Deia
Nekane Lauzirika Gasteiz
GABRIEL INCLÁN arranca con ilusión su tercera legislatura al frente de la sanidad pública de la CAV. En primer lugar porque nuestra Comunidad sigue siendo la primera del Estado en gasto por habitante en esta materia, y en segundo lugar, porque en palabras del consejero «si la sanidad pública vasca también la usan los ricos, no será tan mala». Sin duda, el consejero sabe que el reto es mantener la sanidad vasca en la "pool position".
Siendo éste su objetivo para los pacientes (clientes), necesita la entente con los profesionales sanitarios para conseguirla. Para lo cual sabe que el diálogo y la negociación son las únicas vías para superar los conflictos. Y aquí se topa con unos presupuestos que, aunque generosos (Sanidad utiliza un tercio del prepuesto global de la Comunidad Autónoma Vasca), no se alargan indefinidamente "y en la negociación con los profesionales sanitarios lo que no podemos hacer es vender la casa para resolver un problema doméstico", dice en un intento de corresponsabilidad en el compromiso por la sanidad pública a las dos partes implicadas, la Administración y los sindicatos. "Sí, ciertamente, el conflicto sindical es una realidad -afirma el consejero- aunque no guste. No estábamos peor que hace tres años, pero la realidad de las reclamaciones es como es y hemos de intentar resolverlas con la misma ilusión o mayor que antes».
Para ello cree que la clave sigue siendo la misma que siempre ha guiado su actuación, «mejorar el bienestar de las personas, he aquí lo que no puede cambiar, porque sería un auténtico disparate». Es en el camino hacia un mayor bienestar donde se encuentra cada día con más exigencias, de tecnología, de infraestructuras, de profesionales especializados y en continuo reciclaje… de medios humanos y técnicos en definitiva, para responder a unas exigencias fruto del propio bienestar alcanzado, como es el dar la asistencia sanitaria que precisa una población que envejece a marchas forzadas.
¿Con qué ilusión afronta la tercera legislatura?
Mantengo tanta o más ilusión que la primera vez que me nombraron consejero y fui elegido.
Son sus palabras: ‘‘La clave es el bienestar de las personas’’. Sanitariamente, ¿es hoy mayor que ayer este bienestar de la ciudadanía?
La clave de cualquier sistema público o privado es mejorar el bienestar de las personas. Esto no se puede cambiar, sería un auténtico disparate. Es mayor el bienestar, por lo menos cada vez hay más exigencias. El Estado de bienestar sigue aumentando. Y para ello se necesita más dinero.
Lo digo porque en los últimos tiempos las noticias de su Departamento más que de salud han sido de negociación o enfrentamiento sindical.
Sí. Y no me gusta nada, no estoy nada contento, pero es así. La realidad es como es, pero debemos intentar modificarla. Tenemos la misma ilusión y me consta que los profesionales de algunas áreas más. Sigo pensando que aunque en los últimos meses las noticias han sido de estas características, no estábamos peor que hace tres años.
¿Cuáles serán sus líneas maestras de actuación: gestión de calidad, urgencias, hospitales de referencia, listas de espera…?
Depende de la especialidad. Las líneas maestras son las mismas. Lo primero que hay que lograr es la paz social sanitaria. Si usted quiere que le arreglen el martillo auditivo aunque se pueda no se lo voy a poner, salvo que tenga dolor, pues los recursos no son infinitos y hay cosas prioritarias. Una urgencia no puede esperar, cuando una persona tiene una perforación, apendicitis, un parto, un cáncer operable... Es cierto que tenemos carencias en dermatología u oftalmología.
¿Y la motivación profesional?
Somos conscientes de que tenemos que motivar más a nuestros sanitarios porque esto provoca mal ambiente y menos ganas de casi todo. Tenemos encuestas internas y externas y sabemos lo que piensan ellos y ellas y lo que demandan. Se trabaja en ello.
Osakidetza es la mayor empresa de la CAV y sobre sus trabajadores se asienta la fama del buen funcionamiento de nuestra sanidad, ¿se han encauzado los temas que les llevaron a una dura huelga?
No fue una dura huelga. Fue una huelga incómoda. Al analizar los parámetros hay que hablar de las dos partes. Una huelga es el peor resultado de una negociación. Y seguramente Osakidetza tiene su parte de culpa, pero los sindicatos tendrán que reflexionar también sobre su parte de responsabilidad. En todo caso ‘‘no podemos vender la casa’’ para solucionar un problema doméstico con los trabajadores. Es imposible y ellos lo saben.
La OPE, nueva tecnología, reciclaje, pero especialmente la carrera profesional… ¿son temas en camino de entendimiento con los sindicatos?
Sí, básicamente son éstos los problemas que nos plantean los colectivos sindicales, que no todos. Sabemos que tenemos que abordar reformas, entre ellas lograr la motivación de nuestros profesionales.
¿Va la euskaldunización del personal al ritmo deseado?
Hemos puestos en marcha un plan de euskaldunización como ningún otro departamento. Y en las OPE habrá en un período breve de tiempo áreas nuevas tanto en pediatría, en urgencias... donde se oferten plazas tanto en euskera como en castellano. Y esto empieza ya. Va lento, pero tenemos la base. El plan está ya en marcha. Habrá problemas; nosotros hemos puesto la velocidad y el esfuerzo en donde es el primer encuentro con el ciudadano, la urgencia, la planta de especialización. Yo he trabajado en Usansolo y conozco la problemática del enfermo que acude sabiendo sólo euskera y no tiene forma de que le entiendan correctamente. Hay que combinar el contacto directo con el enfermo en su propia lengua.
Mirando al cliente, ¿puede esperar que la atención sanitaria que reciba sea igual o mejor que hasta ahora? ¿Se les empieza a criticar?
Yo quiero mantener lo bien que hasta ahora está y mejorarla. Esas personas que critican el sistema son maledicentes; no conocen la sanidad. Y es que la sanidad del Estado es una buena sanidad pública. Y dentro de ellas estamos en la cabeza. Otra cosa es en EE.UU. donde hay 40 millones sin sanidad pública. La de Euskadi es la de las mejores del mundo, sacamos un 6 o 7,5 de medida. Tenemos una buena sanidad y queremos seguir así, mejorándola, porque lo hacemos bien. Esto indica que hay que estar atentos. Ahora bien, si alguien pretende hacer como si fuera la privada del país más rico del mundo con los impuestos que nosotros pagamos eso no es posible. Si observa que a nuestra sanidad pública también recurren los ricos, será por algo.