Dejó el Departamento de Igualdad de la Diputación vizcaína para emprender viaje al Parlamento y se ha encontrado de golpe y porrazo en la oposición y con un amplio y luminoso despacho de vicepresidente segundo en la tercera planta de la Cámara vasca, que cambiará con la socialista Blanca Roncal para ocupar un local contiguo al de su compañero Mikel Martínez. El PNV considera a Iñigo Iturrate uno de los puntales del grupo y él se ha estrenado en primera línea con críticas a la presidenta del Parlamento. Percibe en la mayoría PSE-PP cierta intención de «marginar» a los jeltzales y «desarbolar» a la oposición, pero confía en que las aguas vuelvan a su cauce.
-¿Prevé una legislatura bronca? -Espero que no, los parlamentarios somos gente seria que trabaja por los intereses del país. Lo que sí hay son muchas incertidumbres abiertas: un pacto firmado cuya concreción y alcance desconocemos. No sabemos si el Gobierno va a contar con 38 parlamentarios durante toda la legislatura y para todos los temas o con 25. Los parlamentos con gobiernos débiles, como puede ser el caso, siempre tienen mucha más tensión porque el Ejecutivo se ve abocado a vadear aguas turbulentas: la crisis no aventura una etapa fácil.
-Basagoiti prometió estabilidad. -Sí, pero siempre que el PSE cumpla el 'GPS' establecido. Y el 'GPS' que han firmado tiene muy pocas carreteras. ¿Qué va a pasar con el paro, con los EREs, la política industrial? De todo eso hay muy pocas certidumbres, y en una situación de crisis la gente necesita seguridad. Sólo sabemos lo que van a hacer con los temas de símbolos, identidad, euskera. Como ciudadano me entra bastante ansiedad e inquietud. No ayuda a mirar el futuro con optimismo o al menos con tranquilidad.
-Se lo decía porque usted estrenó cargo en la Mesa criticando a la presidenta del Parlamento. ¿La dureza del PNV se trasladará también a la dirección de la Cámara? -No, eso no es ejemplo de oposición dura. Fue para defender el Reglamento y desmentir que intentábamos retrasar algo pensando en la final de Copa. Era absurdo y así se ha demostrado. Me temo que detrás de eso pueda haber un intento de desarbolar a la oposición: si cada vez que criticamos una medida desacertada, como fue el caso, nos dicen que estamos histéricos o con una pataleta eso es pretender evitar una oposición de entrada.
-¿Piensa entonces que Arantza Quiroga (PP) será una buena presidenta? -No lo sé, pero creo que las relaciones personales van a ser cordiales. Nuestra vocación es participar de forma honesta en los trabajos del Parlamento. No sé si eso tiene correspondencia en el PSE y el PP. Hay decisiones que se están tomando en otros ámbitos y nos llegan cocinadas, como un trágala. Creo y espero que no vaya a ser así en el futuro. Es un mal comienzo y ya está. También es verdad que en la Mesa del miércoles las previsiones que se nos manifestaron no fueron las que luego se trasladaron a los medios.
-¿Sobre la fecha del 5 de mayo para la investidura? -Nos dijo que entre el 4 y el 5 y en cuanto salimos ya vimos... No sé si fueron pequeños ajustes de calendario. No queremos pensar que juegan al despiste, esperamos que no se abuse. Me gustaría que, como dijo Arantza Quiroga en su discurso de bienvenida, éste sea un Parlamento para todos y no para todos los que no son nacionalistas.
-¿Teme algo así? -Tengo la sensación de que el PSE, y el PP de manera más burda, están queriendo realizar una especie de auto de fe público para que se visualice que el PNV muerde el polvo. No creo que sea bueno gobernar desde sentimientos de venganza o de desquite. En asuntos de negociación interna, el PNV, que es el grupo con más parlamentarios, ha sido a veces el último en enterarse.
Coherencia -¿En qué fase del duelo está el PNV? -Hay gente más enfadada que otra. Va a tener que pasar las fases de todo duelo: una de incredulidad, luego otra de enfado y de dolor y después de serenidad, un dolor sereno y un enfrentamiento sereno también. Pero no olvidemos que esto no es como una muerte, que es algo natural, es una decisión consciente de dos partidos y eso condiciona también las decisiones que tomemos los demás.
-Incluso Artur Mas les ha recomendado que hagan oposición «sin cabrearse». ¿Seguirán su consejo? -Desde el principio el PNV ha dicho que ésa es su intención. A todos nos cuesta, pero vamos a hacer una oposición responsable. No pondremos en riesgo ni el bienestar de este país ni su desarrollo económico.
-Precisamente, Patxi López les ha invitado esta semana a sumarse a los grandes consensos sobre la crisis económica y la lucha contra el terrorismo. ¿Están dispuestos? -Lo primero es la coherencia. Y parece poco coherente lo que nos pide. El PSE pretende conseguir la cuadratura del círculo, pero es imposible. Si opta por mandar al PNV a la oposición, lo que no puede pretender es sumarnos a un consenso que han cocinado otros y encima en contra del PNV. Tú sabes las posibilidades que tienes encima de la mesa y sabes que optar por unas elimina otras, salvo en cosas en las que se comparta el fondo: no vas a cambiar tu opinión porque coincida con la del Gobierno. Eso no vamos a llegar a hacer, ni tampoco lo que está haciendo el PSOE en Madrid, que es cambiar el sentido del voto para no perder. Eso sí es filibusterismo político y el colmo de la incoherencia.
-También el PNV coincide con el PP en Madrid para castigar a Zapatero y en Euskadi reniega de los populares. -El que está coincidiendo cada vez más con el PP en Madrid es el PSOE y, lo que es más grave, cada vez está acercando más su política al PP respecto al modelo de Estado. Los socialistas ya sabían que la decisión que tomaban en Euskadi llevaba aparejadas consecuencias en Madrid. Lo dijimos claramente.
-¿La beligerancia con Zapatero obedece a la desilusión de quienes defendieron el pacto PNV-PSE? -Zapatero también defendía ese pacto y tenía al PNV como socio preferente. Pero porque perdieron Galicia, o porque no podía presentar dos derrotas en la misma noche, decidió lo que decidió.
-El PNV no creyó que eso pasaría. -El PNV advirtió de que eso podía pasar, pero es inconcebible que con 80.000 votos más que el PSE el día 5 lleguemos a la situación que vamos a llegar. Lo verdaderamente grave es que López decía que nunca iba a pactar con un PP antinacionalista y no sólo lo ha hecho, sino que lo único que ha firmado es puro antinacionalismo. Es un compendio de antinacionalismo, de frentismo, de gobernar no sólo para una parte del país, sino en contra de lo que ha construido el nacionalismo.
-En todo caso, los consensos de los que hablaba López son temas básicos. ¿Por qué no valorarlo? -Porque el PNV tiene mucho escarmiento de lo que son los consensos en este país, y de cómo se pretenden plantear. El Pacto Antiterrorista, que en realidad ocultaba un pacto contra el nacionalismo, se presentó como un consenso. Tememos que, sobre todo en el tema del terrorismo y la normalización, se pretendan hacer cosas fuera del Parlamento.
-Se refiere al proceso de paz. -Ese consenso del que habla López difícilmente se puede hacer en un Parlamento sin la izquierda abertzale. El PNV está comprometido de hoz y coz con la pacificación y la normalización y si hay una oportunidad no la va a boicotear. Pero nos tememos que eso quiera hacerse marginando conscientemente al PNV: a ETA también le interesa, y en ese sentido puede haber una confluencia de intereses, eliminar al PNV como referencia del nacionalismo.
-PSE y PP han considerado que sus críticas coincidían con ETA. -Es una injusticia de poca categoría política. El PNV ha condenado de forma rotunda el comunicado y las amenazas al nuevo Gobierno que, por cierto, no son nuevas. El anterior también ha tenido amenazas explícitas. Cualquiera que lea los comunicados convendrá en que en buena parte también señalan al PNV.