En el formato y en el ámbito en el que formulaba la pregunta, ¿puedo hablar euskera? López no se refería, evidentemente, a su propia competencia lingüística. Acusaba al lehendakari y a los nacionalistas de patrimonializar y de instrumentalizar el euskera.
Somos muchas las personas en Euskadi que no vemos en ello otra razón que la desidia. El Sr. López es uno de los principales dirigentes de un partido, el socialista, que ha estado con los nacionalistas, con el PNV y con EA, en el desarrollo de las políticas de acción positiva a favor del euskera en la CAV. Al mismo tiempo, ha sido el colaborador imprescindible de las políticas lingüísticas más regresivas llevadas a cabo especialmente en Nafarroa.
Una explicación plausible nos lleva a pensar que la política lingüística es, en el mejor de los casos, objeto de preocupación –que no de ocupación- de los dirigentes socialistas. Son capaces de simultanear su apoyo a políticas lingüísticas contradictorias, de modo que, inevitablemente, es el otro socio el que marca el camino. A juzgar por los hechos, es evidente que el PSOE, más allá de las proclamas electorales, carece de criterio y de objetivos en materia de euskera.
Por ello, resulta incomprensible y, sobre todo, injusto, que nos acusen a los nacionalistas de patrimonializar el euskera cuando son los propios socialistas quienes han renunciado a su defensa institucional. No se equivoque, pues, Patxi López, obrando como el gerente de la empresa que abandona un mercado por considerarlo poco rentable y acusa después al que se queda en él de ejercer monopolio.
La ciudadanía vasca no termina de saber qué política lingüística propugnan los socialistas para este país en el que la situación del euskera es paradigmática. Veamos:
o el arquetipo tradicional del euskaldun ha evolucionando hacia un nuevo perfil, el de las personas que tienen el euskera como segunda lengua, los euskaldunberris. Es reseñable que, a día de hoy, más de la mitad de los euskaldunes, lo son. Ello nos sitúa a los dirigentes políticos frente a nuestro propio compromiso y responsabilidad para con el futuro del euskera a los que ninguna formación política podemos dar la espalda.o la situación del euskera muestra 3 fotografías nítidas: en la CAV es francamente notable su avance; en Nafarroa la situación es de estancamiento y en Iparralde el retroceso es evidente.
La iniciativa social es impulsora y, sobre todo, sostén fundamental de la recuperación del euskera. Y, considerando el notable esfuerzo de los agentes sociales también en Nafarroa e Iparralde, las diferencias sólo pueden provenir de las políticas institucionales de los tres espacios jurídico-políticos de Vasconia. Tan evidente y palpable es la presencia y el liderazgo del nacionalismo democrático en la CAV, como lo es también la acción concertada de UPN y socialistas en Nafarroa, aplicando juntos –tanto monta, monta tanto- una política lingüística que va oscilado entre el mantenimiento del statu quo y la pura y dura política regresiva.
No somos los nacionalistas los que hemos empujado a los dirigentes socialistas a apoyar UPN en Nafarroa en su deriva en contra de la normalización lingüística en ese territorio. Ni a apoyar al PP en Araba para liquidar programas anteriormente consolidados para promover la lengua vasca en ese territorio.
El euskera es nuestra lengua nacional y la sociedad vasca ha apostado abierta y democráticamente a favor de su recuperación. Los nacionalistas asumimos este reto, lo que exige un esfuerzo renovado por la acción positiva a favor del euskera. Y tratamos de hacerlo, modestamente, desde el compromiso propio y el acuerdo colectivo, factores ambos, imprescindibles para dejar de lado acusaciones estériles y emplearnos todos a fondo en la tarea. Discrepando, debatiendo y, si es posible, acordando, pero siempre desde el compromiso contrastado de cada una de las partes.
Es tiempo electoral. Para algunos, tiempo de ideas mágicas. Como la de López del gran “Instituto Cervantes del euskera” para su difusión en el mundo. No está mal la idea. Pero sería mejor que el PSE nos dijera si ha pensado en la prioridad de abrir sede en Iruña y en Baiona. Lo digo porque no se ha ocupado de nada de esto el Instituto Cervantes, el que los socialistas sí crearon de verdad desde Madrid y que ahora vuelve a gestionar el PSOE, para difundir el castellano en el mundo. Cuando Patxi López se ponga las pilas y actúe donde ahora puede hacerlo, cuando nos apoye al PNV y a EA, a CiU y ERC, al BNG, para que el euskera, el gallego y el catalán sean oficiales en el Estado y lenguas de uso en el Congreso y en el Senado, sólo entonces, se tomarán en serio sus ideas. Mientras tanto, sus críticas y acusaciones apenas tendrán credibilidad para la ciudadanía vasca. Y sin ella estarán perdidos.