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Apirila 24 | 2005 |
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El Diario Vasco


«Hay que buscar un consenso que implique a los socialistas y a la izquierda abertzale»

ALBERTO SURIO-DIARIO VASCO

Imaz no ve un trasvase electoral entre la coalición nacionalista y EHAK y destaca que la dirección del PNV tiene una estrategia «homogénea».

Con la distancia de los días, Josu Jon Imaz se muestra convencido de que las urnas han confirmado el liderazgo de Ibarretxe en la búsqueda de un nuevo consenso. En su opinión, el reto de fondo pasa por implicar al tripartito, a los socialistas y a la izquierda aber-tzale en este pacto. A corto plazo vislumbra un gobierno en minoría, reclama «fair play» y no caer en estrategias de bloqueo parlamentario.

 

-¿No está corriendo demasiado Ibarretxe sin saber todavía con qué apoyos cuenta para ser elegido lehendakari?

 

-Creo que la sociedad vasca nos ha dado un mapa complejo. En democracia, el elemento básico es aceptar esa voluntad emanada de las urnas y dentro de esa complejidad, la sociedad nos ha dado la confianza para liderar este proceso a la coalición PNV-EA con la victoria en los tres territorios y, prácticamente, un resultado que es casi la suma de los votos de la segunda y la tercera fuerza políticas juntas. Nuestra obligación, con toda la humildad y reconociendo que los resultados no son aquéllos que esperábamos, es liderar este proceso complejo. No es fácil después de siete legislaturas, estar en la octava en unos niveles de voto cercanos al 40%.

 

-¿Esos 140.000 votos que ustedes han perdido están en la abstención?

 

-Eso exige análisis sociológicos más profundos y serenos. A mí tampoco me suele gustar jugar con bloques porque al final cada persona somos un mundo y hay más saltos individuales de lo que pensamos. Creo, sin ánimo de equivocarme en exceso, que fundamentalmente esos votos fueron en el año 2001 a la coalición PNV-EA en unas circunstancias excepcionales, en una campaña muy tensionada y en la que el proyecto de Mayor Oreja despertó el temor, incluso, de sectores no ideologizados ni politizados. Posiblemente, esas 140.000 personas han vuelto a la abstención con diez puntos menos de participación porque no han sentido esa necesidad acuciante de voto. Luego también está el fenómeno de Aralar, que con sus 28.000 votos no tuvo en el año 2001 una opción electoral. No creo en ningún caso que esos electores de PNV-EA de 2001 hayan ido al mundo radical de Batasuna. Los números no dan, nunca han dado. Porque el Partido Comunista de las Tierras Vascas apenas ha sacado cinco o seis mil votos más que lo que obtuvo Batasuna en el año 2001, cuando ha habido 70.000 nuevas incorporaciones al censo, lo que significa una gran fidelidad de ese mundo. La teoría del trasvase de votos entre el PNV y Batasuna no se sostiene con los números en la mano.

 

-¿Entonces han perdido ustedes el voto por el flanco moderado?

 

-Más que moderado o radical, es fundamentalmente ese voto de sectores menos ideologizados, que vuelven a la abstención en la que estaban. Estamos en porcentajes de voto superiores a los del año 98, las anteriores elecciones. Y luego también hay un factor que quizá haya que estudiar más. Hay sectores en la sociedad que empiezan a percibir un cierto cansancio o hastío respecto a la clase política en general porque quieren y ansían soluciones en Euskadi y están hartos de la bronca política. Posiblemente esas soluciones están tardando y eso genera un cierto desapego respecto a los partidos políticos y eso lo paga más el que lidera la sociedad. Que en la encuesta del CIS aparezca que el cuarto problema percibido por los ciudadanos son los partidos es algo que nos tiene que hacer pensar.

 

-¿Ha fracasado el plan Ibarretxe?

 

-No, yo diría que el plan Ibarre-txe como tal no es de Ibarretxe ni era de Ibarretxe ni del PNV ni de EA. Es una propuesta aprobada por el Parlamento Vasco, que está depositada ahí, que tiene 39 votos, y que por tanto marca un hito. Lo que tenemos que hacer es ver si somos capaces todos de trabajar una propuesta que tenga más de 39 votos. En los próximos tiempos veo un camino complejo a recorrer para alcanzar acuerdos en torno a la pacificación y las soluciones políticas, normalización, agenda o conflicto político, como lo queramos llamar. Si esos acuerdos superan esos 39 votos supondrán un nuevo hito.

 

- ¿El futuro lehendakari tendría que crear una mesa de partidos?

 

-No soy amigo en estos momentos de definir ya los instrumentos. Porque en estos momentos los instrumentos son herramientas. Que sean mesas, sofás, restaurantes, diálogos bilaterales, trilaterales, dentro del Parlamento o fuera del Parlamento no es lo más importante. Esos instrumentos también tendremos que negociarlos entre los partidos y no de antemano definir esos instrumentos, no sea que al final se conviertan en un problema. Lógicamente habrá que acertar y trabajar el camino, pero la clave es que los partidos empecemos a hablar en profundidad y a hacer diagnósticos más o menos comunes de la situación y empecemos a construir esas complicidades.

 

Las «dos almas» del PNV

 

-¿Fue la reunión del EBB que analizó los resultados del 17 de abril especialmente tensa?

 

-No, en absoluto, ni mucho menos. El análisis fue muy compartido respecto a la situación. Lógicamente cada persona, sobre todo después de una noche electoral, tiene sus propias reflexiones y matices, pero hubo una coincidencia plena en el camino en el que tenemos que trabajar a partir de este momento. Lógicamente somos una organización humana y democrática, no a la búlgara. Yo quiero una ejecutiva en la que las personas piensen, den su opinión, no tengan ningún problema a la hora de expresarse y en la que se discutan los problemas con absoluta normalidad. Hay un sentir muy homogéneo en la ejecutiva del PNV.

 

-¿Aflora de nuevo el péndulo histórico del PNV entre los más pragmáticos y los más radicales?

 

-Hay dos almas, pero mi tesis es que las dos almas las llevamos cada uno dentro. Muchas veces se simplifican como si fueran dos formas de ver las cosas en personas diferentes. Yo tengo las dos almas dentro. Tengo el alma nacionalista de corazón y tengo también en mi interior el pragmatismo y realismo de la frialdad de una sociedad compleja y plural como la vasca. Y eso nos obliga a combinar necesariamente no como dos cosas que se oponen sino como dos fuerzas del mismo proyecto político: el corazón caliente, la sangre fría y los pies en el suelo. Ése es el camino que debe seguir el PNV, que es, por otro lado, el que siempre ha seguido en su historia.

 

-¿Pero no cree que el PNV está abocado al final a un dilema estratégico entre acercarse a la izquierda abertzale o a los socialistas?

 

-Plantear ese dilema entre esas dos opciones sería un error estratégico de calado. Porque la solución de pacificación y normalización, con los datos que tenemos encima de la mesa, pasa por buscar y trenzar complicidades para lograr un nuevo consenso con el mundo radical de la izquierda abertzale y con los socialistas.

 

-¿Para trenzar esa complicidad con el PSOE juega usted un papel?

 

-Lógicamente todos tenemos que desarrollar papeles activos y trabajar una estrategia que sepa utilizar complicidades, cocinas e interlocuciones. Es momento de estrategias combinadas más que de desarrollos personales de proyectos.

 

-¿Cree que el modelo vasco puede ir reorientándose poco a poco hacia la vía catalana?

 

-No soy amigo de las vías, ni la irlandesa, ni la canadiense ni la catalana, porque al final cada sociedad es la que es. Y la sociedad vasca necesita la solución vasca. La vía vasca nos lleva a tener que buscar un acuerdo que se sustente sobre dos bases: uno, necesario, sobre el respeto a todos los derechos humanos, empezando por el más básico que es el derecho a la vida y el rechazo a cual opción violenta. Y una segunda base, que el autogobierno en la sociedad vasca tiene que contar con el respaldo de la decisión de la sociedad vasca.

 

-¿El PNV tiene plan B´ si fracasa esa estrategia?

 

-Lo que tiene es su propuesta que ha presentado al electorado. Suelo decir que el PNV no tiene plan B, tiene la propuesta A, que nos ha apoyado una parte de la sociedad, y la propuesta A, que tendrá que ser los acuerdos a los que lleguemos de forma flexible el conjunto de las fuerzas políticas a partir, no de folios en blanco, sino de las propuestas que cada uno vamos a poner encima de la mesa. No partimos de cero.

 

-¿Sería legítimo que Ibarretxe aceptase los votos de EHAK para su investidura como lehendakari?

 

-Creo que en primer lugar lo que no vamos a hacer son acuerdos globales con formaciones sin la base de estos dos principios. Otra cosa es que vayamos alcanzando pactos en cada momento con uno o con otro, pensando que entre tanto habrá que ir trabajando acuerdos de fondo. Es posible pensar en un gobierno compuesto por una minoría mayoritaria que inicie un camino alrededor del tripartito, que tiene un 44% de los votos. El PSOE gobierna en el Estado con un 43% de los votos y una minoría mayoritaria en el Congreso e, incluso, con una minoría que ni siquiera es mayoritaria en el Senado y eso obliga, salvo que exista vocación de bloqueo en el conjunto de formaciones políticas, a mucha cintura buscando acuerdos puntuales en las leyes. Espero que no haya esa vocación de bloqueo. Otra cosa distinta es que en el camino tengamos que ir trabajando esos acuerdos de fondo y tratemos todos de tener fair play.

 

-Insisto, ¿Ibarretxe puede negociar la investidura con EHAK?

 

-Nosotros, la investidura la vamos a negociar en principio con los partidos del tripartito y vamos a hablar con el resto de formaciones para ver cuáles son las posiciones respecto a todas las materias, respecto a la paz y la normalización. En este momento procede hablar con todos.

 

-¿Las declaraciones de Rodríguez Zapatero hablando de «tiempo de soluciones» dibujan expectativas sobre un próximo final de la violencia?

 

-Veo esto con mucha prudencia porque no me gusta generar falsas expectativas en la ciudadanía, pero creo que dentro de esa prudencia hay elementos interesantes. Confío en la buena fe de los adversarios, y hay señales que estamos emitiendo tanto desde el campo político del tripartito, de Batasuna o del PSOE que están apuntando a una posibilidad de solución. Nuestra responsabilidad es tratar de generar complicidades al objeto de avanzar una paz estable y duradera. Pero con prudencia, porque la sociedad vasca ha recibido ya demasiados jarros de agua fría.

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