«Se me ocurren tres cuestiones previas a las que los partidos políticos debemos dar una salida: ¿qué va a pasar con Batasuna? ¿cuántas mesas? y ¿qué reglas de juego?»
El no largo y cálido verano en Euskadi 2006 va transcurriendo sin especiales sobresaltos entre fiestas patronales con sus programas oficiales y alternativos. El verano político es tiempo de comentarios, de debates a posteriori sobre los intensos seis meses transcurridos, de balances «de andar por casa». Y, agotada la evaluación, se repiten las preguntas sobre el futuro: ¿Qué va a ocurrir en otoño? ¿Está el proceso de paz suficientemente consolidado? Y, en caso afirmativo, ¿dónde residen las dificultades reales para los encuentros «multi» entre partidos? Tratando de contestar a esta última cuestión sin jugar a las adivinanzas, se me ocurren tres cuestiones previas a las que los partidos políticos debemos dar una salida y comenzar así a allanar el camino hacia la normalización política.
¿Qué va a pasar con Batasuna? No voy a abundar en nuestra posición sobre la Ley de Partidos y sus consecuencias. Creo imprescindible salir cuanto antes de esta situación imposible, marcada por dos posiciones extremas que, curiosamente, no se sienten responsables de la situación, aun cuando hayan contribuido a crearla. Entre el relato de quien «no va a derogar la Ley de Partidos» y el de quien «no tiene el problema porque fue otro quien se lo creó» ha de haber, necesariamente, un espacio real para una solución de compromiso. Es posible que un doble cambio de actitud, algo así como «vamos a poner en marcha una iniciativa que permita modular la ley» por un lado, y «el problema de estar ilegalizado es, ante todo, mío» por otro, mueva posiciones y nos coloque más cerca de la solución.
Es desde la mirada propia, desde la asunción del problema -y no desde el victimismo o la mirada al otro lado- desde donde se puede trabajar con eficacia por superarlo. Estoy segura de que el resto de fuerzas políticas estaremos dispuestas a ayudar para resolver este problema sociopolítico que nos afecta y nos concierne a todos. Ésa es, desde luego, la actitud del PNV, una actitud de lealtad en beneficio del éxito del proceso, dispuesta a colaborar en la resolución del problema, renunciando a utilizarlo como arma arrojadiza.
¿Cuántas mesas? La voluntad de los vascos, hoy por hoy, se expresa a través de tres ámbitos de decisión. Y los que abogamos porque la ciudadanía vasca sea expresamente consultada y su voluntad respetada, hemos de reconocer asimismo que la representación política actual de Euskal Herria responde también a la voluntad popular y, por tanto, debe ser respetada. Partiendo, pues, de lo que somos, el espacio unificado de decisión no tiene más legitimidad que los actuales tres espacios, aunque el Partido Nacionalista Vasco trabaja, desde su propia cultura política, por avanzar en el camino de esa unificación. La mesa única debe ser, en su caso, consecuencia y no condición previa para la constitución del foro de partidos.
¿Y qué reglas de juego? Es otra cuestión a cuya clarificación hemos de acercarnos en esta fase preparatoria. Y conviene distinguir diversos planos. Por un lado, consideramos reglas de juego aquellos principios generales de la cultura democrática (respeto, tolerancia, aceptación del diálogo y la diferencia, no imposición...) y sus procedimientos (división de poderes, limitaciones del poder, garantías jurídicas, principios para la adopción de decisiones, decisión de las mayorías y respeto de las minorías, igualdad de derechos...). En segundo lugar, las reglas de juego en democracia contienen, en sí mismas, el derecho a discrepar o incorporar modificaciones; en realidad, forman parte esencial de la legitimidad de un sistema político los procedimientos que hagan posible su democrática modificación. Por último, y más en concreto en Euskadi, si los agentes políticos hemos asumido o aceptado constituir la mesa de partidos es porque consideramos necesario, cada uno desde su valoración y cultura políticas, un mayor de nivel de legitimación en la materialización de las reglas de juego, a través de un acuerdo amplio e integrador.
Algo similar cabría decir entendiendo por reglas de juego el derecho de autodeterminación. En un primer nivel estaría el principio de autogobierno de las personas, grupos y pueblos que, en principio, nadie debería contestar. Y en el segundo, la concreción de ese derecho en un grupo delimitado, en un espacio y con los instrumentos que se consideran necesarios para la realización de tal derecho. Y es ahí donde comienzan, como es lógico, los desacuerdos, salvo que se tenga una visión determinista del territorio o se quiera impedir el ejercicio del pluralismo político. Pero entiendo que esto último no constituye condición previa sino que debe ser debatido en el seno del foro multipartito y, sobre todo, materializado en el acuerdo político para la convivencia. EAJ-PNV apuesta por respetar las reglas de juego que se refieren a los niveles generales, abrir un proceso de diálogo para encontrar una formulación compartida y conseguir así un compromiso en torno a la capacidad de la sociedad vasca para decidir libre y democráticamente su futuro.
Termino con unas palabras de Roberto Arlt, en el interesante Aguafuertes Vascas, esperando que lo que el gran escritor bonaerense de ascendencia vasca dijo de nosotros constituya un buen augurio: «La fiesta toca a su fin. Los perdidosos, sumados a los gananciosos, beben y cantan. Es el epílogo de toda reunión vasca: sus cantos corales».