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Iraila 19 | 2005 |
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Baztarrika: "Debemos renovar el consenso sobre el euskera que fue posible hace 22 años"

Patxi Baztarrika (Ataun, 1957), viceconsejero de Política Lingüística, aboga por renovar y ampliar el consenso político y social sobre el euskera que fue posible hace 22 años.

-Koldo Mitxelena decía que el euskera es demasiado débil para utilizarlo como arma arrojadiza.

-Esa frase lúcida y acertada de Koldo Mitxelena guarda todo su sentido, como la de Anjel Ler- txundi cuando advierte de que el euskera no es sólo una cuestión de quien trabaja por dignificarlo o la de Ramón Saizarbitoria cuando dice que el euskera no es monopolio de nadie, nadie debe patrimonializarlo, la solución no es que el nacionalismo renuncie al euskera, es decir son los no nacionalistas los que deben asumirlo como propio. Entre los muchos enemigos que tiene el euskera uno de ellos es el uso político e ideológico de la propia lengua. El euskera es de todos y necesita a todos. Las lenguas son instrumentos de convivencia y tienen que servir para unir y para cohesionar esta sociedad. Por eso tiene que ser asumido por todos, tanto por los que lo conocemos como por aquellos vascos que no lo conocen. No es suficiente decir que defendemos y amamos el euskera si no ponemos los medios para que el euskera sea una lengua de comunicación normal.

-Pero la instrumentalización política es un escollo para eso...


-Sí, se da en un doble sentido, por parte de quienes utilizan la lengua como arma arrojadiza desde su defensa pero también por parte de quienes no la consideran propia y la ven como algo ajeno que pertenece sólo a los nacionalistas. El euskera es patrimonio de todos y debe basarse en dinámicas no excluyentes, de consenso. Cuanto más bilingüismo tengamos, mejoraremos en la convivencia de todos, tendremos más integración social, tendremos menos tensiones sociales y una mejor convivencia. Mientras no seamos capaces de resolver el problema lingüístico entre todos, con independencia del color político, no vamos a conseguir resolver un problema social que afecta a todos, no sólo a los vascoparlantes.

-¿Se mantiene el consenso logrado hace 22 años en torno a la Ley de Normalización del Uso del Euskera que contó con el apoyo del nacionalismo institucional y de los socialistas?

-Se ha retrocedido, por eso es necesario hacer un esfuerzo por renovar y ampliar las bases de aquel consenso. Hace falta un gran diálogo del conjunto de la sociedad, sabiendo que el euskera es de todos, entre los que lo conocen y los que no lo conocen. Hay que tender puentes.

-Porque hay una gran muralla de incomunicación...

-Claro que hay una muralla entre los muchos problemas que afectan al desarrollo social del euskera. Hay una gran separación entre el mundo erdaldun y el mundo del euskera. El pasado ha dado mucho poder hegemónico a una lengua como el castellano frente a una lengua como el euskera que ha estado en franco retroceso, bien por medidas legales bien por falta de prestigio social. Desde el mundo castellanoparlante, aunque no es justo generalizar, se ignora lo que se produce o se crea en euskera. No conociendo el euskera no se accede ni a las inquietudes ni a las vivencias de un mundo que es muy plural. Estando Ortega y Gasset un día en el Retiro con un amigo, pasaron delante de ellos dos chicas jóvenes muy guapas. El amigo le dijo a Ortega: «Don José, es que ni nos han mirado». Y Ortega le respondió: «Es que ni nos ven». Pues es lo que pasa.

-Hay sectores que esgrimen que el conocimiento del euskera se ha convertido en un factor de discriminación laboral en el acceso a la función pública.

-Puede haber casos de abusos concretos, pero en general ese argumento de la supuesta discriminación no se sostiene. Soy partidario de que los planes de normalización lingüística se hagan con flexibilidad y con paciencia, teniendo en cuenta las realidades sociolingüísticas de un país que es plural, en el que los bilingües son el tercio de la sociedad vasca. Pero para ampliar las bases de ese consenso es necesario que todos asuman que en esta sociedad quienes tienen verdaderamente dificultades para poder vivir en su lengua son los vascoparlantes. Ciertamente hay que hacer una política lingüística integradora y flexible, pero tiene que ser eficaz y para alcanzar la igualdad social entre las lenguas se van a generar molestias e incomodidades. No es posible construir una sociedad bilingüe sin ciudadanos bilingües. Tenemos que reconocer que la normalización plena del uso social del euskera no es una tarea que se pueda conseguir en 20 años. No lo va a conseguir nuestra generación pero tampoco va a ser posible conseguirlo sin que todos estemos dispuestos a un compromiso.

-Pero las políticas públicas de los últimos 20 años han servido para que el euskera avance...

-Los avances en la Comunidad Autónoma del País Vasco son evidentes gracias a la cooficialidad y a los planes de discriminación positiva establecidos desde los poderes públicos. Los datos son elocuentes. En los últimos 20 años hay 200.000 ciudadanos bilingües más. La transmisión de la lengua en el seno de la familia está prácticamente asegurada cuando los dos padres conocen el euskera o, incluso, cuando uno de los dos lo conoce. Ya existe toda una generación de jóvenes que de forma natural han crecido, se han formado y han estudiado en euskera. Entre los menores de 25 años son más los jóvenes bilingües que los monolingües. Que la mayoría de los jóvenes que hoy acceden a la universidad sea bilingüe supondrá que las futuras élites serán bilingües y aumentarán el prestigio social del euskera. Lo importante de nuestra generación es que avancemos, que no nos pase la situación de punto muerto que se registra en Navarra ni el retroceso que se detecta en Iparralde. Sin prisa pero sin pausa. Y atendiendo a las tendencias demográficas.

-¿Por qué?


-La estructura demográfica es muy baja, la tasa de natalidad es muy baja y si esta sociedad va a rejuvenecer lo hará por la llegada de los inmigrantes. Hay que llevar a cabo políticas de acercamiento y aproximación del mundo de los inmigrantes hacia el euskera para que ese fenómeno no ahonde en la actual situación de diglosia y para que los propios inmigrantes se integren de una forma mucho más natural en la sociedad vasca.

El conocimiento y el uso


-Bernardo Atxaga dice que «estamos dispuestos a hacer todo por el euskera, excepto lo más importante, hablarlo»...

-Efectivamente, y esa misma frase me recuerda cuando Koldo Mi-txelena decía que el euskera necesita menos amor y más trabajo. Es cierto que en el nivel de uso no estamos avanzando en la misma medida que estamos avanzando respecto a los niveles de conocimiento. Tenemos que hacer un esfuerzo por sacudirnos inercias para dar un salto cualitativo. Hay que pasar al uso del euskera y fomentar el uso del euskera en todos los ámbitos, no sólo en los circuitos formales de la administración. Es un riesgo que nos quedemos en ese ámbito. Tenemos que hacer un esfuerzo por llevarlo al ámbito social, de los amigos, de la familia, en el ámbito del ocio, del consumo de productos culturales, del trabajo. Tenemos que esforzarnos para que la relación de muchos jóvenes con el euskera no sólo sea su relación con una lengua académica sino con una lengua normal. Tengamos en cuenta que la mayoría de los jóvenes bilingües menores de 25 años son euskaldunberris formados en la escuela, con un nivel de competencia para poder desarrollar su vida en euskera inferior al que tienen en castellano y que pasan más fácil a utilizar el castellano dejando el euskera para el aula escolar, sobre todo si su entorno social no les favorece ni tienen productos culturales y de ocio atractivos. Otra de las prioridades es promover el uso del euskera en el ámbito socioeconómico, en el comercio, en la hostelería, no sólo en las grandes empresas, que también, sino en las medianas y pequeñas empresas.

-Usted profesionalmente procede del mundo técnico del euskera en un ayuntamiento que fue pionero, como Andoain. ¿Se evalúan de verdad los planes de normalización lingüística?

-Todo es mejorable y hay que tener una actitud de evaluación y revisión permanente, como se está haciendo. En el ámbito de la administración tenemos que hacer un esfuerzo para fijar la atención más que en incrementar el número de funcionarios que vayan a acreditar el perfil lingüístico, hacer que aquellos que ya lo han acreditado lo utilicen para el trabajo. Hay que evaluar los programas de ayudas y de subvenciones y debatir tranquilamente sobre el camino recorrido. Por ejemplo, queremos fomentar un debate abierto, muy participativo, en el que participe el mundo del euskera y el mundo del castellano, para reflexionar sobre el camino que hemos hecho durante todos estos años en política lingüística. Es bueno que se dé ese debate para tratar de buscar esos puntos de un mayor consenso. Tenemos que renovar el consenso social con el euskera y ser capaces de promover toda una movilización social, generando una nueva ilusión desde una premisa. Conseguir un bilingüismo real tiene que ser un objetivo ilusionante para el conjunto de la sociedad.

-¿A usted qué le parece la campaña del certificado de Kontseilua, por ejemplo?

-La iniciativa social es absolutamente necesaria y positiva porque al final las lenguas no salen adelante únicamente en base a los decretos ni a los planes sino en base a la ciudadanía porque es un proceso democrático. Iniciativas sociales así pueden contribuir a la sensibilización de la sociedad y a complementar la labor de los poderes públicos a quienes les corresponde diseñar la política lingüística. No tiene que ver con la medida de Kontseilua, pero sí sería necesario que también desde la iniciativa social del euskera se proyectara una imagen más real de lo que es el mundo del euskera, una imagen plural, no monolítica. En la medida en la que tenga esa imagen más plural, será más atractivo al conjunto de la sociedad. El certificado que concede Kontseilua, como un elemento de sensibilización, cumple un papel. Desde la viceconsejería estamos trabajando para que se pueda reconocer el trabajo que vayan desempeñando las empresas para la normalización del uso del euskera desde unos parámetros de calidad normalizados en el ámbito empresarial.

-María San Gil se ha apuntado en un euskaltegi. ¿Qué le parece?

-Me parece muy importante, me parece fabuloso, como de otros responsables políticos, como el del propio lehendakari. Necesitamos actuaciones modélicas coherentes en todos los ámbitos. También en la política, y eso contribuye al prestigio social del euskera.

-El consejero de Educación ha anticipado la superación del modelo A de enseñanza en castellano. ¿Qué opina?

-Los modelos lingüísticos fueron creados en un momento determinado y también pueden ser revisados a la luz de los resultados, porque el objetivo es que al terminar la enseñanza obligatoria todos los alumnos tengan competencia lingüística en los dos idiomas. Según estudios efectuados, puede que el actual sistema no garantice este objetivo de lograr un alumnado plenamente bilingüe. Habrá que buscar una solución consensuada en la comunidad educativa, pero el debate no se debe centrar tanto en los modelos, que al final son instrumentos, como en si se cumple o no el objetivo

«El mundo de la violencia tiene vértigo de tomar una decisión irreversible»

Patxi Baztarrika es ya un veterano en la política vasca, en la que se implicó al inicio de la transición de la mano de Euskadiko Ezkerra. Desde las últimas elecciones municipales es concejal del PNV en el Ayuntamiento de San Sebastián.

-¿Cómo ve el actual momento?

-En mi opinión personal, estamos en una encrucijada en la que se mezcla la ilusión y la incertidumbre. Todos estamos viendo la paz más cerca que nunca pero lo que es fundamental, el paso que tiene que dar ETA, no se produce. Al propio mundo de la violencia le cuesta dar ese paso porque es consciente de que el paso que dé va a tener que ser irreversible. Con las experiencias anteriores que ha habido, el abandono de la violencia, sea a través de una tregua indefinida, permanente o la que sea, tendrá que tener la credibilidad suficiente para que todo el mundo vea que es irreversible. Eso produce vértigo en el mundo de ETA. Es importante decir que ese paso lo tiene que dar ETA.

-¿Por qué?

-Más que nunca depende de que ellos den el paso. En el propio mundo de la izquierda abertzale, la mayoría ve a ETA más como un problema que como una solución. Y de que convencida la propia ETA de ese final, sea el Gobierno español el que tenga voluntad para dar una solución dialogada.

-Decía que a la vez es un momento de esperanza...

-Es que se ve la posibilidad de que podamos avanzar en la normalización política. La clave es que se abran paso dinámicas de consenso, de integración de diferentes voluntades, en las que se puedan considerar partícipes las distintas voluntades, en las que todo el mundo tendrá que avanzar algo. A ETA no le corresponde jugar ningún papel como interlocutor político y las soluciones de este país requieren del consenso entre todos. El derecho de decisión del pueblo vasco, formulado como se tenga que formular y de forma acordada, tendrá que ser la piedra angular a la resolución del problema político vasco.

-El documento de ELA incide en la necesidad de la acumulación de fuerzas soberanistas.

-Es una opinión respetable, pero a mí me gusta más la partitura del consenso entre todos.

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