Opinión
22Noviembre
2010
22 |
Opinión

"La pobreza de nuestro mayor tesoro" Nerea Melgosa

Opinión
Noviembre 22 | 2010 |
Opinión

Este 20 de noviembre celebramos el aniversario de la Declaración de los Derechos del Niño. Esta declaración tiene entre sus principios fundamentales el derecho a una familia. Para el común de los occidentales puede parecer una reivindicación exagerada y, sin embargo, existe un gran porcentaje de niños y niñas que no tienen a su madre o padre cerca. Entre las consecuencias más perversas de la inmigración está la de aquellas familias rotas por la necesidad de buscar dinero al otro lado del charco para que a los hijos e hijas no les falte el pan.

Son interminables años los que pasan muchos inmigrantes sin ver a sus niños y niñas. La pelea por lograr una mínima estabilidad, por tener una casa y un sueldo que permita traer aquí a los hijos se hace tan larga que, cuando por fin pueden reagruparse, se han vuelto unos perfectos desconocidos. Muchas veces viven la infancia cuidados por familiares gracias a las divisas que va mandando su madre. Unos se reencuentran después de mucho esfuerzo, otros menores siguen en sus países de origen. Imaginémonos su situación hoy en día, cuando las divisas que llegan son escasas debido a la falta de trabajo.

 

La distancia, las necesidades económicas, las carencias afectivas, el dolor,... todo va generando una espiral cada vez más inhumana. Vienen personas de diferentes lugares para cuidar a nuestras personas mayores, a nuestros hijos e hijas, dejando a los suyos al cuidado de terceros. Son personas inmigrantes que se ven forzadas a mirar hacia nosotros mientras nosotros miramos hacia otro lado. No preguntéis a las madres extranjeras por sus niños porque se les llenarán los ojos de lágrimas. Muchas de ellas los vieron por última vez hace demasiados años. No pueden viajar, ya sea por el dinero del pasaje o por no tener papeles. En ocasiones, ni siquiera consiguen hacer llegar dinero a sus niños y eso, en la sociedad de procedencia, es el fracaso, palabra prohibida entre las madres y mujeres.

 

Traer aquí a las niñas y niños tampoco garantiza la felicidad automática. La crisis económica hace que se empiece a acentuar la pobreza infantil, según datos de Cáritas. El último informe Foessa habla a las claras del preocupante crecimiento de esta tasa, una realidad vergonzosa cuando en épocas de bonanza económica, tanto los gobiernos del señor Aznar como del señor Rodríguez Zapatero no invirtieron en políticas sociales y menos aún en políticas de infancia y familia. Si por aquel entonces ya existían familias vulnerables a la pobreza y no pudieron salir de ella, pensemos cuál es ahora su situación. 

 

¿Qué se encuentra en un hogar afectado por la pobreza infantil? Tiene peores niveles de desarrollo escolar, más problemas de salud, mayor riesgo de conflictividad familiar,... Tenemos que plantearnos qué clase de sociedad estamos construyendo. ¿Cuáles son las políticas reales de infancia y familia que se están impulsando? No hay  estudios que midan exactamente la pobreza infantil, sino que se miden a través de la renta de los progenitores. ¿Será porque no interesa hacerlos? ¿Por qué no se invierte en políticas integrales de infancia y familia?

 

Cuando hubo dinero, se despilfarró en ladrillo y en especulación bancaria pero ya nos hemos dado cuenta que ése no es el buen camino, sino que debemos invertir en el bienestar de nuestros menores. Son el futuro. No merecen ser tratados mediante esta política de riesgo de pobreza y exclusión, merecen ser felices y que su única preocupación sea jugar y sonreír. No les hagamos la vida más difícil, seamos responsables y hagamos una verdadera política social. No les defraudemos. Esperemos que el año que viene haya más niños y niñas que puedan celebrar la fiesta de sus derechos. Nadie lo merece más.

COMPARTE