Iñigo Urkullu
03Abril
2008
03 |
Intervención

Foro Martín Ugalde

Iñigo Urkullu
Abril 03 | 2008 |
Intervención

2008. Una oportunidad para Euskadi.
Eskerrik asko por la invitación que me habéis cursado para participar en este foro de debate y de reflexión.

Me gustaría empezar por una reflexión previa. Una reflexión sobre esta sociedad. No se si a ustedes les ha pasado o no últimamente. Y lo que voy a decir no tiene categoría de estudio ni de constatación sociológica. En los últimos tiempos en Euskadi recibimos muchos visitantes, mucha gente de fuera que viene a pasar unos días a Euskadi. Y cada vez me estoy encontrado con más personas que no entienden casi nada de lo que está pasando. Y aseguran que cada vez hay un distanciamiento más claro y más patente entre la clase política y la sociedad. Y fundamentalmente entre el nacionalismo vasco y la sociedad.

Parece que camináramos en dos niveles paralelos, que no consiguen cruzarse ni solaparse. No sé si es para tanto... pero sí creo que –y esta reflexión se la aplico primero a mi partido- que nos miramos demasiado al ombligo y podemos estar empezando a pensar que sólo lo que nos interesa y preocupa a nosotros preocupa y ocupa a la sociedad. Y quizás... quizás no sea así, al menos en todos los casos. Y lo que es grave para cualquier opción política, lo es mucho más para los partidos nacionalistas, ya que una parte de nuestro mensaje, de nuestra relación con la sociedad está basada en sentimientos e identidades compartidas y asumidas. Y 30 años de eliminación física del adversario político –con el disfraz del abertzalismo-; 30 años de violencia de ETA sin sentido, o perdón, con el único sentido de asegurase su propia pervivencia lo único que ha conseguido es la perversión del mensaje nacionalista, y sobre todo, la propia pervivencia de ETA, que estoy convencido que hoy es su único objetivo.


La política vasca está envuelta en una espiral que parece que nos condena obligatoriamente al bloqueo, al enquistamiento de una situación endiablada en la que, por una y otra forma, no somos capaces de salir. Y que creo, creo que está agotando y hastiando a la propia sociedad vasca. Y, de manera muy particular a todos aquellos vascos que han nacido en una sociedad que –sin duda es muy mejorable- pero que es, en primer lugar, más dueña de su propio destino que nunca y más rica y desarrollada que nunca. Y cuando digo dueña de su propio destino es decir que muchos de las decisiones –con todos los matices que queramos- que afectan a los vascos y vascas las tomamos aquí. Y rica y desarrollada, además, además, con el matiz de que en mayor o menor medida ese desarrollo, esta percepción de bienestar llega prácticamente a todas las capas de la sociedad. Con una administración que –y repito-, con todos los matices que queramos, actúa de colchón ante las desigualdes.

Esta es la sociedad que hoy tenemos. Podemos ponerle todos los matices, particularidades o excepciones que queramos pero creo que es una realidad indiscutible.

Probablemente muchos de nosotros vemos y creemos que en esta sociedad existe un problema político irresuelto que podíamos definirlo de muchas maneras. De encaje político entre Euskadi o el Estado... De derecho a decidir... de necesidad de reclamar o poder reclamar la independencia.... pero por encima de todo esto –y repito lo que he dicho antes- creo que para un número cada vez mayor de vascos y vascas, muchos de ellos crecidos con el Estatuto, existe un problema mayor que es la pervivencia de un terrorismo hiriente y trasnochado de intencionalidad política, que adultera cualquier iniciativa que pretenda poner solución a una convivencia normalizada en la que se atiendan las reivindicaciones propias del ejercicio democrático.


ETA, estoy convencido, es un gravísimo problema que tiene esta sociedad, noya en el plano ético sino para afrontar su futuro político. Así lo creo y así lo he dicho antes e insisto en ello. Es el principal problema para quienes desde el nacionalismo vasco reivindicamos que esta sociedad pueda defender su propio futuro.

No es la única responsable de esta situación de impass. Hay otra serie de aspectos que nos bloquean y coartan: la situación que afecta al autogobierno de Euskadi, a la normalización en la convivencia política, a la satisfacción de las aspiraciones políticas de una mayoría de la ciudadanía vasca... es culpa también de los partidos políticos y de nuestra propia incapacidad para haber abordado de forma serena y leal el conflicto que vivimos en la sociedad vasca o si se quiere de las estrategias políticas habidas en los últimos años. Pero, repito, quien es el principal responsable de la perversión absoluta de los planteamientos nacionalistas es ETA. Independientemente de que sea excusa y argumento de negación para afrontar el problema político vasco por parte de los partidos españoles. También, también, es excusa y argumento de división entre nacionalistas vascos.



Estamos en una encrucijada. Y lo que tenemos que buscar es una salida a esta encrucijada política. Lo he dicho en otras ocasiones. Pero se trata de una encrucijada en la que los únicos caminos con bordes definidos son los ya recorridos, los que no merece la pena volver a transitar porque sería retroceder. Y los nuevos caminos hay que trazarlos, hay que desbrozarlos desde el binomio PAZ (respeto a los derechos humanos) y normalización política (reconocimiento del sujeto político, del derecho a decidir y el acuerdo sobre su ejercicio, desarrollo normalizado del autogobierno).

LA PAZ

La búsqueda de la paz es un imperativo social. Nuestra sociedad se molesta ante los políticos, tan proclives a acuerdos en lo que respecta a los intereses más materiales y pequeños , y tan calculadores y egoístas cuando del interés grande se trata: la paz.

Una paz de todos no es una paz conseguida tras un anticipo a cuenta de los beneficios a obtener por cada agente político. La paz de todos tiene como premisa y condición la ausencia del miedo, y como consecuencia y premio la derrota del terror y la normalidad democrática.

No es posible que todos ganemos si cada cual se empeña en ganar. El diálogo es el camino.

La prueba de facticidad del diálogo es la asunción de la responsabilidad ante el fracaso del mismo. Sólo quien está dispuesto a fracasar y a pechar con los gastos que el fracaso supone, está en condiciones de afrontar un diálogo creíble y exitoso.

Las experiencias habidas de diálogo con ETA demuestran a las claras que esa organización no asume el potencial de fracaso, de su propio fracaso, o de una interpretación propia en clave de fracaso, por lo cual mantiene el dedo en el gatillo, aunque no dispare, mientras dialoga.

Los gobiernos de España no se han empeñado en un auténtico diálogo resolutivo de aquelals cuestiones propias de relación con ETA porque temían, temen, que fracasar supone, puede suponer, perder el poder, lo que de ninguna manera se plantean. Es más, dialogan para seguir en el poder. Mientras, nosotros, el PNV , hemos participado en diálogos ya entablados cuando ETA y el Gobierno de España nos ha convocado, bien porque el diálogo estaba enquistado, bien porque ante los síntomas de fracaso se nos quería a modo coparticipes-testigos.

Lo he dicho, y lo repito ahora, no acudiremos a ningún diálogo resolutivo, y para las cuestiones citadas que en el futuro ETA y cualquier gobierno de España puedan entablar, que no tenga una habilitación parlamentaria, un control parlamentario y una sanción parlamentaria, vasca y española.

Condición necesaria para un proceso de diálogo resolutivo es el desarme previo, y acreditado, de la organización ETA, y el cumplimiento de la legalidad vigente, doméstica e internacional, por parte del Estado Español en materia de Derechos Humanos.


LA SOLUCIÓN AL CONFLICTO POLÍTICO, UN ACUERDO DE CONVIVENCIA

El segundo desafío en agenda abierta que mantenemos como Pueblo y como Partido Nacionalista Vasco es la necesidad de alcanzar un camino de solución al conflicto político existente en Euskadi.

Negar la existencia de un conflicto político en Euskadi equivale a favorecer la perpetuación del mismo.

Podemos poner fecha precisa al inicio del conflicto político vasco: la de la abolición de los Fueros.

Podríamos poner fecha concreta a la finalización del conflicto: la reintegración foral plena, en terminología de la fecha de inicio o si, utilizamos terminología actual, el reconocimiento y su capacidad de actualización y su ejercicio, de los derechos históricos de los vascos, recogido en la vigente Constitución Española, que no es otra cosa que la devolución del poder político que en su día nos fue arrebatado por un hecho de fuerza que, según Canovas, era generador de derecho.

Desde su fundación en 1895, el Partido Nacionalista Vasco ha dado muestras suficientes de trabajar por encontrar soluciones pragmáticas, y no de ruptura, que posibiliten encauzar definitivamente un contencioso histórico que parece enquistado por la falta de voluntad política.

Superar ese impasse es nuestro objetivo, y el camino pasa por cimentar un acuerdo político de respeto bilateral en el que se reconozca el derecho a decidir de la sociedad vasca, concebido éste como un espacio de encuentro, de manera que todos lo sientan y reconozcan como un derecho compartido. Sin imposiciones pero también sin vetos externos.



La democracia no es compatible con unidades impuestas como tampoco con separatismos obligados. Ni en el interior de nuestra Nación, ni en las relaciones con el Estado y con Europa. La independencia o la dependencia impuestas son imposiciones antidemocráticas. Y para conocer si se trata de posiciones democráticas de la ciudadanía o de imposiciones antidemocráticas sobre ella, es obligado conocer y respetar lo que se manifiesta en los procesos de consulta en los que todos los ciudadanos puedan participar libremente, tanto en el debate como al manifestar su decisión.

La voluntad del PNV es la de hacer posible un acuerdo. Tenemos legitimidad y fuerza para liderar una negociación en tal sentido. Si el Gobierno español ha consentido en dialogar y negociar, lo que sea, aunque confiamos que no aquellas cuestiones que corresponden de manera exclusiva a los únicos representantes de la voluntad de la ciudadanía, con una organización terrorista, no entendemos la imposibilidad de hacer lo propio con organizaciones políticas mayoritarias y con instituciones y representantes institucionales legitimados para ello.

Pretendemos un acuerdo singular desde la política, desde el diálogo y el respeto. Un acuerdo que nada tiene que ver con esta o aquella transferencia insatisfecha. Un acuerdo de verdad. Y quien opte por este camino tendrá nuestro apoyo para llegar al final del camino. Apoyo para alcanzar el mayor respaldo social de las iniciativas que se determinen, y , también para poder llevar a cabo sin fisuras la acción de gobierno. Desbaratando los desafíos de involución que puedan provocar actuaciones judiciales politizadas, presiones de grupos de interés , estados de opinión prefabricados, etc.

Nuestro propósito, en consonancia con las iniciativas planteadas por el Lehendakari Ibarretxe ante el Parlamento Vasco, pasa por ser capaces en el siglo XXI de resolver un grave contencioso generado en el siglo XIX.

No se trata de una reivindicación ni de una utopía. Es, simplemente, el reconocimiento de la voluntad popular expresada por la ciudadanía de Euskadi. Voluntades individuales que sumadas en su conjunto dan lugar a nuestra conciencia nacional.

Acuerdo político por tanto. Acuerdo político para vivir y decidir. Para desde el respeto, convivir. Y este es el planteamiento que le vamos a hacer, que le estamos haciendo ya, al Partido Socialista Obrero Español y al Presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero.
Lo hemos dicho y lo hemos demostrado con los hechos, con todos estos ejemplos. En EAJ-PNV manifestamos que no podemos seguir dejando en manos de ETA la capacidad de decretar cuando y cómo hemos de plantearnos, abierta y descarnadamente, la resolución del conflicto nacional vasco en toda su complejidad. La pretensión de paralizar la vida política vasca, anulando toda iniciativa hasta que ETA declare una nueva tregua, no sólo atribuye a la organización terrorista un protagonismo incompatible con los requerimientos de una sociedad democrática sino que priva aésta del ejercicio de sus derechos en orden a su singularidad.


Hemos de proporcionar a la sociedad vasca un marco estable diferente al actual. El actual estatus no es suficiente porque, entre otras cosas, no garantiza a los ciudadanos y ciudadanas las reexpuestas necesarias en el contexto europeo occidental del siglo XXI. EAJ-PNV ha manifestado y reitera su voluntad y disposición a llegar a una cuerdo que fije el cauce y siente las bases del futuro para satisfacción de la nueva sociedad vasca, en un ámbito de relación jurídico-política.

Creemos que tenemos una oportunidad y que debemos aprovecharla. Hay tiempo para el acuerdo y creemos que, con voluntad, hay margen para el acuerdo. Margen para construir una Euskadi que hoy, en los albores del siglo XXI sólo puede entenderse desde la bilateralidad , y , si es posible, desde la confianza, y, sin dudarlo, desde el derecho a decidir. Como decían los foralistas: “ni tú sobre mí, ni yo sobre ti”. O como las palabras manuscritas por Tony Blair en un ejemplar del Scotland Act, en la sede del Parlamento de Edimburgo: “Scotland and England together on equal terms”. Porque somos una nación que no está dispuesta a someterse a nadie, en la misma medida y por las mismas convicciones por las que tampoco pretende imponerse contra nadie.
Vamos a intentarlo. Y vamos a dejarnos la piel en ello.

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