Hainbat agiri
El Diario Vasco
Nerea Azurmendi
El origen, el desarrollo y la naturaleza del archivo-biblioteca del monasterio que los Padres Benedictinos ocupan en Lazkao desde hace un siglo son muy peculiares, y tanta peculiaridad ha dado como resultado un fondo único e irrepetible, imprescindible para conocer la historia y la cultura vascas del siglo XX.
Pese a su enorme valor y utilidad -en él se han gestado, además de numerosos libros y trabajos de investigación, una veintena de tesis doctorales-, la Orden Benedictina ha gestionado el archivo contando con muy pocas ayudas externas y en condiciones materiales precarias, a las que el alma y motor del archivo, el padre Juan Jose Agirre (Alegia, 1930) y el resto de la comunidad -integrada en la actualidad por ocho miembros- han hecho frente con mucha voluntad y pocos medios. A la preocupación por el estado del archivo se le unía, además, la inquietud por el futuro de un patrimonio cultural que, al parecer, ya había sido cortejado por algún que otro pretendiente.
Después de años de gestiones y de contactos, los Padres Benedictinos y la Diputación Foral de Gipuzkoa firmaron ayer un acuerdo que abre el camino a la construcción de una nueva sede y cierra la posibilidad de que los fondos salgan de Gipuzkoa, solucionando así dos de los principales aspectos de lo que, una vez resuelto, llamaron «el problema del archivo».
Del pueblo, para el pueblo
La firma del acuerdo entre el diputado general Joxe Joan Gonzalez de Txabarri y el padre prior Rufino Mujika tuvo como principales testigos al alcalde de Lazkao Felix Urkola y a Juan José Agirre. La ex consejera de Cultura Mari Carmen Garmendia, muy vinculada al archivo en el que realizó su tesis doctoral y asesora en este tema del Ayuntamiento de Lazkao, y el director foral de Cultura Imanol Agote formaron también parte del grupo que, estampadas las correspondientes rúbricas, respiró tranquilo al ver que un proyecto trabajado durante años llegaba finalmente a buen puerto.
El acuerdo, además de poner en marcha la construcción de la nueva infraestructura que permitirá gestionar el fondo en las mejores condiciones, hará posible mantener en su integridad en Gipuzkoa el denominado Fondo Vasco del Archivo y Biblioteca ubicado en una ampliación del monasterio efectuada en los años sesenta del pasado siglo. En virtud del acuerdo, «cualquier modificación demanial, de ubicación, de gestión o de estado de conservación del Fondo Vasco y el Archivo Histórico» facultará a la Diputación a «obtener la propiedad y entrar en posesión de los mismos».
El padre Rufino Mujika manifestó que siempre había sido deseo de la comunidad que «el tesoro que ha ido completando el padre Juan José se quede en Gipuzkoa y, a poder ser, en Lazkao». Deseo cumplido, a la espera de que también se cumpla el referido a «disponer de una ubicación digna con todos los adelantos», que vendrá de la mano del nuevo edificio. «Un sueño que al fin se ha hecho realidad», concluyó el padre prior, segundos antes de que el folio que había leído pasara a manos de Juan José Agirre y se convirtiera en «documento».
El padre Juan José Agirre prometió dos palabras, que evidentemente no fueron suficientes para recordar cómo, hace tres décadas, a la hora de distribuir las tareas de la comunidad le encomendaron el cuidado de la biblioteca, «aunque yo no sabía casi ni lo que era un libro». Acudió al monasterio benedictino de Montserrat en busca de ideas, y en los fondos sobre la historia y la actualidad catalana encontró la inspiración y el camino. «Si en Cataluña lo hacen, ¿por qué no podemos nosotros recoger todo lo referido a Euskal Herria?», se preguntó, y comenzó a recopilar todo lo que caía en sus manos: revistas, libros, pegatinas, panfletos, carteles, escritos, documentos de partidos, sindicatos, organizaciones de todo tipo... El resultado, más de 100.000 documentos de lo más variopinto que constituyen el rastro impreso, y original, del franquismo y la transición en Euskadi.
Pronto se corrió la voz, y se hizo habitual que quien tuviera algún material informativo que considerara interesante lo enviara a Lazkao. Es algo que se sigue haciendo -el fondo está vivo, y se aceptan aportaciones-, y que hizo con frecuencia Joxe Joan Gonzalez de Txabarri, que a la hora de firmar el acuerdo subrayó esa dimensión colectiva del archivo y consideró que el acuerdo formaliza «el hermoso regalo que los benedictinos han hecho a Gipuzkoa y a Euskal Herria, devolviendo al pueblo lo que el pueblo ha dado». No pasó por alto el hecho de que el convenio supone el primer paso de un proceso que se extenderá durante años y en el que ha mostrado su voluntad de participar el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco.
Uno de los retos de futuro consistirá en la digitalización de los fondos, porque el verbo digitalizar todavía no se conjuga en el archivo de Lazkao, donde anteayer recibieron los que Agirre consideró «los primeros ordenadores sofisticados», mientras el prior, en broma, se planteaba la conveniencia de bendecir la primera fotocopiadora en color, también recién llegada. No pudo terminar su intervención el diputado general sin garantizar a Juan José Agirre que tendría los armarios y las carpetas que, aprovechando la ocasión, solicitó.
Un edificio "alegre"
Los fondos más o menos convencionales, como los bibliográficos y las publicaciones periódicas -5.600 cabeceras, 4.000 de ellas de tema vasco-, conviven en el archivo con miles de pegatinas; panfletos lanzados en manifestaciones que todavía guardan huellas de pisadas a la carrera; archivos personales de significados protagonistas de la vida política vasca y documentos cuya naturaleza le valió hace dos años a Agirre ser detenido por orden del juez Garzón. Como no podía ser de otra manera,archivó convenientemente su propia orden de detención... 16.000 carteles, que desde hace unos meses se conservan en unos planeros made in Ormaiztegi diseñados por él mismo -«son mejores y más baratos que los que se venden»- constituyen una de las colecciones más originales del fondo que podría considerarse contemporáneo, ya que la biblioteca de los benedictinos alberga también valiosos ejemplares antiguos, incluyendo algunos incunables. Hay que tener en cuenta que antes de que el padre Juan José pusiera en marcha su proyecto la comunidad benedictina disponía ya de una valiosa biblioteca, muchos de cuyos ejemplares permanecerán en su actual ubicación.
El resto del fondo hará un corto viaje hacia la nueva sede, contigua a la actual, cuyas características se detallan en la ficha adjunta. Un edificio que en el exterior estará cubierto de madera y piedra caliza y, en el interior, será luminoso y muy ligero, porque los benedictinos querían un edificio «alegre», cuyas salas de lectura e investigación se abrirán al jardín del monasterio mediante grandes cristaleras.
A partir de ahora, dos comisiones mixtas integradas por la Diputación Foral y el Ayuntamiento de Lazkao, que financian la obra, y la Comunidad de Padres Benedictinos se ocuparán del seguimiento y el desarrollo de un convenio que ayer llevó aires de fiesta al monasterio de Lazkao.