Setenta años después y aún se mantienen incógnitas sobre la autoría y razones del bombardeo de Gernika. Dicen que la primera víctima de una guerra es la verdad y en el caso del bombardeo de Gernika tal afirmación se convierte en revelación ominosa. Bombas y mentiras cayeron sobre Gernika hace setenta años; bombas y mentiras siguieron cayendo en cada guerra después y hasta la actual de Irak, donde, sofisticación al aire de los tiempos modernos, la mentira preventiva: armas de destrucción masiva es el necesario recurso para dar cobertura a una guerra también preventiva que luego se instala como definitiva.
Hicieron falta cuarenta años para que la verdad sobre el bombardeo de Gernika se abriera paso tímidamente. Todos los grandes actores políticos de la época, Francia, Reino Unido, EE.UU., Italia, Alemania miraron hacia otro lado, con disimulo o con procacidad; y la política de apaciguamiento con los totalitarismos se llevó por delante antes que nadie a los más débiles, de tal manera que la República española, el Gobierno vasco y la villa de Gernika fueron testimonio, a su pesar, de tal desatino, y prefacio de la guerra más cruenta que ha conocido la Historia.
Aquel primer Gobierno vasco que había sido elegido pocos meses antes precisamente en Gernika fue acusado por los criminales de guerra de ser él, y su presidente Aguirre, el autor de la masacre. En defensa de la verdad envió a la villa destruida a los periodistas internacionales acreditados en Bilbao, entre ellos quien más favor acabaría haciendo a que en el mundo se supiera lo realmente sucedido, el corresponsal de The Times George L. Steer. El jefe de prensa de este Gobierno, el poeta Esteban de Urkiaga, Lauaxeta , acabaría siendo apresado en Gernika por las avanzadillas fascistas en el curso de esta operación. Y poco tiempo después sería fusilado; como tantos otros, por defender la verdad
A los particulares intereses de los grandes no les interesaba la verdad de Gernika en cuya intencionadamente confusa historia la agencia francesa Havas saboteó las primeras noticias sobre el desastre distribuyendo un telegrama de prensa favorable a los franquistas a sabiendas de su falsedad; el Gobierno inglés, que sabía lo ocurrido, rehusó descubrir la verdad a su pueblo y Parlamento; Cordel Hull, Secretario de Estado norteamericano, escribió una carta negando la responsabilidad alemana en el bombardeo aún siendo conocedor de la autoría; y el Gobierno federal alemán, tras la Segunda Guerra Mundial, se despreocupó de investigar la verdad reincorporando incluso al nuevo ejército, con grado de generales, a algunos partícipes del bombardeo, tal y como recordaba en el cuarenta aniversario del bombardeo H. Southworth, el gran revelador de las mentiras sobre Gernika.
Han sido necesarios setenta años para que los muertos fuesen cuantificados con alguna precisión, y ello gracias a que los vascos disponemos nuevamente de autoridades propias, de un Gobierno que se ha preocupado en descubrir la verdad. Pero seguimos sin poder acreditar documentalmente las razones que les llevaron a los autores, de quienes aún hoy día desconocemos su identidad precisa, a bombardear una población sin interés militar.
Podemos inferir que la finalidad era estratégica y terrorista: una acción bélica directamente dirigida a la búsqueda de víctimas civiles para desmoralizar a los combatientes. Podemos añadir que por ello Gernika supuso el comienzo de la inversión en la correlación de víctimas de una guerra, hasta entonces más militares a partir de entonces más civiles, y que encuentra su corolario en el presente de Irak: un militar muerto por cada cien civiles. Debemos concluir que tales inferencias y suposiciones son enervantes cuando a la vista del tiempo transcurrido la mentira cobra plena eficacia cuando el quiénes , los porqué o para qué , son tratadas como simples detalles, eruditas historias para historiadores, agua pasada que no muele molino. <
Que no vuelva a ocurrir. Debemos dedicar nuestros mejores esfuerzos y determinación en impedir que la mentira suficientemente mantenida en el tiempo no acabe por hacer históricamente irrelevante la verdad. Se trata de buscar la verdad. La verdad inmediata, la que no admite demoras maquilladoras como intentó el Gobierno español tras los brutales atentados terroristas del 11-M en Madrid. La verdad inconveniente, como la eludida en la sentencia del Tribunal Internacional por el genocidio de Srebrenica. La verdad en tiempo real, factible a la luz de los avances en la tecnología comunicativa. La verdad que nos hace libres, porque conocedores de lo que ocurre nos hace por ello responsables de nuestras acciones u omisiones despojándonos del "no lo sabía" encubridor. La verdad como método preventivo para no incurrir en la indolencia.
La mayor enseñanza del bombardeo de Gernika es precisamente la urgencia de la verdad.