PODEMOS SOÑAR SI PERMANECEMOS DESPIERTOS
Agradecido por esta ovación quiero compartirla con los verdaderos destinatarios: Los miles de mujeres y hombres que a lo largo de estos 112 años de vida del Partido Nacionalista Vasco han hecho posible el que, hoy, todos nosotros y nosotras recojamos el testigo de una organización viva y dispuesta a seguir trabajando para alcanzar el objetivo que nos dio vida: la construcción nacional de Euzkadi; su soberanía como pueblo libre de mujeres y hombres libres. Dueños de nuestro presente y futuro. Libres, sí, pero a través de la acción política, del respeto a los derechos humanos, a la diferencia, a la pluralidad.
Como decía, nuestro objetivo es la construcción nacional de Euzkadi; su soberanía como pueblo libre de mujeres y hombres libres. Sin imponer. Sin sojuzgar. Con la verdad por delante. Con nuestra verdad. Porque de imposiciones, de represalias, de represión tenemos ya nuestro cuerpo social repleto de cicatrices que avalan nuestra tenacidad democrática y pacífica. Y esa experiencia dolorosa nos hace, hoy más que nunca, reafirmarnos en la tesis de don Manuel de Irujo de que “merece la pena morir por una idea pero, jamás, jamás, matar por ella”.
Por eso esa ovación inicial que precedía mi intervención, va también dirigida a mujeres y hombres como:
Manuel Irujo, Jesús María de Leizaola, Luis Arredondo, Javier de Landaburu, Jose Antonio Agirre, Haydée Agirre, Tere Rotaetxe o Polixene de Trabudua, Karmele Errazti y, por supuesto, a quienes durante estos dos siglos me han precedido en el Euzkadi Buru Batzar: Angel Zabala, Luis de Arana, Gorgorio Renteria, Ignacio Rotaetxe, Ceferino de Jemein, Ramón Bikuña, Jesús de Doxandabaratz, Isaac López de Mendizabal, Doroteo de Ziaurritz, Juan de Ajuriaguerra, Carlos Garaikoetxea, Román Sudupe, Jesús Insausti Uzturre, Xabier Arzalluz y Josu Jon Imaz. Y a centenares de militantes conocidos y anónimos más, que en este siglo derrocharon lo mejor de sí mismos para hacer posible la Euzkadi de hoy y la Euzkadi del mañana.
Todos somos eslabones de una cadena. Mujeres y hombres al servicio de una herramienta, el Partido Nacionalista Vasco, que ha crecido y madurado bajo el cielo de Euzkadi y al servicio de los vascos.
Esa herramienta, el Partido Nacionalista Vasco, ha sido, a través de la historia, el imán atractivo de los cambios sociales de/en nuestro país. Asumiéndolos, adaptando su acción política y redefiniendo su doctrina de acuerdo con las necesidades que las propias transformaciones suscitaban.
Decía que todos nosotros somos eslabones de una cadena . Nacimos como partido siendo reflejo de la sociedad vasca. Acompañándola al cambio. Marcando las coordenadas por las que trazar su singladura. Y ahí está uno de los principales éxitos de este Partido. Tener siempre los ojos bien abiertos. Identificar los desafíos y trazar la hoja de ruta por la que caminar, siempre adelante.
Decía Jose Miguel de Barandiarán que “para conocer una cultura hay que vivirla” por ello sentenciaba: “Cuándo aprenderemos a pensar primero con los pies y luego con la cabeza”.
Nuestra legitimidad está sustentada en el actuar de las mujeres y hombres que en las diversas épocas han militado y representado al partido. En la época fundacional, las agrias disputas sobre el contenido doctrinal y programático. Más tarde, el compromiso democrático de asumir la legalidad de forma pacífica para transformar lo impuesto contra la voluntad ciudadana. Los éxitos electorales, la acertada gestión del gobierno derivado del poder político, y la asunción del riesgo llegada la hora de las decisiones transcendentales: el alzamiento fascista de 1.936, el rechazo al frentismo abertzale patrocinado por el militarismo de ETA en 1.977.
En todos esos momentos, los dilemas que se presentaban encontraron solución gracias al mayor tesoro que acaudala el PNV: la opinión y crítica libremente expresada de las mujeres y hombres que conforman el Partido. Democracia interna, libertad de pensamiento y lealtad en los acuerdos y en las decisiones tomadas entre todos.
No queremos dar lecciones a nadie, porque, además, tenemos que seguir enriqueciendo su práctica, pero sí queremos mostrar nuestra experiencia a quienes todavía en el siglo XXI escatiman la participación de sus afiliados en el quehacer de sus partidos reduciendo éstos a tareas de mecánica política, no creativas o ejecutivas.
Es imposible conocer la sociedad sin dar cabida al parecer y debate de la militancia que vive y convive la realidad social plenamente. Resulta impensable que la sociedad vasca espere un funcionamiento institucional democrático y eficaz de un partido ajeno en su dinámica interna a estos valores. Democracia interna, libertad de pensamiento y lealtad en las decisiones comunes.
La unidad como objetivo
La segunda mayor riqueza que atesora cualquier partido, y también nuestro partido, es la unidad.
La biografía política del Partido Nacionalista Vasco está atravesada por escisiones decenales cuando su actividad ha sido legalmente reconocida.
Así, si nos retrotraemos hasta los últimos 20 años, la tensión que supone el no alcanzar los objetivos fundacionales tras un largo siglo de reivindicación, esfuerzos y logros parciales, junto a la gobernanza del destino inmediato –porque así lo han querido los ciudadanos otorgándonos su confianza- ha generado, desaliento en algunos, búsqueda (infructuosa) de ideologías alternativas en otros y también riesgo de acomodamiento en una interpretación cómoda del gobierno de las instituciones. Y todo ello aderezado con componentes tan humanos como el relevo generacional, el fin de marcados liderazgos o el agotamiento de los ciclos de atrincheramiento estratégico.
En los últimos años no hemos asistido a una tensión escisionista porque la madurez del Partido es un hecho probado, y porque a quienes desde fuera se les presentaba como lideres de facción eran consecuentes, como el que más, con esa madurez.
Josu Jon Imaz ha sido testigo y protagonista de esta paradoja. Ha sido un eslabón más de la cadena. Él supo comprometerse como el primero para que la cadena no se rompiera. Katea ez da eten. Y supo arriesgar. Y arriesgarse. Con ideas frescas, como correspondía, para poder seguir marcando la singladura de este buque centenario en pos de libertad de su patria.
Josu Jon consciente de la tensión existente, y de la virtualidad del bien supremo de la unidad, la fortaleza y la honradez tomó la decisión que, para él, tenía que servir para preservar la unidad de nuestro Partido.
La renuncia, cosa escasa en política, mucho más si se habla de la Renuncia con mayúscula, es siempre pedagógica: aprendemos con la renuncia y de la renuncia.
Katea ez da eten. Alderdiaren izenean, eskerrik asko.
Por eso os decía al inicio de mi intervención que la ovación que tributabáis al comienzo de este acto pertenecía a todos y todas. Y de manera especial a quienes habiendo estado al frente de esta organización centenaria han sabido entender que son, que somos, parte de un engranaje en el que las personas somos fundamentales pero no imprescindibles ni singulares en su funcionamiento global. Porque las personas pasamos y deberemos pasar pero el Partido, como herramienta-correa de transmisión, es el que por encima de todos y cada uno de nosotros debe y deberá permanecer. De ahí mi compromiso con la unidad y con la fortaleza de esta organización: del Partido Nacionalista Vasco.
Con estas bases como premisas concluimos hoy un nuevo proceso de renovación. Renovación en la praxis y en los equipos humanos, siguiendo la realidad existente también en el ámbito institucional. Partido de siempre, por lo tanto, actual y de futuro.
Cambio de ciclo
Detectamos en el ámbito político, el cambio de agujas de tres inercias que interaccionan entre sí: el final de la violencia, la incomunicación partidaria y, como consecuencia de ellas, los intereses compartidos para posibilitar la alternancia política y el desalojo democrático de los ámbitos de gobierno del nacionalismo institucional representado por EAJ-PNV.
El futuro nos pide compromiso: Nos situamos, pues, con certeza, ante el final de una época política pero no aparecen tan claras las referencias de futuro. “El pasado ha muerto, pero lo nuevo no termina de nacer”. A menudo hablamos de que la política vasca se encuentra ante una encrucijada. Pero se trata de una encrucijada en la que los únicos caminos con bordes definidos son los ya recorridos, los que no merece la pena volver a transitar porque sería retroceder.
Decía que “El pasado ha muerto, pero lo nuevo no termina de nacer”. Y los nuevos caminos hay que trazarlos, hay que desbrozarlos. Esa es nuestra tarea, la tarea del Partido Nacionalista Vasco. Hacer camino para la Nación Vasca, crear las condiciones para que los vascos y vascas podamos escribir de nuestro puño y letra el futuro de Euzkadi. Y ese futuro ha de venir de la mano del binomio paz (respeto a los derechos humanos) y normalización política (reconocimiento del sujeto político, del derecho a decidir y el acuerdo sobre su ejercicio). En definitiva, una posición central fijada en dos grandes afirmaciones: SI a la paz y SI al Derecho de Autodeterminación. Sí a la construcción nacional en base a la suma de voluntades de los ciudadanos y ciudadanas de nuestro Pueblo.
Teniendo muy claro que este cambio de ciclo al que me he referido tiene que estar asentado en dos principios, en dos elementos básicos: la paz y la normalización política. Principio ético y principio democrático, ambos con su gestión propia y diferenciada y que, junto con la construcción social, constituyen los retos de EAJ-PNV.
Casi cincuenta años de alzamiento armado, de violencia revolucionaria, de actos de terror, hacen de ETA una categoría histórica, un tremendo ejemplo negativo, de algo que nunca debió existir , de algo que se resiste a morir y por eso mismo sigue matando.
En determinadas circunstancias de presión y temperatura política surge un nuevo elemento con causa u origen en otros preexistentes. ETA nació durante el franquismo, invocando la causa vasca y proponiendo su método violento como el único eficaz para conseguir la libertad plena de los vascos. Al punto hubo, desde el nacionalismo entonces y ahora democrático, quien, como Juan Ajuriaguerra, advirtió con gravedad que el crimen siempre es crimen. Pero también es cierto que, por estar dirigido el crimen contra quienes criminalmente habían destruido la democracia y el autogobierno de la República, el asesinato político encontró comprensión que no aceptación.
Juan de Ajuriaguerra ya lo advirtió “el crimen es siempre crimen”. Cuando tras años y años de persistencia en el crimen, la sociedad vasca percibió que no hay bien que del mal provenga, y que el terror era muerte para los destinatarios y modo de vida (la única que saben vivir) para los usuarios, el final político de ETA se evidenció.
Sin embargo, cincuenta años de vida-muerte no han conseguido nada más que la propia pervivencia de ETA y ponen ante nuestros ojos una realidad y un reto. La realidad es una izquierda radical abertzale que conjuga su sumisión a ETA con una presencia social ineludible. El reto es la mejora de la democracia, del funcionamiento de nuestras instituciones; es la ampliación del espacio público favoreciendo otras formas de participación social; es el aliento a las reivindicaciones nacionales vascas; es la acogida de los nuevos vascos, la inmigración...
Contra ETA más democracia, con la izquierda radical abertzale todo un mundo a construir conjuntamente....... si se disocian del terror.
Los precios de la paz
La búsqueda de la paz es un imperativo social. Nuestra sociedad se molesta ante lo inefable de los políticos, tan proclives a acuerdos en lo que respecta a los intereses más materiales y pequeños, y tan calculadores y egoístas cuando del interés grande se trata: la paz.
¿Qué tiene la paz que tan difícil de alcanzar resulta? Algo innombrable: un precio; mejor dicho, muchos.
La paz es asunto de vida y muerte para quienes matan y muere mas es asunto vital para el Pueblo Vasco. Pero la paz es, está siendo, objeto de cálculo político también.
Una paz de todos no es una paz conseguida tras un anticipo a cuenta de los beneficios a obtener por cada agente político. La paz de todos tiene como premisa y condición la ausencia del miedo, y, como consecuencia y premio, la derrota del terror y la normalidad democrática.
No ha habido gobierno español en democracia que no haya tenido la tentación de probarlo ni cúpula de ETA que se haya resistido a utilizarlo. Y lo que, en principio puede parecer una actitud loable ha acabado por convertirse en táctica o estrategia, en el mejor de los casos, y, siempre, siempre, con la espada de Damocles de unas elecciones más o menos cercanas.
El tiempo de ETA se ha terminado. Y, si cabe, de esto la sociedad vasca es absolutamente consciente al 99,9 por ciento. Pero si alguien es más consciente de esta situación es el propio mundo de la izquierda radical. A lo que asistimos es a un intento de pervivencia, o de supervivencia de un minúsculo grupo y a un miedo de la inmensa mayoría de la izquierda radical abertzale a enfrentarse a una sociedad vasca post-ETA. Y todo ello envuelto en la inmensa generosidad de la sociedad vasca de quien, muchas, muchas veces se aprovechan.
Y cualquier esfuerzo que hagamos por adelantar, aunque solo sea un minuto, el fin de la violencia será un esfuerzo bien encaminado.
Existen tantos precios para la paz como deseos inconfesables de conseguirla sólo si con la misma se obtienen beneficios privados /particulares.
No es posible que todos ganemos si cada cual se empeña en ganar. El diálogo es el camino. Equivocar el camino es rehusar al diálogo o empeñarse en un diálogo con interlocutores indebidos o falsarios.
La prueba de facticidad del diálogo es la asunción de la responsabilidad ante el fracaso del mismo. Solo quien está dispuesto a fracasar y a asumir los gastos que el fracaso supone está en condiciones de afrontar un diálogo creíble y exitoso.
Las experiencias habidas de diálogo con ETA demuestran a las claras que esa organización no asume el potencial de fracaso, de su propio fracaso, por lo cual mantiene el dedo en el gatillo, aunque no dispare, mientras dialoga.
Los gobiernos de España no parece que se han empeñado en un auténtico y definido diálogo porque temían, temen, que fracasar supone, puede suponer, perder el poder, lo que de ninguna manera se plantean. Es más, en algún modo puede parecer que dialogan para seguir en el poder. Mientras, nosotros, el Partido Nacionalista Vasco, hemos participado en diálogos ya entablados cuando ETA y el Gobierno de España nos ha convocado, bien porque el diálogo estaba enquistado, bien porque ante los síntomas de fracaso se nos quería a modo de copartícipes-testigos.
No acudiremos a ningún diálogo resolutivo que, en el futuro ETA, y cualquier gobierno de España puedan entablar, que no tenga una habilitación parlamentaria, un control parlamentario y una sanción parlamentaria, vasca y española.
Sólo la representación popular en su sede natural, el Parlamento, puede garantizar el éxito del diálogo o asumir sin mayor coste el fracaso del mismo. (Sin duda existen fórmulas y si no las inventaremos para que puedan estar representadas todas las sensibilidades políticas). La falta de transparencia democrática y el oscurantismo han venido siendo la oscuridad en la que “todos los gatos eran pardos.”
Condición necesaria para un proceso de diálogo es el previo y acreditado compromiso definitivo de final de la organización ETA, y el cumplimiento de la legalidad vigente, doméstica e internacional, por parte del Estado Español en materia de Derechos Humanos de los detenidos, presos y penados.
Que ETA comience por el final, y que el Gobierno empiece por el principio. El Partido Nacionalista Vasco compromete sus mejores esfuerzos para conseguir la transferencia en materia penitenciaria, el fin de la incomunicación de los detenidos, y la devolución de la instrucción de las causas penales incoadas por asuntos de terrorismo y afines a los Juzgados naturales, los competentes por razón del lugar donde el delito fuera cometido, aspectos ellos en el marco de una política penitenciaria resocializadora.
Los vascos, como casi todos los pueblos pequeños, estamos dotados de gran memoria. Generalmente se trata de una memoria selectiva. La de los agravios sufridos por culpa de los otros. Así, la barbarie franquista que alcanzó su apogeo en el bombardeo de Gernika, y a ello hemos dedicado el PNV este año de memoria histórica. Sin embargo, somos menos proclives a recordar lo que “en nuestro nombre” se hizo mal. Necesitamos ejercitar también “esa memoria”, la que aquí y ahora nos aviva el recuerdo de las víctimas que en nuestro nombre han sido.
Decía que los vascos necesitamos ejercitar nuestra memoria y avivar el recuerdo de las víctimas. Conducir en coche por la geografía vasca, es recorrer demasiados lugares donde cada uno recuerda un asesinato, un estrago, un quebranto de derechos humanos cometido en nombre de la causa vasca y a la causa vasca. Debemos aprender a recordar, para que el horror desaparezca y para que las víctimas y sus familiares disocien vasquidad de oprobio, nacionalismo de terrorismo, al igual que, tras decenios y con dificultades, los patriotas vascos acabamos por disociar franquismo de españolidad.
Solución al conflicto político
El segundo desafío en agenda abierta que mantenemos como Pueblo y como Partido Nacionalista Vasco es la necesidad de alcanzar un camino de solución al conflicto político existente en Euzkadi. Y para ello vamos a trabajar en fortalecer el diálogo con todos y los acuerdos entre iguales y con diferentes buscando puntos básicos de acción común con aquellos partidos que compartimos principios, objetivos y estrategias similares.
Negar la existencia de un conflicto político en Euzkadi equivale a favorecer la perpetuación del mismo. Es una manifestación de malevolencia, de estulticia o de ambas cosas a la vez.
Podemos poner fecha precisa al inicio del conflicto político vasco en la Comunidad Autónoma Vasca, la de la abolición de los Fueros.
Podemos poner fecha concreta a la finalización del conflicto en Hego Euzkadi: la reintegración foral plena, o si utilizamos terminología actual, el reconocimiento de los derechos históricos de los vascos, recogido en la vigente Constitución Española, que no es otra cosa que la devolución del poder político que en su día nos fue arrebatado por un hecho de fuerza que, según Canovas, era generador de derecho.
Desde su fundación en 1895 el Partido Nacionalista Vasco ha dado muestras suficientes de trabajar por encontrar soluciones pragmáticas, y no de ruptura, que posibiliten encauzar definitivamente un contencioso histórico que parece enquistado por la falta de voluntad política.
El Partido Nacionalista Vasco es mucho más que un partido autodeterminista. Su ideario y objetivos van más allá. Pero entiende que el reconocimiento de las herramientas democráticas -y el derecho a decidir es un instrumento estrictamente democrático- son la base, el punto de partida, para que todas las sensibilidades políticas puedan tener amparo en un gran acuerdo de convivencia.
Por eso, la realidad de Euzkadi como nación ha de construirse sobre su libre y voluntaria decisión, con la fuerza de su capacidad para incluir en esa identidad a las diferentes formas de sentir, vivir y pertenecer a lo vasco, a la pluralidad de identidades concurrentes en la sociedad vasca. Queremos que el derecho del Pueblo Vasco a decidir su futuro se conciba como un verdadero espacio de encuentro, de manera que todos lo sientan y reconozcan como un derecho compartido. Sin imposiciones pero también sin vetos externos surgidos de una visión jacobina, uniformizadora y centralista desde quien gobierne en Madrid o París, ni más límites que los de la voluntad suficientemente mayoritaria y expresada por métodos democráticos de la ciudadanía vasca.
Queremos que el derecho del Pueblo Vasco a decidir su futuro se conciba como un verdadero espacio de encuentro. Estamos decidiendo y queremos seguir haciéndolo. Cuando los vascos de los tres Territorios de la Comunidad Autónoma del País Vasco nos abstuvimos mayoritariamente en el referéndum constitucional, cuando refrendamos el Estatuto de Gernika, cuando se sometió a votación la incorporación a la OTAN, cuando ratificamos el Tratado de la Unión Europea, cuando elección tras elección hemos conformado Ayuntamientos, Diputaciones, Gobierno Vasco, elegido parlamentarios… hemos decidido, pero también hemos de denunciar que no todos los vascos y vascas han podido decidir como es el caso de los navarros y navarras en cuestiones básicas como la Ley del Amejoramiento del Fuero Navarro por no referirnos a la imposibilidad, hasta la fecha, que los vascos y vascas de Iparralde sufren de un pronunciamiento institucional.
Cuando el Parlamento Vasco ha aprobado Declaraciones sobre la Autodeterminación o la propuesta para un Nuevo Estatuto Político Vasco, las decisiones adoptadas se han hecho en nuestra representación, pero en la representación de ¾ partes de los vascos y vascas.
Con todo, estas decisiones han sido ratificadas en el ámbito de una sociedad democrática y guiadas por criterios de necesidad u oportunidad política. Como lo es la actual iniciativa política planteada por el Lehendakari Ibarretxe. Una iniciativa más que se suma a cuantas a lo largo de 112 años ha dirigido, sustentado u orientado el nacionalismo vasco en aras a superar el conflicto político que nos ocupa.
La pretensión actual de que se reconozca nuestro derecho a decidir es, una vez más, un derecho restringido y autolimitado. No se trata del Derecho a la secesión sino al modo y manera en que se establece la relación entre Euzkadi, y de Euzkadi con España y Europa dentro del Estado español y Europa.
Quien sea incapaz de ver en la Propuesta del Lehendakari, propuesta que vamos a defender con firmeza y convicción, un compromiso de convivencia con el Estado plurinacional está negándose a sí mismo como demócrata efectivo. Y la vamos a defender a pesar del acoso judicial a que el Lehendakari - y otros cargos de nuestro Partido - está siendo sometido.
En nuestra historia, en la Baja Edad Media, los vascos acudimos a los Tribunales castellanos, dependientes de la Monarquía absoluta española, en demanda de una justicia imparcial frente a nuestros Parientes Mayores, interesados en imponer una justicia de parte, de la suya. Que al cabo de los siglos se utilice a la Justicia para rebajar el desarrollo de nuestras competencias, embridar nuestro autogobierno, impedir el despliegue de unas políticas propias o criminalizar un proceso de búsqueda de la paz, supone una monumental ironía, y evidencia que por medio de la democracia se puede acabar con el poder absoluto de un rey y no terminar con el de tres, o treinta, magistrados partisanos. Nada hay más previsible que una resolución de un juez o Tribunal cuando enjuicia un asunto con proyección política. La composición del Tribunal, habida cuenta la adscripción ideológica de sus miembros o la de aquellos que les promovieron, será pre-determinante del fallo. Justicia como poder independiente sí; Justicia como poder con autonomía política, de ninguna manera.
Vamos a defender, repito, la propuesta del Lehendakari y será, pues, su responsabilidad –la de quien no quiere ver en la propuesta del Lehendakari el compromiso de convivencia con el Estado y la voluntad por el acuerdo político- rechazar el acuerdo que estabiliza la democracia española como nunca en su historia lo ha sido y nos situará a los vascos ante la responsabilidad de decidir por nosotros mismos, ante nosotros mismos y para nosotros mismos.
La democracia no es compatible con unidades impuestas como tampoco con separatismos obligados. Ni en el interior de nuestra Nación, ni en las relaciones con el Estado y con Europa. La independencia o la dependencia impuestas son imposiciones antidemocráticas. Y para conocer si se trata de posiciones democráticas de la ciudadanía o de imposiciones antidemocráticas sobre ella, es obligado conocer y respetar lo que se manifiesta , en su caso, en los procesos de consulta en los que todos los ciudadanos puedan participar libremente, tanto representados en el debate como directamente al manifestar su decisión.
Como señalaba, la democracia no es compatible con unidades impuestas como con separatismo obligados. Dar un nuevo portazo a las posiciones constructivas del nacionalismo vasco de vocación institucional, situaría al PNV ante la tesitura de analizar seriamente si su estrategia de concordia o de cohabitación compartida y correspondida tiene o no mayor recorrido. Y eso también lo deben valorar seriamente y no al albur del interés electoral del momento tanto Zapatero como Rajoy.
Esa decisión, grave y trascendental, solo podemos adoptarla si existe previamente un sujeto político vasco capaz de pronunciarla y sostenerla. Cuando el observador extranjero se pregunta desconcertado cómo es posible que teniendo el Pueblo Vasco todas las características y condiciones de Nación ha llegado, sin embargo, al siglo XXI sin haber constituido un Estado propio, la única respuesta plausible es el constante enfrentamiento entre los propios vascos a lo largo de la Historia: oñacinos y gamboinos, beamonteses y agramonteses, carlistas y liberales, nacionalistas y requetés, totalitarios y demócratas. Un eterno retorno de lo idéntico, donde el mesianismo, ventajismo, idealismo y pragmatismo se enzarzan sin fin.
Queremos el derecho a decidir desde un sujeto político vasco reconocido. Un sujeto político, y dirijo este mensaje al Presidente Rodríguez Zapatero, un sujeto político vasco que entendemos tiene cabida en la interpretación leal de la Disposición Adicional de la Constitución. No queremos decidir para dividir sino para sumar, para intentar traer ilusión a esta sociedad.
La globalización como oportunidad
La vasquidad no se restringe a los límites institucionales de la actual Comunidad Autónoma Vasca. El Pueblo Vasco, nación y crisol de culturas, se incardina y representa por medio del euskara, la tradición, las instituciones jurídicas forales propias, el decantado histórico, en Nafarroa e Iparralde.
Tal esparcimiento extraterritorial no es específico de nuestro Pueblo. La Kultur alemana, por ejemplo, se acomoda y desarrolla en Alemania, Suiza, Austria, Chequia, Polonia etc. Estados que conjugan su alemanidad con su propia soberanía, sin reclamar la unificación política. Solamente cuando la voluntad libremente expresada de los ciudadanos navarros y de Iparralde, de una manera clara e inequívoca, afirme su deseo de vivir bajo instituciones comunes, podremos dar cauce a ese anhelo. Mientras tanto Nafarroa, Iparralde y la Comunidad Autónoma Vasca deben fortalecer su relación en ámbitos de urgente actuación como el desarrollo de políticas de infraestructuras con la sostenibilidad del uso del suelo y la preservación del medio ambiente; las políticas culturales y lingüísticas comunes; y la cooperación en el desarrollo regional europeo.
La Diáspora vasca es, debe ser, la tarjeta de presentación de los logros vascos ante el mundo. Quienes descienden de quienes emigraron por razones económicas o políticas son los heraldos del progreso vasco. Si resultara que sus condiciones de vida allí donde se establecieron o residen han pasado a peor fortuna deberán ser objeto de atención preferente en aras a la repatriación, lo que también debe ser considerado una política migratoria propia.
Los vascos nos jugamos nuestro destino en la Globalización. La Globalización es una oportunidad, no una fatalidad.
Los mejores momentos de nuestra Historia han ido unidos a la apertura al mundo. El Consulado de Bilbao, nuestra temprana relación con Los Países Bajos transportando por mar la lana de la Mesta castellana, inicio de una flota mercante que permaneció por los siglos.
La colonización de América, la Compañía Guipuzcoana de Caracas , marinos, monjes, guerreros, administradores e investigadores que favorecieron el progreso , la identificación de lo vasco en el mundo y la Ilustración en nuestro propio País.
La Revolución Industrial en Inglaterra, el desarrollo de la minería, la siderurgia y el sector naval.
Tres Globalizaciones que supusieron para Euskal Herria oportunidades de desarrollo y progreso. Ventanas de oportunidad abiertas al mundo.
Como decía, los mejores momentos de nuestra Historia han ido unidos a la apertura al mundo. La Cuarta Globalización, la presente, es la de la Sociedad del Conocimiento. Saber algo que el competidor ignora o no lo puede hacer con la excelencia y economía que nosotros poseemos. El número importa menos que el valor de conocimiento agregado. Irlanda o Finlandia lo han demostrado. Tenemos conocimiento científico y tecnológico históricamente acumulado para, actualizándolo, encontrar un nicho en la Globalización.
Un nuevo contrato social
Es apremiante que los vascos alcancemos un común denominador, un Programa común entre Partidos Políticos, consecuencia de un Nuevo Contrato Social entre ciudadanos. El Plan Euzkadi 2025, supondría un catálogo de compromisos y actuaciones inmediatas y mediatas en orden a la mejor ubicación de nuestro País en el orden globalizado.
Infraestructuras, innovación , conocimiento, tecnología, formación profesional, idiomas, Universidad, desarrollo del Territorio(nuestro bien más escaso), políticas de sostenibilidad y medio ambiente (nuestro segundo bien más escaso), políticas demográficas( población joven, nuestro tercer bien más escaso) y recuperación y uso de nuestro acervo lingüístico-cultural ( la seña identitaria que nos distingue en el proceso uniformador que la Globalización presupone) tienen que ser compromisos compartidos de ese nuevo contrato social entre vascos y vascas.
Sin ciudadanos no hay Nación. Los derechos nacionales son aquellos derechos que los ciudadanos quieran para sí.
No hay Nación por encima de la ciudadanía, no debe haber ciudadanos sometidos a la Nación. Hombres y mujeres unen sus esfuerzos para el logro del Bien Común bajo un mismo cielo y sobre una misma tierra. Su esfuerzo tiene proyección de futuro porque se afanan para sí y para sus hijos.
Las legítimas ambiciones individuales se favorecen por el uso y gestión del patrimonio de todos, que es la acción de Gobierno.
Las instituciones vascas son una representación, pero deben ser, antes que nada, una garantía de igualdad de oportunidades en la vida moderna donde la brecha de géneros, cultural, sanitaria, educativa, e informativa se agranda allí donde los Gobiernos se limitan a dejar hacer a las fuerzas económicas.
Los vascos, un pueblo pequeño en número y progresivamente envejecido, nos engrandecemos a través de la mejor salud, formación e información que recibimos. Y, sobre todo, conseguimos desbordar lo cuantitativo, por medio de la participación social.
Un elemento distintivo del Pueblo Vasco es su capacidad de autoorganización que se aprecia en el ocio y en el trabajo, en las asociaciones de tiempo libre y en los movimientos cooperativos, en la asociación de los trabajadores a través de sus sindicatos (con gran índice comparativo de afiliación) como en las corporaciones empresariales.
Esta confluencia de acción social desde los distintos intereses, es un activo de nuestra sociedad que debe ser puesto en valor por medio de nuevas formas de participación políticas que complementen a las partidarias. Confundimos demasiadas veces pluralismo con pluripartidismo. Los vascos, repito, somos un pueblo pequeño y conseguimos multiplicar nuestro tamaño y repercusión a través de la participación social. La pluralidad se encauza pero no se agota con los partidos. Una sociedad emergente sabe aprovechar el vigor del movimiento ciudadano a través de sus grupos de interés.
La solidaridad en sus diversas manifestaciones es la más potente argamasa social.
Solidaridad intergeneracional, atendiendo a los mayores cada vez más arrinconados por improductivos, por molestos, por desechados.
Cuando se manifieste la imposibilidad familiar de atender a los mayores deben actuar, como lo vienen haciendo, nuestras instituciones. Es una verdadera deuda histórica la que tenemos con quienes hicieron posible nuestro presente. Y es un deber futuro y un compromiso el que tenemos con quienes nos siguen en la cadena generacional.
Los ya vivos y los que vivirán. Necesitamos una política seria en materia de natalidad. Los vascos, uno de los pueblos más envejecidos de Europa, somos al mismo tiempo uno de los que tienen una menor tasa de reposición, vamos a seguir siendo los mismos en número durante mucho tiempo. Y eso es un déficit mayúsculo en un tiempo de grandes cambios. Fomentar la natalidad es un objetivo estratégico nacional. El futuro se estrecha cuando la población disminuye.
Mención especial merece el rol social de la mujer vasca. La mujer vasca es el dosel central de nuestra vida comunitaria. Nos han traído al mundo y, por su esfuerzo y atención, han hecho para nosotros un pequeño mundo mejor. Ahora, después de a veces tardíos reconocimientos, se han abierto paso y están en disposición de hacer un gran mundo mejor. Las mujeres vascas han llegado hasta donde han llegado por méritos propios, pero para llegar a donde deben: la gran dirección empresarial, las mayores responsabilidades políticas, el liderazgo social, la excelencia universitaria, precisan no ser obstruidas. Estos obstáculos no provienen tanto de las Instituciones de todos - la administración es generalmente igualitaria- sino de los hábitos individuales de cada cual (empresas, vida familiar, asociaciones privadas) que impiden conciliar vida profesional o familiar y sitúan a la mujer ante el dilema de profesión o maternidad, vida propia o empleo.
Como ya he dicho antes, la solidaridad en sus diversas manifestaciones es la más potente argamasa social. Y la ayuda mutua comienza con la justeza en la redistribución de las rentas. Esto se consigue en origen, a través de la acción y reclamación sindical, y en destino, por medio de las políticas sociales de los presupuestos públicos una vez recaudados los impuestos.
El sindicalismo vasco objeto, a veces, de severas críticas por sus reivindicaciones extrañas a las posibilidades reales e injustas con los esfuerzos realizados, debe ser, aún así, escuchado con atención.
Dedicaré el tiempo necesario para restablecer, en los ámbitos que como partido político nos corresponda, el diálogo social y tendré en mucha consideración los consejos y propuestas que puedan provenir desde el sindicalismo que comparte un proyecto de construcción social y nacional. Así como tampoco ahorraré esfuerzo alguno para apoyar e impulsar el tejido empresarial vasco. Han sido y son los empresarios y empresarias de nuestro Pueblo generadores de riqueza y de desarrollo. Y la intención de nuestro Partido es que lo sigan siéndolo como también los y las trabajadoras. Sin ellos y ellas hoy no ocuparíamos el lugar en el mundo desarrollamos que ocupamos. Ambas partes son necesarias para la Euskadi del Futuro.
El PNV como instrumento
Concluyo esta exposición desde la concepción de ser un eslabón en la cadena y basada en el análisis interno y externo que nos corresponde como instrumento para la Nación Vasca habiendo desarrollado los retos de la paz, reto de decidir y reto de la construcción social. Concluyo ya con una reflexión en torno a nuestro partido y con compromisos en primera persona.
Nuestros 112 años de historia como organización si algo avalan ha sido la capacidad de nuestro Partido para enraizarse en la sociedad, para saber en cada momento lo que nuestra sociedad nos demandaba. Esta permeabilidad entre partido y sociedad ha sido particularmente intensa y fructífera en los últimos treinta años, en los que la causa nacional vasca ha avanzado como nunca en los dos últimos siglos.
Hemos tenido capacidad para enraizarnos en la sociedad. A menudo, y desde fuera de nuestra organización, esta permeabilidad y la respuesta consecuentemente se ha interpretado erróneamente como la “ambigüedad” del PNV o también como la “tendencia pendular” de nuestro partido, en una supuesta mezcla y alternancia de almas pragmáticas y esencialistas en su dirección.
Desde dentro de la organización nunca lo hemos vivido así. En nuestro fuero interno no existe ni ambigüedad ni tal péndulo, que, si lo hubiera, estaría parado, sólo sujeto a la ley de la gravedad de lo que la sociedad vasca nos demanda en cada momento, pues más que un partido nos consideramos un instrumento para hacer la Nación Vasca. Y este es un buen momento para que desde fuera del Partido se perciba que el supuesto péndulo del PNV sólo se mueve por el impulso social, que está imantado por esa capacidad de atracción que entre él y la sociedad vasca a la que sirve se ha ido forjando en nuestras décadas de existencia.
En los grandes proyectos resulta tan importante la manufactura -el producto- como la herramienta.
Se suele decir que querer es poder. Lamentablemente no es cosa cierta. Puede uno querer lo imposible, y no alcanzarlo por eso mismo. Puede uno querer lo posible y no conseguirlo por errores o limitaciones propias. Lo limitado es la esencia de las cosas. De bienes y medios finitos está compuesta la urdimbre nacional. Por eso la necesidad de una herramienta, el Partido, que responda a las principales cuestiones que se formulan a cualquier proyecto común ¿A dónde?, ¿Por dónde?, ¿Cómo?, ¿Cuándo? y ¿Con qué medios?
Querer no siempre es poder. Puede uno querer lo imposible, y no alcanzarlo por eso mismo. Puede uno querer lo posible y no conseguirlo por errores o limitaciones propias. Lo limitado es la esencia de las cosas. De bienes y medios finitos está compuesta la urdimbre nacional. Por eso la necesidad de una herramienta, el Partido, que responda a las principales cuestiones que se formulan a cualquier proyecto común ¿A dónde?, ¿Por dónde?, ¿Cómo?,¿Cuando? y ¿Con qué medios?
La respuesta a algunas de estas preguntas está en la doctrina de nuestro Partido a través de las ponencias elaboradas y ya en vigor. La respuesta a otras sólo será posible si somos capaces de conseguir el apoyo de la ciudadanía mediante propuestas claras y realistas. Propuestas que nos hagan meritorios para seguir gobernando. Ser realistas significa hacer una política aceptable para el común denominador de los vascos, donde el ritmo de la marcha puede dejar en el sendero, al borde del zarzal, al más lento de los montañeros. Ser realista no exige abandonar los sueños. Es este el ejercicio político más difícil. El que debemos hacer. Soñar la Eusko Naia y mantenernos despiertos para llegar a conseguirla. Podemos soñar si permanecemos despiertos.
Como decía Barandiarán, quizás pensar primero con los pies y luego con la cabeza.
Finalizo, y lo hago en primera persona, porque me hago responsable en primera persona. Presidiré un Euzkadi Buru Batzar, un órgano colectivo porque así lo quisieron los fundadores y así lo seguimos queriendo los actuales depositarios, los miembros del Partido Nacionalista Vasco, recogiendo también el testigo de quienes antes que yo han sido en el EBB, en los Consejos Territoriales, en las JJ.MM. el testigo del esfuerzo de afiliados y afiliadas.
Pero no quiero escudarme al abrigo de un equipo plural, digno y solvente. Sé lo que de mí se espera: decisiones acertadas, arbitrio en el debate, comunicación sin interferencias con la sociedad vasca, y adaptación del Partido a los cambios sociales y políticos producidos en nuestro país, en Europa y en el mundo. Lo voy a hacer. Lo vamos a hacer. Y adelanto que con éxito, porque sé que tengo, que tenemos, vuestro apoyo, que nace de la convicción y de la necesidad, y porque confío en nuestro Pueblo que está dispuesto a reconocer nuestro liderazgo si nos hacemos merecedores de su confianza tal como lo fuimos en la adversidad y lo seguimos siendo en la bonanza.
Ese es mi compromiso. Ante todo el Partido y ante Euzkadi.
Gora Euzkadi Askatuta!