Ortuzar: «La investidura o el apoyo presupuestario no estarán supeditados a la asunción de la ‘hoja de ruta’»
ROBERTO L. DE CALLE
BILBAO.– Como su predecesor en el cargo, Andoni Ortuzar, nuevo presidente del Bizkai Buru Batzar, elude hablar de la fecha de la consulta propuesta por Ibarretxe y sitúa su horizonte político tras las elecciones generales. Pero rechaza que se supedite la negociación en torno a la hoja de ruta del lehendakari a la «aritmética» de la investidura o los apoyos presupuestarios. «¿Sólo si nosotros tenemos un peso equis y les garantizamos el acceso a La Moncloa se va a poder hablar de la situación de Euskadi?»
Pregunta.– ¿Veía usted con buenos ojos la fórmula de la coalición?
Respuesta.– Después de las conversaciones que mantuvimos con el resto de partidos casi se nos ahorró tener que tomar esa decisión porque estaba muy claro para todos.
P.– Pero, ¿conceptualmente?
R.– Si se hubieran dado las condiciones, ¿por qué no? Yo soy más partidario de que cada uno concurra con su sigla porque todos tenemos proyectos diferentes y a la gente le gusta poder elegir. Si hubiéramos ido en coalición, lo único que nos unía era la defensa del derecho a decidir y el impulso de la propuesta del lehendakari. Pero, en lo demás cada uno tiene una forma de pensar y defiende proyectos económicos y sociales muy diferentes. En ese sentido lo lógico es ir a las elecciones, o bien en solitario o en coaliciones con mucha coherencia programática. Y en este caso era difícil verla en los temas que va a tener que abordar el Congreso y el Senado en la próxima legislatura.
P.– Tres de esos partidos tienen un pacto de gobierno en Vitoria.
R.– Creo que el ámbito de las Cortes es el menos propicio para estas cosas. La propuesta del lehendakari no va a llegar al Congreso ni al Senado. Lo que sí llegará será la política fiscal, trasvases de competencias, competitividad, bienestar social, política pesquera, etc. Y ahí somos diferentes. Donde nos vamos a jugar los cuartos es, primero, en una negociación con el presidente Zapatero; luego, en el Parlamento Vasco, y después en la sociedad. Que haya o no una coalición al Congreso y al Senado no es relevante.
P.– Se hablaba de esa entente como elemento de presión al presidente del Gobierno para que se aviniera a entrar en esa negociación.
R.– Pero no creo que sea imprescindible, relevante ni determinante esa coalición. La aritmética suele ser tozuda, y sería bueno que antes de las elecciones todos reconociéramos que, con independencia de que los números den o no den, cada uno de nosotros vamos a estar dispuestos a hablar y a poner esta cuestión sobre la mesa. Con independencia de que el PNV sea o no necesario para gobernar, no le va a cambiar mucho su posición el hecho de que sus votos sean decisivos. Nosotros vamos con la misma disponibilidad a hablar y a intentar que el presidente Zapatero y el lehendakari lleguen a un acuerdo que dé traslado después al ámbito institucional vasco de la iniciativa, y nos gustaría que tanto Zapatero como el PSOE y Rajoy y el Partido Popular dijeran que al día siguiente de las elecciones, con independencia de los resultados que haya, Madrid y Vitoria tienen que alumbrar una nueva etapa de diálogo institucional que desemboque en una solución o en un método para encauzar el llamado problema vasco.
P.– ¿Cabe la posibilidad de que esta fórmula se pueda plantear para las elecciones autonómicas?
R.– Yo lo veo difícil, no tanto por el PNV como por el resto de partidos. Somos formaciones políticas, tanto en lo ideológico como en el peso, muy diferentes. Lo normal es que cada uno vayamos con nuestras propias siglas. Y al día siguiente, establecer un gobierno y echar a andar.
P.– ¿Incluso a pesar de que las elecciones tengan un carácter plebiscitario en torno a la propuesta del lehendakari?
R.– Sí, pero está muy claro en Euskadi quiénes defendemos el derecho a decidir y quienes no.
P.– No sería necesario.
R.– No, porque, además, uno va a unas elecciones con eso y con 200 cosas más, programáticas...
P.– Pero eso no ha sido óbice para que Ezker Batua y Aralar hayan coincidido previamente.
R.– Aquello, más que una coalición, fue una UTE [Unión Temporal de Empresas]. Me parece bien que dos partidos pequeños unan esfuerzos en unas elecciones municipales y forales, pero no es un factor transformador político.
P.– Usted defiende la coalición con Eusko Alkartasuna...
R.– Sí, nos gustaría, pero también entendemos su posición. Los que van a coaligarse tienen que ir muy ilusionados, confiar en el de enfrente, en su socio natural. Es mal inicio entrar en un negocio con un socio del que no te fías. En política, igual.
P.– Pues el debate de la coalición ha generado respuestas muy duras por parte de EA, que se ha erigido en el único defensor de la propuesta de Ibarretxe.
P.– Y su programa electoral para las generales, ¿pivotará en torno a la propuesta del lehendakari?
R.– El programa electoral tiene que ver con las elecciones a las que concurrimos. No sería bueno que un solo tema monopolizara, eclipsara o desvirtuara las propuestas sectoriales del PNV para las próximas elecciones. Porque no olvidemos que, además de la propuesta de Ibarretxe, en Madrid se tomarán un montón de decisiones que nos afectan. Y tenemos que estar muy vigilantes. Ésta debiera ser una legislatura importante, y el PNV tiene que ir con un programa importante. ¿Qué queremos para Euskadi? ¿Cuál es el modelo del PNV? Ése va a ser el grueso de nuestro programa electoral, pero sin esconder que en Euskadi, en la agenda política, hay un asunto nuclear, que es si los vascos tenemos derecho a decidir o no, cómo se ejerce ese derecho y si el Estado está abierto a hablar de un método. No son cosas incompatibles. Hablaremos del derecho a decidir pero también del sector pesquero, de infraestructuras...
P.– Su reciente colaboración con el PSOE, vía investidura o apoyo presupuestario, ¿estará supeditada ahora a la asunción de la hoja de ruta?
R.– No, ambos planos son complementarios. Habrá cosas que dependan de la aritmética parlamentaria y otras que no. Me gustaría que el ámbito de la propuesta del lehendakari no estuviera sujeto a la aritmética parlamentaria, a que el PNV tenga que pagar no sé qué peaje para que Zapatero acceda a hablar. O al revés, que el PNV se atrinchere en sus votos para decir: "Ay, amigo, pasa por aquí que ahora el precio es esto por dos". No. Lo que nos interesa es que la solución a la que se llegue, aunque cueste un poco más de tiempo, sea muy duradera. Lo otro sí que tiene que ver con la aritmética parlamentaria, presupuesto, leyes, etc.: si llegamos a un acuerdo y nuestros votos son suficientes o coadyuvan, y, a través de eso, sacamos algo para Euskadi, perfecto.
P.– Cuando socialistas y populares lean esto respirarán aliviados.
R.– Pues no lo sé...
P.– En el sentido de que sus hipotéticas investiduras no estarán supeditadas a la asunción de la propuesta de Ibarretxe.
R.– Ya, pero ¿eso quiere decir, sensu contrario, que sólo si nosotros tenemos un peso equis y les garantizamos el acceso a La Moncloa se va a poder hablar de la situación de Euskadi?
P.– Hay muchos socios potenciales en el Congreso...
R.– Claro, evidentemente, por eso creo que hay que escindirlo, además, de una manera clara, porque es difícil de aceptar para un demócrata, no ya para un nacionalista, que no tengamos derecho a hablar de este asunto con Madrid. Llevamos diciendo que sí un montón de tiempo y de momento sólo nos hemos encontrado noes. A mí me gustaría que esos noes fueran coyunturales. Después del 9 de marzo tendremos un mapa equis y uno tendrá que gobernar dejando de estar pendiente de lo que diga el otro. Si gana Rajoy, también. Y lo primero que se van a encontrar ambos es que tienen un problema de articulación del Estado que se pospone. Y cuando algo se pospone tanto, se enquista. En el caso del Estado plurinacional, no han hincado el diente a su asimetría.
P.– Recordará que el propio Ibarretxe llegó a condicionar su apoyo a Zapatero a la negociación del contencioso.
R.– Pero no tanto por una cuestión mercantilista de "yo te doy si tú me das". Es que si Zapatero manifiesta una radical oposición a tratar este asunto es muy difícil tener confianza en él. Otra cosa es que luego no lleguemos a acuerdos. Pero si su disponibilidad estuviera cerrada incluso a sentarse, sería inaudito, después de los antecedentes de los que salimos. ¿Cómo no lo vamos a vincular? Lo vinculamos.
P.– El 25 de octubre, ¿será una fecha histórica? Y no le pregunto por sus deseos.
R.– Antes del 25 de octubre está el 10 de marzo, y después el 11, el 12, y luego junio, que es importante. Sobre la propuesta del lehendakari, desde Madrid y los analistas políticos, están empezando la casa por el tejado. Y lo que marca el desarrollo futuro de una casa son las bases; si se empieza por el tejado se suele caer. El kilómetro cero de la propuesta del lehendakari está en el 10 de marzo. Hasta entonces es difícil que podamos generar un clima apropiado para hablar de estos temas porque las elecciones lo mediatizan todo. El 25 de octubre está lejos.
P.– Usted dice que muchos han empezado la casa por el tejado...
R.– Sí, han empezado a leer el libro por el final.
P.– Pero el que se aventuró a poner final a ese libro, antes de empezar a leerlo, fue el propio lehendakari.
R.– No, él hace un ejercicio de transparencia que puede parecer extraño, por inhabitual en política. Él ha trazado un método, un esqueleto de los pasos que cree que deben darse para abordar la solución del conflicto vasco y alumbrar un nuevo tiempo para llegar a un acuerdo. Pero hasta entonces es puro método.
P.– Luego esos pasos, sus fechas, no son inmutables.
R.– Bueno, creo que están bien pensados. No ha fijado los tiempos por capricho. Ahora, estoy seguro de que al lehendakari el método no le va a impedir un buen acuerdo. Pero tampoco veo ninguna razón para conseguir en años lo que no se puede conseguir en meses.
P.– No me quiere decir si las fechas son cerradas...
R.– Porque eso lo veremos cuando vaya avanzando la negociación. Estoy seguro de que si el lehendakari ve una expectativa real de acuerdo, no va a poner por delante las fechas. Pero la respuesta a esas preguntas no está tanto en nuestra parte. Ahora le toca decir sí o no a otro. Y para eso hay que esperar al día 10.
P.– En caso de que se formalizara esa negativa, ya anunciada, y que el lehendakari siguiera con su hoja de ruta, ¿sería partidario de que esa consulta se celebrara pese a todo?
R.– El lehendakari es muy previsor y tiene alternativas para todas las circunstancias:una muy amable, de que las cosas vayan bien, que es en lo que nosotros nos vamos a centrar;y otra que no sea tan amable. Confío plenamente en que habrá sopesado todas las consecuencias que tendría lo que usted me pregunta y en qué condiciones debiera hacerse para que este proceso no genere perjuicios a la sociedad vasca, no ahonde en la división, pero en el que se salvaguarde que los vascos podamos decir lo que pensamos de esta cuestión.
P.– ¿Como hacer coincidir la consulta con las autonómicas?
R.– Ahora estoy en el 10 de marzo, lo otro es futurología.
P.– ¿Han calibrado el impacto que puede suponer la hoja de ruta del lehendakari en sus relaciones con el Partido Socialista?
R.– Si hubiera acuerdo, serían mucho mejores. Vamos a apostar por el acuerdo, yo no veo otro horizonte.
P.– Tanto en el ámbito autonómico como en Bizkaia, su colaboración con el PSE ha sido buena. ¿Alienta esto una colaboración futura?
R.– Si es buena para la sociedad, claro que es buena. En mi cabeza no entra pensar en una Euskadi sin el Partido Socialista, salvo que él lo quiera. Yo voy a hablar con él porque es la otra forma de entender esta sociedad. Y las cosas de comer, de estructurar y nuclear la sociedad, en la medida que seamos capaces de hacerlas con ellos, mejor que con otros. ¿Por qué? Porque dará mucha base social a esa decisión.
P.– Hay quien antepone los contenidos dogmáticos a esas cosas de comer.
R.– Sí, pero no es lo mismo una colaboración estructural, preferencial, de formación de gobiernos de coalición, que acuerdos puntuales, no menos importantes, que sean buenos para la sociedad. Me costaría pensar que si no nos pusiéramos de acuerdo en la mayor, al día siguiente de unas elecciones pudiéramos conformar gobiernos de coalición estables. Ahora, de ahí a estar abiertos a acuerdos presupuestarios o en grandes infraestructuras, por supuesto. Eso tenemos que dejarlo fuera del tráfico político.
P.– ¿Ydónde coloca al PP?
R.– No voy a decir que nos dé igual quién esté en Madrid, pero como no depende de nosotros... Pero tenemos disponibilidad de diálogo con el que esté. Con unos será más fácil que con otros, pero la pelota no está tanto en nuestro tejado como en el del Partido Popular. Si gana, va a tener que cambiar mucho, pero no para hablar con nosotros, para hacerlo con cualquiera. Ahora, si quiere hablar, que ponga día, hora, que vamos a ir con la mejor de las disposiciones.
P.– ¿Y con ANV?
R.– Sí, hay que hablar, para decirles lo que pensamos de ellos...
P.– ¿Y negociar?
R.– Es muy difícil. El problema que tienen es que, cuando te sientas a una mesa con ellos no sabes si tienen capacidad de negociación. Pero tienen una carta de Iñigo Urkullu hace tiempo, saben lo que tienen que hacer para hablar con cualquiera de nosotros, coger el teléfono y llamar. Que yo sepa, eso no se ha producido.