LOURDES PÉREZ/BILBAO
El verano se deja sentir en Sabin Etxea, donde reina un silencio de tarde estival. Recién aterrizado de un viaje de trabajo a los Balcanes, Josu Erkoreka se coloca ya ante el horizonte del nuevo curso político, en el que, adelanta, el comportamiento del PNV en el Congreso estará «estrechamente» vinculado a la gobernabilidad de Euskadi.
-Su apoyo en el Congreso a la resolución que avala la negociación con ETA si deja las armas, ¿supone un cheque en blanco para Zapatero?
-No, porque la resolución acotaba perfectamente las condiciones en las que se podrían abordar las conversaciones. Es cierto que el Gobierno aparecía investido en esa resolución de unas facultades notables, pero un cheque en blanco es otorgarle la facultad de hacer y deshacer a su antojo, y no es así.
-¿Y qué esperan de su respaldo en un asunto tan sensible?
-Más que apoyo es confluencia, porque su propuesta coincidía con la nuestra, y no requiere contraprestación. El debate sobre el Estado de la Nación se produjo en unos términos tales que unos y otros apreciamos que era el momento de recuperar ese punto del Pacto de Ajuria Enea. No es un apoyo a cambio de no sé qué. En política, cuando se coincide, miel sobre hojuelas.
-¿No confían en que haya lealtad, en que les mantengan informados?
-Es que nos parece elemental que el Gobierno tenga esa consideración, en la medida que considere que hacerlo no va a redundar en perjuicio del proceso. E, incluso, que nos consulte cuando se trate de adoptar decisiones arriesgadas, porque si las toma en solitario y si de ellas resultan consecuencias negativas, será el único responsable. De la misma forma que la resolución fue compartida, sería bueno que fuera compartida también la gestión ulterior.
-Entonces, quieren participar. Que el Ejecutivo les informe, pero también que les consulte.
-Ambas cosas. El proceso requerirá de decisiones poco relevantes, de mera gestión, que en otros momentos deberán ser de mayor enjundia. Y cuando se trate de estas últimas, si el Gobierno y el PSOE quieren hacernos corresponsables de lo que resulte, tendrán que consultarnos, porque, si no, difícilmente podremos asumir la corresponsabilidad. Lo que no tiene sentido es que una resolución com- partida conscientemente se gestione luego unilateralmente y con la pretensión, además, de que los resultados sean asumidos por todos los que la suscribieron.
-¿Vislumbran un deseo en el Partido Socialista y en Batasuna de dejarles fuera del proceso de paz?
-Sería un error tan mayúsculo que no quiero tan siquiera plantearme que en las decisiones claves del proceso se prescindiera de nosotros. Sería un error estratégico garrafal. No niego que en uno y en otro ámbito puede haber gente muy interesada en ello, pero me parece que está todo muy verde. Da poco más de sí que como especulación hoy por hoy.
-¿Le constan, como al lehendakari, contactos entre ambas partes?
-Yo ahí no le enmiendo la plana, que sabe más que yo. Si lo ha dicho, lo suscribo punto por punto.
-¿Porque lo sabe con certeza?
-Que ha habido contactos y que los hay, y me da igual que sean formales o informales, oficiales o no, lo sabe todo el mundo mínimamente interesado en el devenir de la cosa pública. Y me hace gracia la necesidad que tienen algunos de apostillar que no hay contactos oficiales, dando por supuesto que existen pero de otra naturaleza. Me parece un empeño casi patético.
-¿Y el que lo aireen no contraviene su propia exigencia de discreción?
-No es que lo estemos sacando a la luz pública cada dos por tres, no tenemos un especial empeño en divulgarlo. En fin, nos parece bien que haya contactos y se desarrollen con una mínima discreción.
-¿Confían en que el camino comience a desbrozarse este verano, pese a las últimas bombas de ETA?
-Yo soy optimista, pero hay que precisarlo muy mucho. Un optimismo sobre logros a corto plazo no creo que sea razonable ni factible. Seguramente, habrá avances y retrocesos y será un proceso complicado, con algunas satisfacciones y no pocas frustraciones. Pero las cosas están suficiemente maduras en Europa, y dentro de la izquierda abertzale y la propia ETA, para pensar que su historia no se reproducirá. Por eso hay condiciones objetivas para el optimismo.
-¿Con el convencimiento de que no existe ya vuelta atrás?
-(Pausa) No, si no no diría que soy optimista. Tengo mis dudas.
-¿Acabará promoviendo el Gobierno la ilegalización de EHAK?
-En el debate sobre el Estado de la Nación, le dije a Zapatero que, si por las razones que fuere, decidió no impulsar la ilegalización antes de las elecciones vascas, que no lo hiciese ahora; iba a ser demasiado evidente que había utilizado los mecanismos de la Ley de Partidos en beneficio propio. Me parecería fatal que el Gobierno decidiera instar la ilegalización o dejar de hacerlo en función de cómo le vayan las cosas, que estratégica o tácticamente le interese o no que esa formación continúe en activo. Si lo hace ahora, todas nuestras denuncias se verían cumplidas.
-Tal y como está la situación, ¿dan por rota la entente PSOE-PP en el Pacto Antiterrorista?
-Rota completamente, no. Queda un débil hilo de comunicación que, según cómo se desenvuelvan los acontecimientos, podrá recuperarse; o no e, incluso, desaparecer.
-¿De qué depende, de ETA?
-De lo que hagan todos. Con la resolución aprobada en el Congreso, parece claro que no se puede seguir operando sobre los presupuestos del Pacto. Ahora, ni el PSOE ni el PP se han atrevido a declararlo resuelto y seguramente no lo van a hacer, porque han creado un estado de opinión en sus ámbitos por el cual eso es sagrado. Pero es evidente que, de facto, la resolución hace que el núcleo del Pacto quede desautorizado.
-¿No añoran los tiempos en que eran decisivos en Madrid? El protagonismo ha basculado hacia otros grupos nacionalistas, como ERC.
-No hemos sido más decisivos que ahora nunca, porque solos nunca hemos sido suficientes para que el partido del Gobierno tuviera mayoría absoluta en las Cortes. Y ahora tampoco somos decisivos, pero seguramente nadie lo es en solitario; tampoco ERC.
-La voluntad del Gobierno de restar trascendencia al problema vasco le ha hecho perder relevancia.
-No, por suerte o por desgracia, nunca pierde protagonismo. Es cierto que en los últimos tiempos es más implícito, pero no nos engañemos, lo es porque el PP se centra en erosionar las bases sobre las que se cimenta el Gobierno y en destacar la escasa fiabilidad de sus socios de ERC e IU. Si fuéramos nosotros los socios y hubiese un entendimiento con el PSOE, de manera que nuestro apoyo en Madrid se pudiera traducir en un apoyo de los socialistas al Gobierno aquí, el foco de las críticas volvería a ser el tema vasco.
-¿Y esa colaboración es posible?
-Yo no la veo a corto plazo como planteamiento de legislatura.
-Se lo pregunto porque la pretensión del lehendakari es gobernar buscando pactos puntuales con las cuatro fuerzas de la oposición.
-Esa estrategia requerirá necesariamente del concurso del PSE, y que ese concurso se podrá negociar con la contraprestación de nuestro apoyo en Madrid también en temas puntuales es algo que está abierto, que está ahí. Parece lógico que, cuando se tenga que recabar el apoyo del PSE aquí, alguien en Madrid piense que les vendrá bien nuestro apoyo allí. Y eso, incluso, puede revalorizar nuestro papel en el Congreso. Somos incómodos para el Gobierno, porque somos casi el único grupo que ha conseguido mayorías contrarias; en temas sectoriales logramos que nos apoyen desde el PP a IU, ERC o CiU, y eso no lo pueden hacer todavía otros.
-Si el PSE obstaculiza a Ibarretxe, ¿pasarán la factura en Madrid?
-(Pausa) Es evidente que va a haber conexión. La estrategia parlamentaria a seguir en Madrid va a estar estrechamente relacionada con cómo se desenvuelva la legislatura en el Parlamento vasco. Los entendimientos aquí tendrán reflejo allí, y los desencuentros también. Seguramente no se puede establecer con carácter automático, porque los automatismos no existen en política, pero que la dinámica vendrá marcada por ese juego se puede augurar con bastantes visos de acierto.
-Así que aguardarán a cómo vayan los acontecimientos.
-Sí. La iniciativa corresponde al Gobierno, que tendrá que remitir a la Cámara el proyecto de Presupuestos Generales del Estado cuando finalice el verano. Todavía no hemos tenido ningún contacto ni con el Gobierno ni con el grupo socialista; sabemos que otros grupos sí. El curso político arrancará con el Presupuesto y todo el mundo comenzará a fijar posiciones. Pero también en Euskadi se empezará con el Presupuesto. Y ahí puede haber campo para ver si el juego de las correspondencias es viable o no.
-Ibarretxe quiere iniciar también en septiembre los contactos para constituir la mesa de partidos. ¿Cómo piensan atraer al PSE?
-Eso debería preguntarse al lehendakari, que seguro que tiene alguna estrategia al respecto...
-Su partido también la tendrá.
-Sí, pero no soy yo el portavoz autorizado. Sí insisto en que los entendimientos o desacuerdos estarán seguramente relacionados. Si aquí estamos a cara de perro, pues allí lo estaremos también. Y si aquí es posible alcanzar acuerdos puntuales en temas razonables, nuestra disposición allí será también favorable a prestar un apoyo mayor al Gobierno en asuntos en los que se pueda encontrar un análisis compartido.
-¿Cabe esperar una solución próxima al conflicto del Cupo?
-Nos gustaría que se resolviera cuanto antes, porque está constituyendo un obstáculo infranqueable. Difícilmente vamos a poder entrar en acuerdos de cierta envergadura, sean presupuestarios o extrapresupuestarios, si no se desbloquea un incumplimiento tan flagrante de un compromiso inequívoco del Gobierno y del PSOE con nosotros. Seríamos el hazmerreír si nos dejáramos engañar de nuevo por un exceso de buena fe.