Joseba Egibar
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Joseba Egibar
Abril 20 | 2008 |
Entrevistas

Egibar: "El PSE tiene un interés especial en que no haya entendimiento entre el PNV y Zapatero"
JONE GUINDO
El líder jeltzale da por cerrada la crisis generada por su reticencia inicial a la moción de censura de Arrasate y aboga por concentrar esfuerzos de aquí a junio en llegar a un acuerdo con el Gobierno para sacar adelante la hoja de ruta del lehendakari. Sus referencias al proceso de paz de Irlanda del Norte como ejemplo a seguir son continuas y le llevan a situar al PSE en el papel de los unionistas.

No olvida la necesidad de depurar responsabilidades ante los casos de corrupción que están surgiendo en el entorno del PNV. Y todo esto cuando el Gipuzko Buru Batzar se prepara para celebrar hoy su centenario en Zumarraga y a escasas semanas de que el partido afronte un proceso de reflexión en el marco de las jornadas Euskadi 2020, que servirán para definir cómo encarar los nuevos tiempos.

En el centenario del Gipuzko Buru Batzar, ¿se siente cómodo el PNV de Gipuzkoa en su papel de hijo díscolo del partido y altavoz de las divergencias
?

Niego la mayor. Todas y cada una de las decisiones que está tomando el Euzkadi Buru Batzar las vamos compartiendo, otra cosa es que se extrapolen a titulares determinadas cuestiones que son fruto de reflexiones y valoraciones legítimas de la Asamblea de Gipuzkoa, y no posiciones díscolas.

¿Superan la barrera del siglo conscientes de la necesidad de remodelar el mensaje ante la tendencia descendente en votos?

Ya hemos vivido otras situaciones electorales delicadas, como la que generó la escisión del partido en 1986. El partido fue capaz de remontar la situación en la que se quedó y volver a tomar el pulso a la sociedad.

Dirigentes de su partido creen que el mensaje de unidad que se ha querido lanzar con la configuración del último EBB para zanjar cuatro años de división no ha calado entre la militancia guipuzcoana. ¿Está de acuerdo?

Hablamos de situaciones delicadas y graves que se han dado en un pasado muy reciente. La apuesta por la unidad tiene su trabajo pero va tomando cuerpo a escala territorial y local. Las asambleas regionales son soberanas para expresar la posición que consideren oportuna. No creo que las discrepancias que se hayan podido mostrar en Gipuzkoa escondan una confrontación de dos sensibilidades.

La imagen que se da una vez que la noticia transciende del ámbito interno es, en cualquier caso, de división.

Hacer una valoración política no tiene por qué perjudicar ni perturbar la vida del partido. Y además no sucede así. El PNV tiene sus cauces de expresión y de debate, no somos una ONG. En lo que se refiere al futuro, tenemos la plena convicción de que un PNV fuerte y unido es el mejor instrumento que podemos ofrecer a este pueblo. Sí reconozco que, si el instrumento da sensación de fragilidad o debilidad, el ciudadano lo va a percibir, pero la unidad no se puede forjar sobre bases falsas o no sentidas. El PNV está en la senda de fortalecer la sigla para poner el partido bien engrasado al servicio de la ciudadanía.

Sin embargo, los llamados calentones de Egibar no parecen contribuir a esa apuesta.

Estamos en una sociedad mediática, muy condicionada por lo que el político hace, dice o sugiere en los medios. Frente a eso, debe darse una apuesta a favor de la unidad y la fortaleza del instrumento, que es el partido. La labor de quien está en funciones ejecutivas es resolver los problemas, tomar decisiones y tirar en esa dirección. 2008 será un año clave para el país y el PNV debe dar el do de pecho desde la fuerza y la unidad.

¿Las aspiraciones del PSE a la Lehendakaritza se han convertido en el principal obstáculo para el acuerdo entre el PNV y Zapatero?

El PSE tiene un interés especial en que no haya ningún tipo de entendimiento entre el PNV y Zapatero, porque eso pondría en valor la potencialidad de un acuerdo. Cada cual tiene sus intereses y tenemos claro que enemigos y cargas que pretendan dinamitar nuestro camino no nos van a faltar. Pero nosotros tenemos un plan muy claro, cuya primera estación es entrar en la cuestión de fondo sobre el derecho a decidir.

¿No rebasa su discurso el acuerdo de bases a lo Downing Street que busca el lehendakari en esta primera fase de su hoja de ruta?

El acuerdo de Downing Street traducido a nuestra realidad es el reconocimiento de la legitimidad de los condados de Irlanda del Norte para que libre y democráticamente decidan la relación que quieren mantener con su entorno. El Reino Unido declara no tener ningún interés estratégico sobre la zona y la República de Irlanda acepta modificar su Constitución para eliminar referencias sobre el afán anexionista que tiene sobre estos seis condados. La declaración establece que van a ser los ciudadanos de Irlanda del Norte y nadie más los que decidan. No pido un calco, pero sí un acercamiento a ese tipo de posiciones.

¿Ven posibilidades de arrancar este compromiso de Zapatero en apenas dos meses?

Queremos que el señor Zapatero diga antes del pleno previsto en junio en el Parlamento vasco si admite al pueblo vasco como un sujeto político distinto al pueblo español y como actor de sus propias decisiones. Es algo que planteó él mismo durante el alto el fuego, en una declaración oficial aplaudida por Arnaldo Otegi y Pernando Barrena, que dijeron que nunca un presidente del Gobierno había hablado tan claro y tan valientemente de que la sociedad vasca podría decidir. Hay que retomar esa línea no porque lo haya dicho Zapatero, sino porque ya se lo planteamos en 2005, cuando el lehendakari fue a presentar a Madrid el proyecto de nuevo estatuto vasco.

¿Y no tienen ninguna pista sobre si el presidente entrará o no al trapo?

Hoy por hoy, se refugia en el silencio. La gestión de los tiempos se ha convertido en una cuestión estratégica tanto para Zapatero como para ETA. Si en algo coinciden ETA y el Gobierno ahora mismo es en gestionar los plazos intentando que afecte a la hoja de ruta del lehendakari. De ahí la posición distante de Zapatero y las bombas de ETA, que no son factores que favorezcan el entendimiento y el acuerdo. ETA no quiere que el lehendakari sea el protagonista de una solución de fondo del conflicto vasco ni cree necesaria la legitimidad democrática, ya que ve que con el simple anuncio de un alto el fuego se sienta a una mesa y se encuentra al otro lado al Gobierno español.

El PSOE les ha recomendado que primero lleguen a un acuerdo con los socialistas vascos.

Pero es que estamos hablando de un problema de convivencia política de Euskadi con el Estado, no un problema de convivencia en Euskadi. Para unos el actual marco resulta demasiado laxo, para otros demasiado rígido, pero tenemos que buscar la fórmula de convivencia y respeto entre dos realidades. La fórmula del estatuto político vasco aprobado en 2005 tiene detalles suficientes para aportar una solución. Pero el PSE lo niega y se retrotrae al Estatuto de Gernika.

Si se llega al pleno de junio sin el apoyo del PSE para convocar una consulta habilitadora, ¿creen que el PNV obtendrá el apoyo que necesita de EHAK tras la brecha abierta con la izquierda abertzale por las mociones promovidas contra ANV?

No vamos a adelantar acontecimientos. Veremos lo que da de sí la primera estación, el empeño sincero de llegar a un acuerdo con el Gobierno. EHAK, en su caso, deberá hacer su propio análisis. ¿Tiene que ir el PNV a a buscar su apoyo? No, los planteamientos son serios y están escritos.

¿Merece la pena el desgaste que está asumiendo el tripartito por una consulta que se percibe en clave secesionista en Madrid y que en última instancia sólo llegará a la conclusión obvia de que la sociedad vasca quiere que desaparezca ETA y que se retome el diálogo político?

Ibarretxe no sólo propone una consulta, sino una consulta, un compromiso y un referéndum en 2010. El que, después de tantos años, se puedan sentar bases para la resolución del conflicto desde el principio democrático de que todos los vascos nos podamos sentir igual individual y colectivamente, cada cual con su propia identidad nacional, sería un gran paso en la resolución del conflicto vasco. Ese es el desafío y la apuesta merece la pena. Estamos dispuestos a asumir el desgaste que conlleve porque es una buena inversión.

¿Cree que los socialistas realmente estuvieron a punto de dar el paso de reconocer el derecho de autodeterminación en las conversaciones de Loiola?

No sé si estuvo a un paso, a dos, o se pasó de frenada. Lo que sí creo es que el intento fue positivo y que hay que aprovechar las conclusiones de las reflexiones que se abordaron allí.

¿A estas alturas no cabe partir de cero y alcanzar un acuerdo trasversal sobre un nuevo marco político para Euskadi?

Nuestra oferta ya se hizo en 2005 y partidos como el PSE no tienen por qué no sentirse reconocidos, porque los textos que han manejado en determinadas mesas los socialistas contienen términos muy similares al debate que hubo en el Parlamento vasco entonces. Pero el PSE está jugando el rol de papel secante ante el Gobierno español para que no entre en una negociación directa con el PNV, porque sería socavar su autoridad.

¿Qué tendría que tener un nuevo estatuto vasco para recibir el visto bueno de su partido?

Lo que básicamente se recoge en el preámbulo y los trece primeros artículos del proyecto aprobado por el Parlamento vasco.

ETA ha dado portazos a todos los procesos. ¿Será difícil reabrir esta legislatura otro?

Lo habrá, antes o después. De momento, ETA está haciendo su papel dentro de su lógica terrorista. Antes necesitaba 40 asesinatos al año y ahora ve que con dos ya consigue paralizar a la sociedad.

¿Cree que ANV podría llegar a asumir algún tipo de desmarque de la violencia?

Viven con una situación muy complicada y arrastran una gran contradicción, porque eran los llamados a liderar el proceso de paz en el ámbito municipal, y se han visto absolutamente lastrados por la situación que genera ETA con sus atentados, con el agravante de que la izquierda abertzale política está en la cárcel y el resto de organizaciones sometidas a la clandestinidad. Y cuando no tienes representación civil, lo que cobra fuerza es el elemento coactivo, ETA.

¿Se aleja el tiempo de Lizarra y llega el de los acuerdos entre diferentes?

Ya lo creo que entre diferentes, porque no estamos en las mismas condiciones. Ya me gustaría llegar a un acuerdo de igual a igual, pero somos una nación sin Estado. No tenemos las mismas condiciones y ese es el problema de fondo. Eso sí, es posible llegar a acuerdos y entendimientos sobre temas de gestión, educativos, sociales o de infraestructuras.

En Gipuzkoa se está demostrando, con la buena sintonía alcanzada entre Markel Olano y Odón Elorza.

Son dos figuras institucionales cuya sintonía es el reflejo de un ejercicio de buen gobierno, de intentar hacer las cosas bien, de pensar en el día a día de los ciudadanos más allá de sus proyectos políticos legítimos.

¿Están marcando distancias los socios del tripartito al vislumbrar una etapa de nuevas alianzas y un posible pacto a la catalana?

Se acercan tiempos de clarificación política, también en lo que se refiere a posibles combinaciones de gobierno. No hay que sacralizar fórmulas, aunque no creo que se pueda trasladar a Euskadi la fórmula de la Generalitat (PSC, ERC e ICV). Quien más y quien menos, todos los partidos están sumidos en sus propios debates internos ante la etapa decisiva que se avecina.

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