Iñigo Urkullu
08Marzo
2009
08 |
Entrevistas

Urkullu: «El PSE actúa por revancha y sin pensar en los vascos»

Iñigo Urkullu
Marzo 08 | 2009 |
Entrevistas

OLATZ BARRIUSO

Iñigo Urkullu se muestra más sereno que en jornadas anteriores. En el momento de atender a este periódico llega al ecuador de una jornada maratoniana, la del viernes, en la que ya ha recibido a las delegaciones de cuatro partidos. Se nota que ha modulado la estrategia para descargarla de agresividad y hacerla ganar en pedagogía. Sabe que algunas de sus palabras han podido sonar mal y pide incluso que el lector se tome «cinco segundos» para reflexionar sobre lo que dice. Que, en resumen, es que los vascos se resentirán de un Gobierno del PSE en minoría y que es esa debilidad parlamentaria, y no el paso del PNV a la oposición, lo que desestabilizará el entramado institucional.

Iñigo Urkullu se muestra más sereno que en jornadas anteriores. En el momento de atender a este periódico llega al ecuador de una jornada maratoniana, la del viernes, en la que ya ha recibido a las delegaciones de cuatro partidos. Se nota que ha modulado la estrategia para descargarla de agresividad y hacerla ganar en pedagogía. Sabe que algunas de sus palabras han podido sonar mal y pide incluso que el lector se tome «cinco segundos» para reflexionar sobre lo que dice. Que, en resumen, es que los vascos se resentirán de un Gobierno del PSE en minoría y que es esa debilidad parlamentaria, y no el paso del PNV a la oposición, lo que desestabilizará el entramado institucional.

-¿Sabe que 'golpe institucional' se refiere en países sudamericanos al intento de imponer un régimen autoritario por vías democráticas?

 -No tenía la referencia de ningún país sudamericano y desde luego no pretendía hablar de golpe de Estado. Pero, igual que se habla de batacazos electorales, no acierto a ver qué de pecado hay en ese concepto. No hablo de ninguna imposición. Lo que intento hacer ver es que detrás de la suma PSE-PP no hay un proyecto, que para el PSE sólo se trata del lehendakari y le da igual lo que pase después.

-¿No teme que se interprete que no aceptan las reglas del juego, que otro sume 38 y el PNV no?

-Es que nadie suma 38. Uno suma 30 y el otro 25, y el que suma 30 es el PNV. Reconozco que 25 más 13 suman 38. Pero nuestro propósito trasciende el tener lehendakari: pretendemos ofrecer a la sociedad vasca una estabilidad en el gobierno de las instituciones, empezando por el Ejecutivo vasco. Y eso reside en un programa. Me gustaría saber, si se presenta, cuál es el programa del candidato socialista.

-Ha explicado usted que, en el caso de Guipúzcoa y Álava, el PNV respetó el derecho del más votado a buscar acuerdos que no llegaron. ¿No es lo mismo que sucede ahora?

-Sí, pero no sólo hemos abierto la ronda para recabar el apoyo al candidato del PNV, sino que hemos hecho un ofrecimiento particular al PSE de estabilidad. El PNV no ha tenido ni tiene por costumbre quedarse en la elección, sino que ello lleva implícito una forma de gobierno. En el caso de Guipúzcoa y Álava el PSE estaba hablando con otras fuerzas y nosotros llegamos a la votación con el compromiso de otros partidos tras ver que el más votado no tenía los apoyos necesarios. Pero con un compromiso para la gobernabilidad, no para ser diputado general.

-No contempla entonces que el apoyo del PP al PSE pueda ir más allá de la investidura.

-Eso es lo que desconocemos a día de hoy. Lo que estamos pidiendo que se clarifique desde que advertimos de que existía un pacto tácito. Pero, ¿en base a qué proyecto? ¿Cuál es el modelo de sociedad que comparten, qué modelo educativo, lingüístico, de fiscalidad, de tributación?

-Ustedes y los socialistas coinciden a la hora de identificar las prioridades del país pero no están dispuestos a renunciar a la Lehendakaritza. ¿Hay posibilidad por su parte de reconsiderar ese punto?

-¿Cómo lo vamos a reconsiderar con cinco escaños más?

-Ellos lo hicieron en el 86.

-No, no. La diferencia es sustancial, porque el PNV ganó en votos. Igual que ahora, donde además ha ganado por cinco escaños. Patxi López llegó a decir dentro del PSOE que si la diferencia era de tres escaños o más no presentaban la candidatura. Y son cinco. Segunda diferencia: en el 86, el PSE estuvo negociando con EA y EE cien días y no consiguió el apoyo de ninguno de los dos. ¿Por qué decidió después dar sus votos a Ardanza? No porque fuera generoso, sino porque no fueron capaces de hacer un Gobierno. Ni me lo planteo, eso sí que sería una anomalía democrática.

-¿Y la posibilidad de rotarse?

-Me han llegado correos electrónicos con eso. No lo contemplo, no.

-¿Están tan nerviosos como les ven sus rivales?

 -Ni en las conversaciones con otros partidos ni en las comparecencias públicas, más allá de las impertinencias que uno tenga que escuchar, hemos demostrado nerviosismo. Hemos obtenido un resultado magnífico, no lo esperábamos. Tenemos un programa, una cohesión interna absoluta y estamos absolutamente tranquilos, conscientes de la situación pero queriendo que el electorado sepa el juego que se trae el PSE. -

Entonces, ¿han asumido ya el paso a la oposición?

-No. Vamos a seguir trabajando, desde la responsabilidad de ser el partido más votado para que el que no lo ha sido no consiga lo que no le corresponde. Y si lo hace, que el PP nos explique si apoya al PSE para vender en España que ya se han quitado de encima a los bárbaros del Norte o si hay un modelo de país convenido entre PP y PSOE. Lo que haga el PP nos gustará más o menos, pero ¿cómo lo explica el PSE? ¿Qué proyecto comparte con el PP aun no gobernando en coalición? ¿Es suficiente un gobierno en solitario ante la situación que vive la sociedad vasca, ante lo que es la configuración institucional de la sociedad vasca?

 «Incógnita supina» -¿Quiere eso decir que se resentiría en tiempos de crisis la cooperación institucional entre las Diputaciones, en manos del PNV, y el Gobierno?

-No la cooperación. Pido al lector que reflexione simplemente cinco segundos sobre lo que digo. Cuando hablo de desestabilización no digo que el PNV vaya a ir a la contra, queremos trabajar en positivo. Pero lo que no pretenderá el PSE es que el PNV deje de hacer su política en las otras instituciones. Seguiremos haciendo nuestra política, no la que le convenga al partido en el Gobierno. Me parece una desestabilización institucional el hecho de que se pretenda gobernar en minoría.

 -¿No ha pintado el PNV un panorama apocalíptico, como si el país se fuera a pique si no lo gobiernan los nacionalistas?

-Sólo digo que el panorama es de una incógnita supina. En la situación que está la sociedad, eso no es responder ni pensar en las necesidades de los vascos. Ante eso, el PNV ha ofrecido un acuerdo de estabilidad, incluso retomando esos discursos que han vendido el PSE y el PP en años anteriores de pluralidad, acuerdo entre diferentes, consenso. Y lo hace el PNV hoy y lo que escucha del PSOE es que el pacto PNV-PSE es una anomalía democrática, como ha dicho Ramón Jauregi.

-Cuesta entender por qué se llevan las manos a la cabeza por algo que parecían tener muy asumido.

-Pero no sabíamos cuáles iban a ser los resultados. Sólo reivindico que se reconozca que hay un partido ganador. Ayer mismo me llamaron del extranjero y pensaban que había ganado el PSE. No se trata de una pataleta. Soy consciente, no me sorprende, porque el PSE actual, en lugar de mirar al futuro, está mirando al pasado, desde el revanchismo con el PNV.

-¿Ve su decisión como una revancha?

-Entre otras cosas. López antes de la campaña llegó a decir que no podía ser lehendakari quien no tuviera más votos, luego fue variando para decir que quien más escaños tuviera, y ahora... Tienen un espíritu revanchista con respecto al PNV por asuntos del pasado. Para el PSE el 1-M fue un domingo fantasma.

-¿Fantasma?

-Sí, porque están haciendo una política después del domingo en base a lo que pensaban antes, a lo que tenían escrito en el guión.

-Creían que con cinco escaños menos el PSE no se iba a atrever.

-No, lo que digo es que pensaban ganar las elecciones o al menos estar muy cerca del PNV, que otros partidos iban a tener otra representación para no tener que depender del PP...

-Y esperan que si gestionan la situación adecuadamente Zapatero se asuste y obligue a dar marcha atrás como pasó en Navarra.

-No, el PNV no actúa de esa manera. No está puenteando al PSE para nada. Otra cosa es que el PSOE haga su propia lectura y tenga su propia estrategia. Probablemente quiera utilizar al PSE para tapar el fracaso de Galicia y no le quede más remedio que dar por bueno su planteamiento. -

¿Cree de verdad que el PSOE busca acabar con el modelo de Estado plurinacional?

-Sí, en la medida en que no es sólo Euskadi la referencia sino Cataluña también. Pero en el caso catalán no con la suma del PP sino con ERC e ICV, con los que pueden coincidir en cuanto al modelo de sociedad aunque les separe lo identitario. En el caso vasco es a la inversa: les une la vocación de uniformidad en cuanto al modelo de Estado.

-¿Cargar las tintas en que sea el PP la llave no es demonizar a un partido tan democrático como los demás?

-Absolutamente democrático. Lo que ocurre es que en España la relación es antinatura y en Euskadi, a cambio de nada, es posible.

-También el modelo de sociedad del PNV y del PSE difieren, por no hablar de EB, y a ambos les han ofrecido ustedes un acuerdo de gobierno.

-Porque con el PSE tenemos una experiencia, igual que con el PP, de acuerdos entre diferentes. Cuando hemos ofrecido un proyecto de gobierno al PSE, lo mismo que a EA o EB, o al PP, que en algunos municipios lo hemos tenido, hemos conformado una mayoría en base a un programa que hemos cumplido.

-¿Mantendrían en la oposición esa vocación transversal o volverían a bascular hacia el soberanismo?

-No se pueden confundir. El objetivo del soberanismo es irrenunciable para el PNV. La transversalidad es un concepto tan manido y desvirtuado que es casi como hablar de algo que ha perdido su valor. El PNV siempre ha practicado una política de acuerdo entre diferentes, por mucho que se diga lo contrario.

-Perdone, ¿y en Lizarra?

 -Le recuerdo que tenemos un gobierno de coalición con EB. El PNV tiene una relación abierta con fuerzas políticas no nacionalistas.

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