LA violencia contra las mujeres es una de las mayores vergüenzas de nuestra sociedad en el siglo XXI. Conscientes del drama personal y colectivo que esta violencia supone y del grave problema político y social que genera, su prevención y erradicación constituyen un objetivo prioritario para el Gobierno vasco y para el conjunto de las instituciones vascas. Así quedó establecido en el IV Plan para la Igualdad de Mujeres y Hombres, elaborado por Emakunde y aprobado por el Gobierno vasco en 2006. Este documento ha sido la hoja de ruta que ha guiado las actuaciones de las administraciones públicas vascas en esta materia durante la legislatura.
Hemos hecho muchas cosas para hacer frente a esta violencia machista: estudios e investigaciones; normas jurídicas; campañas de sensibilización; actividades de prevención en el ámbito de la educación, de los medidos de comunicación y del urbanismo. Programas especializados de asistencia psicológica a las víctimas y de tratamiento psicológico a sus agresores; servicios de asistencia jurídica y letrada; recursos de acogida; servicios de atención telefónica permanentes; actividades de formación a profesionales; protocolos y acuerdos interinstitucionales de coordinación, planes y sistemas especializados de seguridad para las víctimas, etc. A este respecto, quiero destacar además que la Comunidad Autónoma de Euskadi siempre ha estado en la vanguardia en la creación de programas y recursos en este ámbito.
Sin embargo y a pesar de la importante labor realizada, todavía es mucho lo que queda por hacer y, por ello, desde el Gobierno vasco y desde el resto de instituciones implicadas seguimos trabajando denodadamente para tratar de erradicar esta violencia, invirtiendo cada vez más recursos humanos y materiales.
No obstante, el problema de la desigualdad de mujeres y hombres, y de la violencia machista que es su expresión más brutal, es un fenómeno complejo y multidimensional, que hunde sus raíces en las estructuras políticas, sociales, económicas y culturales sobre las que se asienta nuestro modelo de organización social.
Hay que ser sinceros, la violencia contra las mujeres no desaparecerá de este mundo, tampoco aquí en Euskadi, mientras las personas seamos tratados de forma diferente por el simple hecho de haber nacido hombres o mujeres.
En este sentido, su erradicación va más allá de las leyes y de las decisiones políticas y exige la implicación de toda la sociedad en su conjunto. Por ello, todos los esfuerzos son pocos y nadie sobra en esta tarea, ya que está en manos de todas y especialmente de todos -en tanto que son hombres los que mayoritariamente ejercen la violencia como forma de relación- crear una cultura y una sociedad en la que las relaciones entre las personas se desarrollen en términos de justicia, igualdad y no-violencia.
Hasta la fecha han sido fundamentalmente las mujeres las protagonistas de la lucha en pos de la igualdad y en contra de la violencia machista y es hora de que los hombres demos un paso adelante y nos comprometamos personal y colectivamente, junto con las mujeres, en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. En la actualidad estamos plenamente dedicados a liderar una iniciativa gubernamental pionera como Gizonduz, que tiene como objetivo promover una mayor implicación de los hombres a favor de la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres. A través de dicha iniciativa, impulsada por Emakunde, queremos lograr una masa crítica de hombres que estén dispuestos a cuestionar la masculinidad tradicional y a apostar por modelos más igualitarios y que sirvan de referente para otros hombres y, sobre todo, para las siguientes generaciones, de modo que en un futuro próximo Euskadi sea un referente en el Estado y en el ámbito internacional también en este ámbito.