Egibar: «Hay que crear las condiciones para abrir un nuevo tiempo político»
ALBERTO SURIO
«Euskadi vive un tiempo político antiguo y para salir del atasco hace falta una nueva estrategia basada en la reciprocidad y crear las condiciones para abrir un nuevo tiempo político hacia la paz y la normalización». Joseba Egibar, nuevo presidente del Gipuzko buru ba-tzar, lanza al debate esta propuesta convencido de que la sociedad necesita sacudirse de la «sucesión de fracasos».
-En su última entrevista ETA ha advertido que la hoja de ruta de Ibarretxe es «un nuevo fraude con el Estado». ¿Es posible que la propuesta del lehendakari sirva para desconectar la violencia?
-La propuesta compromete un calendario. Primero, oferta de diálogo y acuerdo con el presidente español que gane en marzo. La izquierda abertzale piensa que o sólo lo intentan ellos o nadie, y ni siquiera los que ostentan la representación popular pueden hacerlo. Si les sale bien hay que aplaudirles y si no, la culpa es de los demás. Los pasos previstos en la hoja de ruta se van a dar y ya veremos qué hace EHAK. ¿Que no es posible el acuerdo? habrá que ir a la consulta directa a la sociedad. ¿Van a impedir también ese tipo de pronunciamientos? Pues serían los primeros vascos, al menos de esta parte de Euskal Herria, que impidieran un pronunciamiento de la sociedad.
-Los procesos de diálogo con ETA frustrados de los últimos años pesan cada vez más.
-Hay un escenario de desconfianza a todas las bandas que se supera primero con relación y luego con pasos recíprocos. La clave que hay que trabajar es el principio de reciprocidad.
-¿Reciprocidad?
-No se me ocurre otra palabra mejor y he mirado unas cuantas veces en el diccionario María Moliner. Reciprocidad en el sentido de partir del respeto mutuo. Miremos el escenario tras la ruptura del alto el fuego. El Partido Socialista ha llegado a la decisión de que para que la izquierda abertzale pueda volver a ser operativa en política, tiene que desaparecer ETA o anunciar un alto el fuego definitivo. Y toda la arquitectura jurídica va apuntando esa tesis en una lectura democrática cada vez más restrictiva, con la sentencia del sumario 18/98, donde se amplía el universo social que se persigue en un retroceso democrático que me parece muy preocupante aunque al Estado no le importa ese desgaste. No se trata ya de combatir a los miembros de ETA sino a 150.000 votantes de la izquierda abertzale. Sinceramente, no creo que eso está acercando la solución, sino alejándola.
-¿Por qué?
-Euskadi está atascada en un tiempo antiguo. El proceso de paz se ha roto, la amenaza de atentados de ETA vuelve a ser una realidad. El lehendakari y otros líderes políticos están encausados, la representación política de una parte de nuestra sociedad está ilegalizada y muchos de sus líderes encarcelados. Existe un amplio abanico de procesos judiciales abiertos. La violencia callejera vuelve a estar presente. Los partidos políticos estamos divididos y a menudo trasladamos una imagen de crispación y desencuentro permanente. En este contexto tenemos un importante desafío, tenemos que crear las condiciones que hagan posible abrir un nuevo tiempo político, que supere los enfoques parciales de la realidad y un insuficiente sentido de la reciprocidad en la gestión de los problemas y de sus soluciones, lo que deriva inevitablemente en una sucesión de fracasos.
Pluralidad y veto
-Usted plantea esa reciprocidad, pero de hecho la sociedad vasca es plural y ha alcanzado acuerdos basados en esta pluralidad...
-Es verdad, pero el pluralismo o es compromiso de pluralidad o no es. El diálogo, la negociación y el acuerdo o son compromiso de reciprocidad o no son. La democracia se asienta en Euskadi sobre compromisos de reciprocidad. La transversalidad o es reciprocidad o es derecho de veto de unos y autolimitación de otros. La reciprocidad sólo se puede actuar desde el reconocimiento y respeto mutuo. La reciprocidad en la aceptación de consensos y disensos, es el método que puede permitirnos edificar un nuevo tiempo político nuevo de paz y de normalización.
-¿Pero cómo puede explorarse la paz a partir de la decisión de ETA de romper el alto el fuego?
-La prioridad de la paz desde el punto de vista de la reciprocidad implica un compromiso para compartir la oposición a cualquier forma de violencia o de amenaza del uso de la misma para alterar la situación política o los procesos de diálogo y negociación. Implica compartir un compromiso con todos los derechos humanos, articulando mecanismos de garantía efectiva que salvaguarda especialmente los de las personas amenazadas, detenidas, presas o imputadas. Y compartir el criterio de desvinculación del logro de la paz y de la resolución de los conflictos políticos. Que la violencia no sea una excusa. La violencia no se puede utilizar ni para justificar ni para impedir la búsqueda de soluciones a los problemas políticos. También implica la voluntad de corregir los excesos legislativos y judiciales que han mermado los derechos, libertades y garantías democráticas de personas, grupos, medios de comunicación y líderes políticos o institucionales.
-¿Por qué no fructificó el proceso de conversaciones de Loiola entre PSE, PNV y Batasuna?
-Loiola fue un intento en un momento delicado de salvar lo que ya estaba roto. El esfuerzo fue sincero por parte de las tres formaciones. Al PNV también se le llamó en una situación de emergencia, cuando el Gobierno y la izquierda abertzale no conseguían avanzar. Y no se consiguió.
-Con gran malestar de la izquierda abertzale frente al PNV.
-Sí, pero ésa es la obsesión enfermiza de Batasuna y sinceramente creo que es un error de libro. Cada vez que no sale algo, la izquierda abertzale le imputa la responsabilidad al PNV, esté o no esté. Ocurrió en Argel, donde no estuvimos y se ha visto incluso en las mociones municipales sobre el 18/98 con críticas al PNV o sobre las torturas, a pesar de nuestra clara posición contraria. Y tenemos las calles con las fotografías de nuestros concejales.
-¿Ve condiciones para emprender un futuro proceso de paz similar al desarrollado en esta legislatura?
-Similar no creo. Tendrá que ser diferente porque, si no se corrigen errores, los esquemas miméticos volverán a fracasar. Que es imprescindible un escenario de alto el fuego es clarísimo. El lehendakari dice que con o sin ETA este país tiene que seguir dando pasos en los dos caminos y la existencia de la violencia no debe ser utilizada. Algunos dicen que mientras haya violencia no hay juego político y otros que mientras no haya solución política va a haber violencia. Ése sería uno de los compromisos a compartir, que la violencia no sea aplicada para condicionar la negociación política, ni para justificar ni para impedir las soluciones políticas.
-¿Se podría volver a los contenidos de la mesa de Loiola?
-No conozco su contenido al detalle, hubo muchos borradores y textos, todos sirven para empezar a hacer un esfuerzo de poner negro sobre blanco. Pero algunos de los párrafos y apartados me parecían excesivamente ambiguos.
La 'esparterada'
-Es que usted siempre ha advertido del riesgo de una 'esparterada' o un acuerdo 'a la baja' entre el PSOE y la izquierda abertzale...
-Sí, la firma de Espartero y Maroto. Se dice que todos los marcos pueden ser modificados, pero falta saber si hay un principio democrático que suponga una nueva obligación para efectuar estos ajustes constitucionales. ¿Supeditarlo a los procedimientos de reforma del marco? Pero no se trata de eso.
-¿Sobre qué principios debería asentarse esa reciprocidad para buscar un nuevo consenso político?
-Se trata de compartir unos compromisos. Primero, una paz integral. La convivencia debe construirse sin violencia y sobre el respeto de todos los derechos humanos y libertades, en el diálogo, los acuerdos y los principios democráticos. La sociedad vasca constituye un pueblo y ha manifestado una voluntad de autodefinición nacional que debe respetarse mediante el reconocimiento del derecho de autodeterminación. Debemos compartir que la sociedad vasca constituye un pueblo con derecho a decidir sobre su futuro, a ser consultada y a que su voluntad libremente expresada sea respetada por el Estado. El principio democrático exige dotar a la expresión clara de la voluntad de los ciudadanos vascos de un valor relevante, dando lugar al nacimiento de una obligación recíproca de las partes de negociar los ajustes constitucionales. Es el principio democrático del dictamen del Tribunal de Quebec. Es decir, que si una mayoría clara apuesta por la soberanía, Canadá tiene la obligación de negociar. ¿Cabe una iniciativa así en una modificación constitucional española? Creo que sí, si hay voluntad. Otro tipo de compromiso de reciprocidad sería compartir que la sociedad vasca es plural, que está compuesta de identidades políticas culturales y nacionales diferentes que conviven en desigualdad en su reconocimiento.
-Dice que es posible, pero a la vez usted es escéptico sobre la voluntad del PSOE de negociar un acuerdo sobre el derecho de decisión.
-No lo veo maduro y con voluntad. Pero otros lo ven, hay que llevarle a ese terreno e intentarlo.
-¿Cabe el derecho de decisión en una reforma estatutaria?
-¿Del actual Estatuto? La clave es si hay o no voluntad política. La reforma del Estatuto, que fue la vía empleada en el proyecto de nuevo estatuto político, se hizo para diseñar un salto cualitativo. Entonces se vio que no existía voluntad política ni reciprocidad.
-La consulta del lehendakari no es un compromiso de reciprocidad.
-Una consulta no perjudica a nadie. ¿Dónde está el problema?
-¿Para pedir a la sociedad que exprese su rechazo a ETA y a los partidos que pacten?
-Para pedir a los partidos que se pongan de acuerdo o para que ETA deje las armas no hace falta consulta. La base está en decir: somos un pueblo y tenemos derecho a decidir. Articulemos ese derecho y pactemos su ejercicio.
-¿Pero eso es la interpretación nacionalista del 'conflicto'?
-Es una interpretación democrática. Lo demás es jugar siempre en desventaja. Es como lo de la famosa transversalidad. El nacionalista tiene que llegar aquí a acuerdos con el unionista. Si hablamos de transversalidad prefiero hablar de reciprocidad y yo le voy a reconocer al unionista que es tan vasco como yo pero es unionista porque su condición nacional que prevalece es la española y yo le pido que mi condición nacional vasca esté reconocida jurídicamente.
-¿Y dónde quedan las diferencias entre 'imacistas' y 'egibarianos'?
-Eso ha dejado su poso. Pasan cuatro años, se han adoptado unas decisiones, se decía que no había diferencias ideológicas, que era cuestión de talante y de velocidad. Las decisiones están ahí. Pero no voy a entrar a hablar de Josu Jon.