Iñigo Urkullu
06Marzo
2008
06 |
Intervención

Acto político en Madrid

Iñigo Urkullu
Marzo 06 | 2008 |
Intervención

Puede que a alguien le cause sorpresa o cuando menos curiosidad que nos encontremos hoy aquí en Madrid, cuando se nos suponía haciendo campaña en nuestro País, en Euskadi. Hemos decidido venir hasta aquí, a la llamada capital del Reino, al Foro, a decir lo mismo que estos días decimos en Euskadi. Hemos venido a reafirmarnos en que otro modelo de Estado no sólo es posible sino que es necesario, para Euskadi, pero también para España. Los vascos necesitamos, en el contexto presente, un estado Español diferente al actual. Y creemos que es totalmente compatible la existencia de un Estado español sólido con una Euskadi con las cotas de soberanía y autogobierno que nuestra sociedad, la vasca, decida.
A estas alturas, si algo se puede constatar y además es algo en lo que estamos de acuerdo prácticamente todo el espectro político, es que el modelo actual de Estado español no es satisfactorio, no da más de sí. Ha sufrido un camino con demasiados meandros y algún que otro guadiana; todavía hace poco recordábamos el 23-F y en Euskadi nos acordábamos de la doctrina Loapa que vino después para cortar las alas a la interpretación primigenia e inicial de la Constitución. Al final, una Constitución que nacía, entre otras cosas, para dar un encaje más o menos respetuoso a la cuestión de la plurinacionalidad del Estado español y en concreto satisfacer aunque fuera en una parte sustancial las demandas de autogobierno y de recuperación de la identidad nacional de Galicia, Euskadi y Cataluña se fue convirtiendo en un fiasco. Para no darnos a nosotros lo que históricamente nos correspondía y socialmente se demandaba, crearon un Estado de las Autonomías y se hizo famosa, por gráfica, aquella expresión del “café para todos”, aunque para vascos, catalanes y gallegos, fuera un café descafeinado y aguado.

Pero no queremos detenernos sólo en la llamada cuestión territorial. Muchas veces se nos acusa a los nacionalistas de ir a lo nuestro, de ser insolidarios con los demás, de tener la vista puesta solo en la defensa de nuestros intereses y despreciar lo que pase o deje de pasar del Ebro para abajo. No es así. Llevamos treinta años corresponsabilizándonos con una sensación de –todo hay que decirlo, que no se nos corresponde- con la vida del Estado español. Participamos en la transición, firmamos los Pactos de la Moncloa, aunque luego nos excluyeron de la ponencia constitucional, nos abstuvimos sin caer en los cantos de sirena del radicalismo rupturista, negociamos el Estatuto de Gernika y luego hemos estado presentes en todas y cada una de las legislaturas poniendo un granito de arena para que las relaciones Euskadi-España discurrieran por caminos de concordia. Algunas leyes, varios presupuestos y algún que otro ministro y ministra están hoy en vigor y han salvado su puesto por nuestra intervención y votos.

Y es que nos preocupa la calidad democrática de este Estado; nos preocupa el desarrollo normalizado del autogobierno vasco, nos preocupan los Derechos fundamentales, las libertades ciudadanas, los derechos sociales, nos preocupa el modelo final de Estado. Además de la cuestión territorial ya citada, asistimos con preocupación a la falta de equilibrio en este Estado, a la difusa y poco ejemplarizante separación de poderes. Si Guerra dijo hace quince años que Montesquieu había muerto en España, ahora lleva una losa tan pesada como la del Valle de los Caídos. Política judicializada, justicia politizada son antónimos en un Estado democrático de Derecho. !!!Y que no decir de otros ámbitos¡¡¡. Se cambian las leyes a golpe de cambio de legislatura, según el color político que sale triunfador de las elecciones. Las leyes sobre la educación o las llamadas políticas sociales cambian a ritmo de yenka. ¿Alguien puede decirme cuantas leyes de educación hemos tenido ya?. Es algo que no pasa en ningún otro Estado serio de nuestro entorno europeo.

Por eso, porque queremos cambiar las cosas estamos hoy aquí. Hemos venido a mostrar nuestra mano tendida al acuerdo al presidente Rodríguez Zapatero y a su Partido para llegar a un pacto que encauce la solución al conflicto político vasco, un acuerdo que luego sea sometido a la ratificación de la sociedad vasca y además contribuya a construir un Estado español bien ventilado por aires democráticos y con una solidez basada en la libre adhesión de sus naciones y de sus ciudadanos. Pero Zapatero tendrá que elegir. Se ha acabado el tiempo de que para unas cosas con “estos nacionalistas que siempre se avienen a negociar para intentar conseguir algo para sus Comunidades” y otras cosas con el PP, que afectan a la vertebración plurinacional, “no vaya a ser que el electorado perciba que estamos vendiendo España”. Ese Rodríguez Zapatero de dos caras se acaba con esta legislatura pasada, se acaba el día 9. Y tendrá que elegir o abrir un nuevo tiempo con las fuerzas nacionalistas o echarse en brazos de ese PP al que ahora en campaña tilda de retrogrado, integrista, xenófobo o insolidario.

Es una auténtica falacia que un Estado para ser fuerte tenga que ser centralizado o que la unidad tenga que basarse en la opresión de otras realidades nacionales. Ahí tenemos el ejemplo alemán, el suizo y en estos últimos tiempos el Reino Unido o yendo un poco más lejos Canadá. Son todos ellos mas pujantes que España, tienen un mayor grado de desarrollo y todos tienen en común dos características: son descentralizados y cada uno de ellos ha buscado un status de comodidad, un status de libre adhesión de cada una de las realidades nacionales o territoriales que se integran en su territorio. Porque libertad y progreso van siempre de la mano ofrecemos a Rodríguez Zapatero que unamos fuerzas para conseguir un Estado en el que los vascos no nos sintamos sin aire para respirar y los españoles no tengan que volver a cantar “Montañas nevadas” ni a recitar el catecismo del Padre Astete.

Eso sí. La ciudadanía vasca –creo que la española también, porque la cuestión vasca siempre se ha considerado una cuestión de Estado- tiene derecho a saber, y antes de las elecciones, cual es la voluntad política del presidente Rodríguez Zapatero, para con Euskadi, para con el profundo contencioso vasco. Si va a iniciar un diálogo político con las Instituciones Vascas o no. Desde el PNV queremos aprovechar los cien días que median entre estas elecciones y la fecha señalada por el Lehendakari para someter su propuesta al Parlamento Vasco. El Lehendakari ya ha mostrado su voluntad al diálogo con Rodríguez Zapatero. El PNV también. Los vascos y vascas queremos saber, necesitamos saber antes del domingo, el sí o el no de Rodríguez Zapatero a nuestra mano tendida. El sí o el no de Rodríguez Zapatero a la voluntad política.

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