HAN pasado ya doce años, era mayo de 1997. Nos jugábamos mucho, nos jugábamos la renovación del Concierto Económico y lo teníamos que negociar en Madrid. La representación del Gobierno vasco la encabezaba el vicelehendakari Ibarretxe y negociaba con Rato, vicepresidente económico del Gobierno español. La negociación fue larga, tensa, dura, muy técnica. Ibarretxe dominaba el Concierto de arriba abajo, se fajó como en los grandes momentos y logramos un acuerdo histórico. Un acuerdo beneficioso para ambas partes, pero que hizo declarar a Rato que Ibarretxe era "fichable".
El acuerdo estaba apalabrado, pero no firmado. La delegación del Gobierno central se retiró a su casa e Ibarretxe se quedó allí, solo. Redactó de su puño y letra el documento que recogía el acuerdo alcanzado. No durmió. A la mañana siguiente llegó Rato y el documento estaba ya listo. Ambos lo firmaron, se dieron la mano y se despidieron con la sensación de haber logrado un gran avance. Era verdad y estos años así ha quedado demostrado.
Juanjo Ibarretxe guardó el documento firmado en su cartera y se dirigió a Euskadi. Paró primero en Gasteiz, donde entregó el texto al lehendakari Ardanza, a quien explicó los pormenores de la negociación. No pensó en descansar, quería explicar el acuerdo a la sociedad vasca. Y así lo hizo. Recuerdo su comparecencia, no se detuvo en tecnicismos y cifras, no desgranó los artículos acordados. Quiso destacar lo importante y lo sintetizó en una palabra: autogobierno. Quiso poner de manifiesto ante la sociedad vasca la importancia de contar con el Concierto y lo que esto significa para el progreso y desarrollo de Euskadi.
Economista preparado y entregado
Éste es el lehendakari Ibarretxe. Esta imagen resume su personalidad y su carácter. Un hombre técnicamente preparado, apasionado por su responsabilidad pública, abierto a la negociación franca y al diálogo, entregado a Euskadi y a sus ciudadanos. Y sobre todo un hombre con visión de futuro, con la ambición de un futuro mejor para Euskadi. Este episodio lo hemos visto repetido año tras año, en todas sus iniciativas y propuestas. Y hoy Euskadi es más moderna, más avanzada, está más desarrollada. Y esto es gracias al autogobierno, gracias al Concierto, gracias a personas como Ibarretxe, que creen en Euskadi, que creen en los vascos y vascas, que creen en nuestro futuro.
Comencé, después de saber de él como alcalde y siendo presidente de JJ.GG. de Araba, de sus estancias en los barnategis de Uztarri, a tener una cercana relación con Juanjo Ibarretxe unos años antes, en 1994, cuando coordinó una serie de seminarios de la Fundación Sabino Arana bajo el título Euskadi en la Unión Europea. Todavía hoy, repasar la publicación de aquellos seminarios resulta muy útil. Capacidad de trabajo, minuciosidad y entusiasmo eran ya características que le definían. Ibarretxe era también, por aquel entonces, presidente de la Comisión de Presupuestos del Parlamento Vasco. Ya entonces comprobé que estábamos ante un magnífico economista.
Y ahora, en este 2009, en el marco de esta dura crisis mundial, la situación económica de Euskadi es el mejor aval del lehendakari Ibarretxe. Ahora que los socialistas se encuentran ante el vértigo de tener que gobernar desde una posición de debilidad y dependencia, se han visto en la necesidad de reconocer que la gestión económica y de la administración ha sido positiva. No pueden decir otra cosa, porque los resultados son evidentes y la sociedad los conoce. Hemos crecido más, hemos afrontado mejor la llegada de la crisis. Estamos mejor preparados porque hemos sabido ahorrar para estos momentos difíciles, porque hemos sabido emprender nuevos retos con ambición, y porque hemos afrontado la crisis de cara, sin ocultarnos. Y esto se lo debemos a Ibarretxe.
Ahora, más de un año después de tratar Rodríguez Zapatero de ocultar la realidad tras eufemismos como desaceleración, resulta que el Gobierno socialista español comienza a adoptar medidas, y no hace sino aplicar el Modelo Ibarretxe. En el primer punto no pueden hacerlo, porque han llevado el déficit al límite y no cuentan con reservas. En el segundo, proponen ahora la innovación como herramienta del progreso empresarial, cuando aquí llevamos ya casi dos años trabajando juntos en Innobasque. Y en el tercero, se preocupan ahora por agilizar e impulsar la inversión pública, cuando en Euskadi hace un año que se puso en marcha el Plan de aceleración económica del Gobierno con las Diputaciones Forales.
Euskadi no ha avanzado por inercia o por generación espontánea. Estamos mejor porque hemos contado también con un lehendakari que ha sabido afrontar los retos reales de este país, que ha sabido confiar en la iniciativa pública y en la privada, que ha sabido gestionar en tiempos de bonanza, lo que permite ahora invertir en tiempos de dificultades. Ibarretxe ha afrontado los problemas reales de los ciudadanos y les ha dado solución. Como él mismo dice con sus luces y sus sombras, pero lo que es innegable es que con unos resultados más positivos que el de todo nuestro entorno.
Con transparencia y determinación
En la acción institucional y política, el lehendakari Ibarretxe ha actuado con transparencia y determinación. Y lo ha hecho donde procede, en sede parlamentaria. El lehendakari ha propuesto un paso adelante, consciente de que la paz y la normalización política requieren el compromiso y las propuestas de las fuerzas políticas y los responsables públicos. Ha afrontado el problema de forma constructiva, elaborando una propuesta, consciente de que la sociedad nos demanda soluciones.
El Nuevo Estatuto Político para la convivencia es un documento para el acuerdo, muy bien pensado, muy bien elaborado. Le cambiarán de nombre, alterarán su orden, lo podrán maquillar, pero en su contenido será un documento recurrente, un documento que se utilizará siempre que se quiera realizar una propuesta de normalización política para Euskadi.
El procedimiento seguido por el lehendakari para su propuesta fue impecable. Se presentó donde debe hacerse, en el Parlamento Vasco, dando lugar a un debate político de gran nivel del que doy fe. El Parlamento lo aprobó y lo remitió al Congreso de los Diputados, tal y como establece la legalidad. Allí lo presentó el lehendakari Ibarretxe en una sesión histórica en la que representó el sentir mayoritario de la sociedad vasca. Pero lo que ocurrió es incomprensible, el documento no se admitió a trámite, rechazándose en la misma sesión. No se dio ni siquiera la oportunidad a la propuesta, al debate, al intercambio. Se negó y punto. Y se estaba negando una propuesta aprobada por la mayoría del Parlamento Vasco. Una propuesta presentada por los cauces preestablecidos y absolutamente democrática. Se estaba negando en la práctica la capacidad de decidir de la sociedad vasca, algo que Euskadi defiende de forma nítida y mayoritaria. Algo que también volverá siempre, de forma recurrente, cada vez que se aborde un futuro de convivencia para Euskadi.
La sociedad vasca ha respaldado su doble legado
El lehendakari Ibarretxe nos deja por tanto este doble legado. Por una parte, una situación económica sólida y una gestión saneada, preparada para afrontar la crisis con éxito. Y por otra parte, una propuesta política sobre la mesa, aprobada por la mayoría del Parlamento Vasco. Podrá haber otras, pero tendrán que ser elaboradas, presentadas, debatidas, tramitadas y aprobadas. Hasta la fecha, desde luego el único que ha cumplido con este compromiso de forma abierta y transparente ha sido Ibarretxe y los partidos que lo apoyaban. Y la sociedad vasca, madura, ha sabido apreciar este doble legado y ha votado mayoritariamente por el PNV y por el candidato a lehendakari Ibarretxe, le ha otorgado su confianza y su respaldo nítido por cuarta vez. Con tanta claridad y diferencia como las tres anteriores. Pero ha habido un cambio, una aplicación radical de la ley de partidos que ha condicionado la representación en la Cámara vasca. Y con otra novedad, la unión de socialistas y populares, que apoyados en esta circunstancia excepcional que habrá de ser explicada también por quienes no están, han olvidado todas sus diferencias y se han unido. Con un único objetivo, desalojar al nacionalismo del Gobierno vasco. Y lo han conseguido.
Ahora se inicia una nueva etapa. Y se inicia con un lehendakari Ibarretxe que emprende un nuevo camino. Un hombre que ha sabido gobernar, que ha sabido llegar a la gente, que ha recibido su respaldo y apoyo. Un hombre entregado, que con honestidad ha apostado por el futuro económico y social de Euskadi, por nuestro futuro institucional y político. Y un hombre que decide ahora retirarse de la actividad política, trabajar desde otro puesto, comprometerse con Euskadi desde otra posición. Se retira con el orgullo del deber cumplido, con el respaldo de la sociedad que le ha apoyado. Lo hace consciente, primando su convicción de que es la mejor decisión para el futuro de Euskadi.
Hoy es el día del reconocimiento, del agradecimiento, de la felicitación. Hoy es el día en el que miles y miles de personas le decimos, pese a lo que se diga de nosotros, que le queremos y le apreciamos. Algo que una de sus hijas ha sabido expresar mejor que nadie, la misma noche del 1 de marzo cuando le dijo: "Aita, diez años después la gente te sigue queriendo". Vi a sus hijas y a su esposa aplaudir en el Parlamento en el momento en que el lehendakari anunciaba su decisión. Compartí su emocionada alegría y la de su familia, una alegría plena, completa. Una sentida alegría que lo decía todo y que comprendía el pasado, el presente y el futuro. Lo compartí aunque yo tuve que contener otras emociones. Y en ese momento pensé en Juanjo, en el padre que hace doce años llegó a casa tarde tras dos días sin dormir. Llegó a casa orgulloso, contento, y seguro que encontró la fórmula de compartir su alegría con su familia. Con esa hija que no sabía qué era el Concierto, pero que conoce hoy la importancia del autogobierno, la importancia de que Euskadi avance y pueda progresar por sí misma.
Todos somos hoy tu familia, lehendakari. Y todos te decimos lo mismo que te dijo tu hija, hace doce años y hoy: "Maite zaitugu".