Iñaki Anasagasti
25Abril
2008
25 |
Opinión

Lamentablemente, ni izquierda ni abertzale

Iñaki Anasagasti
Abril 25 | 2008 |
Opinión

Mañana en Durango HB celebrará su treinta aniversario. Su creación tuvo lugar el 27 de abril de 1978 convirtiendo aquella Mesa de Alsasua en partido político (¿). Tendremos pues, este sábado, ración doble de irrealidad así como ninguna referencia a la T-4 de Barajas, a Capbreton, a Arrasate, a Balmaseda, Durango, La Peña, Casco Viejo y Elgoibar. Se dirá que todos los partidos son muy malos y muy traidores e incluso tienen las manos tintas en sangre, como acaba de decir Miren Legorburu, pero ellos son los incomprendidos salvadores de la patria, los demócratas, los que tienen el verdadero discurso para resolver 'el conflicto'. Para HB, el 90% de un país que dicen representar y en cuyo nombre hablan está meridianamente equivocado, menos ellos, cuyas fórmulas son el bálsamo de Fierabrás para resolver un contencioso de casi doscientos años. Tendremos además mucho puño en alto, ninguna corbata porque ponérsela es símbolo de burguesía opresora, mucho pañuelo palestino de Hamás y muchas felicitaciones a la guerrilla maoísta de Nepal que acaba de lograr acceder al poder. Nada nuevo bajo el sol. La misma matraca de hace treinta años.
Y es que esos treinta años de HB, con sus diferentes camuflajes, son lamentablemente la historia de un inmenso fracaso, de miles de manifestaciones, de cientos de encarcelados por colaborar o formar parte de una banda que asesina, chantajea, pone bombas y hace la vida imposible a muchísima gente. Y es además la historia de un fracaso, gracias a ellos, de la distancia creciente de Navarra en relación con la Comunidad Autónoma Vasca. En 1978, Navarra estaba más cerca de Gipuzkoa y de Bizkaia que la propia Álava. Hoy, gracias a estos salvadores, Navarra se ha configurado como una Comunidad Foral con vida propia que sólo podrá cambiar cuando ETA desaparezca y su correa de transmisión deje de actuar en clave talibana. Y lo siento, porque toda esa energía militante, si se hubiera empleado durante treinta años en construir en lugar de destruir, otra sería hoy la historia de Euzkadi.

A pesar de todo existe HB y lo normal sería que estuviera en las instituciones. Nadie con dos dedos de frente deja de desearlo, pero ¿por qué treinta años después siguen en la brecha como si Franco no hubiera muerto, estuviera en El Pardo y no tuviéramos instituciones propias? Sencillamente porque no les damos la razón en todo y porque hay un sector del imaginario colectivo que se sigue creyendo esa patraña de que son la izquierda abertzale. Y las emociones pesan. De hecho, en la noticia de su celebración aparecía esta descripción en seis ocasiones y no hay más que escucharles a ellos autodefinirse de esta manera y a la mayoría de los medios y de los políticos en ejercicio, recoger este falso guante. Yo no lo hago.

Si hace treinta años se bautizaron como HB, se les debería llamar así, HB, a pesar de que se han apoderado hoy de un nombre histórico como el de ANV y de que camuflan lo del Partido Comunista de las Tierras Vascas, que me parece una buena definición, deletreando el nombre en euskera: 'Ehacheaká'. No entiendo cómo hablando en castellano no se les llama con su eufónico nombre de pila: el Partido Comunista de las Tierras Vascas. Quizás medios de comunicación y políticos deberíamos tener un libro de estilo para llamar a las cosas por su nombre y al pan como pan, y al vino como vino. Los nombres no son neutros. Y si alguien sabe de esto, son ellos.

Hablando de la actual izquierda, un viejo comunista, con muchos trienios de cárcel y de consecuencia en la lucha contra la dictadura, me comentaba que una vez caído el muro de Berlín el comunismo sólo puede tener dos motores: la lucha por la justicia y por la solidaridad, llevadas al extremo. Ésa debería ser su marca de fábrica. Desde luego, ahí no encaja esta HB injusta e insolidaria.

El viejo comunista me comentaba que los marxistas creían que la clase obrera iba a crecer, cuando lo que ha ocurrido es que ha decrecido y que países como Estados Unidos o Inglaterra se están desindustrializando, y que en ese contexto hablar de lucha de clases y de dictadura del proletariado no tiene sentido aunque Marx siga sobreviviendo en su concepción materialista de la historia y en su análisis del capitalismo. En el siglo XIX ya vaticinó la globalización y cuando se celebró el 150 aniversario del Manifiesto Comunista, la crisis económica del sureste asiático y de Rusia de 1997 y 1998 confirmaron sus predicciones. Por eso me insistía el viejo comunista en que el poder del marxismo seguía intacto pero no así sus muchas ideas políticas que obedecían más que al análisis a un deseo de igualdad. Aquel socialismo triunfó en países atrasados y explotados y su obsesión fue modernizarlos recurriendo a procedimientos autoritarios y totalitarios. Y ya sabemos como acabó esta historia de gulags y purgas. Afortunadamente. Pero de esto HB no se ha enterado.

Por eso no entiendo cómo Aralar no plantea el que HB no ponga sus pecadoras manos en un concepto que tiene que ver con la liberación del hombre y no con su explotación y eliminación, y cómo no asume para ella este vocablo tan mal empleado al definir a una HB sin discurso ético. De hecho, y a pesar de que les encante encasillarnos al PNV en la derecha vasca, a nosotros siempre nos ha gustado aquella definición que el líder democristiano y fundador de Europa, Alcide de Gasperi, usaba para explicar en qué consistía su movimiento: «Somos un partido de centro que mira a la izquierda».

Algo así explicaba el diputado del PNV José Antonio Aguirre en el Congreso de los Diputados tras una interpelación de Gil Robles sobre la suspensión de periódicos en 1931. Dijo así: «En esta fraseología de derechas e izquierdas, fraseología ridícula, nosotros tenemos una posición bien definida: catolicismo integral, no sensiblería barata. Nosotros, en esta fraseología a que aludo, si es que 'derecha' es ser opuesto a los avances legítimos de la democracia en contra de los poderes absolutos, si esto es ser derecha, nosotros somos izquierda. Si por derecha se entiende la consustancialidad de la religión con un régimen cualquiera y no independencia absoluta de los poderes eclesiástico y civil, en sus materias respectivas, entonces también somos izquierda. Y si por derecha se entiende, en el orden social, oposición a los avances legítimos del proletariado llegando incluso a la transformación absoluta del régimen presente, e incluso hasta donde no vais vosotros en el terreno económico, si por eso se entiende derecha, también somos izquierda. Ahora bien. Si por izquierda se entiende ir contra la familia, contra los sagrados principios de la Iglesia católica, cuyas normas nosotros profesamos, entonces, en esta fraseología que estimo ridícula, somos derecha. Yo os hablo con sinceridad».

Esta, grosso modo, ha sido nuestra filosofía en estos años. Un centro izquierda abertzale pegado a la realidad.

Por eso me uní a la indignación de una serie de viejos gudaris que en el último Gudari Eguna celebrado en Sabin Etxea protestaban por la utilización de su himno, el 'Euzko Gudariak', y por el manoseo indecente del término abertzale que algunos graciosos en Madrid han reconvertido en 'aberlache' para endilgarlo a todo el mundo violento. Por el contrario, abertzale significa 'patriota' y no, como decía aquél, que era el último refugio de los granujas, sino simplemente como amor a la patria, cada uno a la suya. Con su emoción, sus gentes, sus historias, sus leyendas, su nervio y su genio civil, pero sin dividirla en tribus con hechiceros que se crean los intérpretes de esa patria y justifiquen que se mate por ella y luego critiquen que se les persiga.

Por eso el acto de mañana en Durango volverá a ser un acto fallido más. Un ritual endogámico de gentes que hacen política virtual y no condenan a los que hacen 'política' no virtual, sino real, matando gente o atentando contra sedes de partidos políticos en una sociedad civilizada que mayoritariamente les rechaza.

Lo lamentable de todo esto es que habiendo gente inteligente y comprometida en este mundo sean incapaces de decirles que lo que hacen no es algo que tenga que ver con la izquierda ni con el aber tzalismo. Una pena.

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