Esta semana, sin ir más lejos, ha dado trigo el primer ministro japonés, líder de una gran potencia, quien ha pedido perdón por los horrores cometidos por su país hace sesenta años. Aquí, hacer tan sólo sonar el nombre de Gernika le sirve a uno para que le llamen revolvedor de salsas pasadas mientras se le disuade para no meterse en líos diciendo que mejor es no tocar estas cosas.
En otra onda le tenemos a una Batasuna que habló en Anoeta de sacar el conflicto de la calle y son ellos mismos los que ahora lo azuzan para después culpar al Gobierno vasco, a la Ertzaintza y a todo quisqui, menos a ellos. No resisten no ser el centro de la noticia, aunque sea promoviendo con lenguaje bélico la confrontación o la quema de contenedores por parte de gentes que ellos sabían que iban a actuar. Y siguen siendo actualidad por convocar ruedas de prensa sin que den pábulo a ninguna noticia más que a sucesos y a estropear las fiestas. Los informativos se han convertido en una ristra de noticias de cupo, reiteraciones de lo sabido y engolamientos varios, sin ir al fondo de lo que es ésta teatralización absurda.
Afortunadamente existe el zapping, pero ¿dónde queda el análisis serio en este país?
Otra dicotomía entre lo que se dice y lo que se hace lo tenemos en el "caso Roquetas". Mucha defensa de los derechos humanos por parte de Zapatero pero hicieron falta diez días para que se pusieran a investigar que un ciudadano fuera a un cuartelillo de la Guardia Civil por su propio pie y saliera de ahí con los pies por delante producto de una fenomenal paliza. Y ahí sigue tan tranquilo el director del cuerpo, Gómez Arruche, sin dimitir y sin que nadie pidiera su dimisión por haber considerado el caso un "incidente". ¿Se hubiera hecho algo de no haber habido un escándalo previo? No lo creo. Se trata de la Guardia Civil y ahí está Bono saliendo en medios hasta en la sopa como en los tiempos del NO-DO y defendiendo a su director de la Guardia Civil al que la paliza de sus subordinados le quitó la vida a un ser humano un mal día de verano en Roquetas.
Pero ¿de qué vamos a extrañarnos en este país cuando al presidente del Consejo General del Poder Judicial, Francisco Hernando, no le pareció tan mal que a un pobre electricista brasileño le cosieran a balazos en una estación de Londres porque su cara había sido considerada sospechosa? Este presidente del Tribunal Supremo fue quien me dijo hace cinco años, cuando le visité en su despacho, que yo tenía una idea distorsionada del general Franco, porque el susodicho dictador había sido un hombre muy sensible a la justicia. «Efectivamente -le contesté- por eso creó el Tribunal de Orden Público». «No, no me refiero a eso -me replicó- sino a la justicia ordinaria». Que me dijera eso, sin yo sacar a cuento semejante tema, en una visita protocolaria, ilustra el jaez de esta democracia de tercera división que una cosa es la que dice y otra la que hace, y a la que no se le conoce ni por sus hechos.
Y para ilustrar lo del pan y circo de la sociedad en la que vivimos, en la que la jerarquía de valores anda bastante trastocada, leo que se ha muerto la tía del rey de España a los 91 años. En la reseña periodística decían que era princesa imperial, infanta de España y que vivía en Villamanrique de la Condesa. Quise saber algo más de ella para tratar de conocer semejante despliegue y por qué había tenido un funeral a los sones de "Amarguras" habiendo sido llevado su féretro por soldados de la Guardia Real con uniforme de gala y me dieron la explicación los mismos vecinos de Villamanrique que recordaban a la difunta por su sencillez "siempre sin salirse del protocolo" y que tanto ella como él, Don Pedro, los niños le tenían mucho cariño "por la cantidad de caramelos que repartía". ¡Qué bien! Sólo esta acción justifica páginas y páginas. Repartía caramelos.
Sin embargo, una noticia de las buenas hubiera sido, en tiempos de la manipulada transición española, que tan sólo fue una ley de punto final, el que hubieran hecho con Doña Carmen Polo, "Carmen Collares", lo que han hecho esta semana en Chile con la esposa de Pinochet, Lucía Hiriart, de 82 años, a quien el juez Sergio Muñoz, que investiga las cuentas secretas de Augusto Pinochet, le procesó como cómplice de fraude tributario y fue detenida en el hospital militar, así como al hijo menor de la pareja, quien fue trasladado a la cárcel de Capuchinos. La justicia chilena ha descubierto que el salvador de la patria chilena tenía 128 cuentas y acciones por 28 millones de dólares, además de patrimonio en Chile y fondos cuyo origen no ha podido justificar.
¿Se imaginan que en Madrid hubieran hecho lo mismo con la viuda de Franco o su hija Carmencita que fue descubierta in fraganti sacando joyas no declaradas? Pues no. Por eso el que nos sigan dando la murga sobre la modélica transición española y tengan el tupé de organizar cursos de verano para ponerla como modelo no deja de tener bemoles, aunque lo que redondee la indignación sea que en "El País", uno de sus columnistas estrellas, Félix de Azua, antiguo director del Cervantes en París, en nuestra sede de la Avda. Marceau, escribiera, con su acostumbrada cara dura, lo siguiente "Cualquier pacto con los nacionalistas será fatalmente traicionado. Los partidos nacionalistas como la Iglesia de Roma, sólo son coyunturalmente democráticos. Una mafia choricera". Lo dice alguien que trabajó en un expolio que no ha sido devuelto.
La muerte de un asesino
Comenzaba agosto cuando se producía la noticia en Riad. El Rey Fahd de Arabia Saudí había fallecido. El dueño del mayor palacio de Marbella, el que se había gastado en una noche de juerga seis millones de dólares en el casino de Montecarlo, el hombre que le regaló a Juan Carlos de Borbón en 1979 el yate ‘‘Fortuna’’ (¡vaya nombrecito!), el hombre de las purgas contra sus colaboradores amotinados a los que colgó en la plaza pública, la mano ensortijada que no tembló para reprimir a las mujeres y a su pueblo, había muerto. Anson, el inefable Anson, lo definía así; "Este rey que acaba de morir era un dictador de tomo y lomo, con delegación en su hermano, y encarnaba una teocracia que había extirpado del pueblo saudí hasta el más mínimo vestigio de libertad. Ésa es la realidad. Cuando se produce el fallecimiento de un hombre como Fahd lo mejor es, tras apiadarse por el muerto, que rueden las caretas y se contemple a los carotas en todo su cinismo". Hasta aquí la cita de Anson.
Bueno pues aquí nadie se ha quitado la careta sino que se han puesto la corbata negra como el rey que con chaqueta gris oscura recibió en Marivent al presidente Zapatero que decretó un día de "duelo nacional". Y para mayor dolor, y para que se notara la terrible pérdida decidió no embarcar en "El Bribón" para participar en la Copa de vela que lleva su nombre. Y, más aún. Viajó a Riad a mostrarle su condolencia al nuevo rey Abdula. Lo que no hizo con los once muertos de Guadalajara lo hizo con el sátrapa que había desaparecido. Su hijo Felipe sí fue a Guadalajra, pero luego cogió el yate en alta mar para que no le vieran. Algo así hizo también Juan Carlos cuando falleció el rey de Marruecos, otro angelito, al que llamó "hermano". De ahí que una cosa sea predicar y otra dar trigo. Una cosa es mencionar los derechos humanos y otra festejar y ensalzar al perseguidor de los mismos. Y no se les cae la cara de vergüenza. ¿Y la denuncia social?
Vuelvo a insistir en el concepto. La transición política española fue una ley de punto final que ni en Uruguay, ni en Argentina, ni en Chile hoy la mantienen. Sólo en la muy democrática España que organiza cursos de verano para exportar tan acabado modelo. No me digan que todo esto no es una auténtica vergüenza.
AI reclama justicia
Todo esto que les cuento no son cosas de hace sesenta años sino de este verano. Como lo es una noticia perdida que apenas ha tenido el menor eco en los medios de comunicación y que es el informe sobre la necesidad de hacer justicia con los represaliados de la guerra que aún viven. Es del 18 de agosto. «Todos los Gobiernos de España han dejado a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo en el olvido más absoluto y en el silencio más sobrecogedor». Con estas palabras y mostrando una foto de decenas de esqueletos en una fosa común, inició Esteban Beltrán, director de la sección española de Amnistía Internacional (AI), la presentación de un informe sobre la necesidad de hacer justicia a aquellos represaliados.
En España aún hay 30.000 desaparecidos "por la fuerza" durante la Guerra Civil y los primeros años del franquismo, y "miles de refugiados, exiliados y víctimas de torturas y sus familias no han recibido ninguna reparación, moral ni administrativa, dijo Beltrán.
Amnistía Internacional reclama acceso a los archivos para dilucidar la verdad, creación de un órgano no judicial que investigue lo ocurrido, la creación de una fiscalía especializada y medidas legislativas que anulen sentencias de muerte.
El documento fue enviado hace diez días a la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y a la Comisión Interministerial para el Estudio de la Situación de las Víctimas, y fue remitido al Consejo General del Poder Judicial, al Supremo, a los grupos parlamentarios y a las asociaciones de víctimas.