Iñaki Anasagasti
14Urria
2006
14 |
Iritzia

MANUEL AZNAR, EL PIONERO DE LAS SELECCIONES DEPORTIVAS

Iñaki Anasagasti
Urria 14 | 2006 |
Iritzia

Me encanta la tormenta que se ha levantado a raíz del empate entre las selecciones de Euzkadi y de Catalunya, en el partido jugado el domingo pasado en el Nou Camp. Y como tuve ocasión de estar presente y ver aquel ambiente puedo opinar de algo que ya está en marcha a pesar de las risas que hicieron de que “solo” hubiera 57.000 personas en el campo.
El Camp Nou estaba a treinta mil localidades de un Madrid-Barça. De acuerdo. Todo se andará porque el partido no era oficial y porque no había el morbo de, por ejemplo un partido ESPAÑA-GALEUZKA, que no estaría tampoco nada mal. ¿Por qué no dejan que nosotros nos encarguemos de llenar el campo más grande del mundo? 

Se han reído también de los himnos oficiales y ahí si tengo mi objeción hacia un grupo de basurones vascos que increparon el Himno Nacional Vasco, el “Gora ta Gora”. Ese himno fue el himno aprobado en 1936 por el Gobierno Vasco de concentración presidido por el Lehendakari Aguirre y ratificado nada menos que por ley del Parlamento Vasco en 1982. Si esos reventadores fueran demócratas aceptarían las reglas del juego y harían lo que hicieron los catalanes cuando escucharon “El Segadors”: ponerse en firmes. Detrás hay mucha historia, una música que Carmelo Bernaola nos decía que Cleto de Zabala no podía haber elegido mejor armonía para la grandiosidad de un himno, y, si les molesta que se diga “Gora ta Gora Euzkadi”, pues que les zurzan, porque confunden abertzalismo con quemar una bandera española o vestir de la forma más desarrapada posible, pero esto no tiene la menor importancia, porque eran veinte. Exactamente veinte y en una esquina. 

Por tanto el que lo hecho por esos veinte tipos le haya servido a la derecha para desconocer lo bien que nos lo pasamos los 57.000 restantes, pues es un problema de una extrema derecha que nos dice que hemos politizado las selecciones deportivas. ¡Por supuesto¡ ¿O alguien cree que el PP no? ¿O que Santiago Bernabeu era un dulce demócrata que no manipuló el fútbol a conciencia bajo el franquismo?
En la cena que tuve con Bono, el senador Laborda me dijo que él no era nacionalista sino un patriota español. Quizás ignore que abertzale quiere decir lo mismo. 

Movía a risa que el ABC de Zarzalejos terminara su editorial del martes de esta manera: “Pocas veces el deporte habrá salido peor parado: un estadio convertido en pretexto para un mitin independentista y un partido que no le importaba a nadie”. Pues parece que sí, por lo menos a vosotros que nos habéis dedicado ríos de tinta… 

MANUEL AZNAR EL PIONERO 

Hace tres años con mi compañero Josu Erkoreka escribí un libro “Dos Familias Vascas: Areilza, Aznar”. En él hablamos de aquellos dos camaleones de la política española que siendo vascos vendieron su alma al poder madrileño y, en el caso de Manuel Aznar, abuelo de José María Aznar, forofo del Real Madrid, éste hubiera vendido hasta a su madre. 

Erkoreka hurgó en los periódicos de la época cuando el ilustre abuelo vivía en Bilbao y era más jelkide que el propio Sabino Arana, encontrando esta perla que lo señala como uno de los pioneros de las selecciones deportiva vascas. ¿Qué les parece? ¿Lo habrá leído el sempiterno cabreado José Mari? No lo se, pero por si acaso, transcribo lo que decimos en éste libro y que debería tener Acebes en la cabecera de su cama para evitar decir las majaderías que ha dicho esta semana a cuenta del partido de marras.
Dice así:

Un cronista deportivo comprometido con la selección vasca de fútbol 

Desde una fase muy temprana, la colaboración de Imanol en el diario Euzkadi se inclina hacia el campo de la información deportiva y, muy especialmente, del fútbol, aunque también presta atención a otras modalidades deportivas como la pelota, el rugby o la lucha. Su predilección por el balompié procedía
de los tiempos de La Tradición Navarra donde, entre otras funciones, se ocupó, también, de cubrir la información sobre las actividades del Football Racing Club, el Punching Club y el Iruña Club. El 26 de febrero de 1913- recién iniciada aún su relación con la cabecera nacionalista, Imanol publica un artículo –Las tardes de Jolaseta— en el que da cuenta de la rápida expansión que la afición por este deporte estaba conociendo en todo el territorio del País Vasco. Con esa columna inaugura una sección de crónicas futbolísticas, que pronto se convierte en un auténtico clásico dentro del periódico. La cálida acogida de la que fueron objeto por parte de los lectores, hizo que Imanol continuara escribiéndolas prácticamente hasta el fin de su relación con el diario, en 1917. 

De su etapa como cronista deportivo cabe destacar el tono crítico con el que abordó los enfrentamientos y desavenencias que se sucedían entre algunos clubes de fútbol; un empeño que no obedecía a un amor altruista por los valores del deporte sino, a un designio de carácter netamente político. Porque Aznar fue, como veremos, uno de los principales precursores de la selección vasca de esta modalidad deportiva.
Por aquella época, la Juventud Vasca de Bilbao -que desde 1911 venía organizando la Copa Euzkadi de fútbol- esbozó y difundió la idea de organizar un combinado específicamente vasco para este deporte. Mas, como paso previo, y con el fin de ir creando entre los jugadores, los clubes y las respectivas afi¬ciones un ambiente favorable al proyecto, la organización juve¬nil planeó la previa celebración de un encuentro entre una se¬lección guipuzcoana y otra vizcaína, formadas, exclusivamente, con «jugadores nacionalistas o afines al nacionalismo», que eran, sin duda alguna, los que más fácilmente se sentirían atraí¬dos por la idea. Los promotores del partido confiaban en que "esta primera experiencia fuese despertando el interés de todos "los demás aficionados y deportistas -incluidos los ideológica¬mente adscritos a formaciones distintas a la nacionalista-, lo que permitiría ir aunando fuerzas en pos de una futura selec¬ción vasca. Pero tampoco este objetivo intermedio parecía fácil de alcanzar. Como explicaba Imanol en una de sus crónicas, «La formación del equipo bizkaino costó bien poco trabajo. Se iniciaron las gestiones para la formación del gipuzkoano, pero causas que no hay por qué citar aquí impidieron la celebración de aquel partido».
Ante el fracaso de este primer intento, la Juventud Vasca in¬tensificó sus gestiones ante las sociedades deportivas guipuzcoanas, rogándoles, con renovado ahínco, que autorizasen la participación de sus jugadores en un equipo representativo del territorio, que fuese «el más fuerte posible». Ni que decir tiene que Aznar apoyó con entusiasmo la iniciativa de la Juventud Vasca. Por aquellos días, su columna en el diario Euzkadi se convirtió en una auténtica tribuna a favor del proyecto, de suerte que, cuando finalmente pudo obtenerse el visto bueno de los equipos guipuzcoanos, Aznar se felicitaba del resultado obtenido, en unos términos que en la actualidad, serían agriamente descalificados por la prensa patriótica, como una expresión de nacionalismo excluyente. A mediados del mes de junio de 1914, Imanol expresaba su satisfacción por el éxito alcanzado y prepara¬ba el camino hacia la futura selección vasca de fútbol:
El Club que más resistencia parecía ofrecer ha cedido a las gestiones de Juventud Vasca y mirando con simpatía las orienta¬ciones fraternales de esta Sociedad nacionalista, y viendo que ello podría ser un gran paso hacia la formación del equipo vasco, ha indicado a la presidencia de la Juventud que ellos no tendrían in¬conveniente en facilitar jugadores para una selección gipuzkoana ¡Así por lo menos desaparece cierto boycot desagradable! 

De modo que se puede anunciar que la Juventud Vasca des¬de hace dos o tres meses había formado propósito de iniciar ges¬tiones en bien de la raza y en bien de los Clubs y que por lo tan¬to merece nuestro aplauso más ferviente.

Y se puede anunciar que en la fiesta de San Ignacio jugarán, uno frente a otro, dos terribles equipos, bizkaino uno, de jóve¬nes nacionalistas, que todo el mundo conoce, y gipuzkoano el otro, con jugadores nacionalistas y afines, de la «Real». «Racing», «Sporting» y «Jolastokieta».

Encaminémoslo todo hacia el mayor bien del espíritu vasco y hacia la formación del equipo del País Vasco, idea que ha cuaja¬do admirablemente en todas partes y que seguramente el año próximo se llevará a la práctica. 

Más de un año después, un suelto redactado por Aznar identi¬ficaba la constitución de una selección vasca de fútbol, nada menos que como Nuestra esperanza. El entusiasmo de Imanol por la consecución de ese objetivo era, en 1915, más intenso aún, si cabe, que en el año precedente:
Hace tiempo que se habla por ahí de la constitución de un equipo vasco seleccionado entre los mejores de Bizkaya y Gi-puzkoa a fin de luchar lejos de la patria, en Francia, en Inglate¬rra... Declaran los que de este asunto entienden que ese equipo formado sin otro móvil que el de la gloria de la tierra vasca, la habría de lograr superabundante, por las dotes de agilidad, des¬treza y resistencia de la raza, manifiestas en los equipos vascos. 

¿Por qué no se organiza, pues, este equipo de jugadores que habría de representarnos cuando llegue la normalidad, ante las indicadas naciones? ¿Por qué no se constituye este equipo, que lleva, con nuestro nombre, el afecto de todos los vascos? ¿Por qué no se prepara a los devotos de este juego, que son millares y millares, días de sana emoción que, desarrollando la inclinación del pueblo al sport habría de fundir en indivisible corriente de simpatía y entusiasmo a todos los euzkadianos, pendiente del resultado de las formidables contiendas en que frente a los fran¬ceses, a los ingleses, a los húngaros, probarían los euzkadianos la gallardía de la raza? [...] Abrigamos la firme esperanza de que esto pasará pronto, de que nos curaremos a no tardar del ataque de pequeñez que padecemos.

Por su intensa dedicación a la información futbolística, Aznar se convirtió en un auténtico especialista en las lides balompédicas. En condición de tal, a mediados de 1914 fue invitado al Centro Vasco de Iruña a pronunciar dos conferencias sobre el tema, a las que asistieron “numerosos jóvenes deportistas pertenecientes a las sociedades locales”.

Bueno. Hasta aquí nuestro libro. Que quede este dato para los histéricos. El abuelo de José María Aznar promotor de la Selección Vasca de Fútbol. ¡Y dicen que no hay que politizar el fútbol! ¡Pero si solo el uso de su nombre y el seguimiento a un equipo es una opción política! Estamos hablando de 1917. El nacionalismo español ha impedido hasta ahora que este tipo de partidos se puedan hacer de forma oficial. ¿Quién es aquí el que politiza?

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