Iñaki Anasagasti
28Octubre
2008
28 |
Opinión

Lo que le dijo el lehendakari Leizaola al consejero Nardiz

Iñaki Anasagasti
Octubre 28 | 2008 |
Opinión

E l pasado miércoles 22 de octubre no se aprobaron los Presupuestos Generales del Estado. Lo que ocurrió en ese pleno, simplemente y en un trámite muy importante, fue que se les dio luz verde para su discusión al rechazar las enmiendas a la totalidad del PP, CIU, ERC, IC y Grupo Mixto, que pedían legítimamente su devolución. Si esto no hubiera ocurrido, el cataclismo político habría estado servido. El Gobierno Zapatero evidenciaría su debilidad en medio de una inédita crisis económica y financiera. Pero no ocurrió.
Ahora en ponencia y en comisión se votarán las enmiendas parciales que se han presentado y luego pasarán al Senado, donde nada más llegar, la conjunción PP-CIU en esta Cámara los vetará y devolverá los Presupuestos al Congreso y, por tener éste la última palabra, los Presupuestos estarán aprobados totalmente en diciembre. Éste es el tracto.

En esta ocasión, nosotros, en el Congreso, y, próximamente, en el Senado votaremos en contra de las enmiendas a la totalidad. No es nuevo. El año pasado, con una CiU incómoda en su actual papel, Zapatero tuvo presupuestos en Madrid a cambio de que Ibarretxe los tuviera en Euzkadi. Y esto no es un trapicheo ni una migaja, como le gusta decir al PP, sino una negociación política que en democracia es su esencia. Entiendo que algunos no hayan asimilado que no vivimos bajo el franquismo. Entonces sí todo era trapicheo y tráfico de influencias.

Nuestro grupo parlamentario, por tanto, no ha hecho nada nuevo, sino aprovechar unas circunstancias favorables para lograr más poder y competencias para Euzkadi. Lo novedoso, en todo caso, ha sido desatar el amarrado paquete de las 37 transferencias, cuestión que no logramos el año pasado, junto al reconocimiento de la jubilación anticipada de los ertzainas. Todo un logro, aparentemente imposible de conseguir, y que lo ha saludado hasta Erne.

Se nos ha criticado por parte de EA el que una ley orgánica se tenga que desarrollar de esta manera. Y tienen razón, pero entre elegir tener razón y que nada se mueva y tener en el cesto vasco la competencia de Investigación e Innovación, seguramente el señor Ziarreta preferirá el fuero. Yo, los dos: el fuero y el huevo.

A mí me tocó negociar, en tres horas, la competencia de aguas a cambio de la presidencia de la comisión de investigación del 'caso Mariano Rubio'. Fue la última vez y estas cosas no me gustan, pero sigo la máxima de que todo es bueno para el convento. No para el PNV, sino para Euzkadi. En eso basamos nuestra campaña electoral. En el voto útil, no en el voto jeremíaco.

Hoy Euzkadi, gracias a estos escarceos, es un poco más fuerte. Y de eso se trata. Quizás el año que viene no se nos vuelva a presentar la misma oportunidad ya que CIU, tras la próxima sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán y el arreglo de su financiación autonómica, apoyará lo que el martes no hizo. ¿Íbamos nosotros a perder ahora esta oportunidad de oro?

El lunes escuché al entrenador del Eibar decir que el fútbol no es una partida de ajedrez. Escuchándole me vino al recuerdo una escena ocurrida en Villa Izarra (Beyris), cerca de Bayona, con aquel EBB presidido por Carlos Garaikoetxea donde solíamos visitar al lehendakari Leizaola, que todavía no había vuelto del exilio en 1978. Hablando con él, nos dijo que la víspera había tenido una discusión amistosa con el consejero Gonzalo Nardiz, de la verdadera ANV. Éste le decía que la política era una partida de ajedrez, mientras el circunspecto Leizaola le debió de responder que para él era un partido de fútbol en estado puro. Equipo, preparación, saber las posibilidades y debilidades del adversario, 'dribling', un buen portero, aprovechar las ocasiones y chutar a gol. Y nos lo decía aquel viejo presidente que se había pasado la mitad de su vida en el exilio, sin poder chutar un mísero córner. Pero aquella reflexión se me quedó grabada. Creo que es lo que ha ocurrido con esta negociación.

Se ha aguantado, se han tenido las ideas claras, se ha sabido establecer prioridades, se ha tenido un capitán del equipo que ha ordenado bien el juego, se ha contado con una buena afición y se ha traído la copa a casa. Lo malo es lo de la gabarra. Nadie te la pone. Pero no importa. En miradas, en llamadas, en saludos, en tranquilidad, en reconocer que no estamos en deriva alguna, sino que se trata del mismo PNV de siempre, trabajando por toda la gente de Euzkadi, está el mejor pago.
Dicho esto, no quisiera pasar por alto comentar la actitud de dos personas que en estos meses me han llamado la atención.
Sin querer hacer sangre, la bisoñez y prepotencia, junto a una supina ignorancia, de la ministra donostiarra Cristina Garmendia ha sido de nota. «Es una competencia que no le conviene a Euzkadi», nos decía. Pero, por ser grave esta conducta, confío en que el PSE saque alguna conclusión de este entuerto.

Si Patxi López, el día en que la ministra, en el hotel Carlton, en aquel homenaje a Ramón Rubial, tras decir esta mentecatez, con buenas maneras, le hubiera dicho en público que estaba profundamente equivocada y que el PSE trabajaría por lograr esa competencia, hoy las medallas las tendríamos compartidas. Pero no lo hizo, con ese miedo reverencial que tiene el PSE a discrepar de las bobadas que se traen de Madrid, por no tener las ideas claras de lo que es el Estatuto de autonomía de Gernika, aunque estén en plena campaña de sacralización de un texto que no han defendido en su completo desarrollo.
Y la segunda persona que me ha llamado profundamente la atención en su comportamiento ha sido Ramón Jáuregui.
Ustedes recordarán la andanada que me lanzó hace tres meses cuando en estas páginas narré cómo fue la última negociación estatutaria con Pérez Rubalcaba. Lo calificó de anecdótico, cuando yo estaba describiendo hechos irrefutables. Jáuregui, desde su púlpito madrileño, ha ido adquiriendo una actitud de sabelotodo experto vasco en Madrid cuando, desde que se fue a vivir a la Villa y Corte, no ha movido un dedo para reivindicar el desarrollo de ese Estatuto, pudiendo haberlo hecho. Su discurso se ha centrado en criticar al PNV por su 'deriva' y poco más, y como secretario general del Grupo Parlamentario del PSOE, votar en esta legislatura contra todo lo que hemos presentado.

or eso cuando en una de estas reuniones negociadoras, que se celebró en el despacho del portavoz del PSOE en el Congreso, José Antonio Alonso, que estaba acompañado por el diputado Fernández Marugán, vi a Ramón Jáuregui, frente a Erkoreka y Azpiazu, pensé: ¿Qué pintaba Jáuregui en esa reunión? ¿Estaba del lado de los negociadores del PSOE (Gobierno y Administración) o de la parte vasca? ¿Quería Jáuregui que las jubilaciones de la Ertzaintza, la transferencia de Investigación, la Fuente de Espalación, las obras de la 'Y', una nueva frecuencia en espacio radioeléctrico en banda ancha, inversiones en el Puerto de Pasaia (no todo viene a Bizkaia) y correspondencia presupuestaria llegaran a buen puerto, o estaba con 'la patronal'? ¿Qué pintaba allí? Luego me enteré de que no aportó nada.

Desde luego su presencia en esa reunión, como durante la campaña electoral en aquellos debates en los que no habló de Euzkadi, y su permanente irritación describen un tipo de político del PSE que a muchos confunde. Son gentes poseedoras absolutas de la verdad pero que nunca mueven un dedo por nada y para nada. Por eso, mientras el PSE no tenga reflejos para decirle a la ministra que no vuelva a meter la pata y no le diga a Ramón Jáuregui que se sacuda todas las malas pulgas del pasado, cualquier posible acuerdo, que es posible y sería muy beneficioso para el país, será complicado.

Confío pues en que el PSE saque alguna conclusión de lo ocurrido. Será bueno para todos, porque con otros ojos vio el presidente Zapatero las cosas cuando, tocando ya la campana, habló con el presidente del EBB, Íñigo Urkullu, logrando entre los dos sacar adelante un magnífico acuerdo para una Euzkadi que necesita buenas noticias como éstas y en el que prima la política sobre cualquier otra consideración. Como diría Leizaola, chutar a gol y traer la copa a casa, es la esencia del fútbol. Y de la política.

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