Egunon! La semana pasada comparecíamos ante vosotros para daros cuenta del trabajo desarrollado en la primera parte de este taller de trabajo del área cultural del Think Gaur. Una iniciativa que se completará esta tarde con un encuentro público, en el que también participará el Lehendakari, con un centenar de personalidades del mundo de las artes, el euskera y la cultura.
Ahora me gustaría centrar mi intervención ante los medios de comunicación en transmitiros una reflexión en torno a la política lingüística de futuro.
Y es que la lengua es, sobre todo, vehículo de expresión y comunicación. El euskera, además de una de nuestras principales señas de identidad y patrimonio común de todos los vascos, es, también y sobre todo, vehículo de expresión y comunicación, porque las lenguas lo son en la medida que están vivas y tienen hablantes.
Si por un momento volvemos la vista atrás seremos conscientes del camino recorrido. En los últimos veinticinco años hemos avanzado en términos cuantitativos y cualitativos, avanzado demográfica, sectorial y funcionalmente, avanzado en garantía de transmisión de la lengua y en reconocimiento social. Las campanas de réquiem y los discursos agónicos no se corresponden con esta realidad. Hemos avanzado mucho, pero, atención, nos queda todavía un largo camino por recorrer.
Hemos avanzado gracias al esfuerzo de todos, instituciones, agentes sociales y ciudadanas y ciudadanos vascos. Hemos avanzado gracias a que fuimos capaces de dotarnos de un marco legal, de construir consensos básicos necesarios, de sentar bases sólidas y de desarrollar una política lingüística presidida por los principios de igualdad de oportunidades, convivencia lingüística, adhesión libre y positiva, progresividad y pragmatismo, frente a monolingüismo, sobre-ideologización, instrumentalización, imposición, presión y conflicto.
Los resultados de la última encuesta sociolingüística constituyen, además de un termómetro de evaluación, un inmejorable diagnóstico de situación. En la Comunidad Autónoma Vasca de cada 10 vascos y vascas mayores de 16 años, tres son bilingües activos, dos bilingües pasivos –entienden el euskera pero no son capaces de desenvolverse con soltura- y cinco –es decir, la mitad- monolingües castellanos. Entre los menores de 16 años, por el contrario, el porcentaje de monolingües castellanos apenas llega al 10%.
Ésta es la realidad, nuestra realidad, la realidad con la que contamos y que con la adhesión positiva de todos aspiramos progresivamente a transformar. Think Gaur Euskadi 2020 es un proceso abierto de reflexión estratégica que mira al futuro, al horizonte. En este contexto, nos preguntamos: ¿cuál es ese futuro?, ¿cuál ese horizonte en relación con el euskera?
Tenemos una lengua propia, nuestra y sólo nuestra, el euskera, una lengua oficial en la CAV y en algunas zonas de Navarra, y no oficial en Iparralde. Tenemos también dos lenguas –el castellano y el francés-, lenguas oficiales y lenguas que son también lenguas nuestras. No renegamos del castellano y del francés. La afirmación de nuestra lengua propia y nuestra decidida apuesta por su plena normalización no supone la negación de ninguna otra lengua, ni mucho menos riesgo o amenaza para éstas. En el siglo XXI la diversidad es un valor y el monolingüismo una limitación.
Aspiramos a una sociedad vasca bilingüe, trilingüe, multilingüe; aspiramos a un bilingüismo real y efectivo; aspiramos a una verdadera igualdad de oportunidades de uso. El bilingüismo perfecto es probablemente una utopía, el bilingüismo real, efectivo y equilibrado un reto posible. Queremos una sociedad vasca bilingüe y cohesionada, porque no hay política lingüística sostenible ni bilingüismo efectivo sin cohesión social. No, no es nuestro y no nos gusta el discurso de dos comunidades, tampoco en lo lingüístico. No, no es nuestro modelo el de una sociedad vasca compartimentada en universos lingüísticos herméticos y confrontados. Una sociedad vasca bilingüe, multilingüe y cohesionada; éste es nuestro modelo.
El trayecto desde la realidad de hoy, con una todavía clara situación de desequilibrio lingüístico, a ese objetivo de un bilingüismo real y efectivo va a ser un trayecto largo -de varias generaciones-, un trayecto progresivo, un trayecto no exento de complicaciones. Un trayecto que exige tres activos: consenso social, político y cultural, adhesión libre y positiva por parte de la ciudadanía vasca y políticas activas a favor del más débil.
Fuimos capaces de construir un consenso básico en torno a la Ley Básica de Normalización del Euskera allá por el año 1982. Hoy, 25 años después debemos de ser capaces de reeditar y ampliar si es posible aquél consenso. Sin demagogias, sin conflictos artificiales, sin que nadie caiga en la tentación de patrimonializar e instrumentalizar el euskera al servicio de causas e intereses ajenos a la propia lengua. El consenso es necesario, y lo que es más importante, ha de ser posible. Más allá de declaraciones de amor y de retórica hueca, en el terreno de los compromisos, en el terreno de los compromisos reales para avanzar hacia ese bilingüismo real y efectivo, en ese terreno nos encontraremos siempre. Porque nadie, nadie nos va a dar a nosotros lecciones de convivencia lingüística y cohesión social. Los hechos nos avalan.
La adhesión libre y positiva constituye el segundo valor en el proceso de normalización del euskera. No hay otro principio que el principio democrático. El ritmo lo ha de marcar la propia sociedad vasca. Frente al vivir de espaldas y al monolingüismo arrogante, y frente al imperativo y la imposición, apostamos por la persuasión, la convicción, la adhesión libre y positiva a la causa de una sociedad vasca real y efectivamente bilingüe.
Y junto al consenso social, político y cultural, y la adhesión libre y positiva de los ciudadanos, una política lingüística activa, políticas activas que permitan ir superando la actual situación de desequilibrio. Somos partidarios de la libertad, libertad en igualdad de oportunidades. Por ello, corregir la actual situación de desequilibrio exige implementar políticas activas a favor del más débil, de la lengua minoritaria y minorizada, en este caso el euskera, con el objetivo de favorecer su normalización y una convivencia lingüística real.
No es precisamente éste el espíritu que anima a quienes preconizan el liberalismo lingüístico revestido de presuntos giros vasquistas. Porque el laissez faire, el dejar hacer lingüístico supone de hecho consolidar el actual statu quo y la actual situación de desequilibrio, supone optar por el más grande, por el más fuerte, supone cortocircuitar la igualdad de oportunidades. Supone, en definitiva, bendecir la Euskadi monolingüe y no creer y no apostar por una verdadera convivencia lingüística.
Éste es el reto, avanzar progresiva pero decididamente hacia una sociedad vasca real y efectivamente bilingüe, una sociedad cohesionada e integrada. Tenía razón Etxepare: euskara jalgi hadi plazara, jalgi hadi mundura. Nos jugamos la partida, nuestro ser o no ser, en la plaza, en las plazas de nuestros pueblos y en la gran plaza del mundo, en ese universo que Andu Lertxundi denominó como el octavo territorio del euskera. Un territorio no exento de amenazas, pero sobre todo, lleno de oportunidades. Un territorio en el que la diversidad es un valor y la innovación y la creatividad los mejores activos. No tengo ninguna duda, si entre todos creamos las condiciones, el euskera ganará la partida, todos ganaremos la partida.