La izquierda abertzale, que en 1998 antepuso el proyecto político al proceso de paz retirando el activo político que supuso el Alto el Fuego de ETA, hoy invierte las prioridades y da a conocer el Documento de Anoeta. En medio estamos, entre otros, nosotros, los del PNV. Tuvimos aciertos y errores. Hubo poca comunicación y confianza entre los impulsores, se mezclaron procesos y la intervención política fue netamente defensiva.
Apuntábamos algunas conclusiones:
1. Para lograr la resolución dialogada del contencioso político vasco resulta necesario promover y apoyar, en el conjunto de Euskal Herria y en sus diferentes marcos territoriales, foros multipartitos de diálogo y participación institucional, política o social, orientados a lograr consensos que permitan superar el actual bloqueo político. Dichos procesos deben cimentarse en una doble premisa: el reconocimiento tanto de la existencia de un conflicto político como de las plurales y divergentes concepciones que existen sobre el mismo.
2. El PNV no podía renunciar ni retrasar el desarrollo político de su proyecto por la actividad armada de ETA. Consecuentemente, el 15 de enero de 2000, seis días antes de que ETA materializara la ruptura del alto el fuego, aprobamos la línea estratégica a seguir, comprometiéndonos a presentar iniciativas legislativas en sede institucional que culminaran en un Proyecto Político que fuera el resultado del debate abierto y promovido en el conjunto de la sociedad vasca y con la máxima participación de los agentes políticos, económicos, sindicales, sociales y culturales. Y así ha sido, hasta la aprobación por mayoría absoluta en el Parlamento Vasco. Añadíamos que someteríamos en todo caso, el proyecto o proyectos resultantes, a consulta y/o referéndum de la ciudadanía vasca.
Parecía que el último trimestre de 2004 podía ser un tiempo de propuestas, iniciativas y compromisos políticos. La declaración de Anoeta, las respuestas y comunicaciones del Gobierno Español y es más que previsible que el Congreso de Diputados, lejos de habilitar un proceso negociador, opte por rechazar con un portazo la propuesta aprobada por
Colisión de Soberanías
Se repite la historia. 1839 y 1876 son años de referencia en la historia de los vascos en defensa de sus libertades. La propia Constitución española en su disposición derogatoria 2 dice que «en tanto en cuanto pudiera conservar alguna vigencia, se considera definitivamente derogada
La abolición de los Fueros fueron actos de fuerza que provocaron el conflicto político todavía no resuelto. Fue Cánovas del Castillo quien proclamó la razón última de
Mateo Moraza realizó la defensa de los fueros vascos ante el Congreso en Julio de 1876.
Entonces, políticos de mentalidad liberal terminaron «legalmente» con las libertades e Instituciones democráticas de los cuatro territorios de Hegoalde. Hoy, 129 años después, socialistas y populares responden con los mismos registros políticos y exhiben sin ningún rubor el artículo 8º de
Proponemos un punto de inflexión en la resolución del contencioso vasco. Las estrategias de victoria-derrota conllevan a la sumisión, son fuente de intolerancia y violencia. Proponemos diálogo, negociación y acuerdos.
La unidad de España, presentada como única realidad inmutable, se ha convertido ya en problema político para el propio Estado español. La unidad política debe sustentarse en el principio democrático de la libre adhesión de las partes que la configuran en cada momento histórico.
¿Requiere tanto esfuerzo democrático reconocer la existencia del Pueblo Vasco y por tanto el derecho que le corresponde a decidir libre y democráticamente su futuro? Nos enfrentamos a un problema político que hunde sus raíces en la historia de un pueblo milenario como el vasco, en un momento político que no podemos desaprovechar. El momento será histórico si lo afrontamos con decisión y valentía. Nosotros queremos intentarlo.