El lehendakari Juan José Ibarretxe, en su casa de Laudio y en mangas de camisa, parece relajado. No se le notan, aparentemente, las huellas de unos días intensos en los que se han producido importantes acontecimientos en la política vasca. En el centro de todos ellos, casi en el ojo del huracán, este hombre que deberá acostumbrarse a desaparecer de las primeras páginas de los periódicos. Quizá por eso mismo ha elegido para la entrevista su propio terreno doméstico, donde se puede saborear un excelente café sin protocolo y casi sin más ruidos que los correteos de Egon, un pastor vasco color canela al que acaricia distraídamente. La mañana es gris, cae una lluvia fina y el verde mojado de los montes dibuja una postal clásica de paisaje vasco, paisaje del Valle de Aiala.
EL PASADO
Han sido diez años de lehendakari y cuatro previos de vicelehendakari. Mucho tiempo, ¿no?
Sí, mucho tiempo. Y parece que fue ayer. Pero, mire, a mí no se me han hecho largos. Todo lo contrario. Cuando te levantas todos los días con una dosis de entusiasmo -y digo dosis y no sobredosis (sonríe)- para encarar los problemas de tu sociedad, los días parece que no pasan. Y recuerdo lo que dice mi aita: "Nos vamos a la cama porque se hace de noche, no porque el trabajo se haya acabado".
¿Cuándo y cómo se gestó la decisión de iniciar una nueva etapa en su vida política?
Fue relativamente rápido, tras constatar que el PSE optaba sin ningún tipo de matiz por lograr un pacto con el PP para que Patxi López fuera lehendakari, aún no habiendo ganado las elecciones -como reconoció- y aunque fuera preciso pactar con quien dijo que no pactaría. Lo que vino después ha sido cuestión de medir los tiempos y hacer las cosas cuando toca hacerlas. En mi caso, anunciar mi decisión en el Parlamento. Y es que yo siempre le he tenido mucho respeto al Parlamento. Mi vida política comenzó allí y en el mismo sitio ha concluido.
¿Confió en algún momento en que hubiera sido posible un pacto entre el PNV y el Partido Socialista de Euskadi?
Confieso que tuve una esperanza sincera de que así fuera. En función de los resultados electorales, era la solución más coherente y lógica teniendo en cuenta el discurso que los socialistas habían hecho en la campaña. Conscientes de la situación económica que tenemos y los retos pendientes que hemos de afrontar, presentamos al PSE un pacto para dotar de estabilidad tanto al Gobierno vasco como al Gobierno del señor Zapatero. Los socialistas no invirtieron ni un minuto en estudiarlo. Y, para colmo, los días posteriores tuvimos que escuchar que fuimos nosotros los que no quisimos hablar.
Siendo realista, era muy improbable que usted fuera aceptado por el PSE. ¿Estaba dispuesto a renunciar a su candidatura para que ese pacto hubiera sido posible?
Sí, hubiera estado dispuesto a no presentar mi candidatura para facilitar un acuerdo que generara confianza y estabilidad en las instituciones. Tanto en las de Euskadi como en Madrid, insisto. Yo nunca iba a ser un obstáculo en cuestiones que me parecen las mejores para mi país y mi partido lo sabía perfectamente. Pero ni siquiera nos dieron tiempo. En la reunión que tuvimos en la sede del PNV Jesús Eguiguren nos dijo que la decisión de pactar con el PP estaba ya adoptada, incluso "aunque Ibarretxe no fuera el próximo lehendakari". Creo que la sociedad debe conocer estos hechos, porque le ayudarán a formarse una opinión. Ni aunque yo hubiera renunciado a ser lehendakari, a pesar de haber sido el más votado, estuvieron dispuestos a hablar.
¿Por qué cree que, pudiendo haberlo evitado, el PSE ha optado por un acuerdo que pone en riesgo al propio Gobierno de Zapatero?
Eso lo tendrá que explicar Patxi López. Lo dejó muy claro el propio Zapatero: "Ha sido por el interés general de España". Quitarnos de en medio era una "cuestión de Estado". Lo cierto es que podríamos estar en una situación completamente diferente a la que estamos, pero han elegido un escenario de frentismo con tal de hacer a Patxi López lehendakari. Antes de las elecciones Zapatero se manifestó en contra de este pacto. Pero les dio igual. Han decidido establecer un pacto que la mayoría de este país no respalda, según pudo conocerse en la totalidad de las encuestas. Vamos a ver un cambio, dicen, pero un cambio hacia atrás, el cambio del cangrejo.
Usted recordó en el debate lo que dijo el presidente de Navarra en el sentido de que Patxi López es lehendakari gracias a una decisión judicial y no porque la sociedad vasca haya cambiado.
La verdad es que Miguel Sanz, con el que personalmente siempre me he llevado bien, ha hecho gala de su personalidad de navarro castizo. No se pueden decir las cosas mejor y en tan poco tiempo como ha hecho él. PP y PSE tienen 38 votos porque una parte del país está fuera del Parlamento y la sociedad vasca sigue siendo lo que siempre ha sido, mayoritariamente abertzale. Sanz dijo una verdad como un templo.
El traspaso de poderes habrá resultado penoso para usted, al tener que entregarlo a un lehendakari socialista tras treinta años de gobiernos nacionalistas.
En absoluto. En política hay que saber estar con honestidad y con dignidad. Yo he hecho todas las cosas en mi vida con la seriedad debida en cada momento. He intentado mostrar al nuevo lehendakari el respeto y la consideración que, en muchas ocasiones, el PSOE no ha tenido conmigo.
¿Sus sensaciones en Gernika?
Reconozco que tuve sentimientos encontrados. Por un lado emoción, porque es imposible no tenerla, y por otro una cierta pena porque tradiciones de decenas de años se hayan truncado. Creo que no hubiera costado nada mantener las tradiciones, aun con pequeños retoques si fuera preciso. Pero bueno, cada uno hace lo que cree que debe hacer y son los ciudadanos y las ciudadanas las que tienen que valorarlo. Ver a alguien prometer su cargo sobre un Estatuto -el de Gernika- que no ha cumplido da que pensar; y contemplar a las Fuerzas Armadas de España dentro de la Casa de Juntas, también.
Además de estos últimos malos tragos, su paso por la Lehendakaritza ha tenido momentos duros, muy duros. Por ejemplo, ¿qué sintió cuando fue abucheado en el funeral de Buesa y qué sintió cuando fue insultado e incluso agredido en Jaca o en Granada?
Bueno... ha pasado mucho tiempo de todo eso y no quisiera dejarme llevar por sentimientos básicos. Nunca lo he hecho. Estuve en todos esos lugares representando a mi país, a Euskadi, para expresar el firme compromiso y la firme voluntad de la inmensa mayoría de los vascos contra la violencia irracional de ETA. El pueblo vasco no es un pueblo violento, ni sectario, ni ajeno al dolor de las víctimas del terrorismo etarra. Estuve en esos lugares y, por desgracia, en otros muchos más, con respeto y con dignidad, porque este país es un país respetuoso y digno con todas las personas y con las que sufren el azote de la violencia terrorista, también.
EL presente
Juan José Ibarretxe, al tiempo que responde a las preguntas, consume su café a pequeños sorbos, sin prisa, casi saboreando. De vez en cuando se levanta, pasea por la habitación y mira por la ventana. Echa un vistazo, casi con melancolía, a los libros esparcidos por el suelo de su despacho pendientes de ser colocados en la biblioteca y a la pila de carpetas que se supone contienen documentos y análisis políticos que el lehendakari conserva. En su placidez doméstica, es difícil reconocer en este hombre al político tenaz que casi ayer mismo se fajaba en el Parlamento con sus adversarios políticos.
Ha renunciado a su condición de parlamentario.
Efectivamente, tampoco seré parlamentario. Creo que mi labor ha concluido y que tienen que venir otras personas para encarar el futuro. Aquí no estamos para siempre y en política hay que saber estar y hay que saber irse también. Afrontamos una nueva etapa política que necesita también de nuevas personas. Y yo soy el primero que tiene que dar ejemplo. Estamos en otro ciclo político que necesita liderazgos diferentes.
Habrá muchas personas que no lo entiendan.
Sí. Habrá muchas personas de buena fe, que me han mostrado en múltiples ocasiones su aprecio y que me han dicho que me quieren, a los que les costará entender esta decisión. Y les pido perdón si a alguno le he podido ofender, pero sinceramente creo que es lo mejor. Todos ellos saben que yo también les quiero y que siempre les llevaré en mi corazón. Al margen de esto, yo siempre estaré dispuesto a ayudar, pero en el plano que me corresponde y en el sitio que me corresponde. Y, ahora, ese sitio no está en la primera línea.
A usted se le atribuye buena parte de triunfo electoral del PNV. ¿Confía en que ese triunfo pueda repetirse sin Ibarretxe?
Nadie gana solo, por sí mismo, unas elecciones. El triunfo es siempre colectivo. El PNV somos una familia con muchas personas en las que no hay nadie imprescindible. Y yo tampoco lo soy. He dado a mi país todo lo que tenía y no le he pedido nunca nada a cambio. Todo lo que he hecho es porque me lo creía y lo sentía en lo más profundo de mi corazón. La campaña la hemos hecho todos. Somos un equipo. Siempre lo hemos sido. Y, sin Ibarretxe, como dice usted, estoy seguro de que el triunfo será igual o mayor. Somos la fuerza política mayoritaria y la que vertebra esta sociedad. Esto no nos lo puede negar nadie. El pacto que han hecho el PSE y el PP, por supuesto, tampoco.
¿Ha tomado esta decisión con algún resentimiento?
Con ninguno. Tengo mi conciencia más tranquila que nunca. Creo que he hecho lo que tenía que hacer para solucionar los problemas de este país. Yo estoy orgulloso de que hayamos conseguido ser uno de los países más avanzados de Europa o que estemos a la cabeza en esperanza de vida o que seamos el único lugar del Estado donde nuestros pensionistas tienen una pensión mínima de 700 euros al mes. Este país tiene una sociedad y unas personas impresionantes. Yo agradezco a todos los hombres y mujeres el esfuerzo que han hecho, el coraje que tienen y la voluntad que expresan por mejorar todos los días.
La Ejecutiva del PNV, según dice, comparte su postura. ¿No le han sugerido que reconsidere su decisión?
Toda mi actuación política ha ido de la mano del PNV. Las personas que tenían que conocer esta decisión la conocieron con suficiente antelación. Y, por supuesto, hay quienes han tratado de provocarme una reflexión en sentido contrario, pero creo que les he hecho ver que la solución mejor es la que he adoptado. Nueva etapa, nuevo ciclo, nuevas personas y nuevas ideas. Cada uno tiene su ciclo político, y el mío ha llegado a su fin. Y esto hay que asumirlo con toda normalidad. Con la misma dignidad que comencé, me marcho. Sin hacer ruido. Ahora soy un militante más de mi partido.
Catorce años dan para mucho. ¿Se arrepiente de algo?
De muchas cosas. Nadie es perfecto y yo tampoco, faltaría más. Pero con mis aciertos y mis errores, siempre he tomado decisiones pensando en la dignidad de este país y no tengo problema alguno en reconocer que con el paso del tiempo reconoces que hay cosas que las hubieras hecho de otra manera. Pero cada uno debe responsabilizarse de lo que ha hecho, y yo lo hago, sin ninguna duda. Si este Gobierno ha hecho alguna cosa mal, la responsabilidad es mía porque el equipo de gente que he tenido a mi lado lo ha dado todo por este país.
EL FUTURO
Se le ve cómodo a Juan José Ibarretxe, aun en los momentos de mayor vehemencia en sus respuestas. Es evidente que ha reflexionado mucho sobre su amplia trayectoria como hombre público, y la pregunta es un intento, vano, de provocarle un punto de nostalgia.
¿Se presentará a algún cargo interno en el PNV?
No. No voy a optar a ningún cargo interno dentro de mi partido. He ostentado la máxima representación de este país y tengo suficientemente satisfechos todos los anhelos o deseos políticos que se puedan tener. He servido a mi país con entusiasmo, ilusión y entrega. Y ello a pesar de todo lo que se ha dicho de mi persona. Mis aspiraciones políticas están más que satisfechas. Para mí ha sido un enorme honor ser lehendakari.
Pero si su partido le pide que colabore, ¿lo hará?
Por supuesto. ¡Faltaría más! Si mi partido me llama para cualquier cosa, yo estaré allí para lo que sea y para lo que haga falta. Pero en la primera línea de trabajo y ante la opinión pública deben de estar otras personas, las que ahora forman parte de la Ejecutiva y del grupo parlamentario. También las que están en instituciones como las diputaciones o los ayuntamientos. Yo siempre estaré en un lugar donde cualquiera me va a poder encontrar, pero nueva etapa significa nueva etapa.
¿Cuál es su proyecto a partir de ahora?
Ser Juan José Ibarretxe, la persona y el economista al que siempre le ha gustado trabajar para conseguir un mundo mejor. Porque no merece la pena estar en este mundo si no es para cambiarlo y para hacerlo más justo. Desde donde me toque, pero seguiré trabajando en dejar a mis hijas un país en paz, próspero, solidario e igualitario.
Se ha especulado con que será nuevo presidente de la BBK o que irá a una importante empresa guipuzcoana. ¿Lo sabe?
Yo, sinceramente, es que me quedo asombrado de las cosas que se dicen. Y mire que llevo ya diez años de lehendakari y otros cuatro de vicelehendakari. Pues aun con todo, los rumores me siguen asombrando. De verdad, no he tomado una decisión definitiva. Como es lógico, hay multitud de personas a mi alrededor que me muestran una simpatía y una generosidad que son infinitas. Y yo se lo agradezco a todos de todo corazón. Pero no he tomado ninguna decisión. Y cuando la tome, todo el mundo lo sabrá.
Juan José Ibarretxe, está claro, no va a desvelar su inmediato futuro profesional. Pero insiste, incluso hasta la saciedad, en que a día de hoy no tiene decidida ninguna opción de las posibles que pudiera estar barajando. Con lo cual, volvemos al futuro de la pura política para conocer sus opiniones.
El lehendakari López dice que su Gobierno no será frentista, que será un Gobierno para todos y en el que todos nos sintamos cómodos.
Me llama la atención que se pasen el día diciendo lo que el Gobierno no va a ser, en lugar de explicar lo que el nuevo Gobierno va a llevar a cabo. No acabo de ver con qué proyecto político van a gobernar, ni cómo van a encarar la situación de crisis en la que estamos. No les une nada y les separa prácticamente todo. Se pasan el día discutiendo e, incluso, insultándose. El propio Iñaki Oyarzábal resalta que no han pactado la política económica porque ellos tienen recetas más eficaces. ¿Entonces, qué han pactado? ¿Controlar EiTB, hacer desaparecer el euskera de la función pública y ocupar el poder institucional desalojando al PNV de las instituciones habiendo sido el partido ganador? Bueno, no deja de ser una forma ejemplarizante de comenzar.
El PSE ha anunciado también transferencias inmediatas, como la de políticas activas de empleo.
Sí y me temo lo peor. Nosotros ya hemos hecho público cuál fue la última oferta de transferencia, a la que el Gobierno Zapatero se negó. Espero que no traten de acabar con la singularidad del autogobierno vasco y conviertan a Euskadi en una autonomía más de régimen común aceptando transferencias en contra de la voluntad mayoritaria de este pueblo. El Parlamento Vasco aprobó en el año 1995 un informe sobre las transferencias pendientes y sobre las prioridades de cómo había que abordarlas. No han hecho nada. Ni el PP ni el PSOE han hecho nada desde entonces. Espero que no negocien nada que se separe de lo que el Parlamento aprobó con los votos de todos, de los socialistas también. Habrá que estar muy vigilantes para evitar que alguien pretenda vendernos mercancía averiada.
Eguiguren afirma que en dos años la violencia puede haber concluido y el lehendakari López dice que arriesgará por la paz.
Eguiguren estuvo desde el año 2001 fraguando un proceso negociador que salió a la luz años después. Y hay que recordar las cosas que nos dijeron entonces a los demás, cuando ante Ajuria Enea se manifestaban diciendo que ETA era culpable y que yo mismo y el Gobierno vasco éramos responsables de los crímenes de esa organización. Al mismo tiempo, estaban hablando con ETA. ¿Quién puede afirmar que ahora no estemos viviendo lo mismo? El tiempo lo dirá, porque ya han demostrado que cuando dicen "A" pueden estar diciendo "B".
¿Veremos, entonces, un próximo final de ETA?
Creo que debemos ver cómo ETA renuncia a la violencia. ETA debe abandonar el terrorismo y el acoso a quienes no piensan como ella, así como la extorsión y las amenazas, especialmente a los empresarios. Y, mientras tanto, los problemas políticos los han de resolver los partidos que representan a esta sociedad, al conjunto de la sociedad sin exclusiones, en una mesa de diálogo. Y, por supuesto, la decisión final la ha de tener la ciudadanía. Me parece que es lo más democrático y lo más conveniente. Me sigue pareciendo inverosímil que dar la palabra al pueblo signifique dividir al pueblo.
La Diputación de Araba o el Ayuntamiento de Getxo son los próximos objetivos del PP y del PSE. ¿Cree que va a ser así?
No tengo duda alguna. Es más, le van a decir al PNV que apoye al Gobierno de Patxi López, porque en caso contrario se verán en la obligación de quitarles la Diputación de Araba y alcaldías como la de Getxo. Están ya planteando un chantaje que poco tiene que ver con los valores que dicen defender. O me apoyas, o te mando a la calle. Me parece indigno, y más teniendo en cuenta que lo que decían es que sus preocupaciones eran los problemas reales de las personas. A mí todo esto me suena mucho más a revancha.
La presidenta del Parlamento ha dicho que la nueva Cámara es plenamente democrática.
Sí. Y también dijo que quería representar con dignidad un Parlamento que representa a todos los vascos y es obvio que todos los vascos no han podido votar lo que hubieran querido y que hay una sensibilidad política fuera de las instituciones. Así que la pluralidad de la sociedad vasca no está plenamente representada en el actual Parlamento. Ya siento discrepar, pero es así. PP y PSOE sólo pueden obtener mayoría absoluta con la izquierda abertzale fuera de las instituciones. Y esto no es política, son matemáticas.
Sólo un año después de las elecciones generales, Zapatero ha tenido que llevar a cabo un cambio en su Gobierno. ¿Qué futuro le espera?
Sin duda alguna es un síntoma de debilidad y agotamiento. Podría estar en otra situación muy diferente, pero quizá algunos han puesto otros intereses por encima de los suyos. Ha dado síntomas de padecer una crisis en toda regla en su Gobierno. Una crisis que revela su debilidad y la precariedad en la que se mantiene. No tiene un futuro amable por delante y él sabe que su situación podría ser otra si los socialistas vascos y algunos otros que no lo son hubieran apostado por el entendimiento con el PNV o por el entendimiento entre diferentes, como ellos decían.