El Primer Aberri Eguna data de 1932. La iniciativa fue del Partido Nacionalista Vasco que retomaba así una fiesta celebrada en 1923, el Día de la Integridad (Foral) Vasca. La convocatoria constituyó un auténtico hito histórico: el PNV logró reunir en Bilbao a miles de personas que compartieron el gozo de reconocerse como comunidad viva y el objetivo de reivindicar los derechos nacionales de Euskadi. Porque «nacional es nuestro proyecto y, por ello, abierto a todos los vascos» como dijera D. Manuel de Irujo.
Cuatro años más tarde, en 1936, comenzó la gran tragedia que sembró Euskadi de muerte, sufrimiento y dolor, extendiendo su negra sombra de miedo y hasta de aplastamiento de la propia civilidad durante 40 años. Pero los Aberri Eguna se fueron sucediendo, año tras año, en todos los rincones de Euskadi, entre la reivindicación y la reafirmación del sentimiento nacional, mostrando al mundo que la represión nunca podría ganar al libre pensamiento y al sentido de justicia y libertad.
Así ha sido. Han transcurrido 70 años de aquel oprobio militar. Y la lucha por la democracia, junto con la posterior puesta en marcha y desarrollo de nuestras instituciones propias, nos han traído una sociedad políticamente madura y consciente de sus derechos individuales y colectivos: El propio concepto Euskadi ha pasado de ser una formulación ideológica del nacionalismo vasco, a convertirse en una realidad social y jurídico-política incuestionable.
Es evidente que hoy somos más Nación. El Pueblo Vasco, como «expresión de su nacionalidad», de su ser nacional vasco, dispone de instituciones propias, fruto del camino que la amplia mayoría de este pueblo eligió hace más de 25 años, frente a quienes decidieron usurpar violentamente su voluntad. Los hombres y mujeres del Partido Nacionalista Vasco seguimos trabajando para que la Nación Política sea una realidad plena, basada en el respeto a la voluntad democrática de la ciudadanía de cada uno de los tres ámbitos jurídico-políticos de nuestro pueblo.
Euskadi 2006 es atractiva. Somos una referencia europea de identidad propia, de innovación y crecimiento, de compromiso con la solidaridad y la cooperación. Y es el nacionalismo democrático, junto con los sectores políticos y sociales, quien ha liderado esta transformación. Cuando algunas opciones políticas llegan 25 años tarde a la apuesta que el Partido Nacionalista Vasco llevó a cabo entonces, a la vez que han cuestionado, ninguneado, cuando no despreciado, a nuestras instituciones democráticas a lo largo de todos estos años, es conveniente recordar que hoy, más que nunca en nuestra historia, somos un pueblo consciente de nuestros derechos, exigente con sus líderes y que constituye una promesa de futuro para otras realidades nacionales.
Seguir construyendo Euskadi hoy supone, sobre todo, compromiso y trabajo eficaz para ir desarrollando una sociedad innovadora, capaz de adelantarse a los cambios, basada en personas formadas y con un fuerte sentido de pertenencia a una comunidad nacional. Es decir, una nación abierta al mundo, a la diferencia creativa, que apuesta definitivamente por las universidades como polos de talento, cultura y creatividad, más integrada, y que comienza ya a presentarse en el exterior como un modelo urbano cada vez mas competitivo. Es la Nación Vasca del siglo XXI
Identidad, apertura, formación, creatividad, innovación, comunidad, solidaridad, son valores a interiorizar y desarrollar para construir nación. Una nación con la capacidad de decidir y la responsabilidad y el compromiso de pactar, es decir, comprometida con la libertad, la decisión, el pacto y la corresponsabilidad.
EAJ-PNV es, sobre todo, la fuerza del compromiso con Euskadi. Compromiso radical que nos anima a dialogar, acordar y avanzar, sabiendo que, en cada paso, construimos esta nación vasca "que es cohesión, identidad, compartir categorías de valores, sentir colectivo", tal como decíamos en el Aberri Eguna de 1988.
Estos días hemos comenzado a vivir una esperanza. Después de años de muerte, dolor y terror, vislumbramos un amanecer de paz. Estará probablemente salpicado de dificultades, pero trabajaremos a fondo por construirla, desde el compromiso de los que tienen fe y confianza en su propio discurso y proyecto político.
Y en una Euskadi en la que se vayan asentando la paz y la libertad, el respeto a la voluntad democrática de la sociedad vasca y su reflejo en el marco jurídico-político, han de ser los ejes de nuestra convivencia política y social, valores insoslayables para construir nación día a día, a partir de la realidad misma de la sociedad actual y de su libre voluntad política.
En esta 75 edición del Aberri Eguna, les deseo a todas las vascas y a todos los vascos lo que, según las crónicas, se vivió en Bilbao el 27 de marzo de 1932: «Serenidad y entusiasmo. Tranquilidad y optimismo. Paz y fortaleza. Potencialidad y dominio de sí. Fe en el porvenir y actuación en el presente».