayamos nacido y votemos al partido político que votemos. Es fundamentalmente a vosotros y vosotras, a quienes quiero dirigirme para deciros que el futuro nos pertenece, y que lo escribiremos nosotros, pactando con los demás, pero lo escribiremos nosotros, de nuestro puño y letra".