Coloquio organizado por el Partido de la Nación Corsa
Corti (CORSICA), 25 de noviembre de 2006
I. Breve presentación del País Vasco.
II. Contexto de la situación política actual.
III. Caminos de paz para Euskadi.
1. Factores favorables a la paz.
2. Reconocimiento y restablecimiento de las víctimas.
3. El valor de la paz.
4. Política penitenciaria y reinserción al servicio de la paz.
IV. Una oportunidad para la normalización política.
1. Para que sea posible establecer las bases de un acuerdo político.
V. Objetivo actual: avanzar hacia un proceso irreversible.
VI. Constataciones y recomendaciones.
SALUDOS Y AGRADECIMIENTOS.
BUENAS TARDES. Para comenzar, debo dar las gracias al Partido de la Nación Corsa por haber querido invitarme a este encuentro sobre un tema tan preciado para el Partido Nacionalista Vasco como es el de colaborar con los partidos nacionalistas en la paz. Y lo digo convencida de que nuestros países no sobrevivirán si no trabajamos por la paz y la libertad, si no sabemos hacer que la vida y la libertad estén por encima de cualquier aspiración política.
I. Breve presentación del País Vasco.
Me gustaría comenzar la intervención con una breve presentación de nuestro país.
Euskadi es, junto con Cataluña y Galicia, una de las tres naciones históricas del Reino de España.
Euskadi ofrece una imagen de conjunto que tiene personalidad propia y que conserva viva la lengua más antigua de Europa: el euskera o lengua vasca.
Al mismo tiempo, se trata de una sociedad moderna que, en términos socioeconómicos, se sitúa siete puntos por encima de la media europea (107%), y tiene el poder de cobrar prácticamente todos los impuestos. Asimismo, tenemos competencias exclusivas en materia de educación, salud e infraestructuras. Finalmente, disponemos de un cuerpo de policía y un servicio público de comunicación.
La sociedad del País Vasco es una sociedad industrial. Pese a que la población de Euskadi representa no más de un 5% de la población del conjunto de España, su industria corresponde a un 80% de la máquina herramienta, un 50% de la fabricación de bienes de equipo, un 90% de la producción de aceros especiales, un 22% del sector aeronáutico y un 15% de sectores de futuro como la informática y las telecomunicaciones.
Sin embargo, desde hace 50 años el País Vasco vive enfrentado con el síndrome social de la violencia callejera. Esa violencia ha cubierto de oprobio la causa de la nación vasca que nosotros habemos defendido de una manera absolutamente legítima y por vías escrupulosamente democráticas a lo largo de toda nuestra historia.
Desde hace demasiado tiempo, nuestro país vive un profundo contencioso político que no ha cesado de alimentar una profunda frustración colectiva.
El Partido Nacionalista Vasco nació hace más de cien años como expresión política de ese conflicto. Nuestro objetivo es la supervivencia de Euskadi en la medida en que es una nación de pleno derecho. Al mismo tiempo queremos recuperar su soberanía.
ETA nació hace 50 años aproximadamente, en plena dictadura franquista. Con la llegada de la democracia, una de las ramas decidió abandonar las armas mientras que la otra optó por continuar con la violencia. El Estatuto de Autonomía de mil novecientos setenta y nueve (1979) vino de la mano de una amnistía general de la que se beneficiaron todos los presos políticos. ETA no respetó en ningún momento el consenso político de la mayoría de la sociedad vasca hacia el Estatuto de autonomía. Del mismo modo, tampoco ha respetado ni la palabra ni la decisión de ese pueblo vasco que dice defender.
II. Contexto de la situación política actual.
Volvamos la vista atrás, si les parece bien, hacia los acontecimientos que nos han conducido hasta la situación que vivimos actualmente:
En mil novecientos ochenta y ocho (1988) se firmó el pacto de Ajuria-Enea (nombre de la sede de la presidencia del gobierno vasco). Dicho pacto tenía como objetivo trabajar a favor de la paz y de la normalización política. Este acuerdo fue ratificado por todos los partidos políticos excepto Batasuna, quien durante todo este tiempo ha preferido optar por la política de silla vacía en el Parlamento Vasco, a pesar de tener escaños propios. Ahora bien, los puntos 9 y 10 de este acuerdo piden precisamente que Batasuna forme parte de la vida política del país y de los esfuerzos que tienen como objetivo el fin dialogado de ETA.
Diez años más tarde, el Lehendakari Ardanza consideró que los puntos 9 y 10 del pacto de Ajuria-Enea se satisficieron, y ofreció a las fuerzas políticas la oportunidad de establecer a grandes rasgos un plan para la paz y para la convivencia política.
El Partido Popular, es decir, la derecha española y vasca, decidió no formar parte del Plan Ardanza y romper el pacto de Ajuria-Enea. El Partido Socialista, de acuerdo en principio en trabajar sobre el Plan de paz, decidió finalmente imitar al Partido Popular temiendo quedar a la zaga de la derecha en una cuestión de Estado.
Considero que dicha decisión marcó un punto de inflexión de una política que poco a poco atacaría los fundamentos del Estado de derecho y minaría el prestigio de la clase política. Una situación que haría muy difícil remontar el devenir de las cosas. Particularmente:
• Batasuna fue ilegalizada en España (no así en Francia, donde tiene escaños y ejerce su actividad política).
• El Lehendakari del Gobierno Vasco, el presidente del parlamento vasco y dos miembros de su gabinete, así como el propio secretario general de los socialistas vascos fueron situados bajo el peso de una instrucción judicial.
• En los últimos años, se han prohibido dos periódicos; un número significativo de personalidades de la cultura vasca y dirigentes de grupos antimilitaristas han sido objeto de examen en un proceso sin fin que trajo numerosos detenidos difícilmente justificables desde un punto de vista jurídico. Cada vez es más evidente que día a día los principios de igualdad ante la ley, la presunción de inocencia, y la libertad de expresión y asociación son gravemente ninguneados.
Pero volvamos a la cronología de los hechos. En mil novecientos noventa y ocho (1998), el mismo año en el que el Plan Ardanza fracasó, ETA declaró una tregua que duraría dieciséis (16) meses (los altos el fuego anteriores no llegaron jamás a una duración tal). Eso, unido al hecho de que Batasuna se involucró expresamente en las vías exclusivamente políticas y democráticas, jugó en favor de un acuerdo parlamentario entre nacionalistas por primera vez en la historia de nuestro país.
ETA pretendió tutelar ese acuerdo y, por tanto, controlar la vida política vasca. No llegó a conseguir dicha pretensión y por ello rompió la tregua. Al mismo tiempo, desencadenó una cruel escalada de violencia terrorista provocando, en el seno de la sociedad vasca, verdadero pavor y rechazo absoluto y sin ambages a la violencia. Durante ese tiempo, Batasuna se calló. ETA volvió a ser la voz cruel de la izquierda radical.
En noviembre de dos mil cuatro (2004), después de haber digerido un grave revés en el Parlamento Vasco en las elecciones de dos mil uno (2001), Batasuna dio a conocer la Declaración de Anoeta. Ratificado por el entorno político de ETA, dicho documento se centra fundamentalmente en dos principios: 1) el futuro político de los vascos incumbe únicamente a los ciudadanos y a sus representantes políticos, que deberán llegar a un acuerdo; 2) ETA y el Estado español deberán negociar y llegar a un acuerdo sobre las cuestiones técnicas en torno a la pacificación y el cese de la violencia. Dicho de otra manera, la contribución fundamental de dicho documento es rechazar a ETA como actor de la vida política. De ahí que sea importante en cuanto a estrategia.
En mayo de dos mil cinco (2005), El Congreso de los Diputados, que corresponde a la Asamblea Nacional de Francia, aprobó sin el apoyo del Partido Popular una Resolución a favor del fin dialogado de la violencia. Dicho acuerdo reproduce textualmente el punto 10 del anteriormente mencionado Pacto de Ajuria-Enea (Si se producen las condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad de poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción, apoyamos procesos de diálogo entre los poderes competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia, respetando en todo momento el principio democrático irrenunciable de que las cuestiones políticas deben resolverse únicamente a través de los representantes legítimos de la voluntad popular).
Es curioso que Batasuna aplaudiera dicha resolución cuando fueron ellos mismos los que la rechazaron diecisiete años atrás. No obstante, el PP, que había participado y contribuido en la creación de aquel pacto, rechazó el mismo texto diecisiete años más tarde. Es curioso.
En marzo de 2006, ETA declaró un alto el fuego permanente a través de un comunicado en el que expresaba su voluntad de poner fin a la violencia y abrir una puerta a un proceso democrático para la normalización política. Fue bien recibido tanto por los partidos como por los gobiernos del Estado español y de Euskadi, y tuvo el beneplácito también de diversas organizaciones internacionales. Esa declaración abrió la vía de la negociación entre ETA y el Estado español de cara a comenzar el proceso de paz (víctimas, presos, exiliados y armas) y establecer las condiciones para la puesta en marcha de un proceso de diálogo entre las fuerzas políticas, y llegar así a un espacio de convivencia política basada en el respeto de la voluntad de la sociedad vasca.
El Partido Nacionalista Vasco acogió de manera muy favorable la declaración de alto el fuego y está trabajando para que se active el diálogo, de cara a un acuerdo político a largo plazo y en el que se incluyan todas las fuerzas políticas vascas.
Hasta aquí la descripción de los hechos y algunas claves para comprender mejor la situación actual.
Ahora, mientras nos encontramos en una encrucijada de caminos, nuestra misión es trabajar a favor de la paz y tratar de encontrar las vías que nos lleven a un acuerdo político con el resto de partidos vascos, para que la sociedad vasca de hoy en día decida su propio estatus político y social.
Buscamos un acuerdo político abierto, moderno, que tenga en cuenta fórmulas de respeto hacia la voluntad de la sociedad vasca. Esas formulas deben expresarse mediante los mecanismos característicos de las sociedades democráticas avanzadas.
Sin embargo, no somos ajenos a los surcos que perduran sobre el difícil camino. De cualquier manera, a pesar de todo, seguimos conservando la esperanza de un futuro en paz en Euskadi. Y trabajaremos para eso en cada oportunidad que se nos presente, porque:
• por un lado, no podemos resignarnos a ser el último bastión de la violencia en la Europa occidental.
• Por otro, la violencia política niega la nación vasca como proyecto moderno, integrado y con vocación de futuro.
• Finalmente, el derecho a la vida y a la libertad es una prioridad para el Partido Nacionalista Vasco. Lo fue antes del golpe de estado militar de Franco, bajo la dictadura e incluso durante la Segunda Guerra Mundial, en la que los nuestros no permanecieron inactivos. No olvidéis que el batallón «Gernika» realizó una entrada triunfal en el París liberado de finales de la Segunda Guerra Mundial, junto con los hombres de la Segunda División Blindada. Ese honor se lo concedieron a aquellos voluntarios que, habiendo sido derrotados en su propia guerra civil, tuvieron la energía democrática suficiente de combatir en suelo francés en el bando de los Aliados.
III. Caminos de paz para Euskadi
Me gustaría destacar cinco cuestiones necesarias para avanzar hacia la paz:
1. Factores favorables a la paz.
2. Reconocimiento y restablecimiento de las víctimas.
3. El valor de la paz.
4. Política penitenciaria y reinserción al servicio de la paz.
1. Factores favorables a la paz
Entre los elementos favorables a la paz subrayaría los siguientes:
1. El rechazo explicito de la violencia por parte de la sociedad vasca, e incluso por parte de ciertos sectores amplios de la dirigencia de ETA, es irreversible.
2. El efecto que el terrorismo internacional ha tenido sobre ETA a partir del 11 de septiembre. Aquel atentado suscitó un rechazo ciudadano extraordinario, al mismo tiempo que reforzó el ámbito judicial y policial en Europa y en el resto del mundo.
3. El cambio en Madrid, que significa el fin de una etapa de confrontación, y la perspectiva de una política construida sobre el diálogo y el respeto al pluralismo.
4. La gestión del autogobierno que han desarrollado las instituciones del País Vasco, lo que supone el establecimiento institucional de una identidad nacional vasca. Asimismo, las instituciones han trabajado para rechazar cualquier legitimación ética que haya podido hacerse sobre el ejercicio de la violencia.
Me gustaría destacar que a lo largo de todos estos años de democracia, el PNV ha llevado las riendas de las instituciones. Lo ha hecho estando a la cabeza de la dirección de diversas coaliciones presididas por tres presidentes del PNV. Por otra parte os diré, que en Cataluña Convergencia i Unió gobernó en solitario todo ese tiempo con un único presidente, Jordi Pujol, hasta que perdió el poder en 2003.
Desde nuestro punto de vista, el cese de la violencia y la voluntad de llegar a un final dialogado se debe sustentar sobre dos bases: a) la universalidad del cese de la violencia (no a la extorsión que sufren los empresarios o los profesionales por cuenta propia, no a la denominada «violencia de baja intensidad»); b) el carácter irreversible de dicha decisión (“más que nunca”).
2. Reconocimiento y restablecimiento de las víctimas.
Me gustaría decir también, que las víctimas del terrorismo o la violencia tienen un papel destacado en el proceso de paz. No podemos saltarnos el reconocimiento social del sufrimiento padecido injustamente. Sin dicho reconocimiento, no será posible conseguir esa reconciliación tan deseada entre nosotros.
Sin embargo, la pena que la violencia ha causado es de tal magnitud que la normalización de la vida social no será completa, ni siquiera cuando haya desaparecido del todo, ya que habrá heridas tenaces que continuaran abiertas en las personas que forman el tejido social. Deberemos luchar en favor de una cultura de paz, lo que significa no solamente rechazar la violencia sino también vivir e interiorizar referencias éticas como el respeto a los derechos humanos, individuales y colectivos, la igualdad, la solidaridad, la justicia social, el respeto a la pluralidad y la defensa activa de las libertades civiles y políticas.
Asimismo, debo denunciar ante vosotros que estos últimos años se ha llegado hasta el punto de tocar las fibras más sensibles del sistema democrático, para ser exactos aquellas fibras que nos dan la oportunidad de darnos cuenta de su calidad: se han ilegalizado partidos, se han cerrado periódicos, se ha decretado prisión preventiva para personas pacíficas e inocentes, ha mermado la separación de poderes y se ha utilizado el “pretexto” de la violencia de ETA para perseguir el nacionalismo vasco democrático y las instituciones vascas, de manera implacable, injusta y antidemocrática.
3. El valor de la paz.
Todas las formaciones políticas vascas reconocen que una paz justa debe basarse en el principio democrático de que en democracia las decisiones están únicamente en manos de los ciudadanos. Si se diera la opción contraria estaríamos ante un hecho poco ético, reprobable y socialmente inaceptable. Cuando hemos defendido un fin dialogado de la violencia lo hemos hecho a partir de la experiencia histórica que nos dice que ese tipo de conflictos se resuelven a través de una fase de negociación y de acuerdo, lo que dista mucho de conceder a una organización armada el derecho a decidir, ya que ese derecho única y exclusivamente pertenece a los hombres y mujeres de nuestro país.
Por dicha razón hemos animado a los representantes de la voluntad popular a dialogar, teniendo siempre en mente un acuerdo político de grandes bases. Para el Partido Nacionalista Vasco, el acuerdo deberá atenerse al principio democrático que quiere que la sociedad vasca tenga el derecho de ser consultada en torno a su propio futuro, en un contexto de ausencia de violencia y sin imposiciones de ningún tipo, al mismo tiempo que se respeta el pluralismo y el compromiso de llegar a un pacto.
4. Política penitenciaria y reinserción al servicio de la paz.
El objetivo de la política penitenciaria de un Estado de Derecho debe ser la reinserción social. De hecho, la aplicación flexible del Código Penal, el tener en cuenta a las familias como agentes que están potencialmente a favor de la paz y la reconciliación y, de ninguna manera, considerarlos agentes culpables, son elementos indispensables a favor de la pacificación. Resulta necesario y urgente otorgar una orientación más humana a la política penitenciaria española. Es algo que debió producirse en el pasado, coincidiendo con las decisiones tomadas en el seno del Parlamento Vasco en 1997, y un año más tarde en las Cortes Generales o Congreso de los Diputados.
IV. Una oportunidad para la normalización política.
La pacificación y la normalización políticas son dos procesos diferentes pero interrelacionados entre sí. La ausencia de violencia es un precedente indispensable para abordar cuestiones políticas de fondo que son de naturaleza estrictamente democrática.
Me gustaría hablarles de estas cuestiones de fondo.
1. Defendemos que se respete la voluntad popular vasca y, en ese ámbito, el PNV se compromete a trabajar a favor de un acuerdo común a las diversas sensibilidades políticas presentes en Euskadi.
2. Buscamos un acuerdo que se base en la aceptación de las reglas democráticas, lo que supone aceptar la legitimidad de todas las ideas y proyectos políticos. Todo proyecto que respete los derechos humanos debe tener la oportunidad de ser defendido y puesto en marcha a partir del momento en el que se haga con el apoyo social necesario y enfile las vías del proceso democrático.
3. El derecho de los vascos a decidir su futuro constituye un espacio de reencuentro, un derecho compartido. Ese es el desafío que se nos presenta a todos aquellos que pretendemos arreglar el conflicto histórico-político vasco sin otra arma que no sea la integración y la cohesión de nuestro pueblo.
La consolidación de este discurso favorable al reconocimiento positivo de los derechos colectivos del pueblo vasco viene necesariamente de la mano de un compromiso activo por parte del Estado español a favor de un carácter plurinacional.
4. Nuestro objetivo político en este momento, que yo calificaría como histórico, es la definición de un modelo de convivencia al mismo tiempo que un marco de diálogo bilateral efectivo con el Estado Español, en el que se den garantías y condiciones de lealtad.
5. Proponemos que se tenga en cuenta este doble compromiso:
1. no imponer un marco de menor aceptación que los acuerdos que actualmente están en vigor, es decir, el Estatuto de Gernika y,
2. no obstaculizar un acuerdo que pueda tener una mayor aceptación que aquel acuerdo histórico.
Debo precisar que ese doble compromiso debe recaer sobre un acuerdo entre el PNV, el Partido Socialista y Batasuna, que representarían los tres ángulos del triángulo político, ya que únicamente a partir de esa doble limitación anteriormente citada superaremos el juego de las mayorías para llegar al “consenso suficiente”.
6. Finalmente, defendemos que se dé la palabra a los ciudadanos para poner punto y final al proceso político. La consulta a los ciudadanos es una exigencia política y democrática desde el momento en el que se plantea una modificación sustancial del marco institucional.
Una consulta democrática debe satisfacer una serie de condiciones entre las que las más importantes son la ausencia de violencia y de exclusión política. Nuestro objetivo a través de una consulta así consistirá en obtener una adhesión más fuerte que la que tuvo el Estatuto de Gernika. Ese será el referente de base para validar democráticamente el nuevo punto de encuentro que nos permita vivir juntos en nuestro país.
V. Objetivo actual: avanzar hacia un proceso irreversible.
No obstante, volvamos al presente: cómo avanzar hacia un proceso irreversible.
Hace una semana tuve la oportunidad de asistir en Euskadi a una Semana de Paz, en la que hemos trabajado en torno a una cuestión muy interesante, exactamente, en torno a cómo ganar espacios de irreversibilidad, de no-retorno del proceso de paz.
Sé que cada conflicto posee sus propias condiciones, variables, historia, etcétera. Y los temas de esos conflictos exigen igualmente su propio análisis.
Desde mi punto de vista, la irreversibilidad del proceso está intrínsecamente unida a la universalidad del proceso. No obstante, la irreversibilidad es a su vez un proceso a lo largo del cual deben ir conquistándose espacios a medida que avanzamos.
Desde ese punto de vista, podemos hablar acerca de una serie de elementos cuya progresión avanza hacia la irreversibilidad en un momento de incertidumbre:
1. Crear las condiciones para que todos los partidos implicados participen. No obstante, esa integración debe ser verdadera, es decir, debe avanzar a partir del ajuste de las reglas que permitirán la participación.
2. Todas las partes que intervienen deben comprometerse de buena fe. Y eso aparece en gestos y actitudes. Es un compromiso emocional; hay que implicarse sin cálculos, más allá de metodologías o agendas.
3. Garantizar un resultado de larga duración para el proceso (no una solución, sino la solución adecuada). Cuando las negociaciones se precipitan, los acuerdos no suelen durar mucho tiempo. Debemos llegar a soluciones que vayan a perdurar en el tiempo, no a una solución en última instancia. Esa solución no se consigue como resultado teórico del proceso.
4. Tener en cuenta la enorme importancia de la cuestión simbólica. En ese sentido, son muy importantes los discursos y debemos ponernos de acuerdo en torno a los discursos que giran al rededor del proceso, ya que todos ellos van a ser muy diferentes. Habrá que conocer muy bien cuáles son los límites de cada discurso.
5. Brechas/contradicciones... ¿Cómo avanzar? Es muy interesante tratar de encontrar la ambigüedad creativa. Pero ¡cuidado! Si todas las partes no conocen su significado, habrá problemas irremediablemente. ¿Ambigüedad calculada y creativa para avanzar? Sí. Si la ambigüedad es temeraria, si afecta a aspectos fundamentales de las cosas y las hace opacas, no hay duda de que habrá problemas sobre la mesa.
VI. Constataciones y recomendaciones.
Constatamos:
1. Incertidumbre en torno a la voluntad de ETA y sus movimientos para poner fin a la violencia (hay elementos preocupantes).
2. Confusión entre proceso de pacificación y de normalización política.
• ETA juega un papel protagonista cada vez mayor en detrimento del papel de BATASUNA.
• La cuestión es que la amenaza más grave para el proceso es que ETA vaya alternando el recurso de la violencia y el del diálogo, o que esté tentada a tutelar por su cuenta el proceso.
3. Una política de información raquítica y asimétrica.
• ETA multiplica declaraciones y afirma que existen acuerdos secretos con el gobierno español, desconocidos para el resto de los mortales.
• Al mismo tiempo, el gobierno español invoca reglas del proceso no concretas y desconocidas para la ciudadanía.
4. Decisiones del poder judicial que son obstáculos en sí mismas en el marco del proceso. Se va arrastrando la aplicación rigurosa y rigorista de malas leyes.
5. Actitud refractaria hacia el proceso de paz por parte del principal partido de la oposición (PP).
6. Polarización de un colectivo importante de víctimas al rededor del proceso, que niegan al gobierno toda legitimidad para tratar de restablecer la paz.
7. Alienación mediática y posicionamiento bipolar de los medios de comunicación en dos bloques opuestos.
Me gustaría destacar nuestras cinco líneas de trabajo.
1. Exigir a ETA que declare el fin incondicional de la violencia.
2. Gestionar la legalización de Batasuna. Eso dejaría necesariamente a ETA en un segundo plano, condición que resulta indispensable para poder avanzar hacia un acuerdo político.
3. Formar una mesa redonda de partidos, sin exclusiones. Previamente, ETA debería manifestar que está de acuerdo y tener en cuenta aquello que decidan las formaciones políticas representadas en la mesa redonda.
4. El freno en el ámbito judicial, combinando el principio de igualdad con el de oportunidad.
o Compromiso para realizar modificaciones legales.
o Empleo flexible de la legalidad penitenciaria.
5. Intervención de los medios de comunicación conforme al rol social que cabe exigirles: que informen de las novedades verídicas y confirmadas; y que comenten la información publicada sobre la base de dichos principios.
Para concluir, dos expresiones acerca del tema de la situación en Euskadi:
“El momento es grave, el debate apasionado, (...), todo lo que pueda servir para disputa cójanlo. Hablen, ataquen, cojan al azar obras antiguas y recientes, y no duden en explicarse con finura y sutileza”. (Aristófanes).