La noticia, sin comunicación previa alguna, saltó el pasado jueves día 20 en este mismo periódico: AENA, Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea, de una manera absolutamente unilateral había puesto en marcha los trámites necesarios para acortar 300 metros la pista del aeropuerto de Hondarribia.
Esta manera unilateral y sorpresiva de actuar por parte de AENA va directamente en contra de la seriedad y del respeto que la ciudadanía guipuzcoana se merece y en dirección contraria de la que una gestión eficaz del aeropuerto de Hondarribia necesita. No creo que se trate de quién es el más líder en la defensa del aeropuerto, ni quién es más ágil para salir en foto alguna. El aeropuerto de Hondarribia tiene sus limitaciones, y su efectiva defensa pasa por abordar el conjunto de la situación. Empecinarse tan sólo en una parte de la situación no nos conducirá en definitiva a buen término.
Desde el Gobierno Vasco hemos manifestado en múltiples ocasiones nuestra postura favorable a la mejora de la competitividad del aeropuerto de Hondarribia, y ello porque consideramos que es parte integrante necesaria de nuestro Sistema de Transporte y Logística. Pero seamos rigurosos y seamos sinceros, la modernización del aeropuerto de Hondarribia implica actuaciones más allá de las relacionadas con el cumplimiento de la Directiva de Seguridad de la UE.
Quisiera reflexionar sobre un aspecto que considero de una gran importancia y que, observo con sorpresa, no sale a colación con la asiduidad que requiere su trascendencia. El aeropuerto de Hondarribia es un aeropuerto fronterizo. Su ubicación geográfica a la vera del Bidasoa lo convierte en objeto de un Convenio Franco-Español en el que está implicados los Ministerios de Asuntos Exteriores de Francia y España que restringe de una manera muy importante el número de operaciones aéreas que se pueden realizar en el mismo. La última reunión de seguimiento de la Comisión Intergubernamental celebrado el pasado 1 de febrero de este mismo año en Bayona sirvió lamentablemente para poner de manifiesto un importante desencuentro que se traduce en limitaciones para la utilización del espacio aéreo francés, un espacio aéreo que nuestro aeropuerto necesita para operar. Por eso manifiesto con preocupación que necesitamos conocer con urgencia el grado de avance, si lo hay, de las conversaciones entre los Ministerios de Asuntos Exteriores de Francia y España firmantes del Convenio. Porque éste puede ser el quid de la cuestión. Sí es un tema que concierne a Fomento, pero también a Exteriores.
¿Cuál es el nivel de las conversaciones, acuerdos y desacuerdos, para desbloquear el contencioso franco-español sobre la utilización del espacio aéreo sobre, concretamente Hendaia? El “mapa de ruido” que en su día se acordó entre España y Francia debe de ser reinterpretado y actualizado de acuerdo a la realidad actual y a las nuevas tecnologías de las aeronaves que las hacen más silenciosas. Este es un aspecto vital, y que intuyo, que por sus derivaciones de política internacional entre España y Francia tiene tendencia a pasar desapercibido, casual o interesadamente, cada vez que se aborda el futuro del aeropuerto de Hondarribia.
Que nadie ponga en cuestión el compromiso del departamento de Transportes y Obras Públicas del Gobierno Vasco para con el sistema aeroportuario vasco en general, con el aeropuerto de Hondarribia en particular y con la ciudadanía guipuzcoana, porque desde las dificultades que plantea el actual modelo centralizado desde Madrid, lo hemos demostrado sobradamente, invirtiendo tiempo, dinero y esfuerzo en promover la actividad de los mismos. Y esta última e inequívoca declaración de intenciones a favor del sistema aeroportuario vasco me lleva a una última reflexión. En el Gobierno Vasco desconocemos los planes del Ministerio de Fomento con respecto a los aeropuertos, no sabemos de qué manera podrán seguir formando parte del sistema de transporte. Tras casi cuatro años después del anuncio del presidente de Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero en su investidura anunciando que iba a modificar el modelo actual de gestión desconocemos sus intenciones. Desde el Departamento de Transportes y Obras Públicas del Gobierno Vasco volvemos a reclamar el cambio en el modelo de gestión de las infraestructuras aeroportuarias, apostamos por un modelo descentralizado, tal como se está haciendo ya en Europa, un modelo basado en la subsidiariedad. Ciertamente el actual modelo centralizado de gestión nos impide no sólo gestionar el aeropuerto sino, sobre todo, participar en la toma de decisiones en torno a su futuro, decisiones que se toman en despachos lejanos de Hondarribia.
Nuestro compromiso con la sociedad guipuzcoana nos ha llevado a constituir una sociedad, ORTZIBIA, a través de la cual podremos, cuando menos, suplir una de las graves deficiencias del modelo de gestión actual, además de convertirse en el verdadero foro de análisis y reflexión del que las instituciones vascas nos hemos dotado para impulsar conjuntamente las actuaciones que el aeropuerto necesita. El futuro del aeropuerto de Hondarribia debe de plantearse teniendo en cuenta, necesariamente todas estas cuestiones. La longitud de la pista es una gran limitación, sí, quizá la más conocida, que requiere ser abordada, junto con las mejoras tecnológicas y de instalaciones y servicios. La existencia de un aeropuerto muy próximo como el de Biarritz y las necesidades logísticas del entorno industrial son también elementos que necesitamos tener en cuenta a la hora de definir el futuro del aeropuerto. El Convenio entre España y Francia es un flanco débil y delicado, pero crucial. Porque el aeropuerto de Hondarribia necesita, para operar, además de pista, espacio aéreo. De poco servirá prolongar la pista en tierra, si Francia no cede su espacio aéreo, en definitiva si no nos deja volar.