Este es un trabajo preparado el pasado mes de agosto tras unas declaraciones de Rafa Larreina. Habida cuenta que estaba por hacerse público la decisión de EA de no concurrir a las elecciones conjuntamente con el PNV, decidí posponer su edición.
Tomada la decisión por la ejecutiva de EA de comparecer a las elecciones en solitario, ha llegado el momento de que se conozca el trabajo parlamentario de EA y sobre todo como funciona su “síndrome de la ventana”.
Cuando hablo de EA, hablo de esa parte de la ejecutiva que juega a la vez a gobierno y oposición. No a la EA de Gipuzkoa presidida por Iñaki Galdos.
Este es el trabajo:
En una entrevista concedida a un medio de comunicación escrito (EL CORREO, 3.07.06), el secretario de organización de EA, Rafael Larreina, era interrogado por la disposición de su partido a repetir la alianza que en las últimas elecciones autonómicas y forales ha mantenido con el PNV. Es una de las preguntas que más complace a los líderes de EA, porque saben que es una de las pocas, de entre las que ellos pueden responder con criterio propio, que revisten algún interés para la inmensa mayoría de los electores. Por lo demás, lo que opina sobre cuestiones sociales y políticas, ideológicas o estratégicas, un partido de tan reducida implantación como EA −en algunos territorios prácticamente circunscrito a lo simbólico− resulta, en general, bastante irrelevante para el común de los ciudadanos.
Y como son conscientes de que su continuidad en el cuadro de referentes políticos útiles de la sociedad vasca depende de la relación que mantenga con el PNV, cada vez que se les hace esta pregunta adoptan un gesto grave, hinchan el pecho con autosuficiencia y se esmeran en mantener el suspense: “Ese proceso de decisión está abierto en estos momentos”. Es la respuesta ya conocida y tópica con la que Larreina contesta al entrevistador. La misma respuesta que algunos líderes de EA dan a quien les interroga sobre el particular. “Estamos debatiéndolo”. Se trata de una vieja técnica de comunicación. Mantener la tensión, la expectativa y el suspense sobre ese punto, les permite a los de EA captar, atraer y mantener la atención de muchos ciudadanos que, de otro modo, no les harían el más mínimo caso. Es una manera muy eficaz de levantar cabeza y hacerse valer ante la opinión pública. Y mientras les vaya bien, no dejarán de practicar esta especie de parasitismo político que les permite estar en el candelero a cuenta de lo que harán o dejarán de hacer en su relación con el PNV.
Pero como Larreina, que es perro viejo, en términos políticos, es consciente de que no les conviene que esta actitud parasitaria se note en exceso, procura revestir su respuesta con un cierto ropaje de responsabilidad y coherencia políticas. Que no se note demasiado que, una vez más, su formación política hace de la relación con el PNV la columna vertebral de su estrategia para captar el interés de los ciudadanos. He aquí sus palabras:
“Yo tengo muy claro que el país está exigiendo que EA lidere el ámbito socialdemócrata y abertzale. Creo que es la gran apuesta del futuro en un momento de normalización político”
Tiene razón Larreina. En el país hay un auténtico clamor porque la Sra. Errazti lidere el ámbito socialdemócrata y abertzale. Las calles, los caminos, los puertos, los valles y las montañas están rebosantes de ciudadanos que claman por ese liderazgo político de la Sra. Errazti. Y por las noches, cuando se atenúan los ruidos de las fábricas, ese clamor se eleva hacia el cielo y se escucha con una nitidez apabullante, “exigiendo” −no “pidiendo”, ni “sugiriendo”, sino “exigiendo”− que EA lidere “el ámbito socialdemócrata y abertzale”. Como esto es algo tan evidente y ostensible en Euzkadi, que nadie puede poner en cuestión, Larreina concluye su argumento, sentenciando:
“El PNV no se mueve en el ámbito socialdemócrata. Por eso defiendo que EA es quien debe liderar ese espacio de forma clara, sin ambages y sin difuminar su mensaje”.
Un mes después, Larreina atendía al requerimiento de otro medio de comunicación (DEIA, 6.08.06). Una vez más, el periodista le formula la pregunta que tanto complace a los socialdemócratas coherentes y “sin ambages” de algunos dirigentes de EA, y Larreina no defrauda. Como cabía esperar, se ajusta rigurosamente al guión y mantiene abierta la expectativa, la tensión y el suspense: “No voy a hablar públicamente de eso ya que seguimos con el debate interno”.
LA AMBIGÜEDAD PREOCUPANTE DEL PNV
Esta vez, Larreina no invoca el espacio socialdemócrata vasco ni alude al clamor social que, al parecer, “exige” que ese espacio político sea liderado precisamente por la Sra. Errazti. Y no lo hace, probablemente, porque Euzkadi debe estar tan unánimemente volcada en “exigir” a EA que asuma ese liderazgo, que no resulta necesario explicitarlo. Lo obvio, ya se sabe, no necesita ser explicitado. En lo que, por el contrario, sí insiste, es en la coherencia radical que EA mantiene con sus postulados y principios ideológicos. Por el contrario, el PNV es, a su juicio, de “una ambigüedad preocupante”. E Imaz, el presidente del EBB, “se olvida” de los compromisos asumidos con ellos en el seno del Gobierno vasco.
Menos mal que están Errazti, Larreina y Ziarreta para mantener las esencias del abertzalismo social. Si no fuera por su existencia, su tenacidad y su radical coherencia, Euzkadi habría perdido todos los referentes nacionalistas y todas las pautas políticas progresistas. La Sra. Errazti es como el ángel de la guarda del nacionalismo consecuente y progresista.
Hace ya años que Xabier Arzalluz puso de manifiesto los problemas con los que se encontraba Garaikoetxea a la hora de definir su prontuario ideológico, insistiendo en la escasa o nula credibilidad que ofrecía su empeño en entroncar con la tradición socialdemócrata. En su libro de memorias, Así fue, Arzalluz observa:
“EA ha arrastrado desde sus orígenes un problema importante de definición política. Porque tú puedes afirmar que tu partido es social-demócrata (como HB, pero sin pistolas, decían algunos), pero luego tienes que tener una dirección y una base militante que te responda a ese perfil. ¿Socialdemócratas? ¿La gente de los Servicios que se escindió de nosotros en Guipúzcoa, socialdemócrata? ¿Socialdemócrata el propio Garaikoetxea, que había ejercido en Pamplona de empresario intratable?”
Nadie que conozca la base social de EA se cree su vinculación con el orbe ideológico socialdemócrata. Arzalluz cita algunos nombres, pero se podrían traer a colación muchos otros que, mientras militaron en el PNV, siempre figuraron en el ala socialmente más conservadora. Beautiful People, de chalet, moto y yate que, por supuesto, siempre ha tenido su sitio en el seno del PNV, de vocación interclasista, sin que jamás constituyera en su seno una mayoría hegemónica. Yo recuerdo todavía las inventivas que algunos de los que después se integraron en EA, lanzaban contra el propio Arzalluz, en el período comprendido entre la escisión de Ormaza y la de Garaikoetxea, acusándolo de agente soviético puesto al servicio de la revolución socialista internacional.
En mi opinión, sin embargo, más que cuestionar en el plano teórico si EA, dada la base social sobre la que descansa, puede, de verdad, ser un partido de adscripción socialdemócrata, interesa analizar, en concreto, su trayectoria institucional para comprobar, sobre los hechos, en qué consiste su socialdemocracia abertzale y coherente, si es que realmente existe. Estudiar cómo se manifiesta. En qué tipo de actuaciones se traduce. Si se refleja en su compromiso con los servicios públicos, en su disposición a romper los dogmas de la moral tradicional católica, o en qué.
He pensado, por ello, repasar cual ha sido la actitud que ha mantenido EA durante la tramitación, en las Cortes Generales, de algunas iniciativas legislativas. Podía haber elegido otros ámbitos institucionales pero, como es de común conocimiento, hace ya muchos años que me muevo en las Cortes Generales y ese es el terreno que mejor conozco.
Tampoco pretendo hacer un estudio histórico exhaustivo, lo que me exigiría un tiempo del que carezco. Voy a limitarme a esta legislatura y, en concreto, a lo sucedido con determinados proyectos de ley que, por su contenido, deberían ser significativos para una formación política ideológicamente situada en el ámbito socialdemócrata.
EA DURANTE LA TRAMITACIÓN DEL PROYECTO DE LEY ORGANICA DE EDUCACIÓN EN LAS CORTES GENERALES
Empecemos con un proyecto de Ley fundamental en el Estado del bienestar, porque afecta a la Educación que constituye, sin duda, uno de los servicios públicos esenciales de las democracias sociales. La educativa, es por otro lado, una de las principales áreas de responsabilidad que EA tiene asumidas en el seno del Gobierno vasco. Por todo ello, cabía esperar que la actitud de sus parlamentarios fuese modélica desde el punto de vista de la responsabilidad, la coherencia, el rigor, ¿no? Pues bien, la pregunta es: ¿Ha sido realmente así?
Empecemos, como dicen en la mesa del Congreso y del Senado, por las generales de la Ley. Si EA hubiese cumplido su promesa electoral de formar grupo parlamentario con Esquerra Republicana de Catalunya −en un momento, recuérdese, en el que la figura de Carod Rovira suscitaba amplias simpatías en Euzkadi, a causa del acoso mediático al que Aznar le estaba sometiendo como consecuencia de la entrevista que mantuvo con ETA en Perpignan− cabe presumir que hubiese cerrado filas con sus compañeros de grupo en el sostenimiento del Gobierno de izquierdas de Zapatero. Algo que, por lo demás no tenía por qué plantear demasiados problemas a una EA que, según su secretario de Organización, “se mueve en el ámbito socialdemócrata” y aspira a liderar este espacio en Euzkadi, “sin ambages” y “sin difuminar su mensaje”.
EA INCUMPLIÓ SU PROMESA DE FORMAR GRUPO CON ERC
Pero la Sra. Lasagabaster incumplió descaradamente el leit motiv con el que concurrió a las elecciones generales de 2004. Cuando se formaron los grupos parlamentarios, inmediatamente después de constituidas las cámaras, su única diputada en el Congreso, Begoña Lasagabaster, se integró en el grupo mixto, olvidándose de ERC y del compromiso que asumió con los electores. Entonces, su secretario de organización no dio una rueda de prensa, dando lecciones de coherencia. Entonces, Larreina no compareció ante los medios de comunicación, para predicar sobre la necesidad de actuar con fidelidad a los idearios y a las estrategias diseñadas, “sin ambages” y “sin difuminar el mensaje”. ¿Para qué iba a hacerlo? Su partido ya había sacado provecho electoral de la imagen favorable que la alianza con ERC generaba en aquella coyuntura entre los electores vascos y, por tanto, se había cumplido su principal objetivo: Explotar las apariencias. Sacar rendimiento a la imagen. Y, como veremos, la gran mayoría de las actuaciones de EA, se explican a la luz de un sencillo lema: Imagen, imagen, imagen. Vacía si, pero imagen. Los renovadores de la nada. Podríamos llamarle a esto el síndrome del escaparate. La continua exhibición.
Gracias a que la coherente Sra. Lasagabaster incumplió su promesa electoral de formar grupo parlamentario con ERC –algo que, insisto, todavía no ha explicado ni a sus votantes ni a la opinión pública vasca- ha podido apartarse del fiel respaldo que ERC ha dado durante la primera parte de la legislatura al ejecutivo progresista y de izquierdas del PSOE. Porque no hay que olvidar que ERC apoyó la investidura de Zapatero y ha prestado su voto a la práctica totalidad de las iniciativas legislativas que el Gobierno del PSOE ha remitido a las Cortes durante estos dos años de legislatura, incluida la Ley de Defensa Nacional del ministro Bono. ¿Se imaginan a la coherente EA en semejante posición?
Pero, bajemos de lo genérico a lo específico. ¿Cuál ha sido, en concreto, la actitud que ha mantenido Lasagabaster en los debates de contenido social? ¿Ha apoyado, como ERC, el impulso progresista que el PSOE dice haber impreso a la acción de gobierno? ¿Cuál ha sido, más en concreto aún, la posición que ha mantenido en el debate sobre la Ley Orgánica de Educación? Veámoslo.
Aunque la reforma de la legalidad vigente en el ámbito educativo era urgente, − recuérdese que se trataba, entre otras cosas, de neutralizar los efectos de la Ley Orgánica de Calidad en la Educación (LOCE) que el Gobierno de Aznar había hecho aprobar en la pasada legislatura, valiéndose de la mayoría absoluta que el PP ostentaba en las dos cámaras − lo cierto es que, para cuando el proyecto fue remitido al Congreso de los Diputados, ya había transcurrido el primer año de legislatura.
LASAGABASTER NO INTERVINO UNA SOLA VEZ
El debate a la totalidad sobre el proyecto, tuvo lugar, en el Congreso, el día 3 de noviembre de 2005. Y los debates en comisión se celebraron los días 22, 23, 24 y 25 de noviembre. Durante todo este tiempo, la diputada de EA no tuvo ocasión de acreditar la impecable coherencia de la socialdemocracia que practica su partido, porque no intervino una sola vez. Ni una. Y cualquier que conozca las tripas de una institución parlamentaria, sabe que esas son fases esenciales para que los grupos de la oposición puedan contribuir a moldear los proyectos de ley que no les satisfacen plenamente. Después, cuando las posiciones de unos y otros se consolidan, siempre resulta más difícil introducir cuñas.
Durante el trámite de ponencia y comisión, los debates fueron largos, difíciles y, en ocasiones, enconados. El proyecto de ley encerraba una gran complejidad y no resultaba sencillo dar satisfacción simultáneamente a las demandas de grupos tan heterogéneos en sus planteamientos sobre la educación como Izquierda Unida y Convergencia y Unió. Los ponentes trabajaron a fondo, argumentando, transigiendo, acordando y, cuando no era posible otra salida, haciendo valer la discrepancia. El interés público del debate era ostensible. La radical oposición del PP a la reforma de “su” ley, incrementó ese interés. Pues bien, la socialdemocracia coherente y radical de EA, una socialdemocracia “sin ambages” y “sin difuminar su mensaje” según predica su secretario de Organización, no pudo iluminar el debate con los deslumbrantes rayos de luz de su ideología progresista y abertzale, porque su diputada no apareció por las salas en las que se producía el debate.
LAS DESCALIFICACIONES DE TONTXU CAMPOS
Eso sí, en cuanto acabó el debate en Comisión, tras largas y complicadas sesiones, el consejero de Educación, Tontxu Campos, de la EA oficial, compareció en rueda de prensa para arremeter duramente contra el proyecto aprobado (Ver prensa del 30 de noviembre). EA no había participado en el debate, pero una vez concluido este, decidió comparecer ante los medios de comunicación para denunciar públicamente que “el valor añadido de la ley no existe para nosotros”, y añadir que “si somos adultos para financiar nuestro sistema de educación también deberíamos fijar el cien por cien de las enseñanzas”. La toma de posición era dura, porque se sumaba a una declaración hecha por el mismo consejero un mes atrás, en la que, tras aportar su opinión sobre los contenidos que el proyecto incluía en el ámbito de la formación religiosa, concluía: “Nuestros parlamentarios, tal y como está la LOE, no la apoyarán, sobre todo por su carácter intervencionista”.
Conviene hacer constar, por otro lado, que aun cuando el consejero Campos reivindicaba el derecho a fijar “el cien por cien de las enseñanzas” − algo a lo que aspira todo abertzale, pero que en el marco actual no es posible − EA no había presentado ni una sola enmienda en la que se plantease esa exigencia. Lasagabaster, ya lo hemos dicho, no había intervenido hasta ese momento en los debates sobre la Ley. Pero aun en el supuesto de que lo hubiera hecho, está claro que no hubiese podido defender la razón que el consejero Campos utilizaba como motivo básico de crítica contra el proyecto, sencillamente porque no había presentado enmienda alguna en ese sentido.
EA es la socialdemocracia abertzale coherente que declina los largos, duros y tediosos debates, pero una vez concluidos estos, no pierde ocasión de comparecer ante las cámaras ofreciendo a la opinión pública vasca su perfil más rotundo y exigente. Ya se sabe: Imagen, imagen, imagen. El síndrome del escaparate.
La primera intervención de Lasagabaster en el debate sobre el proyecto de ley, tiene lugar el 15 de diciembre de 2005 ante el pleno del Congreso. Es el último trámite que el proyecto de ley ha de cumplimentar ante la cámara baja. Concluido éste, el proyecto acaba su periplo en el Congreso, y se remite al Senado.
Pese a lo tardío de la intervención − en esa fase de la tramitación, ya lo he dicho antes, no suele ser fácil que el grupo mayoritario de la cámara acepte correcciones al texto del proyecto realmente sustanciales − Lasagabaster no dedica demasiado tiempo a defender sus enmiendas.
Pero, atendamos a los aspectos más cualitativos de su intervención.
EL NOS MAYESTÁTICO DE BEGOÑA LASAGABASTER
Lo primero que llama la atención de la breve intervención de Begoña Lasagabaster, es la utilización del nos mayestático. Cuando hace referencia a sus actuaciones y tomas de posición, Begoña habla en plural, como si perteneciese a la familia real o formara parte de la nobleza: “nos parecían”, “ya señalamos”; “compartíamos”; “nos parecía”, “nosotros compartimos”, etc.
La utilización del plural cuando se hace referencia a los sujetos que actúan en el debate parlamentario, no es infrecuente en las cámaras legislativas. Pero la licencia lingüística sólo se tolera cuando quien habla lo hace en nombre de un grupo parlamentario que, cuando menos, cuenta con dos diputados. Y Begoña, le guste o no, es la única diputada de EA. Es cierto que pertenece a un partido muy importante; a un partido que, según su secretario de Organización, está siendo presionado por la mayoría del país para que lidere el espacio socialdemócrata abertzale. Es, como se ve, una formación llamada a altísimos designios. Pero el enorme potencial que encierra el partido al que pertenece, en nada altera el hecho de que, hoy por hoy, Begoña es diputada única de su partido y no puede –si quiere hablar con corrección- utilizar el plural mayestático. Sin embargo, lo hace. Esto sí que lo hace “sin ambages” y “sin difuminar su mensaje”. Ya se sabe que, acaso por el influjo que ha ejercido sobre su militancia la politeness aristocrática que destilaban algunos de sus fundadores, una de las marcas de identidad que siempre han definido a EA es el empeño por la apariencia. Ya se sabe: Imagen, imagen, imagen.
Otro rasgo que sorprende de las intervenciones de Begoña es el escaso rigor conceptual que, con frecuencia, pone en las palabras que selecciona para construir su discurso. Es una pena. Cuando en el debate sobre un proyecto de Ley tan relevante para la construcción del Estado del bienestar como el de Educación, la intervención de una diputada que practica la más radical coherencia socialdemocrática no sólo se reduce al mínimo sino que, además, adolece de una notable imprecisión conceptual, todos perdemos mucho. Nos perdemos nada menos que la cualitativa opinión del partido que asume la gestión del sector educativo en Euskadi y está abocado a liderar, por exigencias el pueblo, el amplio espacio político de la socialdemocracia. ¡Fíjense qué valiosísima pérdida!
Hace unas semanas, el escrito Javier Marías, ponía a Begoña Lasagabaster como ejemplo, junto a Eduardo Zaplana, de ese tipo de personaje público que habla sin decir nada. Y aportaba una prueba fehaciente que avalaba su acusación. Se trata de una frase que Begoña pronunció el día en el que ETA decretó el vigente alto el fuego; una frase ciertamente larga, compuesta nada menos que por cincuenta y seis palabras, pero que no articulaba un mensaje coherente y comprensible. O, para ser más exactos, no decía absolutamente nada. Marías lo calificaba de “horrendo galimatías”, pero juzguen ustedes mismos. Esta era la frase:
“Lo acogemos con alegría, con prudencia y con la responsabilidad que nos obliga a todos, esta puerta que al parecer se abre para proceder a realizar los pasos oportunos para que no se pueda volver a reproducir nunca más que los conflictos derivan en la utilización por parte de algunos en elementos o en estrategias violentas”
HABLAR SIN DECIR NADA
No es cuestión de sumarse puntualmente a las tesis de Javier Marías, que escribe bien, pero mantiene postulados, en política y en otros ámbitos, de los que discrepo abiertamente. Pero creo que en este punto no le falta razón. Cuando uno lee o escucha lo que Lasagabaster ha dicho en radio, televisión o en el mismo hemiciclo, no puede, a veces, evitar una fuerte sensación de vacío. Y cuando escribe sin guión, pretendiendo imitar a los grandes oradores, esa sensación resulta mucho más intensa aún. Tras una imagen de cierta contundencia − en EA siempre prima la imagen − se oculta un reguero de palabras que sólo se entiende porque el receptor del mensaje conoce o sospecha lo que Begoña va a decir o quiere decir. Por lo demás, hay que volverlas a escuchar una e incluso más veces. Y aun así, no pocas veces persisten las dudas. Vean un ejemplo, extraído, sin ir más lejos, de la misma intervención ante el pleno del Congreso de 15 de diciembre de 2005, que estoy analizando. Si ampliara el campo, no duden ustedes de que podría hallar ejemplos mucho más elocuentes:
“Este proyecto de ley –tengo que hacerlo de una manera muy sucinta, lógicamente me hubiera gustado extenderme más pero haré caso al presidente- tiene elementos y contenidos que, desde luego, nosotros compartimos sin lugar a dudas, en la medida en que precisamente en la Comunidad Autónoma de País Vasco muchas de las cuestiones que hoy se recogen en este contenido (sic) educativo ya son elementos (sic) que nosotros tenemos en aplicación práctica o también (sic) hemos creído dirigirnos en el mismo sentido que el proyecto de ley”.
Pero lo que más interesa de la intervención de Begoña, es su toma de posición. Quince días antes, como hemos visto, el consejero de Educación, de EA, comparecía en rueda de prensa para denunciar públicamente que “el valor añadido de la ley no existe para nosotros” y que “si somos adultos para financiar nuestro sistema de educación también deberíamos fijar el cien por cien de las enseñanzas”. En esos concretos puntos, el proyecto no había experimentado cambio alguno a lo largo de esas semanas. Todo seguía igual. Lo que cabía esperar, pues, era que, un partido de una coherencia absoluta en la defensa de sus postulados socialdemocráticos y abertzales, votara negativamente al proyecto. Pues no. He aquí sus sorprendentes palabras:
“En este momento –voy a ser muy sincera- estamos (y dale, con el plural mayestático) entre la abstención o el voto favorable en la votación final de la ley. Señora ministra, aquí estoy. Podemos abstenernos (ya ven que lo mayestático lo tiene muy arraigado), ya que no compartimos el voto en contra porque estamos de acuerdo en muchos temas. Nos gustaría obtener, si fuera posible, el compromiso del Gobierno del Grupo Socialista de que algunos de estos temas se debatieran y negociaran en el trámite del Senado. Si fuera así, nuestra posición podría balancearse a lo largo de esta mañana”
Pero hay más aspectos de la intervención de Lasagabaster dignas de ser reseñadas.
En su intervención, Begoña elogió el esfuerzo negociador que el Gobierno había desarrollado “hasta el último momento para intentar conseguir una mayor aproximación, hasta ayer mismo por la noche con el consejero”. Es otra frase típica de un líder de EA. Cuando un miembro de EA está en posesión de algún secreto o de alguna información confidencial, no puede resistir la tentación de hacer ver a la opinión pública que la conoce. Es otro recurso comunicativo de manual. Si se hace ver a los ciudadanos que EA conoce los secretos ocultos de la vida política, estos creerán que EA es una referencia muy importante en el panorama político. Una formación política que está al tanto de todo lo que ocurre. Ya se sabe: Imagen, imagen, imagen.
GRANDES CONOCEDORES DE SECRETOS
El sector oficial de EA explota este recurso hasta la saciedad. Durante la etapa previa al alto el fuego de ETA, cuando todo el mundo se preguntaba por lo que estaba ocurriendo, y algunos guardaban un responsable silencio, soslayando las preguntas excesivamente inquisitivas, fueron los líderes de EA los que − con la excepción, quizá de Madrazo − más proliferaron en los medios de comunicación, vendiéndose ante los ciudadanos como los grandes conocedores de todos los secretos.
Begoña sabía que la víspera, a última hora, la ministra de Educación había llamado por teléfono al consejero vasco del ramo, para expresarle su disposición a seguir avanzando en los acuerdos. Aunque el margen existente, todo sea dicho, era ya muy estrecho. Para cuando Begoña se incorporó al debate, el grueso del pescado ya estaba vendido.
Pero Begoña, que es de la EA oficial, no pudo dejar de hacer notar que estaba rigurosamente al día y manejaba datos de última hora. Poseía una información que, probablemente, no estaba al alcance de otros diputados de la cámara. Una situación que ningún militante de EA puede pasar por alto, sin sacar provecho de ella. Por eso alude a la conversación habida “ayer mismo por la noche con el consejero”. Lo que Begoña no sabía era que, la víspera, por la tarde, cuando el grupo parlamentario socialista contactaba uno por uno con el resto de grupos relevantes de la cámara para preguntarles por el sentido del voto que iban a emitir en el pleno, fue el Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) el que hizo ver a los socialistas la conveniencia de dar una cierta satisfacción al consejero vasco de Educación que, tan sólo dos semanas atrás, había comparecido ante los medios de comunicación defendiendo posiciones muy críticas con respecto al proyecto de ley. Recuérdense aquellas rotundas frases: “el valor añadido de la ley no existe para nosotros” y “si somos adultos para financiar nuestro sistema de educación también deberíamos fijar el cien por cien de las enseñanzas”. Recuérdese, además, aquella otra: “Nuestros parlamentarios, tal y como está la LOE, no la apoyarán, sobre todo por su carácter intervencionista”. Si el consejero del ramo es tan crítico con el proyecto de ley, siempre resulta problemático apoyarlo en el Congreso de los Diputados.
Siguiendo la sugerencia del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) la ministra telefoneó a Tontxu Campos y, sorprendentemente, se encontró con un consejero muy dispuesto a apoyar la ley. Al parecer, se había desvanecido por completo la amenaza aquella de que “nuestros parlamentarios…no la apoyarán”. Es otra reacción habitual de la gente de la EA oficial. Cuando una alta autoridad del Estado les depara un tratamiento singularizado, se sienten halagados y tienden instintivamente a dulcificar sus posiciones. No hay como hacerle a uno sentirse importante para sacar de él lo que se pretende. La megalomanía hace estragos. Y para la gente de la EA oficial, prendada por la imagen y las apariencias, el hecho de emparentar con el poder resulta enormemente seductor. Ya he escrito, en alguna ocasión, sobre la hilaridad que provoca en el Congreso de los Diputados, y muy especialmente en las bancadas ocupadas por los socialistas, la tenacidad con la que Lasagabaster se empeña en encontrar un pretexto para detenerse a hablar con Zapatero cada vez que pasa por delante de su escaño. Sólo por respeto y buena educación, otros diputados procuran no hastiarle innecesariamente. Begoña no. Siempre que puede, y les puedo asegurar que hace lo indecible por poder, se cuelga desvergonzadamente del escaño del presidente español y se empeña en monopolizar su atención, aun a sabiendas de que el presidente del Gobierno tiene otras ocupaciones a las que atender. Pero ya se sabe. Todo es, Imagen, imagen, imagen. Begoña es solo una diputada, pero ¡fíjense que nivel de interlocución mantiene!
LA MINISTRA LLAMA A TONTXU CAMPOS A PETICIÓN DEL PNV. EL CONGRESO SE DERRITE
Mas, volvamos al relato. Esa noche, a una hora ya muy avanzada, un alto cargo de la dirección del Grupo Socialista se puso en contacto con el Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) para hacerle partícipe de la gestión practicada por la ministra con el consejero vasco de Educación y el satisfactorio resultado obtenido en la misma. El consejero no mantenía las posiciones duras que parecían desprenderse de la rueda de prensa que dio dos semanas atrás. Al contrario, estaba dispuesto a hablar con Lasagabaster para que apoyara la ley. Y, por supuesto que habló con ella, como puede inferirse del tenor de la intervención que Begoña tuvo al día siguiente.
Como se ve, todo era cuestión de Imagen, Imagen e Imagen. Apariencias y formas. EA oficial en estado puro. Begoña quedaba satisfecha, haciendo notar ante la cámara que conocía hasta las últimas gestiones practicadas a última hora por la ministra, y pasando por las narices a los miembros del Grupo Parlamentario Vasco que ella, por pertenecer al partido en el que milita el consejero vasco de Educación, estaban perfectamente al tanto de lo ocurrido. Sabía sobre el particular mucho más que ellos, pobres y pretenciosos diablos. Pero los presumibles destinatarios de la observación, conocían la gestión perfectamente. Porque eran precisamente ellos los que la habían propiciado. Así hay que andar siempre con EA. Permitiéndoles dar satisfacción a sus pequeños caprichos y su patológica obsesión por la Imagen, imagen, imagen. Síndrome del escaparate.
En el pleno del 15 de diciembre se pudo comprobar, en efecto, que la información transmitida la víspera al Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) era correcta. Lasagabaster se debatía entre el sí y la abstención. Descartaba rotundamente el no, aunque todavía seguía siendo cierto que “el valor añadido de la ley no existe para nosotros” y que “si somos adultos para financiar nuestro sistema de educación también deberíamos fijar el cien por cien de las enseñanzas”. Ya ven en qué tipo de conductas se traduce lo que Larreina califica de coherencia socialdemocrática y abertzale, sin ambages y sin difuminar su mensaje.
En fin, permítanme una última consideración sobre la intervención de Begoña, que me será muy útil para analizar y evaluar después, la actuación de su compañero José Ramón Urrutia en el Senado. El Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) del Congreso, había presentado una enmienda, en la que pedía que los fondos que el Estado iba a arbitrar para la financiación de la reforma, se hicieran efectivos en la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral Navarra, con arreglo a las previsiones del Concierto y del Convenio Económico. EA no presentó una enmienda equivalente.
Pues bien, la víspera del pleno al que me estoy refiriendo, mientras los socialistas intentaban convencer a los nacionalistas vascos del PNV para que votaran a favor del proyecto de ley, estos consiguieron arrancar del Grupo Socialista el compromiso de aceptar esta enmienda. Era un gran logro. Semanas antes, el Lehendakari había conseguido que la financiación de las reformas sanitarias respetase las previsiones del Concierto Económico y ahora nos encontrábamos ante otro servicio público esencial: La Educación. Asumir el modelo concertado en la financiación de la reforma educativa, le permitía al Concierto entrar de lleno en el ámbito de los dos principales servicios públicos.
LOGRO DEL PNV QUE SE ATRIBUYE EA
Era, insisto, un logro del PNV. EA ni tan siquiera había solicitado algo semejante. Pues bien, en su intervención del 15 de diciembre, Lasagabaster no pudo resistirse a la tentación − muy típica, también, entre las gentes de EA − de atribuirse el mérito ajeno. Pero no se pierdan sus palabras:
“Efectivamente, se han conseguido algunas cuestiones que pretendíamos. Por ejemplo, en cuanto a los recursos, atendiendo a una enmienda de otro grupo vasco, hemos conseguido el respeto a dos cuestiones básicas: El Concierto Económico con la Comunidad Autónoma del País Vasco y el convenio con Navarra”.
Increíble, pero cierto. Begoña habla de “cuestiones que pretendíamos”; así, en plural mayestático. Pero, ¿quién lo pretendía? Ella no, desde luego, porque ni una sola de sus enmiendas reclamaba lo conseguido. Que Lasagabaster utilice el plural mayestático para referirse a lo que sólo ella defiende o postula, será incorrecto, pretencioso y criticable. Pero utilizarlo para hacer referencia a un postulado que defienden otros, pero que ella no ha defendido en ningún momento es, realmente, cuadrar el círculo. Una conducta así sólo tiene una explicación: Imagen, imagen, imagen.
Es cierto que, a renglón seguido, Begoña admite que lo conseguido en relación con el Concierto y el Convenio, se ha llevado a cabo “atendiendo una enmienda de otro grupo vasco”. Pero este matiz no puede constituir una atenuante. Antes al contrario, creo que lo pone aún peor. Porque Begoña habla de “otro grupo vasco”. ¿”Otro grupo”? ¡No, Begoña! “Otro” no. “El” Grupo Vasco. El único que hay, que es el del PNV. Porque ella, tras incumplir su palabra de formar grupo parlamentario con ERC, se integró en el Grupo Mixto.
MIENTEN EN LA PÁGINA WEB
Para más INRI, la nota que EA incluyó en su página web, para dar cuenta a sus militantes y simpatizantes del trabajo que había desarrollado su diputada en el Congreso durante la tramitación de este proyecto de ley, afirmaba desvergonzadamente que “La negociación llevada a cabo entre la formación abertzale y el ministerio de Educación ha permitido la consecución del respeto al Concierto económico con la CAPV y el convenio de Navarra”. Increíble pero cierto. EA no había incluido esa pretensión entre sus enmiendas. Sólo lo había hecho el PNV. Este no comprometió su apoyo al proyecto en el último trámite del Congreso, hasta que el Gobierno se comprometió a aceptar a cambio esa enmienda. Y ahora resultaba que el logro era de Lasagabaster y Urrutia. Según afirmaba esta en su página web, si era posible que la financiación de la reforma educativa se llevara a cabo respetando los mecanismos del Concierto y del Convenio, era gracias a la “negociación llevada a cabo entre la formación abertzale (EA) y el ministerio de Educación”. ¿Cabe mayor desfachatez? ¿Es posible un descaro mayor? ¿Es esto, no ya coherencia, sino tan siquiera dignidad y respeto a los demás?
Y así todo… Así, siempre…aguantando caprichillos, antojos y veleidades de los amigos de EA. ¡Ya ven en qué consiste, a la hora de la verdad, la coherencia socialdemocrática y abertzale que predica Larreina!.
LO DEL SENADO FUE UN SAINETE
Pero el paso del proyecto por el Senado no tiene menos motivo de comentario. Después de la extraordinaria lección de coherencia que nos dio EA durante la tramitación del proyecto de ley en el Congreso, su senador, José Ramón Urrutia, remató una faena irrepetible.
En primer lugar presentó un Veto contra el proyecto. Sólo el PP y EA presentaron veto. En el caso del PP se entendía. Pero, ¿y en el caso de EA? Lasagabaster, como hemos visto, apoyó la ley en el Congreso, y su compañero Urrutia, la vetaba en el Senado, haciendo causa común con el PP. ¿Quién podía entender semejante alarde de coherencia socialdemocrática y abertzale?
El secretario general de CCOO Irakaskuntza, Javier Nogales, escribió un artículo en prensa criticando esta actitud. Titulado Con la educación no se juega, fue publicado en EL PAIS del 14 de marzo de 2006. En él se preguntaba:
“El senador de EA argumenta ahora su propuesta de veto en las numerosas invasiones de competencias propias de la CAPV que, a su entender, tiene el proyecto de ley. La primera pregunta que uno se hace es porqué, si eso es así, su partido no votó en contra de dicho proyecto de ley en el Congreso el 15 de diciembre”.
Nogales tenía razón pero, al parecer, no se daba cuenta de que estaba hablando de EA. Y EA hace siempre lo que quiere. Tenga coherencia o no la tenga. Como habitualmente nadie sigue de cerca sus pasos, se permiten incurrir en las incoherencias más flagrantes e incumplir sus compromisos más solemnes, sin que nadie lo advierta. Creen que con que su secretario de Organización comparezca periódicamente ante los medios de comunicación vendiendo las excelencias de un compromiso socialdemócrata y abertzale sin ambages, es suficiente. Con eso ya se labra una imagen, que no hace falta respaldar en el día a día, con un trabajo serio y concienzudo. Para esto ya están los partidos grandes. Para eso ya está el PNV, que encima, tienen que soportar sus invectivas y acusaciones de deslealtad y falta de compromiso. Lo suyo, ya se sabe, se reduce al lema: Imagen, imagen, imagen.
El veto se debatió en la comisión de Educación del Senado, el 13 de marzo de 2006. No voy a cebarme con mi compañero senador, que es buena persona y además del Athletic, pero creo que las notas negativas que he destacado de las intervenciones de Begoña Lasagabaster, se dan, en Urrutia, sin corregir, pero notablemente aumentadas. Urrutia también utiliza el plural mayestático, aunque, todo sea dicho, no con la intensidad de su compañera Lasagabaster. Ya aprenderá. Es cuestión de tiempo. Porque debe estar en el libro de estilo de algunos dirigentes de EA que se nutre de imagen, autoestima y pretensiones. También acusa imprecisiones conceptuales graves, como cuando afirma − es sólo un ejemplo − que la ley de Educación que se debate “tiene competencia total y básica en la enseñanza obligatoria, pero no en la enseñanza pre y postobligatoria”. La ley -habrá que corregir a Urrutia- no tiene competencia alguna. La competencia es del Estado o de la Comunidad Autónoma, pero no de la ley. Por otra parte, lo que se debate en las Cortes Generales no es, todavía, una ley, sino un proyecto de ley. Pero más aún, Urrutia afirma que la competencia de la ley –ya hemos visto que la competencia no corresponde a la ley- es “total y básica”. Pero lo que afirma no es posible. O es total o es básica. Pero ambas cosas a la vez, no pueden ser. ¿Para qué insistir?
LA FINANCIACIÓN DE LA REFORMA LA LOGRA EL PNV
En fin, Urrutia también se empeña, como su compañera Lasagabaster, en apuntarse el tanto de que la financiación de la reforma haya de llevarse a cabo, en Euskadi y Navarra, respetando el Concierto y el Convenio. Pero en él, se da una agravante. Para cuando Urrutia entra en el escenario, la previsión sobre el Concierto y el Convenio ya está incorporada al texto del proyecto de ley. La enmienda del PNV había sido aceptada ya, en el último trámite del Congreso, de manera que ya no tenía sentido presentar enmienda alguna en el Senado. Es más. EA ya se había colgado desvergonzada e impunemente la medalla ajena, vendiendo en su página web la especie de que esa conquista se debía a la “negociación llevada a cabo entre la formación abertzale y el ministerio de Educación”. Sin embargo, Urrutia, presenta una enmienda en ese sentido, poniéndose en evidencia ante toda la cámara. Quiere hacerse notar. Quiere hacer ver que él también se interesa por el sistema de financiación de la reforma, pero no se da cuenta de que esa demanda ya no tiene sentido, porque la enmienda del PNV que la formulaba, ya había sido aprobada en el Congreso. Pese a todo, Urrutia registra su enmienda, y se lanza a hacer el ridículo, aludiendo una y otra vez en sus intervenciones, al Concierto y del Convenio. ¿No había leído acaso la página web de su partido? Como ven, coherencia a raudales. Coherencia socialdemocrática y abertzale, sin ambages ni fisuras. Como ven…Imagen, imagen, imagen.
Pero no concluye ahí la cosa. Cuando el debate sobre el veto llega al Pleno del Senado, el 22 de marzo de 2006, acaba de declararse el alto el fuego de ETA. Pues bien, Urrutia, que tan contundentemente denunciara días atrás las gravísimas violaciones competenciales en las que incurría el proyecto, se ablanda y afirma: “Eusko Alkartasuna ha tomado la decisión de retirar este veto en honor de la paz, de la convivencia y del respeto a las personas, a las ideas y las formas de ser y actuar”. ¿Qué tenía que ver una cosa con la otra? ¿Acaso el alto el fuego hacía el proyecto más admisible o menos vulnerador del espacio competencial autonómico? Es evidente que no. Después de tanto ir y venir, después de tanto requiebro, después de tanto hacerse notar, todo concluía en una retirada del veto difícilmente justificable desde la perspectiva de los motivos por los que se había presentado. Eso sí, la imagen quedaba salvada. Las incoherencias y lagunas no habían transcendido y eso era lo importante: Imagen, imagen, imagen. Síndrome del escaparate.