JESÚS Insausti Urkirizar (1912-1993), nuestro inolvidable Uzturre, es una de las personas con espíritu más joven y comprometido que he conocido. Hoy, 12 de julio, se cumplen veinte años de su fallecimiento y le recordaremos con una sencilla ofrenda floral en el cementerio de Derio. Dos décadas después de su muerte, entre los nacionalistas de mi generación, sus nietos, muy a menudo surgen en la conversación anécdotas sobre y con Uzturre.
En el contacto con Jesús, cada día aprendías un poco. De su capacidad de sacrificio, su activismo, su defensa de los derechos humanos y de los trabajadores en Euskadi y en el mundo, su patriotismo siempre solidario con otros pueblos, su idealismo… Y es que para quienes éramos jóvenes en aquellos ya lejanos años 80, -primero como presidente del BBB y del EBB y luego de la Fundación Sabino Arana- Uzturre se convirtió en el nexo de unión con la generación que, tras luchar en la guerra del 36, supo dar la cara en la clandestinidad antifranquista y en el exilio.
Jesús y su inseparable Pruden no tuvieron hijos, pero somos muchos los que -de alguna manera- nos consideramos sus nietos. Creo que nadie como Uzturre influyó tanto y para bien en aquella generación de entonces jóvenes militantes del Partido Nacionalista Vasco que hoy tenemos responsabilidades internas e institucionales. Jesús sabía alternar sus regañinas con una plena confianza en los jóvenes. En más de una ocasión, tras una buena bronca -bien justificada, por cierto-, nos terminaba con una sonrisa pícara y un "yo hubiera hecho lo mismo". Él nos enseñó que no se puede ser un sumiso "Yes Man", pero tampoco un destructivo "Mister Niet".
Jesús cuidaba como pocos las relaciones humanas con representantes de otras sensibilidades políticas y sociales. Sabía que demasiado a menudo en política puede perderte el ardor ante las alcachofas, los micrófonos, ante los que sin demasiado éxito intentaba ser comedido para evitar caer en lo que él definía como "la libertad del bufón". Pero siempre insistía en que había ciertas conmemoraciones al año (Aberri Eguna, Alderdi Eguna, San Ignacio, Primero de Mayo) en las que tenía que dejar bien claro nuestro "norte".
"He soñado que un día, como ya pasa en Filipinas con Jose Rizal o en Cuba con Jose Marti, un embajador español acudirá a Sukarrieta a depositar una corona de flores en la tumba de Sabino Arana", supo decir con determinación, simplificando con simbolismo el "norte" del Partido Nacionalista Vasco.
Activista siempre comprometido con el euskera, estos días he releído los dos tomos de Jesús Insausti, Uzturre. Seis décadas de periodismo vasco. La verdad es que su biografía daría para más de una buena película de acción. Sus salidas y entradas en la cárcel entre 1941 y 1948, fuga rocambolesca incluida, su trabajo clandestino, los servicios en Bilbao y Madrid, servirían de argumento para más de una obra de Le Carré.
Después, diez años de trabajo en París con su admirado lehendakari Aguirre, en Servicios en Rue Quentin-Bauchart, colaborando con Radio París y en la prensa antifranquista. Y, luego, dos décadas más de sindicalismo internacional desde la Confederación Mundial del Trabajo con sede en Bruselas, al tiempo que sigue escribiendo con diferentes seudónimos en publicaciones del exilio.
Él nos enseñó que no se puede ser un sumiso "Yes Man", pero tampoco un destructivo "Mister Niet"
Vimos en Uzturre el testimonio vivo de quien mantuvo inalterable su idealismo
desde su Tolosa natal
En aquellos años, Uzturre realiza efectivas denuncias sobre la violación de los derechos humanos y la libertad sindical en todos los continentes. Colabora con la incipiente Amnesty International o combate denodadamente el crimen político del régimen del apartheid en Sudáfrica. Casi con toda seguridad, Jesús fue el primer vasco que descubrió y escribió ampliamente sobre Nelson Mandela. Su último trabajo para la CMT fue presentar un amplio informe sobre La acción sindical y los derechos humanos en un coloquio internacional celebrado en Québec.
En julio de 1980 regresa a Euskadi para descansar con Pruden en Deusto, junto a su sobrina Marijose y Andoni, Zigor y Naiara. Jesús volvía con intención de recorrer viejos rincones y de seguir releyendo los Episodios Nacionales de Pérez Galdós y las obras de narradores rusos o vascos, mientras escuchaba la música clásica de J. S. Bach. En realidad, de descanso, nada. Hasta su muerte, el 12 de julio de 1993, no paró ni un día de trabajar incansablemente a favor de su única patria.
Para entonces, ya sabíamos de él por sus artículos, "Sozial Arazoa", en la revista Euzkadi. Entonces le conocimos y tratamos sus nietos en la sede del Partido Nacionalista, en el Edificio Granada, en las larguísimas asambleas en Alderdi Etxea - Artea, en tantos mítines e inauguraciones de batzokis con sus inseparables José Mari Otxoa y Jose Mari Cuñado, en ruedas de prensa siempre atento con los periodistas durante la traumática escisión con la que tanto sufrió,… y cuando parecía que, por fin, le llegaba la retirada, Uzturre sucedió en 1989 a Patrick de la Sota al frente de la naciente Fundación Sabino Arana.
En sus últimos años fue el principal impulsor del Archivo Histórico del Nacionalismo, la plural tribuna de debate de la Fundación o la organización de los Premios Sabino Arana con objeto de hacer realidad el lema "Atzokoan finkatuz, gaur biharkoa bultzatu".
"Muy equivocado está quien piense que tras muchos años de peinar canas, llega una edad en la que no quedan anhelos y objetivos por los que luchar" dejó escrito en agosto de 1990. Y Uzturre, ya en tratamiento contra el cáncer, citaba con juvenil entusiasmo una frase redonda de Don José María Arizmendiarrieta: "Entre el pasado donde están nuestros recuerdos y el futuro donde están nuestras esperanzas tenemos un presente cargado de deberes"
"En el pasado -completaba Jesús- están nuestros recuerdos de luz y de alegría y, también a veces, por qué negarlo, sombras y miserias que de muy poco sirven rememorar, si no es para evitar caer en pasados errores. Pero también en el futuro están nuestras esperanzas: una patria libre y soberana en la justicia social, en el respeto mutuo y en la fraternidad, en una revolución permanente en pos de una sociedad basada en la solidaridad", aseguraba un ya octogenario Uzturre bajo el título Esperanzas de futuro, en uno de sus últimos artículos tras seis décadas de periodismo en euskera, castellano y francés. Un mensaje que, dos décadas después, sigue teniendo plena validez.
Con Jesús, que vivía con total normalidad la doble militancia en el partido y en ELA, aprendimos que no habría una Euskadi libre sin justicia social. En él vimos el testimonio vivo de una persona que mantuvo inalterable su idealismo desde que salió de su Tolosa natal hasta que -como sus inseparables cigarros- se nos apagó en Belendiz aquel 12 de julio que hoy rememoramos. Él nos enganchó a toda una generación de abertzales como nuevos eslabones de esa larga e histórica cadena que es EAJ/PNV. Katea ez da eten. Su humildad y humanidad fueron el mejor imán para atraer las voluntades de quienes queríamos comprometernos por Euskadi.
En cualquier homenaje a una persona, pocas cosas hay que le honren mas que poder decir que, aun sin tener hijos, ha dejado una fecunda prole de nietos que seguimos viendo en él un ejemplo a seguir. Un ejemplo que, cuando nuestra brújula oscile demasiado y vacilemos en qué dirección tomar, siempre nos marcará el "norte" como abertzales y como personas. Ojala sepamos dejar en las nuevas generaciones la misma impronta que Uzturre ha dejado en nosotros.