Iñaki Anasagasti
27Abuztua
2008
27 |
Iritzia

El único centro de Ramón Jáuregui es el centro de España

Iñaki Anasagasti
Abuztua 27 | 2008 |
Iritzia

el próximo mes de setiembre se cumplirán diez años de la ruptura de la fluidez y confianza en las relaciones del PNV con el PSE. Se había roto el gobierno Ardanza, ya que tres consejeros socialistas habían abandonado, en la recta final, aquel ejecutivo de coalición y se avizoraba una tregua de ETA, como así fue. Nacía el llamado Pacto de Lizarra que en su concepción, para mí errónea, marginaba a la mitad de la ciudadanía vasca. Y todo eso se fue al garete porque como siempre ocurre, ETA rompió aquella tregua que tantas expectativas había despertado y sometía al primer gobierno del lehendakari Ibarretxe a un oleaje increíble e insoportable, sin olvidar la crueldad de sus atentados. Diez años en los que Ramón Jáuregui cambió su domicilio de Gasteiz a Madrid y como un cunero cualquiera, tipo Astarloa, se dedicó a hacer de analista político opinando sólo del monotema. Esta matraca siempre es buena gasolina para andar por la Castellana porque no hay nada más agradecido en Madrid que ser un crítico del nacionalismo vasco habiendo sido previamente vicelehendakari del Gobierno de Euzkadi.
Diputado en el Congreso estos años siempre votó en contra de cualquier iniciativa que como Grupo Vasco presentamos en aquella Cámara llegando a hacerlo hasta para impedir el traslado temporal del Guernica de Picasso. El colmo del servilismo. Lo mismo que con los llamados Papeles de Salamanca que no son más que documentos utilizados por los jueces franquistas para condenar a muerte o cadena perpetua a los defensores de un régimen legalmente establecido como fue la República y eso que entre los condenados había cientos de socialistas vascos. Pues ni eso. Y otro colmo de los colmos radica en que por reclamar nosotros la devolución nos dicen que hacemos victimismo. Y, la última, la semana pasada, Jáuregui, como secretario general del Grupo Socialista, dio la orden para que los diputados del PSOE en la Diputación Permanente votaran en contra de una iniciativa del Grupo Vasco para que la ministra de Defensa no compareciera en aquella instancia y diera cuenta del por qué no envía alguna fragata a proteger a los pesqueros vascos y no vascos. Votaron que no. Y la orden la dio Jáuregui.

¿Hacen lo mismo todos los socialistas? Pues no. Ahí están los socialistas catalanes amagando la creación de un grupo parlamentario socialista propio, coordinándose con CiU, ERC e ICV para forzar al gobierno a una financiación adecuada y cosas así. Nunca actuando como franquicia del PSOE. Por lo menos cuidan la estética. Aquí ni eso.

Porque ¿quién le ha oído estos años alguna vez en Madrid a Ramón Jáuregui defender el cumplimiento íntegro de todo el Estatuto de Gernika con sus 37 transferencias pendientes? ¿Quién le ha escuchado una palabra sobre las bondades de lo que hicieron en el Gobierno Ardanza los Buesa, los Luesma, los Freire, los Martín Martínez, los Rekalde e incluso él mismo? Jamás de los jamases han asumido esa historia como propia.

De ahí que irrita escuchar a este socialismo comodón y genuflexo, tan callado en Madrid y tan beligerante contra el lehendakari, en Euzkadi que el Estatuto es un lugar de encuentro y un magnífico documento. Eso son sólo palabras que se las lleva el viento. ¡Claro que el Estatuto Gernika es un buen estatuto y un lugar de encuentro! Sí, pero entero y no con su parte social intocada por presión de CC.OO. y UGT y sus otras competencias declaradas incumplibles, como la transferencia de prisiones o las más dramáticas, la de Investigación, proclamada su insumisión en el Carlton de Bilbao por la ministra Garmendia en un acto de la Fundación Rubial mientras Patxi López y todo el socialismo vasco permanecían mudos y aplaudiendo. El colmo de los colmos, de los supercolmos.

Por decir esto, Oscar Rodríguez me decía que les atacaba en lo personal, como si no fueran personas responsables de sus actos sino simples marcianos. Un ataque personal es alguna ofensa hacia alguna discapacidad o una agresión gratuita a un familiar. Lo otro es una excusa para ocultarse en el burladero de una palabra y no dar la cara. En este sentido lo tiene muy claro Barak Obama quien en Virginia le puso a John McCain a bajar de un burro. "Alguien preguntó ayer a McCain -dijo Obama- que cuántas casas tenía y él contestó que no se acordaba, que tenía que consultar con sus asesores. Después los asesores le dijeron al periodista que tenía al menos cuatro. Ése es John McCain ¿Qué puede saber él sobre la crisis hipotecaria?".

Pero esto ocurre en los Estado Unidos. Decir algo así por aquí es un ataque personal. Decir que Ramón Jáuregui lleva fuera de Euzkadi diez años y que en la última campaña electoral presentándose por Álava, no por Madrid, en aquellos desiguales debates de TVE en los que él oficiaba como representante del PSOE, no dijera ni una palabra sobre los problemas de Euzkadi y sobre que es lo que pensaban hacer, eso al parecer le irrita a nuestro prócer, porque descubre sus desvergüenzas, y por eso los tilda de ataque personal. Pues va dado.

Sin embargo, a nosotros no nos tiene que irritar que llame, como lo hizo el domingo, a una derrota del PNV en las elecciones para que definamos nuestra posición política, como también lo acaba de decir Odón Elorza, que llegó a la alcaldía de Donostia de la mano de un malhadado pacto del PNV con el PSE. Cría cuervos.

Según Jáuregui los socialistas vascos están en "el centro político, el centro para construir Euzkadi, la Euzkadi de todos y para todos y entre todos". Palabras, palabras, palabras y palabras. Aquí el único que está en el centro, pero de España, es Ramón Jáuregui porque eso de que tienen capacidad de pactar con todos, no se lo cree ni Zapatero, de no ser que EA, EB, ANV, PP y Aralar abdicaran de sus principios, que todo es posible.

"Se trata del partido del pacto, de vertebrar el país, de aglutinar fuerzas y de liderar un país moderno, en paz, en progreso, desde el acuerdo y no desde la imposición".

Con estas palabras Jáuregui estaba describiendo al PNV porque votar contra la transferencia de Investigación, impedir la comparecencia de la ministra de Defensa en la Diputación Permanente para dar cuenta de su inhibición en aguas de Somalia, reírse del préstamo del Guernica, no trabajar por la fusión de las tres Cajas, no mover un dedo para recuperar los Papeles de Salamanca y tener clavado el Estatuto en sus 37 transferencias pendientes, si esto es el centro político del país, que venga Sabino y que lo vea. ¡Vamos hombre!

Pero él seguirá, como diputado cunero, desde Madrid opinando sobre ETA y diciendo a los demás lo que tenemos que hacer, mientras espera un cargo de importancia para él. Este es pues el socialismo vasco que nos va a salvar. Pero ¿de qué?

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