Opinión
09Junio
2007
09 |
Opinión

El espíritu de Atotxa

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Junio 09 | 2007 |
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Xabier Ezeizabarrena

Opinión

Noticias de Gipuzkoa


Esta temporada es distinta a todas aunque nuestra Real es mucho más. Tras el gozo de hace ya tiempo y el sufrimiento reciente, cualquier grito es algo banal, pero hoy todos quisiéramos gritar juntos pues el sueño de seguir en Primera no nos lo van a quitar. Ese sueño de varias décadas que nos lleva y nos trae del pasado al presente de nuestra Real. Todos tenemos amigas y amigos que viajan igual y algunos nos saludan al pasar, soñando con dos victorias más. El resto nos espera ya junto al estadio ataviados y nerviosos, preocupados con el rugir de este palpitar.
Y voy desde "lo Viejo" hasta el nuevo campo, y casi sólo con mi inercia veo de nuevo a los equipos que nos hicieron soñar. Luego regreso despacio, para en mi mente recordar el rugido de nuestras peñas en aquel Molinón o en Zaragoza hace ya dos décadas o más. Voy en silencio y con miedo a una nueva derrota, pero recuerdo, mientras contemplo a nuestras gentes y a los estudiantes, que en los nombres y victorias del pasado hoy se deleitan al soñar. Atrás quedaron los héroes de Puertollano, Ormaetxea, Gaztelu, Celayeta, Olaizola, Górriz, Gajate, Luis Arconada, Kortabarria, Diego, Alonso, Zamora, Idigoras, Satrus y aquel pequeño diablo cuyos espíritus necesitamos resucitar.

Desde Ondarreta hasta el Sur de Gipuzkoa se sufre con nuestra Real; y hasta en Madrid, en su Euskal Etxea, las gentes se agolpan para que vuelvan a ganar. De regreso al presente con el equipo tenemos que estar, y buscar a los amigos del pasado para juntos volver a empujar. Mi mente me guía hasta el viejo Atotxa, aquel campo singular, allí están nuestros recuerdos infantiles, las paradas del gran Arconada, la defensa inexpugnable y las palabras de nuestros extremos junto al córner, justo antes de marcar. Me detengo a mirar estos viejos recuerdos y el rostro de nuestros grandes rivales derrotados y perplejos, ante marcadores inverosímiles en los roñosos paneles de la tribuna del mercado de frutas.

Y al pasar de puntillas frente al pasado hemos visto este presente llegar, y no sé si ha de ser la poción de un druida o nos faltan las ganas de ganar; pero los domingos me acuesto perplejo y triste, como tantos otros, viendo perder a nuestra querida Real. Pero de poco sirve resignarse, hay que volver a ganar; volver al espíritu de Atotxa sin desfallecer hasta el pitido final.

En el mercado o en nuestros parques y otros paseos, como el de Francia, el del árbol de una villa foral, el de la fe para los más osados, o en el Palacio de Miramar, veo a las gentes caminar soñando con los goles que han de llegar. Y en los encuentros pausados junto a todos ellos, del equipo también se ha de hablar: ¡¡No nos podemos resignar!!

En fin, que Donostia, Gipuzkoa y toda la hinchada con la Real se han de volver a encontrar. Que sus vidas son paralelas, como lo son nuestra historia y las canciones antes y después de ganar. Y que aunque venga alguna otra derrota, con ellos hemos de estar. Con esta nuestra Real que ha ido cambiando sin renunciar a su "verdad", y llenando de sueños y recuerdos el espacio que nuestras mentes casi habían del todo olvidado. Y con ella buscamos las nuevas victorias, pero también haremos muchos días lo que hacían nuestros aitas, que sufrían con las derrotas bañadas en el barro y el sirimiri del viejo campo, junto a los trenes.

Y leo que se debate ya en la prensa sobre un posible descenso y todo lo demás. El miedo tampoco es nuevo, pero importa el empuje hasta el final. Pues unir todos nuestros brazos para empujar a esta Real es una necesidad. Y así con suerte veremos pronto nuevas internadas y goles que nuestros hijos han de comentar. Y de vuelta a los colegios e ikastolas con los libros y apuntes; y las mentes repletas de sueños y victorias bañadas por el viento del mar, mientras el aire se nos depura solo y las otras arterias se suavizan de nuestras penas y viejas heridas, que con el recuerdo se nos van.

Más tarde vendrán nuestros nietos, visitantes y las gentes de más allá, y todos, sin duda, algún día lo agradecerán, sobre todo a aquel grupo de jugadores que luchó sin tregua por no bajar. Si todo va bien y hay suerte, incluso podremos seguir yendo en sueños junto al "hijo del agua", hasta el gran estadio de un viejo equipo, en Primera siempre, para gritarles "¡¡¡REAL, REAL...!!!". En fin, que así sea; por los sueños que aún viven en el pasado y empujados por el espíritu del viejo Atotxa.

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