Su intervención se la resumí en tres ¡Vivas!. Un ¡Viva! a la OTAN, olvidándose de la UEO, y por lo tanto de Europa. Un ¡Viva! al artículo 8 de la Constitución, caso único en el derecho comparado europeo. Y un ¡Viva! a Donald Rumsfeld, tratando de congraciarse con el republicanismo más sectario que en la actualidad los tiene a palo seco.
Bono me salió con su consabido argumento de cómo le gusta el artículo 8 de la Constitución que encarga al ejército la unidad y la integridad de España. Lo volvía a decir el mismo día de la votación en el Parlamento vasco. Todos los allí presentes asentían con entusiasmo y fue lo que salió al día siguiente en la prensa. No contaron lo que le repliqué. «¡Triste país que ha de asentar su unidad en la punta de las bayonetas y no en la voluntad popular! ¿Es ese su proyecto sugerente de la vida en común como decía Ortega? ¿Apelar a un ejército para conservar la unidad?» Pues sí.
La propuesta del Carlton
Cuando el domingo pasado, 19 de diciembre, Patxi López dejó la tribuna en el hotel Carlton tras presentar su proyecto de Estatuto de Autonomía y se dirigió a su silla, quienes más aplaudían junto a él era el miembro de la ejecutiva federal del PSOE, Rodolfo Ares y el Presidente de FEVE, Dimas Sañudo. El primero jamás ha querido opinar sobre el indulto a Vera y el segundo lo primero que comentó desde Ferraz, cuando llegó a Madrid para asumir la presidencia del organismo ferroviario fue decir que le parecía buena idea hacerse socio del Real Madrid. Patxi López, pues, se encontraba bien arropado para dar credibilidad a una apuesta que nos dice que Euzkadi es una Nación (han esperado cien años para decirlo), aunque vinculada a España, así como que se puede hablar de la Seguridad Social pero sin romper la intocable Caja única no vaya a ser que Rodríguez Ibarra se moleste.
José Hernández escribió un libro en 1872 titulado ‘‘Martín Fierro’’. Era un gaucho trovador que tenía la sabiduría del pueblo llano. En su métrica y en sus observaciones existe una teoría sobre una influencia vasca en el mismo. Da igual. Lo importante es lo atinado de sus juicios.
Me viene a cuento lo que dijo sobre la pérdida de vergüenza:
«Muchas cosas pierde el hombre que a veces vuelve a hallar pero les debo enseñar
y es bueno que lo recuerden que si la vergüenza se pierde jamás se vuelve a encontrar».
Algo así le diría Martín Fierro a Patxi López tras su discurso del Carlton. Curioso lugar, sede de la presidencia del Lehendakari Aguirre, como Rajoy que se sacó el domingo una fotografía en el ‘‘Correo Español’’ con la estatua del Lehendakari de fondo. Pero volviendo a Patxi. ¿Cómo es posible que en su nueva propuesta se diga: «compromiso de cumplir enteramente el estatuto de Gernika, con transferencias como la Seguridad Social -sin romper la Caja Única- y las políticas de empleo» (?)
Resulta curioso cómo gobernando como gobierna el PSOE en Madrid y estando obligados a cumplir una ley orgánica como es el Estatuto de Gernika, no sólo no lo hacen sino que le echan agua al vino y dicen que ese será su programa electoral y su posible programa de gobierno si ganan. Pero ¿en qué quedamos? ¿Cómo unos patriotas constitucionales como ellos se niegan a poner en práctica ahora lo que además por obligación lo tienen que hacer? ¿Todo este montaje no es una demostración a las claras de cómo el partido socialista ha manipulado un texto pactado como lo fue hace 25 años el estatuto y como ésta evidencia le ha obligado al Lehendakari a presentar su nueva propuesta política?
Si nuestros destinos como pueblo han de estar en las manos de Patxi López, de Rodolfo Ares y de Dimas Sañudo, apaga y vámonos.
El propio Ramón Jáuregui, ex vicelehendakari, ese mismo domingo apostó por ‘‘desbancar’’ a Ibarretxe de la Lehendakaritza a toda costa en las próximas elecciones, incluso a través de la suma de votos con el PP. Lo dijo el domingo pasado en el Carlton. ¡Ay ene!
La necesaria unión vasca
Y es que hay una especie de obsesión compartida entre los dirigentes del PSE-PSOE y del PP, así como de directivos de varios de medios de comunicación social que trabajan al unísono para ‘‘desalojar’’ al PNV de las Instituciones. Obsérvese el verbo utilizado: desalojar. No hablan de ganar limpiamente unas elecciones democráticas en base a una oferta distinta, sino algo tan contundente como si de okupas se tratara: hay que desalojarlos. Llevan demasiado tiempo gobernando como si en estos 24 años el PNV lo hubiera hecho siempre solo y como si nos hubiéramos metido en casa ajena en contra de su dueño. Para esta gente, que se cree dueña del poder, el ganar y volver a ganar unas elecciones no les hace reflexionar sobre la calidad de su producto sino que lo atribuyen a que los demás ocupamos algo indebidamente y por eso hay que sacar al PNV con agua hirviendo y cuanto antes.
Bien es verdad que a ésta ceremonia de la confusión le ayuda un discurso confuso, difuso y profuso y cantinflérico de una Batasuna sin coraje ante ETA, pero no deja de ser curioso que una vez más los extremos se toquen. Se juntan como siempre el hambre y las ganas de comer. Con abstenciones no se hace Euzkadi.
Si hemos gobernado este país 24 años ha sido porque el electorado así lo ha querido y nos ha votado y si hemos ejercido una cierta hegemonía será porque la sumisión de estos partidos a los dictados del Madrid político les ha hecho abandonar la esencia de la defensa del poder vasco, cosa que siempre hemos hecho nosotros. Por otra parte, se trata de un camelo eso de 24 años de gobierno del PNV, cuando lo hemos hecho catorce con el PSE y el resto con EA, IU, EE y hasta con el PP en el Ayuntamiento de Bilbao. Que el PSE no reivindique la gestión y lo hecho por ellos es una cosa incomprensible porque que carteras claves han estado en manos distintas a las del PNV.
Lo malo es que llegan en su mal gusto a decir como Rajoy que «por higiene democrática» hay que sacar al PNV de las Instituciones. Les ha faltado decir que para eso están los raticidas y algo parecido ha dicho Patxi López cuando sin el menor rubor nos acusa de aferrarnos al poder con ‘‘tics totalitarios’’. En una comida de amigotes, pero con prensa delante, se atrevió a decir que en 25 años hemos generado «clientelismo, aburrimiento, resignación y crispación» y de que «había llegado la hora de quitarse el miedo al PNV y dejar de pensar que es imbatible». No menos contundente, para ser una figura institucional, lo dicho por el presidente del Senado, Javier Rojo, que con las mismas consignas nos lanzó otra pedrada: «Me gustaría ver una Euzkadi gobernada por socialistas después de más de dos décadas de hegemonía nacionalista y tras contrastar que es necesario un cambio en el País Vasco por una única razón de salud democrática». ¡Pobre Euzkadi si su médico de cabecera va a ser el partido socialista¡
Frente a toda esta ofensiva que irá in crescendo a medida que avance enero la decisión del PNV y EA de ir juntos a las elecciones es una decisión acertada. Cubre bien el espectro político del nacionalismo democrático y se presenta a unas elecciones con todas sus alas desplegadas. Y, como siempre, es una apuesta estratégica del máximo valor, que mira al presente y en unas horas claves que planifican el futuro.
EA, por otra parte, ya ha visto en el Congreso como se las gasta una ERC que cada vez hace más política en clave de la vieja CiU y por eso se puede decir, que hoy por hoy en Madrid, además de la oposición de trinchera del PP, la oposición argumentada de verdad la hace el PNV, EA y Nafarroa Bai. Los demás entran y salen como si de una puerta giratoria se tratara en un salón del Far West.
En otro poema de Martín Fierro hay un verso que debería ser el núcleo de nuestra campaña.
Dice así:
«Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera».
Bellos versos surgidos de la entraña del pueblo que nos indican como nadie que la unión hace la fuerza vasca frente a un Madrid que nos quiere desalojar «por higiene democrática».
El alto comisionado y el rey del canapé
Andan el PP y el PSOE a la greña por el nombramiento de Gregorio Peces Barba como Alto comisionado para las Víctimas del Terrorismo del 11-M. Dice Rajoy que ese cargo debería haberse acordado en el seno del Pacto Antiterrorista (Antinacionalista) y no como consecuencia de un pronto de Zapatero tras escucharle a Pilar Manjón hablar de las víctimas del 11-M en el Congreso.
Esta batallita me sugiere dos consideraciones.
La primera que eso del Pacto Antiterrorista es sólo un bluf para engañar incautos, reunirse de vez en cuando, pronunciar grandes frases y dar cobertura a una política de establo (que no de estado) entre el PP y el PSOE para embridar al nacionalismo vasco. De ahí surgió la ley de partidos, el cierre de ‘‘Egin’’ y de ‘‘Egunkaria’’ y todo ese rosario de medidas guantanameras. De ahí la queja de Rajoy.
Y la segunda es la pregunta en relación para qué sirve la Institución del Defensor del Pueblo. Todo ese montaje supermillonario, cargado de funcionarios y de letrados, de descargos anuales en el Congreso y en el Senado. ¿Para qué sirve? ¿No hubieran tenido encaje en el Defensor el tratamiento específico de algo tan coyuntural como un hecho sobrecogedor pero que se agota en la sola acción del 11-M? ¿Para qué crear un Alto Comisionado? Muy sencillo. El actual Defensor no sirve para casi nada.
Una acción de éste tipo deja al descubierto al rey del canapé, D. Enrique Múgica Herzog, que por estar medio en paro últimamente al no dársele cancha a sus ataques al nacionalismo vasco solo le queda seguir engordando a cuenta de los mil saraos que la Villa y Corte ofrece. ¡Triste final para un político que empezó en el partido comunista, fue encarcelado y acabó en el PSOE diciendo desde la Comisión de Defensa del Congreso, que no quedaba más remedio que aceptar la tutela militar a la Constitución de 1978!
Y este es en la actualidad, el socialista Múgica, cuyo trabajo ha de hacerlo el socialista Peces Barba. Y ya se sabe. Socialismo es lo que hacen los socialistas. De ahí el Alto Comisionado para un amigo socialista.