Si nos atenemos a las proclamaciones de los tres candidatos presidenciales con más posibilidades, Sarkozy,Royal y Bayrou el primero abogando por la ruptura y los otros dos por la instauración de la VI República, concluiremos que Francia esta sumergida en una crisis que anuncia un final de ciclo. En el terreno económico el llamado modelo o excepción francesa, caracterizado por un sector público poderoso, un dirigismo centralizador y las 35 horas, no está creando la suficiente riqueza como para garantizar los servicios sociales y mantener un equilibrio en las cuentas públicas. En 25 años la renta per cápita de los franceses ha descendido del puesto 7 al 17 a escala mundial y la deuda pública crece muy rápidamente elevándose al 66% del PIB.
El tema más relevante que ha emergido en la campaña y que, hasta ahora, ha sido patrimonio del extremismo de Le Pen han sido la inmigración y los peligros para la identidad francesa en un mundo abierto. Sarkozy y Royal, el primero anunciando el la creación de un Ministerio de la inmigración y de la identidad y la socialista proponiendo la adquisición, por todos, de la bandera tricolor, así como la sustitución de la Internacional por el de La Marsellesa en los mítines, han saltado el cordón sanitario discursivo, impuesto a Le Pen, para entrar a trapo en cuestiones de patriotismo e identidad.
Este discurso no es solamente un ardid electoral sino que es algo más profundo que afecta a muchos países del continente y que en Francia adquiere un rol más relevante por la omnipresencia de un Estado, creador de la Nación, que está siendo socavado.
La nación francesa comenzó a tomar forma con la homogeneización territorial y jurídica que Napoleón consiguió en un tiempo record, eliminando todos los autogobiernos privativos que provenían del Antiguo Régimen. Había que eliminar desigualdades para construir la única Nación. No bastaba con los cambios administrativos. Posteriormente, se inició un proceso nacionalizador en la que la escuela nacional obligatoria se constituyó en el instrumento clave de la fabricación de franceses. Se podría entrar vasco, bretón,... pero había que salir transformado en un francés en el marco de una continuidad histórica que hundía sus raíces en sus ancestros heroicos de la Galia.
La diversidad linguística en el Estado francés era muy amplia. A mediados del siglo XIX a penas la mitad de la población hablaba el francés parisino que luego cimentó la Nación. So pretexto de eliminar el alfabetismo trataron de erradicar todas las lenguas existentes a través de la enseñanza estatal obligatoria. El servicio militar obligatorio instrumento de integración de la población rural francesa en la nueva identidad nacional, favorecido por unas guerras contra el enemigo exterior que ensalzaban la bandera, el himno, los monumentos en plazas públicas y las lápidas.., servían para encauzar el sentimiento de las gentes hacia un ente colectivo de inmemorial antigüedad. La identidad francesa ha estado también cimentada por la guerra y desde la independencia de Argelia éstas se acabaron. Actualmente, entre los factores de crisis de la identidad francesa se encuentran la erosión de su grandeza desde el fin del imperio colonial; la alteración de los parámetros tradicionales de la soberanía: territorio, fronteras, servicio militar moneda con la desaparición del franco; la inserción en un espacio europeo compartido rebajado a potencia mediana y la dinámica descentralizadora. En definitiva, la debilitación del poder del Estado y el peligro que muchos franceses sienten por de la dilución de Nación en la globalización.
Entre los candidatos, Sarkozy propone esfuerzo, mérito, voluntad, deber, orden y mano dura. Es el representante de la derecha gaullista que ha entrado en el terreno de la extrema derecha ante los problemas de inseguridad y delincuencia. Trata de encarnar la nostalgia de la vieja Francia, ofreciéndoles seguridad a los franceses pero infundiendo miedo en la mitad de ellos. Royal apuesta por los valores familiares, Patria, Estado protector y descentralización. Su andadura ha sido un poco errática tratando de rebañar, simultáneamente, los votos de los trabajadores que votan a Le Pen y a los de los candidatos izquierdistas. Bayrou ha representado cercanía y empatía hacía los problemas de los ciudadanos, unidad por encima de la división derecha izquierda, honestidad, europeismo y apertura al mundo. Ha revolucionado la campaña, sabiendo captar la fatiga de la sociedad ante la bipolaridad tradicional, generando la ilusión de la innovación en amplias capas de la sociedad. Ha actuado sin complejos, evitando entrar en la batalla del nacionalismo ramplón de sus competidores.
Ante los temores de la ciudadanía y los consiguientes procesos de derechización, considero a Sarkozy un candidato sólido para la primera vuelta. No creo que Le Pen pueda hacer la machada de 2002 porque, sobre todo Sarkozy, le ha robado sus trajes. La duda persiste en la dirección del voto útil que se debate entre Royal y Bayrou. Todas las encuestas son favorables a Royal pero no se puede descartar la sorpresa.
Mientras tanto, vascos, bretones, corsos, occitanos.. están observando que desde la supresión de las identidades no se puede construir nada duradero y que la crisis de La Nación les ofrece la posibilidad de recuperar la memoria y la cultura borrada coercitivamente en nombre de la misma. Para superar la crisis, la nueva Francia tendrá que reconocer su diversidad interna, la indígena y la inmigrante, y tendrá gestionar la misma desde el respeto a su identidad y a los valores democráticos. * Miembro de la Comisión de Exteriores de EAJ/PNV