Tras los fallidos referendos constitucionales en Francia y Holanda, Tony Blair sostiene que Europa es impopular no tanto por los contenidos de la Constitución sino porque no ha sabido enfrentarse a los retos de la globalización, con las negativas consecuencias de depresión económica y desempleo.
En esta búsqueda de fórmulas para la adaptación a este mundo cambiante nos encontramos con la práctica exitosa de los países nórdicos. Éstos nos exhiben unos resultados envidiables en los diferentes índices mundiales que computan datos tanto económicos como de desarrollo humano y libertades, que sirven de fuente de referencia e inspiración para muchas sociedades europeas.
Los países nórdicos, denostados hace 20 años por su excesiva reglamentación que impedía su desarrollo económico, han desmentido la prevalente doctrina que sostiene que unas altas tasas de impuestos, un potente sector público, buenos salarios y amplios servicios sociales son obstáculos para el crecimiento y la prosperidad. Aunque en cada uno de los países escandinavos el modelo social tiene sus propias características, en todos ellos, se ha conciliado la liberalización económica con la preservación del modelo social. Las claves del éxito son las siguientes:
Un sector público incorrupto y en constante innovación, mediante el uso creciente de las tecnologías de la información y comunicación además de aproximar a los ciudadanos a las instituciones les ofrece unos servicios de calidad que los usuarios están dispuestos a financiarlos. Existe una conciencia y compromiso colectivos mutuos basados en la probada confianza histórica de que los altos impuestos revierten en el bienestar de cada uno de los individuos.
En el terreno laboral el modelo nórdico denominado "flexicurity", desarrollado sobre todo en Dinamarca, combina la facilidad de contratar y despedir trabajadores con una fuerte protección social a los parados, no a los empleos. Existe una intensa movilidad en el mercado del trabajo, basado en un procedimiento formativo inmediato que tiene como objetivo el abandono del sistema de protección social para su reincorporación en el circuito laboral. Este esquema se materializa en un contexto de diálogo institucionalizado y negociación colectiva en el que los sindicatos y empresariado se corresponsabilizan en la preservación de la competitividad y la sostenibilidad social.
Otra razón de su éxito es el amplio nivel de inversión en educación en la arraigada creencia de que una universalizada educación es tanto obligación como derecho. Invierten un 7.5% del PIB, por término medio, mientras que en la media europea se sitúa en 5%. La educación desde las guarderías hasta la Universidad es gratuita pero el sistema tiene mecanismos para que ningún alumno pueda extraviarse en el itinerario educativo y, de este modo, se garantiza la positiva repercusión social del estudiante.
En este apartado los países escandinavos destacan no solamente en sus fuertes inversiones en Investigación y Desarrollo, sino en la educación permanente o reciclaje continuo. No se trata de volver a la escuela, ni de leer más libros sino de mejorar en las destrezas que exige el puesto de trabajo que se ejerce. La interacción universidad empresa es permanente y la formación continua permite la rápida movilidad para cambiar de puesto y evitar el desempleo.
La participación de la mujer en el mercado laboral es un elemento esencial para la sostenibilidad del sistema porque mantiene un elevado nivel de población activa. La capacidad que ofrece el Estado para conciliar trabajo y vida en familia es crucial para un sostenido crecimiento económico y una continua innovación del estado de bienestar.
Su escasa dimensión poblacional y la carencia de un amplio mercado interno cautivo las han convertido en economías abiertas que se enfrentan a la competencia mundial y, por consiguiente, están en constante adaptación a los retos competitivos del exterior. Asimismo, el pequeño número de parlantes, a escala global, en lengua propia ha contribuido de modo determinante al aprendizaje generalizado del inglés, desde la más tierna infancia, lo que les aporta un importante factor competitivo. Su aparente desventaja poblacional las hace más dúctiles a unos cambios que para elefantes como, por ejemplo, Francia y Alemania serían inabordables en el corto-medio plazo.
El sistema tiene sus amenazas. El envejecimiento de la población, como en el resto de Europa, y una creciente inmigración que, perturba la homogeneidad existente y no asume fácilmente las categorías mentales de los escandinavos son dos retos a los que se enfrentan estas sociedades.
El modelo nórdico no es fácilmente trasladable al resto del continente. Por ejemplo, en los índices internacionales de integridad y transparencia Islandia, Finlandia y Dinamarca encabezan la clasificación mientras Italia y Grecia, se sitúan en los puestos 40 y 47, respectivamente. Los sistemas económicos y sociales están moldeados por una historia y cultura que se enraíza en la psique de los pobladores y son difícilmente injertables, miméticamente, en sociedades ajenas. No obstante, son referencia ineludible en estos tiempos en que somos renuentes a las reformas que acarrean drásticos recortes sociales en nombre de la globalización.