LA semana pasada me tocó asistir a la 118 Conferencia de la Unión lnterparlamentaria que es la reunión de todos los parlamentos del mundo. Previamente se trabajan tres temas que se discuten en comisiones y se aprueban en un plenario introduciéndose un punto de urgencia de actualidad, en este caso la situación de Zimbabue con un dictador, Robert Mugabe, que tras destrozar su país ha convertido las elecciones presidenciales en un inmenso pucherazo apoyado por un ejército corrupto.
La reunión tuvo lugar en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), sede de su parlamento con una presidenta que fue muy crítica con lo que estaba pasando en la antigua Rodesia que a diferencia de su país, ha hecho de la caza del blanco, como en el pasado fue la exclusión del negro, su modus operandi.
Estando en esta moderna y limpia ciudad tuve interés en ir a la isla de Robben, a tres cuartos de hora en gasolino del puerto. Es una isla pequeña utilizada como prisión por el appartheid y donde en una celda de tres por cuatro, con una manta como cama, una pequeña mesa, un taburete, un plato y una taza de aluminio, pasó Nelson Mandela 16 de sus 27 años de prisión. Una situación penosa y terrible en la que los seres humanos eran tratados como perros.
Sin embargo y a pesar de esta barbarie, cuando Mandela fue excarcelado y se les permitió por primera vez a los negros ocupar una gran plaza que queda enfrente del ayuntamiento, desde su balcón, el líder negro en lugar de utilizar el "a por ellos" dirigido a unos blancos que le habían hecho la vida tan imposible utilizó dos palabras, "Reconciliación y convivencia". Gracias a esto, Sudáfrica es un país organizado y próspero que prepara el Mundial de fútbol para dentro de dos años y Zimbabue es una dictadura presidida por un paranoico que ha destruido todo lo que de positivo hicieron los blancos.
Ya sé que a Sudáfrica le falta completar una reforma agraria que va muy lenta, ya que sólo se han devuelto el 6% de las tierras robadas por los blancos a los negros en 1922 y que todavía en esta ciudad los negros siguen siendo los camareros de los blancos que van en Mercedes y los negros en bicicleta, pero se siguen dando las condiciones para que estas diferencias en una década cambien sustancialmente, mientras si sólo se genera pobreza sólo se reparte pobreza como en el caso de Zimbabue.
Veremos también qué pasa cuando desaparezca Mandela, de avanzada edad y con lagunas de memoria, pero la lección está ahí. Este hombre en lugar de predicar el odio predicó la convivencia. Por eso le dieron el Premio Nobel de la Paz y para su pueblo es una figura incuestionable.
Por eso, al volver a Euzkadi el domingo y ver en la prensa cómo se anunciaba la celebración este sábado del treinta aniversario de la creación de Herri Batasuna en Durango, que tuvo lugar el 27 de abril de 1978 al convertir la llamada Mesa de Alsasua en un partido que se decía político, pensé en el tiempo perdido y en la dilapidación de energía y esfuerzo de una fuerza que en treinta años sólo puede exhibir como balance un inmenso fracaso. Cientos de manifestaciones, silencio ante el asesinato, cantera de activistas, kale borroka, y una apuesta cultural y de recuperación del euskera hecha a veces desde el más puro sectarismo endogámico salvo honrosas excepciones culturales y editoriales.
Con toda su cúpula dirigente en la cárcel, inhabilitada políticamente por una injusta Ley de Partidos, callada ante los últimos asesinatos, atacando sedes de partidos políticos, no creo que se puedan mostrar muy satisfechos de treinta años de activismo desde una minoría que encima se erige en representante de un pueblo vasco que rechaza mayoritariamente el uso del terror para hacer política, pero que ellos avalan con su silencio y con una argumentación peregrina que confunde el conflicto con los derechos humanos.
Este sábado volveremos a tener la misma ración de siempre. Puños en alto, grandes alabanzas a su numantismo, críticas acerbas al PNV (gran espejo de su fracaso) y ninguna autocrítica. Y así, hasta la próxima manifa, la próxima concentración y la próxima acumulación de fuerzas para hacer algún planteamiento a la contra porque lo de esta gente es la confrontación por la confrontación, no las apuestas positivas, solidarias e inteligentes. De hecho la actual situación de alejamiento de Navarra del resto de territorios vascos es algo que pueden exhibir como logro de su nefasta actuación en estos treinta años.
Incapaces de decirle a ETA que pare, mal usando el nombre de izquierda y de abertzale es una lástima, que gente inteligente y comprometida de este mundo no sean capaces de hacer la mínima reflexión en alto sobre la situación en la que viven y nos hacen vivir a los demás.
El talibanismo consiste en eso. Apoderarse desde la parte del todo, hacer una interpretación arbitraria e inculta de la realidad y tratar de imponerla con el terror y la amenaza. Sí, sí, ya sé que sobre ellos hay también mucha injusticia, pero esto me recuerda aquella expresión que preguntaba que si la rana se ensartaba en la estaca de quién era la culpa, si de la rana por saltar o de la estaca por estar ahí. Por eso ante situaciones similares lo inteligente es usar la cabeza y no las tripas. Y esta gente en treinta años sólo ha hecho lo mismo, como si Franco siguiera en El Pardo.
Me quedo pues con el grito de Mandela frente al de un Mugabe tan querido por HB en su práctica política. Y es una lástima porque si HB utilizara democrática y éticamente su poder de movilización y activismo en actitudes positivas, otra, muy otra, sería la historia de este país llamado Euzkadi y al que ellos no sirven a pesar de mal usar el nombre de abertzale.