Iritzia
14Iraila
2006
14 |
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La movilidad en las ciudades

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Iraila 14 | 2006 |
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Josu Ortuondo

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European Voice


En Europa conmemoramos la Semana de la Movilidad, palabra esta última que sugiere diversas acepciones a mi mente. En primer lugar, me habla de las personas con movilidad reducida o limitada para las que tenemos que conseguir eliminar el sin fin de barreras arquitectónicas a las que se enfrentan en sus vidas cada día, así como dotar a los servicios de transporte de todos los elementos necesarios para que puedan acogerlas lo más adecuada y cómodamente.
En segundo lugar, el fenómeno de la globalización que no solo se vive de una manera pasiva o mejor quietamente por las personas a través de la televisión, las telecomunicaciones e Internet, sino que, al mismo tiempo, comporta un sin fin de movimientos por tierra, mar y aire a lo largo y ancho del planeta por razones de comercio, negocio, ocio-turismo, ayuda al desarrollo o inmigración e incluso política, relaciones exteriores, pacificación y defensa.

En tercer lugar me recuerda uno de los objetivos más estratégicos para cualquier ciudad que, como espacio de vida y de oportunidad, quiera ofrecer prosperidad a sus habitantes. Y me acuerdo de mi ciudad, de Bilbao en el País Vasco, de la que tuve la gran honra de ser Alcalde-Presidente en la pasada década de los años noventa. En los ochenta sufrimos una gran crisis industrial que trajo cierre de empresas, pérdida de miles de puestos de trabajo, empobrecimiento, abatimiento y desolación. Pero como “ave fénix” que quiere renacer de sus cenizas nos pusimos a analizar las causas de nuestras desdichas y a reinventar nuestras oportunidades de futuro. A primeros de los noventa nos fijamos cinco grandes objetivos o áreas estratégicas de actuación: potenciación y motivación de nuestros Recursos Humanos a través de la educación y la formación, Reconversión y actualización de aquella parte de nuestra Industria que pudiera seguir dando trabajo, Redefinición-reutilización de los espacios Urbanos y Medio Ambiente, Impulso Cultural y proyección al Exterior (Turismo) y Comunicaciones-Accesibilidad-Movilidad. A finales de los noventa Bilbao era otra ciudad; se había sacudido su imagen gris por otra más luminosa, atractiva donde los ciudadanos viven mejor.

Por centrarnos en la movilidad, señalaré dos planos: el de la accesibilidad desde y hacia el exterior de la ciudad y la movilidad interna. Para el primero, consideramos las características geográficas de Bilbao, situada a orillas de la Ría del mismo nombre, rodeada de montañas, con muy pocas hectáreas de terreno practicable y una gran densidad de población. Como ya desde el siglo XVI, en tiempos del emperador Carlos V y su hijo Felipe II fueramos el puerto por donde llegaba y salía el comercio entre Castilla y Flandes-Alemania; en 1541 creamos el Consulado y Universidad Marítima de Bilbao, así como las Ordenanzas que fueron la base del ordenamiento europeo y mundial del comercio marítimo, nuestra primer apuesta fue, más que ampliar, crear un nuevo puerto ganando terrenos al mar aprovechando calados de más de 30 metros que permiten el atraque de grandes petroleros pensando, sobre todo, en la refinería que teníamos y en dos nuevas plantas de regasificación de gas natural y de producción de electricidad por ciclo combinado que hemos construido. Hoy volvemos a estar en cabeza respecto al Estado español en número de toneladas año que se despachan en nuestro puerto.

Nuestra orografía es difícil pero con los nuevos sistemas de aterrizaje ILS, la construcción de una nueva pista transversal y una nueva Terminal aeroportuaria damos acogida cada año a más de cuatro millones de viajeros y un gran servicio a las necesidades de comunicación de nuestras empresas y ciudadanos.

Por tierra, fuimos los primeros en contar con una autopista de peaje para paliar la falta de recursos públicos; desarrollamos un cinturón de autovías perimetrales que denominamos nuevos accesos y dimos más puertas de entrada y salida a la ciudad.
Interiormente, construimos docenas de nuevos aparcamientos subterráneos, peatonalizamos calles, ampliamos aceras y plazas; creamos “bide gorris” solamente para bicicletas y recuperamos el tranvía como vehículo de movilidad interna que años atrás habíamos hecho desaparecer al sustituirlo por autobuses urbanos. Pero la obra cumbre, dadas nuestras limitaciones físicas fue la construcción de las dos primeras líneas del Metro a la que está previsto que siga pronto una tercera más. Entre el Metro y los ferrocarriles de cercanías se desplazan al año más de cincuenta millones de viajeros.

Todos los medios públicos tienen varios puntos de intermodalidad entre ellos. Se ha puesto en marcha Creditrans, un billete que sirve para viajar en todos o cualquiera de los mismos y a precio reducido para los usuarios frecuentes. El objetivo de movilidad está cumplido, y, sobre todo, el de reducir la contaminación medioambiental, también; no obstante, la tarea no ha acabado, todavía se puede y hay que hacer más.

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