Juan María Aburto subraya la sensación de «soledad» que invade a quien tiene la responsabilidad de cuidar a los menores conflictivos que se niegan a participar en los programas de inserción. Después de las últimas detenciones en Guipúzcoa -25 menores en diez días-, el diputado de Acción Social apuesta claramente por cambiar la normativa de tal manera que se permita la «repatriación» de los jóvenes «reincidentes». «No podemos permitir que esta minoría contamine al resto de menores», mantiene, al tiempo que advierte del «fracaso social» que supone cada nuevo caso de violencia de género.
Hace sólo unos días, una mujer en Gernika que había puesto cinco denuncias por malos tratos fue asesinada por su marido. ¿Qué está fallando? -Es un fracaso social, no podemos decir otra cosa. Los ataques de violencia a las mujeres quieren decir que nuestra sociedad está enferma. Y ante una sociedad enferma se necesita medicina, no sé si curativa, pero sí preventiva. Es necesario desterrar la cultura de la violencia. No me vale lo que hacen algunos que se posicionan en contra de la violencia contra mujeres y no en contra de otras violencias. Hay que desterrar esa hipocresía.
-Al día siguiente, se detuvo a un hombre con unos antecedentes similares en Barakaldo pero que en ese momento no había hecho nada. Existe la sensación de que, muchas veces, sólo se reacciona cuando ocurre una desgracia.
-Contamos con un sistema policial que reacciona y hay que mantener la confianza, en este caso, en la Ertzaintza. Pero es mucho más importante que la sociedad vea que se actúa de manera preventiva, antes de que ocurran las cosas.
-¿Qué puede hacer la Diputación en estos casos?
-La Diputación puede participar en los acuerdos interinstitucionales y en todo aquello que tenga que ver con la concienciación. Es muy importante concienciar a las mujeres de que es necesario que denuncien esas actitudes, que no deben soportar ningún sufrimiento añadido. Y concienciar también a la propia sociedad. A partir de ahí, nos toca actuar en los casos en los que una mujer necesita un dispositivo de urgencia para salir de su entorno. Después de la situación de urgencia, tratamos de facilitar los recursos necesarios para que la mujer pueda seguir protegida.
-La atención a los menores inmigrantes es otro ámbito de actuación de su Departamento que genera alarma social en determinados sectores y que ha vuelto al primer plano de la actualidad a raíz de los incidentes de Guipúzcoa, donde se ha detenido a 25 menores en diez días.
-Lo que está pasando en Guipúzcoa ahora ya lo hemos vivido. En primer lugar, quiero mostrar nuestra solidaridad y cercanía con Guipúzcoa. Una de las situaciones que se producen cuando ocurren estos casos es la de la soledad de la institución. La soledad, en definitiva, de quien tiene que afrontar el problema. Todo el mundo quiere que se solucione el problema, pero nadie quiere aportar o ser parte de esa solución. Y se nos deja a las diputaciones en una situación francamente difícil. Tenemos la obligación de solucionar un fenómeno, pero no contamos con los instrumentos necesarios.
-¿Qué medidas propone?
-En primer lugar, hace falta voluntad política decidida para atender a los menores en situación de desprotección, sean del Estado o extranjeros. En segundo lugar, un itinerario adecuado para que los menores tengan oportunidades de integración. Y, en tercer lugar, en los casos en los que nos encontremos con menores reiteradamente conflictivos que no quieren participar en ese itinerario de inserción, yo hablaría claramente de repatriación. De establecer procedimientos sencillos y modificar la normativa necesaria para que esos menores no dañen, además, la imagen del colectivo.
«Hipocresía social»
-¿Quiere decir que los menores conflictivos son una minoría?
-Me gustaría que la gente viese cómo a las siete y media de la mañana un buen montón de menores vienen desde el colegio mayor que tenemos en Deusto hacia sus centros escolares para formarse, que es su prioridad. Esa es la realidad que tenemos. Por eso, no podemos hacer que esa otra realidad de conflicto, que no voy a negar que existe, contamine al resto de menores. Hay que buscar otras fórmulas, que tendrían poco que ver con la hipocresía social que hay en este tema.
-¿No se puede extraditar en la actualidad a un menor conflictivo?
-En la actualidad es prácticamente imposible realizar una repatriación con garantías. Pero no me gustaría incidir demasiado en este tema porque podría estar yo mismo contaminando al resto. Las instituciones estamos haciendo un esfuerzo muy serio por abordar este fenómeno de la mejor forma posible, pero hay que tener en cuenta que es muy difícil atender una demanda ilimitada con recursos limitados.
-Después de los últimos conflictos entre comunidades, ¿hasta qué punto considera necesario establecer un sistema de cupos entre territorios?
-A día de hoy, junto a Canarias, seguimos siendo uno de los territorios con mayor ratio de menores. Nadie quiere abordar este fenómeno con decisión. Cada vez que vamos a Madrid a hablar de menores, normalmente acabamos hablando de adopción internacional, que es lo que interesa. Evidentemente, si los territorios de nuestro alrededor no tienen menores extranjeros y no desarrollan servicios para ellos, yo sigo siendo un polo de atracción. Hay que actuar con decisión para que se pueda atender mejor a estos menores y para que todas las comunidades mostremos nuestra solidaridad de forma equilibrada.
-Hablando de solidaridad, dicen que este valor suele ser una de las primeras víctimas en tiempos de crisis. ¿Comparte esa afirmación?
-Conceptualmente, no la quiero compartir. Es posible que las situaciones de crisis hagan que nos cerremos más en nosotros mismos e intentemos salvaguardar nuestros intereses. Pero creo que nosotros sólo somos capaces de llevar adelante políticas públicas solidarias si hay una sociedad que las comparte y las legitima. Y todo el sistema de garantía de ingresos, de renta básica y de complementos de pensiones que estamos desarrollando son un reflejo de la solidaridad de la ciudadanía, que se manifiesta a través de los impuestos que pagamos.
-En las últimas semanas han anunciado una serie de medidas de calado. Entre ellas, la eliminación de la vivienda habitual del reconocimiento de deuda, un instrumento con apenas tres años de vigencia.
-Estábamos obligados a tomar una decisión. La Ley vasca de Servicios Sociales establece que la vivienda habitual sólo puede pasar a engrosar el reconocimiento de deuda en el caso de que sea una casa suntuaria. Nadie sabe lo que es eso de suntuario y, en ese contexto, estábamos generando una incertidumbre muy importante en las personas que necesitaban un servicio residencia. Por eso, entendiendo que las casas suntuarias van a ser absolutamente minoritarias, decidimos eliminar el reconocimiento de deuda, aunque pensemos que es un elemento que puede ser analizado a futuro.
-¿En qué medida permitirá la eliminación del reconocimiento de deuda agilizar los trámites administrativos?
-Esto es algo importante. El reconocimiento de deuda suponía una tramitación administrativa complicada, lo que a su vez derivaba en una tardanza en el ingreso en las residencias. Y, en este sentido, nos hemos comprometido a ingresar a las personas en una residencia en un periodo de dos meses.
-La media ahora se encuentra en torno a los seis meses. ¿No es un compromiso demasiado ambicioso?
-En la actualidad ya son menos de seis meses. Pero ahora estamos posibilitando que, con una tramitación más sencilla, se pueda solicitar todo a la vez para que en dos meses podamos hacer la valoración y la adjudicación de la plaza. Es un compromiso importante, ambicioso y también arriesgado. Pero es uno de los grandes retos que tenemos, quizá el más importante. Y nos vamos a empeñar en sacarlo adelante porque creemos que a las personas hay que proporcionarles el servicio que necesitan en el momento en el que lo necesitan. Lo que no se puede hacer son leyes que generen expectativas, incluso derechos, que luego sean extraordinariamente difíciles de concretar.
-La crisis no se ha dejado notar todavía en las peticiones de renta básica. Pero ya han dicho que esperan un importante incremento para este año.
-La prestación de desempleo sigue siendo un colchón. Pero esa situación se va a producir, como también se está produciendo un efecto llamada. Ante esta situación de crisis, además, jóvenes de distintas procedencias ven en Vizcaya la posibilidad de formarse y que acuden aquí para reengancharse al mercado laboral.