Aparentemente, corren nuevos tiempos en Madrid para el PNV. Del ostracismo de la etapa del PP y del papel secundario como interlocutor parlamentario del presidente Zapatero, podría pasar a recobrar el protagonismo de antaño. No obstante, Josu Erkoreka se muestra muy cauto.
Las voces que desde los aledaños del PSOE vienen anunciando una inminente colaboración parlamentaria con el PNV han cobrado fuerza conforme decrece la confianza en una exitosa resolución del proceso de reforma estatutaria en Catalunya y, por consiguiente, aumenta la distancia respecto a ERC. De todas formas, el portavoz del Grupo Vasco en el Congreso, Josu Erkoreka (Bermeo, 1960), asegura que desde el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aún no se ha dado ningún paso de aproximación a la formación jeltzale.
Se está especulando de forma reiterada acerca de un hipotético acercamiento entre el PSOE y el PNV. ¿Es una serpiente de verano o, por el contrario, tiene visos de convertirse en realidad?
El único acercamiento que me consta que se está produciendo se halla perfectamente enmarcado en lo establecido por el acuerdo del Gobierno vasco tripartito. En él se habla de la conveniencia de multiplicar, de intensificar los contactos y las conversaciones entre todas las sensibilidades políticas del país para ir eliminando desconfianzas y crear complicidades que puedan contribuir a un espacio común de convivencia. Eso nos obliga a todos, y por supuesto también a los del PNV, a tener relaciones con el resto de las fuerzas políticas.
¿No hay nada de mayor calado?
Llama la atención que esto cree tanta expectación. No puede ser que todos los partidos puedan sentarse y hablar y que el único partido político que no pueda hacerlo sin generar desconfianzas sea el PNV. Si hablamos con Batasuna inmediatamente nos acusan de estar maniatados a ETA y si hablamos con el Partido Socialista nos dicen que pretendemos reeditar épocas pasadas. Reivindicamos para nosotros el mismo derecho que tienen el resto de fuerzas políticas para dialogar entre todos.
En el caso concreto del Congreso, ¿se nota alguna mejoría en las relaciones con los socialistas?
A lo largo de esta legislatura, las relaciones con el Partido Socialista siempre han sido cordiales y fluidas. Venimos de una época, la de la mayoría absoluta de Aznar, en la que, aun siendo cierto que el PSOE cerró filas con el PP en algunos temas fundamentales, en otras ocasiones hicimos causa común contra un Gobierno prepotente y chulesco. Eso generó entre los partidos de la oposición una confianza y una complicidad que a día de hoy no ha desaparecido.
Pero, ¿hay algo concreto?
Esta situación no se ha traducido en nada tangible. De hecho, las acusaciones que hemos dirigido al Gobierno de Zapatero durante los últimos tiempos, y singularmente en el pasado Debate sobre el Estado de la Nación, incidían en que la disposición es buena, en que la sonrisa prolifera, pero en que no hay una traducción concreta de todo ello.
¿Ve factible una colaboración respecto a los próximos Presupuestos del Estado?
Por ahora es una hipótesis meramente especulativa. Nos consta que el Gobierno del PSOE ya ha mantenido contactos con sus socios de ERC y de IU en relación a la confección del Presupuesto. Estas reuniones se han llevado a cabo en la sede del Ministerio [de Hacienda], negociando partidas y programas concretos. Esta es la manera real de negociar un presupuesto. Con nosotros sólo ha habido una expresión de voluntad formal explicitada en el último pleno del pasado período de sesiones, en el que se dijo que en setiembre estarían dispuestos a entablar contactos de cara a la aprobación de las Cuentas.
Sin embargo, siguen sin resolverse los conflictos del Cupo, del "Prestige" y de la financiación de la ampliación de la Ertzaintza...
Éste es uno de los grandes obstáculos para la aproximación entre nuestros grupos parlamentarios en Madrid, no sólo en el ámbito presupuestario sino también en otros. Quizá ha sido una prueba definitiva para la desconfianza. En su día les prestamos un apoyo que para el PSOE era imprescindible de cara a trazar toda la estrategia presupuestaria actual mediante la concreción de los objetivos de estabilidad presupuestaria tanto en el Congreso como en el Senado. Negociamos el desbloqueo de las cuestiones citadas en la pregunta a cambio de nuestro apoyo, pero no han actuado en justa correspondencia.
¿Es su cumplimiento una condición indispensable para empezar a hablar de otras cosas?
Tenemos claro que ésa es una barra de pan que ya hemos pagado. Por lo tanto, nos la deben. En el futuro podremos hablar del precio que tienen otras barras de pan, pero por esta no volveremos a pagar nada. Si nos la entregan, podremos hablar de nuevas compras de pan.
Los problemas que han surgido en el proceso de reforma estatutaria de Catalunya podrían alejar a ERC del PSOE y exigirían la concurrencia de nuevos socios. ¿Ve cercana esta posibilidad?
Si finalmente se quiebra la relación privilegiada de ERC con el PSOE, es evidente que eso reforzaría el papel del resto de grupos intermedios presentes en la Cámara. Aun representando poco cuantitativamente, nuestro papel, el de CiU y en menor medida el del BNG, adquiriría una mayor relevancia.
El proceso de reforma estatutaria catalán se citó en su día, por parte de los socialistas, como modelo para Euskadi. ¿Qué lecciones cabe extraer de su actual empantanamiento?
Hay dos enseñanzas fundamentales. La experiencia de Catalunya ha puesto de manifiesto que, contra lo que se nos decía de que aquello era una especie de oasis de consenso frente al infierno de enfrentamientos y de malquerencias que es la política vasca, hemos comprobado que allí resulta tan difícil como aquí alcanzar puntos de encuentro en aras a articular un marco de convivencia. Es cierto que aquí además existe la dificultad adicional de la violencia terrorista pero, viendo qué está ocurriendo en Catalunya, no cabe duda de que incluso sin violencia en Euskadi las dificultades seguirían siendo las mismas. El espejo catalán nos sirve para comprobar ese dato.
¿Le ha decepcionado la actitud del PSOE?
Como segunda lección, la experiencia catalana ha dejado claro que los planteamientos que finalmente prevalecen dentro del PSOE respecto a la reforma del modelo de autogobierno son los más cerrados, los más restrictivos, los abanderados por Alfonso Guerra.
¿Le parecen coincidentes con los del PP?
Sí, básicamente son coincidentes con los del PP. Cuando hemos dicho que los modelos territoriales del PSOE y del PP no son diferentes y que ambos marcan las mismas líneas rojas queríamos decir que el modelo autonómico actual es el resultado de un proceso histórico trabajosamente elaborado en sucesivos pactos bilaterales. Ambos reclaman la paternidad del modelo y ninguno de ellos está dispuesto a apearse del mismo. El PP poco abrirá la mano, pero del PSOE poco cabe esperar también.
Aparentemente es la propia concepción de España la que enfrenta al PP del PSOE en los debates del Congreso cuando se discute sobre las reformas en ciernes. ¿Es puro artificio?
Para nosotros está siendo una legislatura muy divertida porque nos permite asistir a un debate de elevado tono patriótico, de exaltado tono nacionalista entre el PSOE y el PP que, curiosamente, en Euskadi se hacen llamar no nacionalistas. Es un debate muy altisonante, muy apocalíptico, sobre todo por parte del PP que insiste en la exclusividad de la condición nacional para España, mientras acusa al PSOE de hacer que la nación se desmorone. En apariencia, el PSOE habla de la España plural y el PP, por su parte, subraya los aspectos relacionados con la unidad y la cohesión, pero al final el modelo es el mismo.