Opinión
21Diciembre
2007
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Pesquerías, sostenibilidad y solidaridad

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Diciembre 21 | 2007 |
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Durante el fin de Noviembre 2007, el Foro Mundial de Pescadores de Bajura e Indígenas (World Forum of the Fisher People (WFFP), http://www.wffpfishers.org) ha celebrado su Asamblea General en Ngombo, Sri Lanka. Esta organización internacional, constituida en Bretaña durante el año 2000, agrupa a organizaciones de pescadores de Bajura e Indígenas de lugares muy diversos del planeta: India, Sri Lanka, Indonesia, Filipinas, Canadá, Galicia, Francia, Euskal Herria, Mauritania, Senegal, Kenya, Nueva Zelanda, Bangladesh, Pakistán, Malasia, Tailandia, Sudáfrica, Mali, Benin, Madagascar, Guinea, Uganda, Martinica, Honduras y Guadalupe son algunos de los lugares en los que el WFFP desarrolla sus actividades.
En los últimos años, tras la terrible catástrofe acaecida en Asia con el Tsunami, el propio foro trabaja en una campaña de apoyo y sensibilización a los pescadores y comunidades afectadas, particularmente en India, Indonesia y Sri Lanka. Todavía hoy hemos podido constatar que, en las costas de Colombo, miles de ellos continúan viviendo en condiciones infrahumanas agolpados en campos, a razón de 15 personas por tienda de campaña. Dentro de este complicado contexto, la situación de la pesca artesanal se enfrenta a retos muy complicados en el marco de la situación internacional.

Las pesquerías del mundo contribuyen a la nutrición humana y al progreso social y económico. En los últimos cuarenta años, las capturas se ha quintuplicado, pasando de 20 a 100 millones de toneladas. Pocos sectores expresan con mayor claridad la contradicción entre la aplicación de las políticas de economía de libre mercado y los aspectos de sostenibilidad ambiental, equidad social y soberanía y seguridad alimentarias. En este contexto la situación de la flota vasca de bajura no es una excepción.

Durante los decenios de 1950 y 1960, el sector pesquero se expandió rápidamente. El pescado y los productos pesqueros pasaron a ocupar un lugar destacado en el comercio mundial. En ese mismo período, la proporción de la captura mundial de los países en desarrollo aumentó del 27% al 46%. Los países en desarrollo aportan ahora más de la mitad de la captura mundial. A diferencia de lo que ocurre en los países industrializados, su sector pesquero está dominado por los pescadores de pequeña escala o artesanales, en muchos casos, agrupados en comunidades indígenas.

La tradicional noción de desarrollo, concebido como la expansión ilimitada y los procesos de concentración económica, globalización e industrialización se enfrentan diariamente con las evidentes restricciones de carácter biológico y ambiental que presentan los recursos y los ecosistemas marinos. El sector pesquero es una de las áreas de la economía en la que los recursos son de “teórica” propiedad común y de relativo libre acceso. Las organizaciones de pescadores artesanales, comunidades costeras, trabajadores, ciudadanos y consumidores han comenzado a demandar participación en los procesos de toma de decisiones, transparencia y responsabilidad en la gestión de las pesquerías y acceso equitativo a los recursos . Precisamente en estos días, el Tribunal de Cuentas de la UE ha venido a sostener que las capturas de la flota comunitaria superan el volumen declarado y controlado oficialmente.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) indica que, entre 1950 y 1996, las capturas mundiales se han quintuplicado. Las cifras totales se han concentrado en un 50% sólo en seis países: China, Perú, Chile, Japón, Estados Unidos y Rusia. A comienzos de la década de los 50, aproximadamente el 80% de las capturas pesqueras mundiales correspondían a los países industrializados. Cuarenta años más tarde, el 64% de las capturas provienen de países en desarrollo.

A los casi 100 millones de toneladas de desembarco mundial de recursos hidrobióticos hay que agregar, como consecuencia directa del empleo de artes, aparejos y métodos de pesca no selectivos, entre 17 a 39 millones de toneladas de capturas accidentales, normalmente descartadas directamente. A comienzos de la década de los noventa, de los recursos pesqueros de los que la FAO tenía datos un elevado porcentaje se encontraban plena o excesivamente explotados (44%), sobreexplotados (16%), agotados (6%) o en lenta recuperación tras haber colapsado (3%). En 1992, la FAO advirtió sobre la denominada "Crisis Global de las Pesquerías", al señalar que 13 de las 17 principales pesquerías del planeta presentaban signos de descenso severo en sus capturas.

La Cumbre de Sri Lanka ha vuelto a poner de manifiesto que la pesca se está transformando en una industria global, no existiendo en la actualidad ningún recurso pesquero de importancia comercial que no haya sido explotado. El 80% de los grandes buques entre 1991 y 1995 provinieron de 13 países y solo cuatro de ellos concentraron el 53% del total.

En la actualidad hay 1 millón de naves de gran escala y dos millones de embarcaciones pequeñas y medianas, que totalizan 26 millones de toneladas de registro bruto. Sin embargo, sólo 37000 barcos (menos del 1% de la flota mundial) concentran el 60% de las toneladas de registro grueso en la pesca mundial. Ello significa que existe en todas las aguas del planeta mas capacidad de captura que recursos. Aquí radica una de las principales causas de la destrucción de los recursos y ecosistemas marinos. En este difícil contexto, las pesquerías artesanales proporcionan más del 25 por ciento de la captura mundial. Son una importante fuente de alimento, ingresos y empleo en el mundo en desarrollo, pero sus comunidades de pescadores carecen de condiciones generales para el desarrollo, a pesar de dar trabajo a millones de personas en todos los niveles, desde la captura, el desembarco y la elaboración, hasta la comercialización, el apoyo y los servicios.

Y en estas pesquerías participan algunos de los grupos más pobres y desposeídos de la sociedad. Son pescadores a menudo en una precaria situación, a merced de condiciones climáticas extremas que ven limitadas sus capturas y, por consiguiente, sus ingresos. En muchos casos, la pobreza y la mal nutrición se ven agravadas por el aislamiento geográfico y la falta de instalaciones y servicios, saneamiento, vivienda, atención médica, transportes y comunicaciones. Estas comunidades pesqueras se encuentran excluidas de las principales corrientes de la vida política y económica. Para generar una mejora de su situación se precisan medidas urgentes que mejoren las condiciones básicas de vida de las comunidades pesqueras y les garanticen un acceso más equitativo a los recursos pesqueros disponibles.

La generación de ingresos es, indudablemente, un motor que impulsa mejoras en el bienestar social. Por lo tanto, a largo plazo el objetivo principal debería ser elevar los ingresos que obtienen los pescadores, garantizar su acceso a los recursos y el reconocimiento de su identidad social y cultural, entre otros elementos fundamentales. Es este el reto de subsistencia que ha animado e impulsado en muchos lugares del mundo a la gestación del WFFP, incluso con el reconocimiento explícito de la ONU sobre sus potencialidades en el marco internacional. En el ánimo de todos sus miembros persiste la idea y la necesidad de participar abiertamente en los distintos foros e instituciones internacionales, particularmente allí donde sus respectivos gobiernos no representen debidamente sus derechos. En suma, una apuesta importante por la sostenibilidad real de las pesquerías y la solidaridad activa en el uso, especialmente, de técnicas selectivas para garantizar el futuro de los recursos marinos.

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