Iñigo Urkullu
06Febrero
2009
06 |
Intervención

Tribuna FORUM EUROPA

Iñigo Urkullu
Febrero 06 | 2009 |
Intervención

Eskerrik asko!. Gracias a todas y todos ustedes por asistir a esta conferencia-desayuno, y gracias, en especial, a Nueva Economía Forum y a su presidente por esta nueva invitación así como a los patrocinadores Asisa, BT y Red Eléctrica Española. A pesar de que la conferencia está enmarcada en el ciclo “Elecciones Vascas 2009” no he venido a hacer campaña electoral. A pesar de que las fechas sean propicias y de que otras personas lo estén haciendo. Incluso, según un comentario publicado esta misma semana, dicen que hasta la más alta autoridad del Estado en varias ocasiones ya públicamente ha podido realizar algún comentario al respecto al candidato a Lehendakari por el PSE-PSOE. Cada cuál podrá valorarlo a su manera. Pero como ustedes comprenderán, si ello no es desmentido, también lo va a hacer la sociedad vasca.

Simplemente con esta –la voy a llamar anécdota- quiero señalar, precisamente, que, pese a todo lo que se diga aquí en Madrid y en España, el tema vasco es un asunto de Estado, guste o no guste. Y no es mi intención venir a Madrid a buscar titulares o a provocar sino, como lo hice en este mismo Foro hace ahora un año, a plantear soluciones a los problemas. No vengo de campaña electoral. La sociedad vasca, como siempre ha hecho, decidirá con sabiduría y rigor. Optará por el modelo mejor para nuestra sociedad. Y en esta ocasión hay dos modelos y dos personas. Uno el que representa el Partido Nacionalista Vasco y el Lehendakari, que nos ha llevado a ser hoy una de las sociedades más avanzada del mundo. Y el segundo el que representa Patxi López, con el apoyo expreso y expresado públicamente del Partido Popular, y el que también parece gustar a Rosa Díez. Estas son las opciones... no hay otras.
El modelo, por una parte, reflejado en la proyección de un partido de gobierno español resignado ante una crisis que amenaza con engullirse toda una década de desarrollo en el Estado. Eso sí, desarrollo basado en España en pies de barro. Y el modelo que representan el PNV y el Lehendakari Ibarretxe, donde se ha mimado la economía productiva y el tejido industrial, la economía real, la excelencia en la gestión y la competitividad.
Los datos comparativos están ahí. Aunque se pretenda esconderlos es imposible. Evidentemente, todo esto es fruto del esfuerzo de la sociedad vasca. De empresarios, trabajadores, sindicatos, agentes sociales... pero ... ¡algo habrá tenido que ver también la gestión que desde la administración vasca se ha hecho durante todos estos años!. Sí me gustaría apuntar dos datos que creo que son importantes ya que no provienen de Euskadi, ni desde Madrid. El primero, según la ONU, si Euskadi fuera un país sería el tercero del mundo Indice de Desarrollo Humano, en calidad de vida. El segundo, que una entidad como Standar & Poors estos días ha mantenido la máxima calificación para Euskadi, mientra rebaja la del Estado. Es la primera vez que esta entidad mantiene una calificación de una Comunidad Autónoma o una región y baja la del estado a la que pertenece. Con todo, sería absurdo y suicida que en Euskadi fuéramos triunfalistas y ajenos a la realidad global que también nos afecta. Hoy en el mundo nadie medianamente sensato lo puede ser como tampoco lo debía haber sido hace ya un año. Y es que sí es verdad que, aunque hayamos entrado un poco más tarde que los demás en la crisis, venimos trabajando desde antes del verano pasado en iniciativas que nos posibiliten poder salir antes y en mejores condiciones que otros. Podría hablar del Acuerdo de Aceleración Económica de Euskadi, leyes de complemento de igualación de las pensiones de viudedad al Salario Mínimo Interprofesional, Ley de Garantía de ingreso mínimo de Inserción Social, Aumento del gasto social, Fondo Extraordinario para financiación de las Pymes vascas y autónomos soportando líneas de financiación mediante avales de hasta 500 millones de euros, ampliables si fuere necesario, el Instituto Vasco de Finanzas, impulso de proyectos estratégicos, fomento del empleo, ...
Y ante esta situación, entre las propuestas de solución que observamos del Gobierno español es la extensión a todo el estado, de una forma actualizada, de las peonadas, la escenificación pretendidamente calculada de presencia en el G-20 y las fotos y reuniones con los banqueros. Ninguna medida estructural.. de calado.. a medio y largo plazo. Nada de nada. Ha querido que la sociedad, por elevación, crea que lo que está pasando es sólo fruto de una crisis internacional. Ha preferido las reuniones internacionales de pura imagen, a reconocer el problema y a sentar a todos en una mesa para buscar soluciones. Nada de nada. En nuestra opinión, para afrontar la crisis hay que tener actitud y hay que hablar de valores, lo primero, y no lo hemos oído. Porque nos enfrentamos a un gran cambio en todos los órdenes de la vida y es necesario sentar unas bases seguras. Es prioritario. Si no apelamos al esfuerzo, la responsabilidad, la austeridad, la honestidad, etc.....y mantenemos el riesgo del pelotazo, la especulación, el enriquecimiento fácil, los grandes beneficios como nuestro modelo, difícilmente podemos acertar. Y las soluciones no van a venir de las cumbres internacionales... aquí estamos ya hablando de un sálvesequienpueda. Y lo que no hagamos nosotros no nos lo va a hacer nadie.
Repito, es imprescindible huir de triunfalismos... pero estoy convencido de que nosotras y nosotros en Euskadi estamos haciendo los deberes. Desde el Gobierno con un apoyo estructural a la economía productiva, y tomando medidas ya desde el mes de junio para intentar paliar la crisis que se nos venía encima. Ya en aquel entonces se pusieron encima de la mesa 12.800 millones de euros en el adelanto y nueva propuesta de proyectos tractores y bien definidos. Estas cosas no transcienden ni son portada de medios de comunicación. Había recursos para hacerlo y lo hicimos. Ah! ... pero ¿por qué había recursos?. Y como partido llevamos casi un año trabajando en un proyecto de diseño de nuestro país que tiene como dibujo final el año 2020. Lo llamamos Think Gaur-Euskadi 2020. Lo hemos resumido en 100 propuestas concretas que, por supuesto, no les voy a leer pero que, si quieren,. se las puedo enviar o pueden acceder a ellas a través de la página Web de nuestro partido.
Ofrecemos a la ciudadanía vasca Saber Hacer, Confianza y Compromiso con Euskadi, con una estrategia integral para superar la crisis económica, aumentar el bienestar y crear empleo, basada en la innovación como motor del crecimiento sostenible y del empleo; la igualdad motor del equilibrio social; la identidad educativa y cultural, motor de la proyección de Euskadi en el mundo y, por último, con una nueva cultura política para la normalización y la convivencia, basada en la defensa de los Derechos Humanos así como la participación ciudadana, motor del compromiso colectivo y el autogobierno, motor de nuestro bienestar.
Hoy lo que más preocupa y ocupa a la sociedad vasca, a la española y a la mundial es la crisis, pero sí me gustaría hoy también hablar de otras cosas.
Hace aproximadamente un año intervine en este mismo Foro y expuse una serie de ideas bajo el título “Euskadi 2008. Superar el Bloqueo”. En última instancia, apelaba a una refundación del Estado español verdaderamente plurinacional, sin corsés, con lealtades y obligaciones bilaterales y recíprocas.

A la vista de cómo han ido las cosas durante este año pasado, podría suponerse que no tengo demasiados motivos para estar muy confiado en la viabilidad de la tarea. Los socialistas han subordinado este pacto a un cálculo al que le ha faltado grandeza. Es lo que pasa siempre, que intereses electorales cortoplazistas se interponen frente a la visión histórica. La matemática –y más si se aplica mediante el subterfugio de la Ley de Partidos- no sustituye nunca a la política. Estoy seguro de que esos cálculos no van a funcionar, así como tampoco van a conseguir que desesperemos y abandonemos una convicción que para nosotros es constitutiva, por mucho que en una pinza entre el interés de ETA en la clandestinización de una parte de la sociedad para alimentar el “cuanto peor mejor”, y el interés de la coalición –que en España es antinatura- PSE –PP. El resultado de ambos intereses podría ser el del desplazamiento del PNV de la responsabilidad de gobierno como consecuencia de una hipotética suma mayor que la que pudiera obtener el candidato del PNV. ¿Se esconden otro tipo de intereses tras esta pinza?.
Presido un Partido acostumbrado a las carreras de fondo, con mucha historia a sus espaldas, que ha sabido esperar y al que las dificultades nunca le han llevado a emprender caminos irresponsables. Por eso vuelvo a realizar aquí una propuesta para un pacto político que impulse nuestro autogobierno sobre unas bases sólidas y de acuerdo con el respeto a nuestra singularidad constitucional.
No estoy hablando de fórmulas de gobierno para después del 1-M, ni de tácticas para sumar mayorías parlamentarias en Vitoria o en Madrid sino de algo que es mucho más importante y menos coyuntural: se trata de que afrontemos con valentía la definición de nuestro modelo de convivencia para, al menos, una generación, que supere tanto la unilateralidad que se ha venido ejerciendo sobre el Estatuto, como el mercadeo competencial que se ha revelado como algo insatisfactorio para todas y todos.
Insisto en que si alguien entre ustedes está esperando que, a las puertas de la campaña electoral en Euskadi, el presidente del PNV se sume a la caza del voto, haga su particular pronóstico electoral o explique sus fórmulas de gobernabilidad, le digo que tiempo habrá de hablar de todo ello. Pero yo les propongo aprovechar esta ocasión que generosamente me brindan para hacer una reflexión que vaya un poco al fondo de las cosas, abandonar por unas horas el carril de los mensajes cruzados, más o menos previsibles y recordar algunas cosas que la agitación diaria suele hacernos olvidar. Y la primera de ellas es que, pase lo que pase el 1 de marzo, el día 2 el problema vasco estará esperándonos, con toda su complejidad.

Es una ingenuidad pensar que los problemas políticos de fondo, de larga trayectoria histórica, se arreglan sólo con unas elecciones que confirmen a unos o que den entrada a otros. El problema vasco se banaliza pensando que se reduce a que el PNV lleva mucho tiempo gobernando. ¡Como si tuviéramos algún pecado porque la sociedad vasca nos haya dado repetidamente su confianza y hubiera desconfiado de otras opciones que se le ofrecían! Esa afirmación, tan repetida últimamente, además de partir de un pobre análisis político, es una falta de respeto hacia nuestras y nuestros conciudadanos. O ¿qué diríamos de la ciudadanía de otras comunidades que hacen que se mantenga el mismo Partido en el Gobierno después de tantos años?. Quienes únicamente hablan de alternancia y no dicen para qué quieren gobernar, si se hicieran con la responsabilidad del Gobierno Vasco ... pretenderán arreglar el problema vasco a la baja, con unas transferencias de medio pelo, tratando de cerrar en falso un problema político de fondo que nunca han identificado bien.
El problema vasco es un problema de desencuentro histórico entre vascos y con el Estado español; por eso su solución no puede ser otra que un pacto en el seno de la sociedad vasca y con el Estado. Para que sea un verdadero pacto, la voluntad de los vascos tiene que ser respetada y se le debe encontrar un cauce político correspondiente. Y esto no se resuelve en un esquema de subordinación sino que requiere una relación de reconocimiento profundo, en el que seguramente a todas y todos nos queda mucho camino por recorrer.
Lo de un pacto entre diferentes que tanto repite Patxi López me sugiere decirle que “bienvenido al club”. El PNV lleva practicando eso desde hace mucho tiempo y nadie puede darnos lecciones en cuanto a capacidad de pacto y gobiernos de coalición, desde el Gobierno vasco hasta los ayuntamientos, donde, a causa de nuestra centralidad política, los nacionalistas hemos sido capaces de integrar sensibilidades políticas diferentes en torno a programas de gobierno para resolver los problemas políticos que la ciudadanía nos planteaba en distintos momentos históricos en las diferentes instituciones del País. ¡Que nos mencionen un solo acuerdo entre diferentes que no haya sido liderado por EAJ-PNV!.




De momento, lo que la memoria nos recuerda es que los socialistas participaron no hace mucho en un frente común en 2001 junto con PP y que, más recientemente, se han puesto de acuerdo en Navarra con UPN-PP olvidando incluso las graves acusaciones que poco antes les había dirigido la derecha más reaccionaria. Y tenemos motivos para sospechar que están hablando mucho de transversalidad pero que, si les dan los números, van a terminar haciendo un gobierno no entre diferentes sino entre contrarios, una fórmula PSE-PP, con el apoyo de Rosa Díez, que sería la coalición más estrambótica que imaginarse pueda. Supuesta izquierda, derecha y casi ultraderecha en un pacto. A lo mejor es que Euskadi es diferente y lo que sería impensable en cualquier sitio vale en Euskadi con tal de quitarse de en medio al partido mayoritario. Creo que la ciudadanía vasca no va a confiar en este tipo de experimentos.
No me cabe la menor duda de que si el PNV no obtiene un fuerte respaldo el próximo 1 de marzo que deslegitime esa pretensión, tratarán de reeditar lo que ya intentaron en 2001, aunque sea cuidando las formas y sin asustar. Veremos cómo se ponen de acuerdo uno que ya desde pequeño quería ser lehendakari, según dice en su campaña, con otro que ni siquiera de mayor se imaginaba a sí mismo como lehendakari.
Un nuevo pacto político para el autogobierno exige una voluntad de innovación institucional. Está claro que el actual modelo de relaciones es antiguo y unilateral.
Da lugar a dinámicas desintegradoras y resulta claramente arbitrario. Estos cambios se están dando en otra escala en el mundo y hay que prever su impacto probable en nuestras instituciones. Porque ... tarde o temprano esas tendencias nos llegan y no lo digo yo sino National Intelligence Council en su informe Global Trends 2025 dice “ para el año 2025 ya no existirá una única comunidad internacional compuesta de estados-nación. El poder estará más dispersado, con nuevos jugadores aportando nuevas reglas al juego...” Hay que adecuar estos principios a la realidad institucional para que, en vez de mantener focos de tensión y riesgo, se fortalezcan espacios de estabilidad y acuerdo. Es necesario, por ello, la revisión del modelo con criterios que incorporen estas reflexiones, que ya se están dando en el mundo, y nos permitan una solución original a un problema que lleva muchos años.
Es necesario proceder a su revisión de acuerdo con criterios de funcionalidad y eficacia, pero, sobre todo, utilizando nuevas categorías que permitan una solución original. A estas alturas es evidente que en un Estado compuesto o plurinacional la lealtad no se construye más que si la identidad y la voluntad de autogobierno es reconocida y no subordinada. Como han enseñado las teorías más avanzadas que reflexionan sobre los estados de estructura compuesta, no tiene ningún sentido concebir el ejercicio del poder político en estados en los que coexisten varias identificaciones nacionales como si se tratara de una identidad nacional única. Es necesario dar una respuesta innovadora a la cuestión de la legitimidad incorporando elementos asociados a los derechos colectivos y a las condiciones de convivencia en una sociedad compleja en la que puedan convivir diferentes identidades nacionales.
Con los viejos conceptos políticos y sus instrumentos jurídicos este acuerdo sería sencillamente imposible. Pero este derecho a decidir conjuntamente puede formularse mirando al futuro, con conceptos jurídicos y políticos avanzados, más allá de los esquemas clásicos de la soberanía, con sus jerarquías y dependencias, de manera que la decisión sea planteada como co-decisión. Se trataría de participar, en igualdad de condiciones, en el juego de las soberanías compartidas y recíprocamente limitadas.
La propuesta de Concierto Político que he defendido durante el año que llevo al frente del EBB del PNV, parte del convencimiento de que tanto los certificados de defunción del Estatuto como sus celebraciones vacías carecen de un análisis matizado acerca de lo que en él está vivo y muerto. En mi opinión, lo que está muerto del Estatuto de Gernika es esa dinámica de mercadeo e interpretación unilateral; lo que sigue plenamente vivo es la exigencia de pacto que en él se formula, en la medida en que ello supone el reconocimiento de una capacidad de decisión y el respeto a los compromisos adquiridos. El pacto y la no-imposición es el procedimiento por el que se constituyen las reglas de juego de las sociedades avanzadas. La multilateralidad que las posiciones más progresistas exigen para la nueva configuración del mundo es exigible también como principio organizador de nuestras sociedades. Esta exigencia, que estuvo en el origen de nuestro pacto estatutario y que se ha desdibujado enormemente, no ha perdido un ápice de su vigencia.
Sigue siendo válido el convencimiento de que el futuro de este País debe asentarse en un doble principio que constituye el verdadero núcleo del procedimiento democrático: reconocimiento de la capacidad de decisión y compromiso por el pacto político. Si faltara uno de ellos, el conflicto vasco no se habría resuelto realmente. El autogobierno sigue asentándose en la libre disposición sobre nuestro destino colectivo y la voluntad de pacto en el seno de la sociedad vasca y con el Estado.

En este contexto, el Concierto Político debería ser una verdadera renovación y fortalecimiento de la naturaleza pactada de nuestro autogobierno. No se trata de discutir un listado de competencias sino de dotar a las competencias propias de un contenido decisorio real, pactar también su interpretación bilateral en caso de conflicto y garantizar el cumplimiento de lo pactado. El problema fundamental al que hemos de hacer frente no es una cuestión de titularidades y competencias, de quien ha de gestionar una u otra competencia, sino de reconocimiento de la capacidad de las vascas y los vascos para hacer valer su voluntad propia y que se respeten los acuerdos alcanzados. No hay respeto a la libre decisión de la ciudadanía sin un sistema bilateral de garantías que permita una estabilidad institucional del marco de relación pactado e impida una restricción unilateral del nivel de autogobierno. No hay pacto sin un sistema recíproco de garantías, cuya interpretación y cumplimiento no quede al arbitrio de una de las partes. Toda solución ha de ser, en última instancia, un pacto en el que haya bilateralidad efectiva, garantías y condiciones de lealtad.
El pacto, en el seno de la sociedad vasca y con el Estado, es un procedimiento que conecta, por cierto, con nuestra mejor tradición foral y sobre la que hemos construido nuestras dos experiencias estatutarias, la de 1936 y la del Estatuto de Gernika. Y además tampoco faltan en la Constitución del 78 instrumentos capaces de facilitar ese nuevo pacto de convivencia, la Disposición adicional primera y la Disposición derogatoria segunda. Además, en virtud de la Disposición adicional del Estatuto de Gernika nuestro autogobierno contiene una expresa reserva de los Derechos Históricos y una apelación a su posible actualización futura, a través de la disposición adicional. Esa reserva –que forma parte, por cierto, del llamado bloque de constitucionalidad- contiene una virtualidad de autogobierno que cabe entender como fórmula constitucional de libre determinación.
Un planteamiento de “derecho de decisión sujeto a pacto” sintoniza perfectamente con la tradición que se recoge en los Derechos Históricos reconocidos por la Constitución y con los procedimientos del Concierto Económico, que son el núcleo donde mejor se contiene la realidad de soberanía compartida que supone nuestro sistema de autogobierno y que lo diferencia radicalmente de las descentralizaciones administrativas. De hecho, el Concierto Económico es algo más que un procedimiento tributario y financiero; es un compromiso de autogobierno pactado, que obliga al acuerdo y a la cooperación, que supone un reconocimiento mutuo, un principio federalizante, muy innovador, y que articula una interdependencia en espacios de actuación compartidos.

Es evidente que para superar este bloqueo tenemos que poner en marcha procedimientos que generen confianza. Lo más importante para la generación de confianza es que se cumplan algunos procedimientos de reciprocidad: no hay pacto sin disposición a limitar las propias aspiraciones y sin que esa autolimitación sea correspondida por otra de naturaleza similar. La reciprocidad que está en el origen de un pacto debe estar presente también en los procedimientos de interpretación, desarrollo y arbitraje en caso de discrepancia.
Iniciaríamos así un camino que no está exento de riesgos para nadie, pero si lo intentamos no podrán acusarnos con razón de comodidad, cortedad de miras o falta de visión histórica. Al final, será la sociedad vasca quien nos juzgue a cada uno, esa sociedad que, exige, con la misma firmeza, que respetemos su voluntad y que nos pongamos de acuerdo.
No he hecho en toda mi intervención nada más que una referencia a ETA. A ETA -lo he dicho muchas veces- nuestro mayor desprecio... contra ETA más democracia. A partir de aquí ojala que tengamos todas y todos la suficiente altura de miras para que, pase lo que pase, impedir que ETA se convierta en protagonista, no solo ahora sino siempre.

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