El jueves me llamó Jokin Inza: “Iñaki, el libro ya está en manos de las librerías”. Buena noticia porque editamos cosas que mal distribuidas nunca salen de casa. No es el caso del libro “ Hombres Libres en Patria Ocupada“ del bergarés Jokin Inza que narra la historia de la resistencia vasca por dentro en los duros años del franquismo.
El libro lo presentamos en su Bergara natal, que él denomina “la capital del mundo” en la sala de plenos del ayuntamiento el alcalde Victoriano Gallastegi, con Juan María Atutxa, y el padre del entrenador de fútbol Azkargorta quien me dijo que Inza, en tiempos de clandestinidad, le echó una bronca de campeonato pidiéndole la entrega absoluta a la causa y no se retrasara en la distribución de la propaganda.
Con un estilo directo, sin circunloquios, narra en carne viva lo duro de aquella vida de oscuridad y persecución, de cárcel y de aventura, de novias y de reparto de propaganda, de suelta de perros y de interminables sesiones de cine continuo hasta su marcha a Barcelona, pasando por Zaragoza y su salida en bicicleta al exilio. En París narra sus conversaciones con el Lehendakari Aguirre y Leizaola, su llegada a Venezuela y su trabajo de recaudador de dinero para la resistencia y para los presos cosa que originaba recelos ante la vieja guardia del partido y del gobierno vasco en el exilio.
En su época venezolana aparece toda la labor de prensa de resistencia, Gudari, “Los Hijos de Gernika”, el nacimiento del nombre de EGI como Euzko Gaztedi del Interior para diferenciarlo del Centro Vasco y la segunda Radio Euzkadi en la selva venezolana con todo aquel equipo funcionando de manera tan extraña durante trece años y su regreso a Euzkadi con sus intentos de organizar grupos armados para estar a la expectativa por si la situación en Euzkadi, tras la muerte de Franco, se complicaba.
Finalmente aparecen sus relaciones con la CIA, dentro de la colaboración que el Gobierno Vasco presidido por el lehendakari Leizaola, tenía con objeto de seguir con la colaboración surgida tras la guerra civil. Esta parte constituye por primera vez un aporte significativo a la historia reciente porque de lo que se informa se hace con material no conocido. No es material de relleno o sobre lo ya sabido. Es la resistencia vasca por dentro.
Jokin ese día en Bergara estaba eufórico. Cuando le tocó intervenir solo dijo tres palabras: “¡Gora Euzkadi Azkatuta!”. Buen resumen para toda una vida de sacrificio.
Un libro para este verano que se lee de un tirón. Pero hablamos del “Gordo” de Bergara y de La Candelaria.
JOKIN INTZA
EL GORDO DE BERGARA Y DE LA CANDELARIA
Las condecoraciones no están, propiamente, rodeadas de prestigio. En muchas oportunidades las utilizan los gobiernos para halagar la hinchada vanidad de los mediocres. En otras ocasiones, como sucedió durante la dictadura franquista, son precio adicional pagado por los dictadores a quienes hacen sus apologías.
Desgraciadamente en Euzkadi no existe una condecoración dedicada a quienes en tiempos de aquella satrapía, lucharon sin más objetivo, que adviniese la democracia y, su pueblo, fuera dueño de sus destinos. Si existiera, habría mucha gente anónima que merecería tal presea, pero uno de ellos, sin lugar a dudas, sería nuestro hombre de la Resistencia.
No es compresible la historia de aquella EGI de Venezuela, del mantenimiento de Radio Euzkadi, y de los envíos de dinero al llamado Interior, sin éste gipuzkoano que dice que Bergara es la capital del mundo pero él, donde realmente reinó, fue en un barrio lleno de tascas y botiquines de Caracas, llamado La Candelaria. Con su cabeza rapada, sus casi dos metros y ciento y pico kilos, su humanidad se imponía sobre todo, cuando con contundencia decía: "esto a precio Intza", que significaba que tenía que ser, por narices, gratis. Lo decía él, y todos le hacían caso.
Logró con su castellano machacado y su trabajo incesante reunir un equipo de profesionales de todo tipo que en función de la necesaria clandestinidad, de sus contactos, de su autoridad moral, todo un milagro de dedicación y hechos concretos durante casi veinticinco años, de aquel grupo tan singular. Intza supo hacer un equipo y que éste le hiciera caso.
En Venezuela todos le conocía por el Gordo. Dicho de forma cariñosa porque a pesar de su brusquedad, aquella tonelada de nacionalismo, tenía y tiene un corazón de oro y unas malas pulgas acreditadas. Pero "El Gordo", era el jefe.
Le recuerdo a la cabecera de una mesa muy grande rústicamente contrachapada en un pequeño local lleno de libros, folletos y objetos de propaganda. Ese local era compartido por quien había sido comandante de un batallón nacionalista de ANV durante la guerra donde arreglaba aparatos de radio. La mezcla de cables y bombillas, con ikurriñas y libros hacían de aquel local un sitio muy parecido a las reuniones de la resistencia que se ven en las películas. Cerrado éste local que se encontraba en una esquina que se llamaba Puente Escondido pasamos a su casa, que hacía esquina y donde su abnegada esposa Feli, tras las concurridas reuniones se las tendría que ver y desear para sacar de aquel pequeño comedor todo el humo de aquellos vascos que leían cartas de Euzkadi, organizaban cosas y sobre todo daban asistencia a aquel increíble tinglado como era una radio clandestina en el exilio. Tras aquellas reuniones de los lunes se procedía al chiquiteo en ronda por los bares del entorno, El Basque, La Cita, el Dena Ona, el Gernika. En pleno trópico. De esas rondas salía posteriormente el dinero de las quinielas, la venta de tarjetas y el tomar el pulso a un lugar donde convivían vascos, gallegos, venezolanos y gentes muy dispares. Algún día debería escribirse la historia de ese barrio alrededor de la Iglesia de la Candelaria, pegado a la Avenida Urdaneta, en el centro de Caracas.
Recuerdo asimismo, como en una oportunidad, cuando yo era responsable de las juventudes del Centro Vasco de Caracas, organicé una conferencia titulada "Nacionalismo Revolucionario". Estaba dictada por Valentín Solagaistua. En el coloquio alguien dijo que los vascos de Venezuela eran híbridos. Intza se sintió aludido y puesto en pie casi le echa al conferenciante la nevera que teníamos en el bar de Euzko Gaztedi.
Conocedor de su valía fui, junto a Bingen Amezaga, quien más le animé para que dejara la Candelaria y se viniera a Donibane Lohitzun. Tras un viaje a Euzkadi vi que en Iparralde hacía falta un hombre como él: organizador, ejecutivo, directo y que no se anduviera por las ramas. Rezola y él hubieran sido la pareja perfecta.
Por su propio convencimiento, porque ya había cumplido su misión, por otras consideraciones de gentes varias, le pidió a Rezola el relevo en el año 62 y en el 63, porque estaba cansado de oír las cosas que se decían de él. Este le contestó: "no veo fácil encontrarle a usted un sustituto. Entre los que yo conozco no existe ninguno. Para éstas cosas hay que tener condiciones especiales de carácter y de patriotismo, que concurren en usted, pero que no se puede fabricar".
"Le creo cuando dice que su labor le ha producido disgustos y hasta enemistades. Por esto precisamente es para lo que hace falta el patriotismo. Usted además tiene un convencimiento de lo que es la resistencia, que tiene un aspecto oscuro y nada brillante, salvo en algunos casos espectaculares que en la situación en la que estamos nosotros, no se van a prodigar, por lo menos, todavía".
"Los héroes anónimos son difícil de encontrar y hace falta para ello una verdadera vocación. En resumen no veo que pueda tener un sucesor y por mi parte le ruego lo comprenda y haga un esfuerzo".
Al final superó las resistencias de Rezola y el caso es que volvió a Euzkadi pero, al poco, Rezola falleció. Y en Donibane, en la rue Vauban, se quedó Jokin sin el apoyo moral de aquel peso pesado, Vicepresidente del Gobierno Vasco, y sin su equipo de Venezuela que le seguía en todo lo que se le ocurría, que era mucho.
Le pedí me contara aquello. Y lo ha hecho, con éste libro fundamental, con todo lo que éste hombre ha hecho por Euzkadi y que desgraciadamente se desconoce. "Mira chaval, te mando esto aunque en lo escrito se habla demasiado de mi y poco de Rezola, pero lo hago también por homenajear a aquel Equipo de locos que todos los días de forma maravillosa dieron el do de pecho en momentos de oscuridad y persecución para lo vasco".
UNA VIDA DE AVENTURAS
Este es, pues, el relato de Jokin Intza, El Gordo:
"Nací en una Casa Torre de Bergara, un 24 de febrero de 1924. Es la Casa Torre Zuloaga que no era nuestra en propiedad, pero allí habían nacido mi padre, la abuela y la bisabuela también... desde siempre era nuestra casa.
Allí hemos vivido cinco generaciones.
En la guerra, en abril de 1937, nuestra madre murió como consecuencia de un obús que lanzaron desde el frente de Elgeta donde estaba trabajando, muriendo ella y otras mujeres. Quedó la familia muy sola. Yo era el mayor de los hermanos y al padre le costó recuperarse de la pena. Mi padre era de Solidaridad de Trabajadores Vascos, como otros muchos obreros vascos. Yo a aquella edad no tenía tan clara la conciencia de lo vasco. Con trece años es imposible, aunque solo hablaba euskera.
La actividad en Solidaridad de Trabajadores Vascos era mucha porque había que hacer de todo. Voy a decirlo en orden de fechas. En el año 42 un grupo de amigos organizamos Euzko Gaztedi. En el año 43 fui presidente de Euzko Gaztedi, lo cual era muy inquietante. En el año 45, fui presidente de Solidaridad. Para entonces habíamos formado unos cuadros parecidos a los del ejército, porque nunca se sospechó que lo de Franco iba a ser tan largo, y pensábamos que en cualquier momento podía haber una acción de guerra otra vez. Yo era capitán. En el año 46 el diputado laborista Noel Baker, Jr., hace una visita a la resistencia vasca. Cuando el diputado inglés se acercaba nos avisó nuestro burukide Hilario Unzurrunzaga (Hilario Zabale) que su llegada era inminente y salimos del lugar donde estábamos escondidos y nos pusimos firmes a la orilla de la carretera. El coche paró y de forma rápida el inglés bajó y nos saludó. Con él iba Juan de Ajuriaguerra con otros dos o tres más. Esto fue el 10 de agosto de 1946.
Me exilié porque los burukides del Partido así lo decidieron. Antes había pedido que me pasasen a Francia o que me mandasen a América, pero me contestaban que todos hacíamos falta en el Interior. Me escapé de casa porque tres policías de Donostia me vinieron a buscar para detenerme porque a Manu Robles Aranguiz le habían encontrado una carta-informe que yo le había entregado, y como ya me habían detenido el 9 de febrero del 47 y condenado a tres años en el Consejo de Guerra del 2 de febrero del 48, así como me detuvieron el 51 por lo de la huelga, que me salvé con pocos días de cárcel, no quería que me llevasen otra vez a Martutene.
Salí de casa el 17 de junio de 1953. Llegué a Euzkadi Continental el 23 de febrero de 1956. Ocho meses estuve en Zaragoza; 14 meses en Barcelona, el resto entre Tudela, Bilbao, Logroño y Donostia, y un par de meses en Iruña.
Estuve tres meses desterrado en Beauvois hasta que se arreglaron los papeles para ir a Venezuela. En Toulouse me dieron el carnet de refugiado. Allí decidieron mandarme a Beauvois que está a setenta kilómetros de París. No me dejaron estar ni en Euzkadi, ni en París. Para ir a París a arreglar los papeles tenía que ir a la policía y cuando volvía de París, tenía que volver a presentarme a la policía en Beauvois. Con el pasaporte de refugiado llegué a Venezuela el 9 de junio de 1956.
Cuando salí de casa, de Bergara, a Bilbao, me encontré con un amigo. Secun Jauregui, que era el Presidente de ELA a Bizkaia. El me dijo: "¡Pobre Jokin!. Vale más un mes de cárcel que lo que vas a pasar". Yo le contesté: "¡Estás loco! ¿no ves que soy libre?. Pero luego me acordé de sus palabras en todo el tiempo que anduve escondiéndome de la policía, y la verdad, me entraron muchas veces ganas de entregarme y lo hubiera hecho, si hubiera tenido la certeza de que al entregarme yo, no hubieran caído algunos compañeros.
JEFE DE LA RESISTENCIA EN VENEZUELA
La misión que me encomendaron en Venezuela las autoridades del Partido, fue recaudar fondos para Euzko Gaztedi del Interior. Organizamos un buen equipo y recaudamos muchos miles de bolívares. Enviamos aquí, a Euzkadi, miles de pesetas para presos y operaciones de resistencia, aunque también allí, en Venezuela, se gastaban miles de bolívares en propaganda.
Editábamos periódicos como "GUDARI" que era distribuido no sólo en Caracas, sino en toda Euzkadi "Askatasuna", y también folletos dirigidos a los jóvenes de la resistencia. Editábamos también libros como "El Arbol de Gernika", "Mugarra Begirari”, “Iltzaileak", y reeditamos "Siete meses y siete días en la España de Franco", y otros que no recuerdo ahora. También se imprimieron sellos con la efigie de Sabino Arana Goiri que se vendieron en gran cantidad y monedas de Sabino Arana Goiri en plata y oro que también se vendieron muchísimo y no sólo entre los vascos, sino a los venezolanos.
La idea de hacer una película nos la dio una que se exhibió allí, "Morir en Madrid". Era una película sobrecogedora y pensamos que nosotros podíamos hacer una también porque podíamos disponer de todo el material gráfico y documental del archivo del Gobierno de Euzkadi. Al principio lo quisimos hacer entre nosotros, pero al final recurrimos a una casa de Caracas especializada. Yo creo que la película es el mejor testimonio de nuestra guerra, de nuestro pueblo y de nuestro gran sufrimiento.
También hicimos Radio Euzkadi. Nos costó mucho encontrar un terreno adecuado y obtener una forma de permiso que no fuese oficial porque Venezuela no podía otorgarnos algo semejante. Sin embargo, tuvimos mucha ayuda de parte de gente venezolana que se ofreció incondicionalmente. Radio Euzkadi estaba a unos sesenta km. de Caracas, en plena selva tropical, y fue levantada con el esfuerzo y el trabajo de los chicos del grupo de EGI y el asesor técnico de semejante obra fue J.J. Azurza. Creo que si conseguir dinero para eso fue tarea ardua, más todavía fue que tantas personas consiguieran mantener en absoluto secreto el paradero de Radio Euzkadi por muchos años. Y también que todas estas obras costaban mucho dinero y los de Grupo EGI Caracas no sólo no cobraban nada por sus trabajos, sino que tenían que poner dinero de su bolsillo muchas veces. El que nos animó siempre mucho fue Joseba Rezola.
El primer apartamento que tuvimos para grabar fue el de Isaías Acha que estaba en un edificio que se llamaba "El Paraíso" en la Urbanización San Bernardino. Fue ésta la razón por la que siempre llamábamos al estudio de grabación "El Paraíso", a pesar de que íbamos cambiando de apartamentos. Y he de destacar que Isaías Acha nunca cobró un bolivar por esto. Se hizo a precio Intza. Cada uno de los chicos del grupo tenía su cometido. Unos grababan, otros llevaban el Talo (cinta grabada), otros se ocupaban de las quinielas, de la locución, etc. Los últimos años se le visitaba los sábados a Ixaka Atutxa, que falleció en Galdakao, quien era el encargado de cuidar Macuto, es decir, el lugar en la selva donde se emitía, donde estaban los transmisores. La cinta grabada tenía de nombre de Talo. De esta forma, podíamos hablar de Radio Euzkadi entre nosotros, sin que nadie se enterase de lo que hablábamos.
Funcionábamos gracias a la total desinformación que aquí existía, gracias a las noticias de agencias, a la diferencia horaria, a las colaboraciones que nos venían de Euzkadi. Te puedes imaginar el trabajo que supone todo esto. Y lo hicimos 13 años seguidos sin interrupción. Y además conseguir dinero para todo esto era muy difícil porque además no podíamos decir en qué lo utilizábamos y además mandábamos dinero para el Interior...A veces, me preguntaba de dónde sacarlo. Pero era como un milagro, porque siempre había dinero. Siempre. El gran Joseba Rezola solía decirnos que éramos la cuarta rueda de la Resistencia.
UN GRAN EQUIPO
En relación con las autoridades del PNV, no hice nunca nada sin su aquiescencia. Sabían todo y lo animaban. Y en la Resistencia y por Euzkadi se hace de todo. Desde muy joven. Recuerdo que aún estando en la Resistencia y por indicación expresa de Lino de Lazkano tuve que estar con otros en el Frente de Juventudes, mientras por otra parte organizábamos nuestras cosas. Y así todo, pero por Euzkadi.
Si por algo estoy satisfecho es por la gente con la que trabajé. Desde que en moto, y cuando llegué anduvimos sableando para montar aquellos tinglados hasta hoy. Imagínate yo en moto. Todos dieron lo mejor que tenían, día a día, porque lo pedía EUZKADI. Durante 13 años funcionó ininterrumpidamente RADIO EUZKADI. Incluso cuando el terremoto de Caracas. Eso obligaba a trabajar también como socios en el Centro Vasco de Caracas y además todas las semanas teníamos una o varias reuniones. Date cuenta lo que significa reunirse en una ciudad trepidante y de enormes distancias como la capital de Venezuela. Pues todos lo hacíamos porque entre otras cosas había que preparar las quinielas, sustancial fuente de ingresos para la Resistencia y planificar todo. Aquello fue muy hermoso. La Delegación de París, como lo dijo el Lendakari Agirre, se adquirió con dinero de Venezuela recolectado en 24 horas, el sostenimiento del Gobierno Vasco, el mismo Beyris y tantas acciones. Falta por escribirse esta historia y si efectivamente el mérito reside en los que sufrieron en el Interior, y de eso no hay duda, es prueba de vitalidad lo que hicieron unos vascos a 7.000 km. de distancia, montando una Radio clandestina y funcionando durante 13 años sin interrupción. Eso no es mérito nuestro. Eso es mérito del pueblo vasco. Y esta historia algún día tiene que escribirse. Sobre todo la del equipo EGI que organizamos y cuya sede estaba en La Candelaria, ese barrio de Caracas que tiene algo parecido con la parte vieja de nuestras ciudades. Fue un grupo unido, que sabía trabajar en equipo. Eso no es fácil siempre, pero por eso mismo nos resultaba todo bien.
Conocí a Rezola hacia el año sesenta. Mis contactos iniciales fueron por carta ya que a mi se me encomendó que recaudara dinero para la Resistencia de Euzko Gaztedi (EG) dirigida por el PNV. Como en el Centro Vasco de Caracas existía la organización juvenil Euzko Gaztedi, se me ocurrió ponerle la I de Interior, no la 1 de Intza. Recuerdo que los primeros recibos que comencé a hacer para cobrar ponía "Pro Juventud Resistente de Euzkadi".
A mi Rezola me parecía por sus cartas un joven de 25 años por el espíritu que transmitían sus letras. Llegamos a tener una gran confianza mutua.
Luego hice algunos viajes a Iparralde y le traté personalmente, pero siempre en períodos muy cortos. El más largo fue desde mediados de Septiembre de 1971 hasta la fecha de su muerte, el 26 de diciembre de ese mismo año. Ha sido uno de los hombres más grandes que he conocido.
Cuando le vi por primera vez me sorprendió encontrarme con un hombre tan mayor y con un aspecto físico tan disminuido. No se correspondía la imagen que yo tenía del hombre que me escribía aquellas cartas con la realidad. Para mí no tenía más de 35 años por esa vitalidad, esa juventud, esa forma de pensar que manifestaba en sus escritos. Era asombroso la vitalidad que tenía.
Yo vine a San Juan de Luz a organizar comandos, preparar cursillos, etc. Pero no organizar comandos para asaltar bancos, sino para estar preparados para el día en que se fuera Franco: no sabíamos lo que podía pasar y por eso se organizó todo aquello. De aquí vino mi relación con Joseba Rezola.
Ajuriagerra me envió al Interior a establecer los contactos que había tenido anteriormente, antes de marcharme a Venezuela. Y así lo hice. Llamé a los amigos y empezamos a organizar los cuadros. Yo era el que hablaba con esa gente y el que le daba parte a Joseba Rezola para ponerse en contacto con muy distintas personas.
Venezuela es a mi entender el país en que los vascos han dado más dinero para la Causa Vasca. Apostaría que todos los vascos juntos, fuera de Euzkadi, no han aportado económicamente lo que ha aportado la colectividad vasca de Venezuela. No creo que todos los vascos del mundo juntos, fuera de Euzkadi, hayan aportado la mitad de lo que han aportado los vascos de Venezuela en los años del franquismo.
Feli, mi esposa, se había ido de Caracas a San Juan de Luz, para conseguir un apartamento amueblado para cuando yo llegase, y tuviésemos resuelto el problema de la vivienda. En el viaje de ida, por Londres, estuvo algunos días en casa de Alberto y Jone Elosegi y, en Donibane consiguió un pequeño apartamento al lado de la casa de Joseba Rezola.
Fui al Consulado de España, para enterarme si había tenido noticias el Cónsul, de su amigo de París y me encontré que no estaba el Cónsul, ya que se había marchado de vacaciones. Me recibió al Vice-cónsul, un joven muy simpático y atento. Estuvimos charlando mucho rato, me dijo que también había quedado en que le haría a él unas gestiones, pero que no había recibido ninguna carta todavía.
Hablé con Andoni Barriola, para hacerle un poder amplio para Rafael Mendizabal. A éste le dejé de apoderado mío en Caracas.
Para que llevasen la jefatura del Grupo de EGI nombré al trío Mendi, Jon Gómez e Iñaki Aretxabaleta.
Me dieron una despedida emocionante en el Centro Vasco de Caracas, donde acudió mucha gente, y eso que en los días anteriores había tenido cuatro o cinco despedidas de amigos.
Pasé por el Consulado y hablé de nuevo con el Vice-cónsul, dando la dirección de Joseba Rezola, por si tenían que escribirme alguna noticia.
El 11 de septiembre de 1971, salí del aeropuerto de Maiquetía para Londres. Estuve en casa de los Elosegi tres días. Allí le conocí a Ramón Sota; por la noche nos tomamos una botella de whisky mano a mano, pues Alberto se fue a la cama después de tomar un par de tragos. Ramón y yo estuvimos hasta las cuatro o cinco de la mañana, haciendo planes para el futuro de la Resistencia.
El día 15 llegué a Donibane y allí empecé otro período de mi vida, y no de los más agradables, desde luego.
Llego a San Juan de Luz el 15 de septiembre de 1971. Desde el día siguiente comienzo a trabajar con Joseba Rezola. Este me habla de sus planes, de sus ideas y de lo que esperaba de mí.
Un día llega Juan Ajuriagerra desde Bilbao a casa de Rezola. Se queda a comer y Joseba me dice que también me siente con ellos. Después de hablar del Grupo de Caracas, EGI, y de los planes que tenía Rezola, Juanito me preguntó cuánto necesitaba al mes para vivir mi esposa y yo. Le contesté que no me hacía falta, que había traído algún dinero y creía que podría durar un par de años con él, y como habíamos montado un taller mecánico el hijo de un amigo de él y yo, esperaba que con lo que rindiese sería suficiente. De todos modos, le agradecí el interés y le dije que si algo me faltaba, se lo pediría.
Para entonces me habían presentado a Luis María Retolaza, alias Roque, y un día me hablaron él y Ajuriagerra, para que fuese pensando en ser el hombre enlace de Rezola con el Interior. Al decirles que yo no podía conducir coches, se me contestó que emplease taxis.
Me di cuenta de que en lo militar, el hombre del Interior era Roque en contacto directo con Ajuriagerra y Rezola. A los pocos días de llegar a San Juan de Luz, estuve con los Burukides Unzeta, Iñaki, Solaun, Jesús, Isasi, Mikel, Arrizabalaga, Pedro, Sánchez-Iñigo, Luis Mari ... y, también estuve con Juan Amilibia, Baxarri. A través de éste le conocí a Félix Larrañaga de Eibar y Joseba Elosu de Zumaia, dueño éste del Bar Faisán de Behobia.
Recibí un telegrama de Caracas de "Elorrio", Félix Berriozabal, en el que me decía que podía ir legalmente a Bergara, y que escribía. Cuando recibí este telegrama, me di cuenta de que el Cónsul de España en Caracas, le había informado a Félix de que estaba todo arreglado y podía ir yo tranquilo a la España de Franco.
Hablé con Félix Larrañaga y Joseba Elosua, quienes tenían amistad o conocimiento con la policía de la frontera, y les pedí que por favor se enterasen si había algo en mi contra en los ficheros de la Aduana; a los pocos días me informó Félix, que le había dicho un inspector de policía, creo que se llamaba Ferreiro, que podría irme para Bergara cuando quisiera, pero antes tendría que estar retenido dos o tres días, para hacer unas averiguaciones de rutina. Le mandé decir con Larrañaga que las averiguaciones me las hiciesen estando yo en San Juan de Luz, que no estaba dispuesto a permanecer detenido tres días, ni dos, ni uno siquiera.
Recibí carta de mi colaborador Elorrio (Félix Berriozabal) en la que me decía que le había llamado el Cónsul de España y le había dicho que me fuese tranquilo. Le informé de lo que me habían dicho la policía de fronteras y que hablase de esto con el Cónsul. Cuando recibí el telegrama de Elorrio, le llamé a Mendi y le expliqué lo que había y me dijo que él me avisaría cuando estuviese listo el asunto.
A los pocos días, Félix Larrañaga me trae una nota a casa, diciendo que de parte de la Dirección General de Seguridad, podía ir a España, según constaba en el Gobierno Civil de San Sebastián.
EL LIBRO EN LAS LIBRERÍAS
Corto aquí porque lo mejor es que usted se compre el libro editado por la Fundación Sabino Arana y que esta en las librerías. De verdad que vale la pena, sobre todo si a usted le interesa conocer que paso de verdad en la resistencia vasca por dentro, porque a pesar de que algunos crean que la resistencia nació con la aparición de ETA, mucho antes ya Inza se había dejado parte de su inmensa humanidad en cárceles y en clandestinidades varias.
Jokin vive hoy en Donosti. Está feliz con su libro. Ojalá usted también con su lectura.