LOURDES PÉREZ
No se declara un optimista antropológico como José Luis Rodríguez Zapatero, pero el lehendakari sí se confiesa esperanzado sobre un eventual horizonte de paz y normalización para Euskadi y también sobre sus opciones de labrar pactos con los grupos de la oposición que le faciliten la gobernabilidad. En una otoñal mañana en Ajuria Enea, Ibarretxe se reafirma en su apuesta por la mesa multipartita, aunque rechaza constituirla sin asentar sus cimientos.
-Ante las expectativas de un posible fin de la violencia, ¿cree que el atentado de Londres puede disuadir a ETA, como ocurrió con el 11-M?
-Hay una cosa bien clara, que es el rechazo frontal y total de la sociedad vasca a la violencia. Este tipo de atentados nos coloca en un escenario tremendo que nos obliga a una reflexión sobre el nuevo orden mundial, que no se puede combatir ni con terrorismo, ni con guerras, ni con violencia. Vamos a tener que aprender a abrir de nuevo la vía del diálogo para superar los conflictos; si no, esto es un disparate. No sé qué piensa ETA, pero lo que realmente me gustaría es que, de una vez y para siempre, abandonara la violencia.
-¿Por qué ha dado carta de naturaleza a los supuestos contactos del PSOE con Batasuna? ¿No contradice su exigencia de discreción?
-No desvelé nada que no supiéramos todos. Pero ni quise ni quiero generar polémica; me parece mucho más importante dedicar todas mis energías a mirar hacia delante en lugar de hacia atrás. Estoy convencido de que el diálogo entre todos es necesario y bueno.
-Los socialistas niegan las conversaciones y usted insiste en que le constan. ¿Por boca del presidente del Gobierno?
-(Pausa y sonrisa) No voy a seguir, no aporta nada. Ellos han dicho lo que han dicho, yo lo respeto y punto. Lo que quiero ver es qué capacidad tenemos de avanzar, porque de discutir ya hemos demostrado una capacidad enorme.
-Sus palabras, ¿responden a un cierto temor a que Zapatero pretenda apartarle del proceso de paz?
-No, no por Dios, no tengo ningún temor. Somos plenamente conscientes de que tenemos que hablar y que, además, lo tenemos que hacer con la máxima lealtad. Lo sabemos los dos perfectamente.
-¿Se fía de él?
-Mire, la confianza se gana en el día a día. Es verdad que el presidente Zapatero está todavía en deuda con el compromiso que adquirió para resolver el problema del Cupo, las facturas del "Prestige" y la ampliación de la Ertzaintza. La regeneración de la confianza perdida entre las formaciones políticas es una de las grandes tareas que hay que trabajar y que también me corresponde a mí hacerlo.
-¿Que los partidos vuelvan a confiar también en usted, lehendakari?
-Todos, todos debemos emplearnos con humildad. Estoy dispuesto a trabajar con lealtad para generar la máxima confianza entre Zapatero y yo, y también entre yo mismo como lehendakari y los partidos. Un gran objetivo tiene que ser recuperar la confianza mutua; si no, es muy difícil avanzar.
-¿Se precipitó al anunciar la mesa multipartita tal y como lo hizo?
-No, no, porque creo que está perfectamente bien diseñada. Hay una primera fase, que será la que comencemos en septiembre, previa a la conformación de la mesa y en la que hablaré con todas las formaciones y ellas tendrán que hablar entre sí. Trataremos todos de buscar acuerdos no sobre los problemas de fondo, pero sí en torno a la metodología, al procedimiento, al calendario, a las condiciones democráticas... ¿Por qué? Porque la mesa de partidos no puede ser un fin en sí mismo, es un instrumento que deberá nacer en el momento apropiado para conseguir acuerdos, no para tomar café. Está muy bien que nos juntemos a tomar café, pero si se conforma una mesa de partidos, se lo digo sinceramente, deberá ser con unas garantías mínimas y habiendo consensuado con qué calendario, sobre qué elementos, con qué metodología, con qué procedimiento... habremos de abordar las cosas.
-Cuando le hablaba de precipitación, me refería más a la precisión de que en la fase resolutiva deberán haber desaparecido la violencia de ETA y la "kale borroka". Si se vio impelido a introducirla por el rechazo del PSE y del PP.
-No, no, fíjese que eso es un principio que aparece en las reflexiones que Batasuna realiza en Anoeta y que forma parte de los principios sobre los que nosotros hemos articulado siempre un escenario de búsqueda de acuerdos. No se trata de una precisión añadida ni de una condición, sino de un principio que creo que aparece ya en la reflexión de todos: de PP y PSE, del tripartito, y también de Batasuna.
-Si los pasos previos a la formación de la mesa no quedan bien cerrados, ¿no la acelerará?
-Hombre, lo que no puede ser es que pongamos una mesa de partidos que esté condenada al fracaso. Sería una irresponsabilidad por mi parte y por parte de los diferentes partidos políticos. Hay que trasladar un mensaje de serenidad, de racionalidad a la sociedad: lo que no podemos es cometer errores, discutir sobre un instrumento o intentar, para salvar la cara de unos o de otros, poner en marcha un instrumento que luego sólo vaya a generar frustración. Eso es lo que tenemos que evitar y lo que yo voy a tratar de evitar. Y creo que ésa es la posición que tienen los partidos. Lo que realmente no nos aguantaría la sociedad es que jugáramos con estas cosas y que fuera simplemente una operación de marketing.
-¿Significa eso que no la impulsará si no están Batasuna y el PSE?
-Eso significa que tenemos que afrontar las cosas fase a fase, que no podemos empantanarnos en la discusión sobre cuáles son las escaleras previas a la propia mesa. Su puesta en marcha no sólo dependerá de la voluntad del lehendakari, sino de la voluntad del lehendakari con los partidos. Y si vemos que existen unas garantías mínimas para poder desarrollar una reflexión en una mesa, de común acuerdo, lo haremos. ¿Alguien piensa que es posible un pacto para la normalización si no hablamos y, en su momento, negociamos con Batasuna? ¿Alguien piensa, a su vez, que es posible si no lo hacemos con el PSE? Pues seamos sensatos y, si eso es así, es fundamental que vayamos cubriendo las etapas.
-Se lo pregunto de otra manera. ¿Puede arrancar sin los socialistas?
-Prefiero no precipitar reflexiones, la correspondiente convocatoria se hará cuando proceda. Hoy tenemos un trabajo previo, que habrá que hacer con discreción y en el que pretendo emplearme a fondo en los próximos meses. No será una mesa del lehendakari, ni del PSE, ni de Batasuna, ni del PNV... Soy partidario hasta de desmitificar el nombre. No sé lo que será, pero lo importante es que sea admitido de buen grado. Porque como no vayamos con la intención de arreglar las cosas, de nada servirá que formemos mesas, foros o llámele como quiera. Yo espero que se siente no sólo el PSE, sino todos, porque lo importante es que estemos todos. No se trata de convencer a unos o de convencer a otros, sino de que todos estemos convencidos.
-En una conversación informal, vino a darse un año para lograr avances.
-No lo sé, porque el calendario también debe nacer de las propias conversaciones. Somos conscientes todos de que esto no se puede alargar en el tiempo, sin definición, pero las precipitaciones no son buenas compañeras. Vamos a tener de nuevo una oportunidad magnífica para avanzar en un proceso de paz y de normalización y lo realmente importante es aprovecharla.
-¿No le genera ninguna duda, a estas alturas de la partida, sentarse con una formación que sigue sin condenar la violencia? ¿Es lícito?
-Ésa es una crítica que puedo entender, aunque no la comparto porque es fundamental hablar con todos para solucionar las cosas. Yo he hablado con Batasuna y voy a hacerlo en el futuro. Pero entiendo que otras formaciones puedan observarlo con una cierta crítica. Lo que pasa es que volvemos a la reflexión primera de la entrevista, porque el tema de las conversaciones no salió gratuitamente: en la doble moral, es censurable hablar con Batasuna en público pero perfectamente legítimo desde un punto de vista ético, moral y político hacerlo en privado o con carácter personal. Tengamos la fiesta en paz. Lo que no tengo, de verdad, es ninguna rebotica sobre estas cuestiones, no tengo nada que objetar a la posición del PSE o del PP. Lo que creo que es más importante es que las cosas nos las digamos, que tengamos un ámbito público pero también privado para hablar.
-¿Conocía Zapatero su intención de impulsar la mesa y la avaló de alguna forma?
-No se trata de que nos avalemos unos a otros, sino de que seamos leales. Evidentemente, no le pude decir a Zapatero que íbamos a poner en marcha la mesa porque no tenemos fecha. Hay cuestiones en las que podemos tener un mayor nivel de aproximación y en otras, menos. Pero me va a perdonar que eso quede también en la reserva.
-Usted ha dicho que ésta es la última oportunidad para su generación. ¿Tiene la impresión de encontrarse ante el final de su ciclo político?
-No, estamos ante una etapa en la que está en juego una generación de responsables políticos. Estoy convencido de que tendremos una oportunidad y debemos aprovecharla, porque es la última. Si no somos capaces de buscar soluciones, tendremos que dejar paso a nuevos actores que intenten arreglar las cosas. Pero, como soy realmente optimista, creo que vamos a poder.
-Si en esta legislatura no se encauza el proceso, ¿se marchará?
-No lo sé; "gero, gerokoak" ("cada cosa a su tiempo"). Pero he dicho lo que he dicho, que estamos ante la última oportunidad para toda una generación.