Hay momentos en la vida en los que las personas debemos enfrentarnos a decisiones complejas. Dar importancia a los proyectos en los que creemos o apostar por vincular esos proyectos a nuestra propia participación en los mismos. No quiero ocultar que en las últimas semanas he vivido esta disyuntiva. Y he tomado una opción. No seré candidato a la presidencia del EBB del Partido Nacionalista Vasco, para la que fui elegido hace cuatro años. Volveré a la actividad profesional después de más de trece años de compromiso intenso con aquellas funciones que EAJ-PNV me ha encomendado: diputado al Parlamento Europeo, consejero de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno Vasco y presidente de nuestra ejecutiva, el Euzkadi Buru Batzar.
Siempre he creído en la política como servicio a la sociedad. He recibido mucho de esta sociedad desde niño, y he entendido la actividad política como compromiso personal con ella y sus ciudadanos. Como forma de devolver, aún a costa de más de un sacrificio, lo mucho que este país me ha dado. Por eso, siempre he defendido la política como un camino de entrada y salida. Finalizado este servicio, lo normal es que salgamos sin perpetuarnos en la actividad política. Ello sirve para mantener viva la conexión entre clase política y sociedad civil, tan necesaria en los tiempos que vivimos.
He trabajado en la medida de mis posibilidades por una Euskadi en paz, en la que la violencia, la amenaza y la extorsión sean para siempre desterradas desde el firme compromiso con los valores de la persona como clave de bóveda para construir la sociedad vasca. Y me siento muy orgulloso de haber mamado desde joven estos valores a través de mi militancia en el Partido Nacionalista Vasco.
Creo en una Euskadi en la que los diferentes sentimientos de pertenencia de quienes componemos la sociedad vasca convivan compartiendo un proyecto de país, cuyo futuro construyamos entre todos. Creo en una Euskadi en la que la voluntad democrática de sus ciudadanos sea la base de la mutua convivencia y en la que los acuerdos amplios entre diferentes sirvan para hacer frente a los retos de futuro. Un país pensando en nuestras hijas e hijos, en el que encuentren las mejores oportunidades para desarrollarse como personas en su integridad. Trabajo por una Euskadi en la que nuestra identidad vasca se construya en base a valores en un mundo cada vez más abierto y complejo, en el que el amor a lo propio no nos lleve a construir el futuro contra nadie. Como ese árbol al que equiparaba su obra el universal escultor Eduardo Chillida, enraizado en tierra vasca pero con sus ramas y hojas abiertas al mundo.
Me siento orgulloso de haber tenido esta responsabilidad en un Partido cincelado con la talla humana y política de personas como José Antonio Agirre, Manuel de Irujo, Juan Ajuriaguerra, Javier Landaburu o tantos otros. De personas que con su trayectoria construyeron un patrimonio llamado EAJ-PNV, con un activo que ha servido para que centenares de miles de vascos nos den su confianza y hayamos contribuido al autogobierno, a la convivencia, al bienestar y la estabilidad de Euskadi. Pero este patrimonio no es nuestro. Nos toca gestionarlo. La pluralidad de discursos, la división y la tensión que en algunos momentos ha trasladado EAJ-PNV a la ciudadanía, contribuyen a debilitar nuestro proyecto, a confundir a la sociedad vasca y a perjudicar la capacidad de este partido para articular en torno a él a las mayorías sociales vascas necesarias para construir el modelo de país que queremos.
Hoy, el esfuerzo por conseguir la unión en el seno del Partido Nacionalista Vasco nos obliga a todos. A mí también. La reproducción de la división que hace cuatro años se produjo en una transición de liderazgos compleja puede debilitar de forma importante a EAJ-PNV. Siempre he creído que en la vida no debe esperarse a lo que hagan los demás. Uno mismo debe dar los pasos que estima necesarios. Por ello, mi decisión de no ser candidato responde a una contribución que facilite un proceso interno que cohesione y una a nuestra opción política. Creo, con respeto al resto de opciones políticas, que EAJ-PNV tiene un papel de cohesionador y moderador de la política vasca, que puede verse perjudicado con la división y su debilitamiento. Por tanto, sin pretender patrimonializar ningún activo que sólo nos corresponde en el porcentaje de voto que tenemos, entiendo que por encima de actitudes cortoplacistas, el riesgo de división en el Partido Nacionalista Vasco añadiría dosis de inestabilidad y radicalidad a la política vasca.
Hay otra reflexión que no puedo pasar por alto. El nacionalismo vasco democrático ha jugado y juega un papel primordial en la construcción de nuestro país. El mundo está cambiando aceleradamente y, al igual que otras generaciones han hecho un esfuerzo ímprobo por modernizar y actualizar nuestro proyecto, también nuestra generación debe llevarlo a cabo. Conceptos como estado-nación, soberanía o independencia adquieren hoy tintes necesariamente diferentes de lo que en el pasado representaban. Las fronteras se debilitan e incluso desaparecen en nuestro entorno, y desde el nacionalismo vasco democrático tenemos que ser pioneros en las reflexiones de actualización de nuestro bagaje fundacional, de un partido que nace para preservar un pueblo que perdía su identidad y su régimen de libertades histórico. Pero un partido no puede llevar adelante una modernización necesaria en un contexto de competición por el discurso. La reflexión serena exige liderazgos no cuestionados y partidos unidos y sólidos.
Quiero terminar mostrando mi plena confianza en las personas que componemos el Partido Nacionalista Vasco, así como en la propia sociedad vasca. En la capacidad de avanzar con éxito a través de los retos presentes y futuros, así como la convicción de que mi decisión será un pequeño grano de arena en este camino. Agradezco de todo corazón el apoyo de los que tanto desde el seno del partido como del conjunto de la sociedad me han ayudado en mi labor. Y también, sinceramente, a los que desde la crítica interna o externa, han contribuido a hacer más contrastadas y reflexivas cada una de mis decisiones. La cohesión de EAJ-PNV saldrá fortalecida. Y creo honradamente que es un capital para el conjunto de la sociedad vasca. Incluso para muchos que no comparten nuestras ideas y proyectos.
Josu Jon Imaz
Presidente del EBB de EAJ-PNV