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2009
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Ya son sesenta en la calle

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Urria 10 | 2009 |
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Nerea Melgosa

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Diario de Noticias de Álava


La vida municipal suele convertirse a menudo en un marasmo de balances, de datos, de estadísticas donde la acumulación de cifras hace que finalmente "cinco" pueda parecer lo mismo que "cincuenta". Sin embargo, no puedo quitarme de la cabeza lo que el gobierno socialista acaba de enumerar fríamente como si se limitara a ser un daño colateral más de la crisis: me refiero a esas sesenta personas que actualmente duermen en las calles de Vitoria-Gasteiz.

Sesenta personas que son como sesenta bofetadas a nuestro perdido liderazgo en las políticas sociales. Sesenta personas que buscan cobijo en parques, en obras, en plena vía pública, que luchan a diario por mantener un mínimo de dignidad pese a su desesperante situación. Sesenta personas entre las que hay mayores, hay familias e incluso algún menor. Gente que no responde a un perfil fácil de identificar y se acerca alarmantemente a nuestra realidad cotidiana.

Son sesenta. Hace un año, por boca del mismo concejal de Asuntos Sociales, eran doce. Se han multiplicado por cinco las situaciones de personas sin techo y ahora suponen un colectivo más difícil de localizar y caracterizar. Ya no se trata de una serie de transeúntes reticentes a entrar en el sistema de servicios sociales. También podemos encontrar casos donde un fuerte revés económico ha dejado a alguien literalmente en la calle de la noche a la mañana. A esto hay que añadir, por ejemplo, inmigrantes en situación ilegal.

Sesenta no puede ser un número para la hemeroteca. No es una estadística para lanzarnos los unos a los otros. Se trata de una situación donde están en juego Derechos Humanos como el de seguridad (artículo 3), el reconocimiento de la personalidad jurídica (artículo 6), el derecho de nacionalidad (artículo 15), el derecho a la seguridad social (artículo 22), el derecho al trabajo (artículo 23), al nivel de vida adecuado y al cuidado especial de la infancia (artículo 25). ¿No son las circunstancias lo bastante graves? No lo parece, vista la reacción del equipo de gobierno del Partido Socialista.

Lo más preocupante es que esas sesenta personas podrían ser perfectamente 120. Sólo el empeño del personal técnico que trabaja en los servicios sociales ha permitido que la situación no vaya a peor. Tenemos a unos y unas profesionales excelentes trabajando muchas veces por encima de sus posibilidades para evitar que nadie más pase la noche al raso, lidiando con una saturación de recursos que obliga en ocasiones a mandar a una persona de albergue en albergue en busca de una simple cama. Ahora bien, sin una directriz clara, sin una previsión del máximo responsable político, es muy difícil que los técnicos puedan dar la vuelta a esta situación.

El equipo de gobierno parece estar "a verlas venir". Han tenido avisos de todo tipo. Empezaron por negar la crisis económica. Siguieron mirando para otro lado cuando diferentes colectivos sociales que trabajan de modo altruista se han hecho cargo del incremento de situaciones de exclusión. En vez de previsión, nos estamos encontrado inoperancia ante una situación que empieza a desbordarse.

Escudarse en el "efecto llamada" y el "efecto crisis" es un modo intolerable de  justificar la actual situación. Es comprensible que puedan llegar a Vitoria-Gasteiz personas de otros lugares por haber oído hablar de la cobertura social que aquí existe desde la época de Cuerda y que los gobiernos posteriores no se han preocupado de mejorar y adaptar a la nueva realidad. Lo que no es comprensible es que la reacción del equipo de gobierno ante el problema de la exclusión sea tan limitada. Lo que no se entiende es que exista la misma plantilla que hace dos años trabajando en la calle con las personas sin hogar. Lo que no podemos tolerar es que se intente justificar la inactividad alegando la propia crisis o el hecho de que la población tenga una imagen negativa de ciertos "abusos" con las conquistas sociales.                                                                          

Ya son sesenta personas en la calle y esta noche también buscarán un banco, un portal escondido, tal vez un cajero... Allí dormirán tragando vergüenza y con el único abrigo de la soledad. Tal vez sueñen con un futuro más amable. Tal vez les despierte una pesadilla similar a la que viven día a día por la calle. Hagamos todas y todos un esfuerzo por ponernos en su lugar.

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