Iñaki Anasagasti
08Junio
2008
08 |
Opinión

Encuentro en Santo Domingo con el lehendakari Agirre y Galíndez

Iñaki Anasagasti
Junio 08 | 2008 |
Opinión

El martes 13 de mayo de 2008 se eligieron por consenso las mesas de las comisiones parlamentarias del Senado. Tras el pleno y, en una tacada, fuimos elegidos un buen número de presidentes de Comisiones entre otros los de Exteriores, Cooperación e Iberoamérica. Por eso, tras la elección mi discurso iberoamericano fue breve. "¿Quieren un discurso corto o largo? Si es corto, quiero darles las gracias. Si es largo, muchas gracias". Y ahí acabó el trámite.
Al día siguiente, los tres, junto a funcionarios del Ministerio de Exteriores y de la Cámara viajamos a la República Dominicana. Era miércoles y el viernes 16 se celebraban sus elecciones presidenciales. Tras cuatro años de jefatura de Leonel Fernández del Partido para la Liberación Dominicana, elegían de nuevo al mismo presidente en una primera vuelta y a nosotros nos tocó, junto a personal de la OEA, servir de Observadores.

Las elecciones en aquel país, por acuerdo constitucional en revisión, se celebran cada cuatro años el 16 de mayo, ya que al parecer fue Trujillo quien consagró la fecha y así como por aquí no deja de hablarse de Franco, allí no hay día en el que no se hable de Trujillo, aquel dictador caribeño, Benemérito de la Patria Nueva y asesino de opositores, entre ellos del Delegado vasco en Nueva York, Jesús Galíndez a quien secuestró, trasladó a Ciudad Trujillo -así se llamaba Santo Domingo- y mató a cuenta de su tesis de grado La Era de Trujillo.

Nos alojamos en el Hotel Embajador, inaugurado en febrero de 1956, un mes antes del secuestro de Galíndez por el dictador y que ahora dirige una bilbaina. Es un hotel clásico donde me dijeron que se había rodado la película El Padrino.

El día de las elecciones anduvimos dando vueltas por colegios electorales de la capital y de la provincia de San Cristóbal, donde por cierto había nacido en 1891 el dictador y donde tenía una de sus casas, La Casa de la Caoba. Quisimos verla pero nos dijeron que la habían destrozado las numerosas personas que se iban llevando trocitos de la mansión. Sí pudimos ver el Balneario donde el dictador había represado unas aguas termales y donde paseaba a sus anchas.

Sin embargo cuando el último día visitamos el Congreso y su galería de presidentes no vimos colgados los cuadros de los presidentes de la era de Trujillo como aquí ocurre en el Congreso de los Diputados con Esteban Bilbao, Antonio Itrumendi y Alejandro Rodríguez de Valcarcel. España sigue siendo más caribeña que la antigua Ciudad Trujillo.

Al siguiente día de las elecciones visitamos su barrio colonial y uno aledaño llamado de Santa Bárbara en el que la Cooperación española trabaja en su refacción siendo éste un interesante trabajo. Tras dar vueltas por el barrio bajo un calor y un sol implacables quise que mis compañeros fueran a la calle El Conde donde hay un bar llamado La Cafetera en el que se reunían los republicanos en sus tertulias de exilio. Hoy tiene en el exterior una placa que recuerda el dato y en su interior se siguen organizando tertulias culturales y de presentación de libros. Seguramente Galíndez y mi aita, junto a todos los jóvenes del PNV que iban a Venezuela, tomaron un cafecito entre aquellas cuatro paredes. Después fuimos al Centro Cultural dependiente de la Embajada de España donde preparaban una exposición y en cuya biblioteca nos entregaron un hermoso libro de fotografías dedicado al Santo Domingo entre 1939 y 1943. Se trata de las fotografías que sacó un fotógrafo vienés llamado Kart Schitzer y al que llamaban Conrado. Había llegado a Ciudad Trujillo en 1938 huyendo de la barbarie hitleriana que en esos momentos recorría el corazón de Europa. Este médico intentó ejercer su profesión pero se encontró con que no pudo revalidar su título así como un idioma que desconocía y fue cuando decidió sacar provecho a sus otros conocimientos, los artísticos entre los que se contaba la fotografía. Con la ayuda de un viejo periodista dominicano empezó a trabajar en La Nación y en la revista Cosmopolita así como en sacar fotografías de los acontecimientos sociales y políticos de una ciudad que no tenía más de cien mil habitantes aquellos años. Es a partir de ahí donde comenzó a forjarse su leyenda, publicando fotografías en The New York Times y en el National Geographic Magazine hasta que en 1944 viajó a Los Ángeles donde ejerció su profesión de médico.

He de decir que antes de viajar a Santo Domingo volví a leer el mejor libro de investigación que se había editado y escrito sobre Galíndez, escrito por Iñaki Bernardo e Iñaki Goiogana La tumba abierta de la Fundación Sabino Arana. Vi en él una importante colección de buenas e inéditas fotografías y deduje que seguramente habían trabajado en el Archivo General de la Nación Dominicana. Sin embargo ojeando el libro de las fotografías de Conrado en las que se publican de Trujillo y de la sociedad de la época, vi para mi sorpresa y alegría estas dos fotografía también inéditas que hasta ese momento no había visto nunca de Jesús de Galíndez y del lehendakari Aguirre llegando éste al aeropuerto de Miraflores en octubre de 1942 para estar en aquella Ciudad Trujillo (Santo Domingo) por espacio de tres días y donde pronunció una conferencia que llevaba por título "El sentido democrático, el social, y el de la libertad de los pueblos en los actuales momentos" realizando una ofrenda floral en el monumento del fundador de la República, Juan Pablo Duarte que, según Galíndez tenía ascendencia vasca.

A pesar del calor tropical las dos personalidades vascas, en distintos momentos están de lo más pinchos y como hay ya pocas fotografías de estos dos grandísimos patriotas vascos que no conozcamos he querido dar cuenta de esta publicación, de este dato y de estos iconos.

Y, entre otras razones para que se vea los trienios que llevan los nacionalistas y las gentes del PNV clamando por esos mundos de Dios. Y lo majos que eran. Yo por lo menos me siento muy orgulloso de ellos y de su estupendo trabajo, ¡tan desconocido!

Ahí les tienen. Hace setenta años.

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