Iñigo Urkullu
24Abril
2008
24 |
Intervención

Superar el bloqueo sin que la resaca se lleve a nadie

Iñigo Urkullu
Abril 24 | 2008 |
Intervención

La ocasión anterior en que comparecí ante un foro de estas características, aquí en Madrid, aún no había comenzado la campaña electoral para las elecciones del 9 de marzo. Había interés y morbo por conocer cuál era la posición del PNV en aquel “duelo a dos” que se planteaba entre Rz. Zapatero y Rajoy y por saber cómo veía el nuevo presidente del EBB del PNV la situación política vasca y española. La resumí en una necesidad y en un propósito: Superar el Bloqueo.
Pues bien, las elecciones pasaron, cada Partido obtuvo los resultados que conocemos, cada uno habremos extraído nuestras conclusiones. Pero, en lo sustancial, casi podría repetirles a ustedes el contenido de aquella intervención palabra por palabra pues sigue vigente y vale hoy como valía entonces. Por respeto a ustedes no lo voy a hacer, merecen, por el tiempo reservado y la delicadeza de acercarse a oírme, al menos, un ejercicio de profundización en aquellas ideas expuestas hace poco más de dos meses.

Creo que la política española y la vasca también -en eso no somos singulares- parece la novela de Lampedusa: “El Gatopardo”, en la que “todo se cambiaba para que nada cambiase”. Y es verdad.

Para España, los problemas preelectorales siguen ahí: indefinición de modelo de Estado, recesión económica en ciernes, insuficientes mayorías políticas que obligan a gobernar mediante pactos o acuerdos......... Y eso por mucho que el presidente Rz. Zapatero, me resisto a creerlo pero, tal como si mago de la política pudiera asemejarse a un rey del escapismo, nos saque de su chistera gobiernos rutilantes con los que intente maquillar y escapar de una realidad que, tozuda, sigue ahí.

Y es verdad también para Euskadi. También en mi País –y hago autocrítica en la cuota de responsabilidad que me corresponde- seguimos más o menos donde estábamos. Sigue la ciega, inmoral y estúpida violencia de ETA; las fuerzas democráticas seguimos cayendo en su “trampa” y no somos capaces de sacar la lucha terrorista del tráfico electoral y partidista; sigue el bloqueo político, la falta de diálogo que nos impide encauzar, encaminar a nuestro País por la senda de la normalización en la convivencia política.

No he venido a dar ni lecciones ni a decir a los demás lo que tienen que hacer. Creo que eso es también demasiado frecuente en la política de nuestro entorno decirle al otro lo que tiene que hacer y esperar a que nos hagan caso mientras nosotros permanecemos inmóviles y esa práctica no es sana, no es buena para la salud de una democracia. He venido a compartir con ustedes una certeza, una incógnita y un deseo.

1. Comencemos por la certeza.
Es una certeza negativa y, aunque sabida, no debemos rutinizarla, no debemos asumirla como inevitable, como un castigo divino. ETA sigue ahí, sigue matando, hostigando a las formaciones democráticas y chantajeando a nuestros empresarios. Ya el asesinato de Isaías Carrasco en la víspera de las elecciones evidenció la inexorable decisión de ETA de seguir atentando. Y creando víctimas con impacto político, como si esto obedeciese a una categoría disociable de lo éticamente fundamental.

ETA tiene superado el último fracaso de negociación con el gobierno español y ha asumido, usando su indigesta verborrea llena de eufemismos, “la prolongación del conflicto”. Todos los análisis llevados a cabo hasta entonces que dieron lugar a la última tregua/proceso, los tiene descontados. Son nuevos tiempos en los que no hay lugar para la analítica política sino para la reacción. Para la violencia. Y en un primer escenario de su victimario está el Partido Socialista. Hoy les han elegido a ellos, ayer eran otros, mañana vendrán a por otros. Por eso, haciendo caso a las recomendaciones del poema de Martin Niemöller –hoy han ido a por tu adversario, mañana irán a por ti-, nos hemos tomado los atentados y ataques contra los socialistas como desde el principio los tomó el PNV en todos los casos anteriores sin ninguna duda desde 1978, como si fueran contra nosotros, contra nuestro cuerpo social, como si atentaran contra nuestros militantes o volaran nuestros batzokis. Cualquier día –ojalá me equivoque y no se produzca, ni contra nosotros ni contra nadie ya más- esta metáfora puede pasar a ser un cruda realidad.

Es una nueva huida hacia adelante, o un tiempo más en su uno de los dos principales objetivos desde hace décadas que no es otro que el de su pervivencia. La teoría de los círculos concéntricos: menor base social, menor base militante, menor capacidad de análisis de la realidad versus mayor impacto de sus acciones porque poco les importa su repercusión social. El otro objetivo es el PNV.

-EL PNV en esa dinámica:

Siempre ha existido o se ha construído interesadamente, en relación al PNV, la sospecha o cuando menos la desconfianza –sobre todo aquí en Madrid- de que veíamos a ETA, o a la izquierda radical que la arropa, como un “hermano mayor” desairado o desafecto ve a su “familia díscola”, al “hermano o hijo descarriado”. Otros fueron más lejos hace tiempo ya y desarrollaron la tesis de que unos “agitaban el árbol” y otros “recogíamos las nueces”. En la búsqueda de la tierra prometida, la imagen de la oveja descarriada a la que hay que buscar el camino para volver al redil. Quizá hayamos –desde luego nunca de manera querida- podido dar esa sensación provocada por la complejidad del territorio pequeño en el que los lazos familiares son muy cruzados y con personas, en generaciones anteriores, con componente también nacionalista. Sin embargo, nadie en el PNV duda en que ETA es un mal en sí mismo para el Pueblo Vasco y que nadie - a la vista de las experiencias fallidas y de los desengaños en ellas generados- buscará ni tenderá, con riesgo propio en contra además, pistas de aterrizaje para una estrategia (la violencia y el terrorismo) que desnaturaliza cualquier pretensión política.

El PNV ha aprendido de los últimos intentos por desarmar a ETA. Ha aprendido de Lizarra en 1998-1999, y también del último proceso liderado por Rz. Zapatero en 2006 y 2007. Ha aprendido de un corpus social cuyo comportamiento es asimilable al de una secta en la que ni los derechos humanos, ni el mas mínimo atisbo de humanidad y moral, ni el compromiso democrático forman parte consustancial a su doctrina.

El PNV asume y manifiesta que la desaparición del terrorismo pasa en primer lugar por el rechazo firme del terrorismo y de la violencia; por la deslegitimación social mediante políticas educativas, culturales y de comunicación; por la acción policial; por la aplicación del Estado de Derecho -eso sí en toda su extensión-; y por vaciar de contenido cualesquiera aporte social que alimente la violencia en la práctica política. Éticamente el PNV va a estar siempre enfrente de ETA y, políticamente, aunque rechazamos otorgarle el status natural en tal sentido, no compartimos ni fines, ni medios con ellos.

Se preguntarán ustedes ¿y cuál es el compromiso del PNV en esa lucha?, ¿cómo ve un nuevo pacto-acuerdo-consenso antiterrorista? Si su objetivo es acabar con el terrorismo y promover la normalización democrática, sí. Si el camino es la excepcionalidad y el recorte de libertades, no. Si lo que se pretende es su rentabilización política y, como sucede con el actual pacto, es, sobre todo, un instrumento para deslegitimar al nacionalismo vasco democrático, desde luego, no.

Respecto a la pacificación, la primera decisión está en manos de ETA. ETA tiene que demostrar con hechos que quiere realmente la paz (quiero pensar que es consciente de que su camino no tiene más final -aunque no sea más que por necesidad- de que en algún momento haya paz). Esos hechos tendrán que ser contrastados; como el IRA en su desarme.

Por ello ETA tiene que empezar por el final: anuncio de fin definitivo de todas las expresiones de violencia. El Gobierno español tendrá que empezar desde el principio: ante la decisión de ETA de que no cabe más que la paz, tendrá que ofrecer el diálogo resolutivo para el alcance de un acuerdo. Por ejemplo, se tendrá que empezar a tratar la situación de los presos e incorporar a la sociedad democrática a todos aquellos que abandonen la violencia.
Las dos partes tendrán que renunciar a muchas cosas, dejar atrás sus diferencias, con el único objetivo de consolidar el camino hacia la paz. En eso consiste un acuerdo. Para que se produzca un diálogo para la paz es necesario que ETA deje la práctica del terror.

Y todo ello con el respaldo democrático unánime de no utilizar jamás el terrorismo en beneficio propio. Ni en beneficio electoral, ni utilizando las víctimas como ariete político, ni haciendo cálculos interesados de quién gana más. Desterrar la variable de ETA de la cotización de valores en la bolsa política. Haciendo de la paz una cuestión básica de convivencia. Con control parlamentario, aquí y allí. Con vocación de problema común. En esas condiciones el PNV respaldará un acuerdo global, será un agente leal y proactivo.

Y mientras, nos toca a todos y todas seguir dando la cara en Euskadi. Sin arrugarse ante las amenazas, los comunicados, el ataque a nuestras sedes, las cartas de extorsión, o las declaraciones de sus nuevos portavoces pseudopolíticos. Con ellos, mientras la violencia perviva no queremos nada.

2. El conflicto político en Euskadi
Ya he hablado más que suficiente de ETA en el desarrollo de la certeza. Pasemos ahora a la incógnita como beneficio de la duda. Tiene que ver con Rz. Zapatero y el Partido Socialista Obrero Español. ¿Qué va a primar más en ellos, intentar solucionar, encauzar un problema de Estado como se ha considerado siempre al tema vasco o querer llegar a Ajuria-Enea por un atajo arriesgado?

Tras las últimas elecciones generales el Partido Socialista parece no haber digerido bien su triunfo electoral, el ser la fuerza más votada en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Creo que están haciendo las “cuentas de la lechera”, extrapolando a unas hipotéticas elecciones autonómicas los resultados de las generales. Y se les han puesto ojos de avaricia. Tanto que creo que han caído en la tentación de no mover nada si es que, además, no era ya su estrategia – que creo que sí- desde el fracaso del proceso con ETA y Batasuna -para ver si el PNV “se cuece en su propia salsa”. No es muy normal en política dar consejos al adversario, y, como he señalado antes, evito decir a nadie qué es lo que tiene que hacer pero –por si les sirve- nosotros ya vivimos esa situación en el 2001 y cometimos el error de pensar que aquellos seiscientos y pico mil votos eran abertzales convencidos, cuando muchos de ellos vinieron a refugiarse en nuestras siglas por el miedo que les causaba el tándem Mayor Oreja-Nicolás Redondo.

Las últimas elecciones generales en Euskadi las ganó más el “miedo” a la derecha española ya conocida en Aznar – Mayor Oreja y rediviva en Rajoy – San Gil que Rz. Zapatero o, por su puesto, Patxi López. No oculto que, además de las motivaciones propiciadas por nosotros, las pasadas han sido consideradas como elecciones a Presidente español y Rz. Zapatero ha gozado del crédito del talante, sobre todo en Catalunya y en Euskadi, curiosamente.

Si hoy se preguntara a la ciudadanía vasca – la misma que respaldó a Rz. Zapatero hace poco más de un mes- si en Euskadi existe un problema político irresuelto nos volvería a decir que sí, que hay un problema de convivencia, de identidad, de sentimiento colectivo y personal no solucionado. Y que la ciudadanía urge para que las formaciones políticas lleguemos a un acuerdo básico para que todos, o la mayor parte posible de los vascos, cerremos esa página de la historia.

¿Significa ello que estemos planteando actualmente, como de manera caricaturesca se ha manipulado, un proceso de independencia sí o no? Evidentemente, no. Lo que está en juego planteado desde el PNV es la necesidad de revalidar un acuerdo interno entre vascos y de estos con el Estado que nos permita convivir (sin imposiciones de unos hacia otros) entre quienes nos sentimos diferentes. Desarrollo normalizado del Autogobierno Vasco en mayúsculas.

A lo que ello nos trae es a:

A. Reconocer que entre nosotros existe un conflicto de reconocimiento de identidades nacionales distintas. Que hay un contencioso, un problema, un conflicto… como queramos denominarlo, de naturaleza política que es preciso resolver ya. Un conflicto que como las dos caras de Jano tiene dos manifestaciones: un conflicto entre vascos y también un contencioso Euskadi-Estado. Y que se substancia en que en Euskadi vivimos personas que sólo nos consideramos vascos, junto con personas que sólo se consideran españolas y que existen, además, otros vascos y vascas que ven compatibles ambas identidades.

B. Que una vez reconocido que tenemos un problema, debiéramos ser los propios vascos los que llegáramos a un diagnóstico común y a unas reglas generales de convivencia que nos permitan avanzar como sociedad en el futuro -pero reconózcase que ello es poco menos que imposible con partidos sucursalistas de obediencia debida a los proyectos, directrices y estrategias que se marcan desde Madrid-. Un acuerdo y unas reglas singulares que debieran regir, además de la convivencia entre vascos, también nuestras relaciones con el Estado español.

C. Que dichas reglas o acuerdo de convivencia deberán tener su amparo legal, su respeto, su sistema de garantías de cumplimiento desde la bilateralidad, para que nadie dude de su efectividad ni pueda impedir su desarrollo como nos ha sucedido y sufrimos con el actual Estatuto de Autonomía de Gernika refrendado, desde su concepto de pacto, en 1.979.

y

D. Que ese acuerdo de acomodo legal sea ratificado y validado, uno a uno por quienes viven, trabajan y quieren edificar un futuro para ellos y sus hijos e hijas en esa Nación llamada Euskadi.

¿Es esto separatismo? NO.

Esta es, en esencia, la actual propuesta del nacionalismo vasco representado por el PNV. Es la propuesta permanente del PNV. El Pacto, la convivencia. Eso intentamos en la Disposición Adicional de la Constitución que, aunque no nos satisfizo del todo, tiene unas enormes potencialidades de desarrollo. Eso fue el Estatuto de Autonomía en el 79, hoy desgraciadamente mutilado y desgastado como pacto político. Eso es el actual Concierto Económico, cuya aplicación debemos blindar. Eso es el Nuevo Estatuto Político. Esa es la mano tendida que ofrece el PNV y la propuesta del Lehendakari llevada a su plasmación literal.

Y ¿qué camino queda?

Tenemos a Rodríguez Zapatero recién investido.

Todavía está en el tiempo de “disfrutar su victoria”. Y duda de si compartir con quién y en qué momento los réditos de esos frutos electorales:

- si renunciar coyunturalmente a compartir nada con nadie. Liberándose de las hipotecas que marcaron el comienzo de la legislatura anterior, liberándose de las últimas señas de identidad del PSOE anterior a él.
-si ante los riesgos existentes y el agotamiento próximo de la aceptación de su talante, compartir mediante el “abrazo del oso”,con un PP en catarsis, el nuevo PP de Rajoy obligado a la mesura a centrar su mensaje.
- o buscar alianzas seguras y duraderas con los nacionalistas que supuestamente tantos quebraderos de cabeza le han reportado en la opinión publicada española pero que, en el pasado han sido, hemos sido, leales en las cuestiones básicas de su mandato.

Puede optar, en la actual disyuntiva, por apoyarse en el PP. (Las cuestiones de Estado pueden hacer bascular su planteamiento hacia ellos, pero siempre tendrá la duda de cuánto tiempo durará el consenso).

Puede, de igual manera, pretender consensos amplios entre lo que entienden en Madrid como centro y periferia. Si hace un planteamiento serio, sincero, verdadero, nos tendrá a su lado.

O puede, en una borrachera victoriosa, dejarse llevar por quienes le aconsejen “aprovechar la marea”. De no ceder ni un milímetro. De buscar el enquistamiento del “caso vasco” para que Patxi López pueda ganar en las elecciones autonómicas. Puede estar tentado de no dar ni agua, ni tregua, ni compromiso ni ejercicio de colaboración con el nacionalismo vasco. Y ahí se encontrará frente a frente con nosotros – con más fuerza de la que él cree y con capacidad suficiente para romper su espejo mágico-. Se equivoca si cree que es para salvar nuestros “muebles electorales” por lo que apelamos al diálogo. Por suerte o por desgracia, en Euskadi las posiciones de firmeza en determinadas circunstancias también han dado réditos electorales y políticos. No tememos por tanto a medirnos de tú a tú, de intransigente presidente español a monolítico nacionalismo vasco democrático de compromiso institucional.

La pregunta es ¿es eso lo que nos pide la ciudadanía o nos pide diálogo y, si puede ser, acuerdo?. Es esto segundo lo que hoy nos demandan los vascos y vascas y me atrevería a decir que también los españoles. Rz. Zapatero se equivocaría de plano si rechaza nuestra mano tendida y opta por la confrontación. La marea tiene resaca.

3. Por consiguiente, finalizo con un deseo:

que seamos capaces de sentarnos, mejor hoy que mañana, a hablar. Las posiciones, a priori, están lejanas -aún cuando los postulados y planteamientos de EAJ-PNV son conocidos-. Necesitamos tiempo -tampoco en exceso- pero o/y por ello, urge empezar a hablar ya. Nuestras agendas están a disposición, nuestros oídos prestos a escuchar y nuestra mente abierta al acuerdo. Por nosotros no va a ser que ese acuerdo no se consiga, y superemos el bloqueo sin que la resaca se lleve a nadie.


*Intervención de Iñigo Urkullu, Presidente del EBB de EAJ-PNV, en los Desayunos de Europa Press (Madrid).

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